Ucrania:
fin del concepto sionista de “antisemitismo”
Sergio
Rodríguez Gelfenstein.
Escritor
y analista internacional
Falseando la Biblia y haciendo uso de
una tergiversación histórica, el sionismo ha logrado vincular el concepto de
“antisemitismo” con el de discriminación, persecución, maltrato y exclusión de
los judíos. Nada más falso. El término semita dice relación con quienes según
el Génesis son descendientes de Sem, hijo de Noé. Así, la identidad semita fue
siempre a través de la historia un vínculo cultural y lingüístico. Siendo así,
tanto árabes como judíos son semitas.
Apenas en el siglo XIX se le comenzó a
dar una connotación racial, cuando lo correcto sería referir a pueblos que
hablaron algunos de los dialectos que emanaban de un origen común. No existe
una “raza semita” homogénea toda vez que los pueblos semitas (en plural) solo
tenían en común un dialecto utilizado por tribus nómadas pastorales y una
estructura patriarcal.
En tiempos recientes, el sionismo le dio
al concepto un carácter racial a fin de establecer una exclusividad que le
permitiera justificar su política expansionista, violenta y servil a los
intereses imperiales durante la guerra fría. De esta manera lograron sembrar la
idea de que cualquier crítica a Israel, era un ataque a los judíos así como una
manifestación de antisemitismo.
De esta manera se trata de explicar la
aniquilación de alrededor de 6 millones de judíos por parte del régimen nazi
durante la segunda guerra mundial en una acción repudiable de claro contenido
racial. Pero, si nos atuviéramos a este concepto, habría que calificar de igual
manera al exterminio del pueblo palestino (un pueblo semita) por parte del
Estado de Israel. De igual forma, si nos atenemos a la conceptualización
moderna que se le ha dado al término, tendríamos que decir que la acción del
sionismo en Palestina es la expresión más acabada de antisemitismo en el
planeta.
No obstante a eso, el concepto se ha extendido, concediéndole veracidad a la acepción que el sionismo ha logrado establecer. Esta noción es a la que se le esta firmando su acta de defunción en Ucrania cuando líderes judíos de ese país, de Israel y Estados Unidos se han confabulado para justificar y apoyar la acción de bandas nazis en el país europeo.
Ya en los días del golpe de Estado de
2014, el grupo ultra nacionalista Sector Derecho órgano de fachada del fascismo
que incluye a los seguidores de Svoboda, Tryzub y la Asamblea Nacional de
Ucrania proferían amenazas abiertas contras los judíos. Fusil en mano, el líder
nazi Oleksandr Muzychko exponía su dogma sin tapujos: “luchar contra los
comunistas, los judíos y los rusos mientras tenga sangre en las venas”.
A la luz de los acontecimientos
recientes es necesario conocer que en Ucrania, el sionismo mundial en alianza
con las fuerzas imperiales de Occidente ha actuado con premeditación y
alevosía. Ya en marzo de 2014, menos de un mes después del golpe de Estado en
Ucrania, el columnista del Washington Post, Eugene Robinson, que dista mucho de
ser pro ruso o amigo del presidente Putin opinaba que ante la visita que habría
de realizar a Estados Unidos Arseni Yatseniuk recientemente designado primer
ministro ucraniano tras el golpe de Estado, se le debía preguntar “¿por qué varios
ultranacionalistas de extrema derecha tienen papeles tan prominentes en el
nuevo gobierno de Ucrania?”.
En su artículo, Robinson cuestionaba que
Oleksandr Sych, uno de los tres viceprimeros ministros, fuera miembro del partido
neonazi “Svoboda” , cuyo líder había manifestado que Ucrania durante
el anterior gobierno de Yanukovich, estaba siendo controlada por una “mafia
judía moscovita”. Así mismo, recordaba que miembros de Svoboda dirigían los
ministerios de agricultura y medio ambiente mientras que Andriy Parubiy ha sido
nombrado Secretario del Comité de Seguridad y Defensa Nacional
Vale recordar que el propio Congreso Judío Mundial organización que tiene su sede
en New York y que se asume como brazo diplomático del pueblo judío le pidió a
la Unión Europea que considerara prohibir lo que consideraba
partidos neonazis en Ucrania, incluido Svoboda.
