La verdad es que la URSS fue el factor decisivo de la derrota nazi
MUCHAS MENTIRAS Y OCULTAMIENTOS SOBRE LA II GUERRA MUNDIAL
SERGIO ORTIZ.
LAS CAUSAS DE LA GUERRA
En la historia que fabrican los países capitalistas
se adjudica la II Guerra Mundial sólo al afán del dictador Adolfo Hitler, de
dominar el mundo. La verdad es mucho más compleja. Por supuesto que ese
nacional-socialista buscaba adueñarse de zonas fronterizas y expandirse
muchísimo más allá. En este punto, y no para justificar de ningún modo a
semejante personaje, hay que dejar constancia que las potencias dominantes de
aquel entonces fueron responsables de un castigo desproporcionado a Alemania,
tras la I Primera Guerra. Le impusieron el pago de reparaciones de guerra y la
pérdida de territorios, luego del Tratado de Versalles. Estas humillaciones
dieron pie al discurso revanchista y luego el avance militar de Alemania.
Aquel mundo estaba dominado sobre todo por el Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Estados Unidos como potencia en
ascenso y otras menores como Francia. Aquel conflicto bélico a punto de
estallar era interimperialista: los ingleses, franceses y norteamericanos, por
un lado, y Alemania y sus aliados italianos y japoneses por el otro. En vez de
dirimir ese conflicto entre ellos, Londres y sus aliados querían empujar a
Alemania a una guerra contra la Unión Soviética. Por eso en 1938 el premier
británico Neville Chamberlain y su colega francés Edouard Daladier, fueron
sumisos hasta Munich y firmaron un acuerdo con Hitler, entregándole la región
checa de los Sudetes. Volvieron exultantes a sus capitales agitando un papel de
paz firmado por el nazi.
Les duró poco porque Hitler, viéndolos tan débiles
y concesivos, decidió ocupar Polonia. Antes, el 23 de agosto de 1938, firmó un
acuerdo de no agresión con la URSS: el tratado Molotov-Von Ribbentrop, los
cancilleres de Moscú y Berlín. No es que José Stalin hubiera sellado una
alianza con Hitler, como se dijo en ese momento y también después. Desde 1935
el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) venía planteando un frente
único antifascista. Fue la propuesta central del VII Congreso de la
Internacional Comunista realizado aquel año bajo la presidencia del búlgaro
Jorge Dimitrov. Como ese ofrecimiento de unidad antifascista fue rechazado, el
líder soviético no tuvo más remedio que firmar ese compromiso de no agresión
con Alemania. Su propósito fue ganar tiempo. ¿Para qué? Para organizar mejor a
su pueblo, armar más al Ejército Rojo, depurándolo de quintacolumnistas;
impulsar su economía, etc. Sabía que en poco tiempo más los alemanes vendrían
por la URSS.
La invasión alemana a Polonia el 1 de septiembre de
1939 fue “too match” para Inglaterra y su bloque. Tuvieron que declarar la
guerra a Alemania y empezó esa contienda interimperialista, en tanto la URSS se
replegaba sobre sí misma, para pertrecharse mejor antes que la subieran al
ring. Mientras los dos bandos imperialistas se atacaran entre sí, buscando el
dominio mundial, y la dejaran en paz para armarse en autodefensa, tanto mejor.
LA BLITZKRIEG SE ROMPIÓ LOS DIENTES
Para los ejércitos de la Wehrmacht su paso por
Polonia fue un paseo y en pocos días fue ocupada. La ofensiva militar tuvo la
modalidad de la Blitzkrieg, u “ofensiva relámpago”, con sincronización de
bombardeos previos y el rápido avance de los tanques, artillería y la
infantería, sin dar tiempo a las defensas. No sólo Polonia sino también los
Países Bajos, Bélgica y Francia, cayeron bajo el dominio alemán en semanas.
Con esas victorias, el canciller alemán pasó a la
letra chica de su plan contra la URSS. Ese ataque apuntaba a destruir el
comunismo, el gran demonio para los nazis. El objetivo económico era quedarse
con los granos de la zona de Ucrania y el petróleo del Cáucaso, ambos bajo jurisdicción
de la URSS. De acuerdo con el plan de Himmler “Ost” (julio de 1941), en 25 años
debían ser deportados y aniquilados 85% de los polacos, 85% de los letones, 75%
de los bielorrusos, 65% de la población de Ucrania Occidental, de los rusos,
lituanos y estonios. Un total de 45 millones de personas. Una parte de los
rusos sería deportado más allá de los Urales y Siberia. Semejante plan de
exterminio, que empezó a verificarse con el “Operación Barbarroja”, la invasión
a Rusia el 22 de junio de 1941, explica el ardor patriótico de la resistencia
de todas las nacionalidades componentes de la URSS.
Los ejércitos alemanes entraron a territorio
soviético sin declaración previa de guerra. Después de consumado el hecho, el
embajador germano en Moscú entregó a Molotov una declaración. Fue un ataque a
traición, aunque no una sorpresa total para Stalin, quien tenía información de
que eso iba a ocurrir. Además un par de sargentos alemanes en la madrugada de
aquel 22 de junio se presentaron por separado en la frontera rusa y dieron
aviso de lo que estaba por comenzar.
Se ha criticado a Stalin por lo rápido que entraron
las tropas germanas en los primeros 150 kilómetros de tierra rusa. Generales
soviéticos, incluso Gueorgui Zhukov, le habían planteado al jefe de Estado en
la previa al 22 de junio que era conveniente movilizar tropas hacia la
frontera, para prevenir la agresión y pararla desde el vamos. En sus memorias
ese general admitió que los argumentos de Stalin eran valederos para rechazar
su propuesta. El georgiano le dijo que si se movían tropas a la frontera
alemana iban a ser acusados de desencadenar la guerra. Y que además sería una
táctica inútil porque las tropas alemanas, que ya venían haciendo la guerra,
iban a pasar igual, frente a un Ejército Rojo entonces inexperto. Lo más
aconsejable era ir desgastando a los invasores, pero sin pretender pararlos de
entrada. Que entraran a la URSS, que extendieran sus líneas logísticas, que se
debilitaran ante la resistencia militar y de las guerrillas en retaguardia. Con
esa nueva experiencia, los defensores iban a estar mejor fogueados para los
grandes combates y rechazar la invasión hasta finalmente derrotar a los
ejércitos de la Wehrmacht y la Luftwaffe, la fuerza aérea. Stalin tuvo razón.
HEROÍSMO DE LOS RUSOS
El 3 de julio de 1941, el jefe nazi del Estado
Mayor del Ejército de Tierra, general Franz Halder, escribió en su diario: “No
es una exageración afirmar que la campaña contra Rusia podrá terminar con la
victoria dentro de 14 días”. Las cosas no sucedieron así porque la resistencia
del Ejército Rojo y la población fue muy fuerte. Los ejércitos alemanes eran
uno que atacaba por el Norte, hacia Leningrado (hoy de nuevo San Petersburgo);
otro por el Centro, que apuntaba a Moscú, y otro en el Sur, hacia Stalingrado (hoy
Volgogrado).
La población de Leningrado pasó un año y medio
cercada, sin aprovisionamiento; un millón de personas murieron de hambre. La de
Moscú también la pasó muy mal, cuando las tropas alemanas estuvieron a pocos
kilómetros. En ese momento de mayor riesgo, Stalin movió las industrias bien al
este e incluso parte de su gobierno, aunque él se quedó en sus oficinas del
Kremlin, como señal combativa de que el jefe estaba allí y se iba a ganar lo
que fue bautizada como “Gran Guerra Patria”. El Ejército Rojo no era solo ruso:
a principios de 1941 estaba formado por 61% de rusos, 19,6% de ucranianos y
4,1% de bielorrusos. Esa batalla de Moscú fue una primera victoria soviética y
no la ganó primordialmente el “general Invierno”.
Más decisiva fue la resistencia en Stalingrado, con
combates durísimos entre agosto de 1942 y enero de 1943, contra los agresores
del VI Ejército del mariscal Friederich Von Paulus. Se combatía casa a casa y
los soviéticos armaron una maniobra de pinzas donde quedó encerrado el grueso de
la tropa invasora. Aunque Hitler había prohibido rendirse a sus generales, Von
Paulus fue el primer mariscal de campo tomado prisionero, vivo. Más de 300.000
de sus hombres se rindieron y en las siguientes batallas otros 90.000 murieron.
Ese fue un punto de inflexión de la Gran Guerra Patria y de la II Guerra
Mundial. Después de esa derrota nazi vinieron otras y las tropas soviéticas
conducidas por los generales Zhukov, Konstantín Rokossovski e Iván Konev
empezaron su contraataque que tenía como objetivo la capital alemana.
Después de liberar Polonia, Austria, Hungría y
Checoslovaquia, las columnas soviéticas llegaron a las cercanías de Berlín, que
finalmente tomaron. Un símbolo de eso fue el 30 de abril de 1945 cuando tres
soldados pusieron la bandera roja a flamear en los techos de la Reichstag, el
parlamento.
Hitler y su mujer se suicidaron en esos días, igual
que su ministro de propaganda Joseph Goebbels y su esposa, luego de envenenar a
sus seis hijos. Era el final del régimen nazi. Los restos de sus ejércitos, con
el mariscal Wilhem Keitel, se rindieron entre el 7 y 8 de mayo ante Zhukov y
Rokossovski. Muchos otros jerarcas trataron de huir en dirección a tropas
estadounidenses e inglesas, buscando protección. Sabían que sus crímenes
mayores los habían cometido en el frente soviético. Otros capos nazis fueron
protegidos por el Vaticano porque el Papa Pío XII fue bastante filofascista,
para huir hacia otros países. Por caso a Argentina, gobernada por el general
Perón, donde recalaron muchos de esos nazis, como Adolf Eichmann y Erich
Priebke.
EL MUNDO DEBE DAR GRACIAS A MOSCÚ
Hollywood y más modernamente los medios de
desinformación audiovisuales y las redes digitales insisten en que el
protagonista de la victoria sobre Alemania habrían sido EE UU y los aliados.
Falso, de falsedad absoluta.
Los hechos recién reseñados demuestran que entre
1939 y 1941 los germanos no tuvieron desgaste ni guerra en serio. Esta comenzó
recién con la “Operación Barbarroja” en 1941, en el frente ruso, que fue el
principal desde allí hasta 1945, durando 1.418 días. El “Segundo Frente”, que
Stalin reclamó tantas veces a los aliados, recién se concretó en Normandía, en
junio de 1944, al año siguiente de la sufrida victoria de Stalingrado que dio
vuelta la taba de la guerra. Es verdad que desde 1942 los norteamericanos e
ingleses hacían llegar algunos suministros y ayuda a la URSS. Esta soportaba el
peso fundamental de la contienda en su territorio, a diferencia de los
estadounidenses que se sumaron a la guerra después de ser atacados por Japón en
Pearl Harbour, en diciembre de 1941, pero nunca pelearon en su país. Esta fue
una de las razones por las que, luego de la contienda, pudieron subir en el
podio imperialista y suplantar al Reino Unido.
La clave del triunfo fue subrayada por Stalin: “La
confianza del pueblo soviético a su gobierno fue el momento decisivo que
aseguró la victoria histórica sobre el enemigo de toda la humanidad, el
nazismo”.
La bandera soviética flameando en el Reichstag es
una prueba de quién venció a quién. La otra demostración es el número de
muertos: 27 millones de soviéticos, entre su población civil, militares y
milicianos. El total de víctimas en esa contienda fue de 60 millones
aproximadamente y, casi la mitad los puso la URSS. Es que los soldados del Wehrmacht
recibieron estas instrucciones: “Mata a cualquier ruso, soviético, no te
detengas si es un anciano, una mujer o un niño – mata. Así te salvarás de la
muerte, asegurarás el futuro de tu familia y te cubrirás de gloria para
siempre”.
EE UU tuvo 298.000 muertos, en tanto las pérdidas
de Gran Bretaña y Francia se estimaron en 450.000 y 600.000 respectivamente.
Son cifras dolorosas, pero muy inferiores a los 27 millones de soviéticos, 6
millones de alemanes y 6 millones de polacos. O sea que en ese frente oriental
murió el 60 por ciento de todas las víctimas de la II Guerra. El 80 por ciento
de las bajas alemanas se produjeron allí, frente a los soviéticos. Esta es la
historia real, por más que las películas y series tengan otros héroes.
Lo peor es que esto no es un pasado de 78 años. Hoy
Washington y la OTAN hacen la guerra contra Rusia desde Ucrania, con apoyo del
régimen ucronazi de Volodimir Zelenski. La agresión yanqui sanciona a Moscú en
lo económico y financiero, en política hace otro tanto y envía armamento, con
la Unión Europea siguiéndolo como un perro faldero. Ellos expanden la rusofobia
por todo el mundo. Quiere decir que Goebbels murió físicamente con su esposa e
hijos en 1945, pero su “miente, miente” dejó prole y descendencia política.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
La verdad es que la URSS fue el factor decisivo de la derrota nazi
El
partido Comunista de la Federación de Rusia evaluó el conflicto militar en
Ucrania como una lucha contra los neonazis que se tomaron el poder durante el
golpe de Estado de febrero del 2014:
El
Ziuganov Gennady Andreevich, presidente del Comité central del Partido Comunista
de la Federación de Rusia, líder de la facción del Partido Comunista en la Duma
estatal, Asamblea Federal de la Federación Rusa.
Estamos
recibiendo más confirmación del hecho antes citado. Para hacer esto, basta con
mirar la composición de los que corrieron a Ucrania para apoyar a sus cómplices
nazis. Estos son, en primer lugar, los voluntarios croatas. Y recordamos muy
bien que en la guerra de Alemania contra la URSS, incluso en Ucrania
participaron dos divisiones de Croatas “famosas” por sus crimines sangrientos
contra civiles.
Al
mismo tiempo, en los campos de concentración Croatas en los Balcanes en 1941-1944,
alrededor de 1 millón de hermanos Serbios fueron asesinados, quienes en destacamentos
partidistas lucharon contra los Alemanes del lado de la URSS y aquí hay cientos
de Croatas nuevamente en el territorio de Ucrania del lado de Bandera, y los hermanos
Serbios están nuevamente como en 1941, de nuestro lado. El 4 de marzo más de 15
mil serbios salieron a las calles de Belgrado en una poderosa manifestación de
apoyo a Rusia.
Mientras
tanto, los croatas no son los únicos europeos que buscan venganza, tienen la intención
de enviar de nuevo “voluntarios” y a otros países de la Unión Europea. Y esto
no es sorprendente recordemos que en esa guerra europea desplego sus tropas
regulares y legiones SS contra la URSS, del lado de Hitler, además de los croatas,
lucharon las tropas de Hungría, Rumania, Italia, Eslovaquia y Finlandia. Como parte
de las legiones de las SS en el territorio de la URSS, incluida Ucrania, los
fascistas de Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Francia y España, arrasaron. Y
hoy, los descendientes de los nazis inacabados vuelven a estar ansiosos por luchar
junto a los nazis y bandera.
Hay informes alarmantes sobre el reclutamiento y transportes a Ucrania para ayudar a los nazis locales de militantes de organizaciones terroristas de medio oriente. Estos son los que hicieron famosos por las terribles masacras de civiles en Siria, Libia, Irak y otros países árabes.
G.A
Ziuganov
Presidente del Comité Central
del Partido Comunista.
Estimados
compañeros y amigos de la Universidad de Lomonosov y del Comité Central del
Partido Comunista de la Federación Rusa:
En
lo referente a la maldita guerra de USA/UE/OTAN contra Rusia, la rechazamos. Al
respecto les hicimos llegar a través de su embajada el ultimo excelente ensayo
sobre la maldita guerra en contra de Rusia de nuestro destacado colaborador
Sergio Rodríguez Gelfenstein.
Con esperanza y memoria.
Prof. Moreno Peralta/IWA.
Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG
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