De la misma manera, el periodista
estadounidense asentado en Kiev, David L. Stern arrojaba luces sobre el asunto
al publicar el 13 de diciembre de 2014 un largo artículo en la BBC cuyo solo
título exponía el fondo del asunto: “Ucrania minimiza el papel de la extrema
derecha en el conflicto”. En tal escrito, Stern refuta la caracterización como
“junta fascista formada por neonazis y antisemitas”, que ya en ese momento hacía
Rusia del nuevo gobierno de Ucrania. El argumento era que ningún partido de lo
que él llama “extrema derecha” había superado el 5% en las elecciones aunque
advertía que si se hubieran unido habrían superado ese umbral. Afirmaba que
solo un ministro estaba vinculado a esos partidos y que el presidente del
parlamento era judío, pero alertaba en el sentido de que la política ucraniana
no estaba “completamente libre de fascismo” señalando que nadie hablaba de eso
para no “proporcionar combustible a la maquinaria de propaganda rusa”.
El extenso artículo exponía que negar
tal situación permitía que los nazis pasaran desapercibidos haciendo que los
ucranianos no supieran que existen o incluso no se sabía “qué es un neonazi o
fascista en realidad, o qué representan”. A continuación que el presidente
Petro Poroshenko le concedió la ciudadanía ucraniana al nazi bielorruso. Serhiy
Korotkykh miembro del partido de extrema derecha Unidad Nacional Rusa y también
miembro fundador de la neonazi Sociedad Nacional Socialista (NSS) en Rusia,
organización cuyo objetivo, -según el
académico ucraniano Anton Shekhovtsov- era “prepararse para una guerra
racial”.
A continuación, Stern pasa a explicar las
características del Batallón Azov, vinculado al Partido Svoboda. Dice que “está
dirigido por la organización extremista Patriota de Ucrania, que considera a
los judíos y otras minorías "infrahumanas" y llama a una cruzada
cristiana blanca contra ellos, luce tres símbolos nazis en su insignia: un
Wolf's Hook modificado, un sol negro (o "Hakensonne") y el título
Black Corps, que fue utilizado por las Waffen SS”. El batallón Azov es la única
agrupación paramilitar en el mundo que tiene formal pertenencia a las fuerzas
armadas y de seguridad de un país, en este caso como destacamento de Guardia
Nacional. Su nacimiento se remonta a la
desaparición de la Unión Soviética cuando la ideología fascista retomó fuerza
dando origen a organizaciones como Congreso de Nacionalistas
Ucranianos (KUN) y el Partido Social-Nacional de Ucrania, germen del
Batallón Azov.
En este ámbito, vale destacar el papel
de Andriy Biletsky, líder del partido de extrema derecha fascista Cuerpo
Nacional, quien se convirtió en el bajo la consigna de que Ucrania debe
"liderar las razas blancas del mundo en una cruzada final...contra los infrahumanos
dirigidos por los semitas”
En su artículo, Stern agrega que el Azov
no es la única organización neo nazi de Ucrania ya que existen más de 50 grupos
de voluntarios que cuentan con apoyo gubernamental. Menciona por ejemplo que el
ministro del Interior, Arsen Avakov y su adjunto, Anton Gerashchenko apoyaron
activamente la candidatura parlamentaria de Biletsky. De la misma manera,
recuerda que Vadim Troyan, alto funcionario de Azov y miembro de Patriotas de
Ucrania, fue nombrado jefe de policía de la región de Kiev.
Stern finaliza su escrito opinando que
él cree que Ucrania no está dirigida por fascistas, pero afirma que “los
extremistas de extrema derecha parecen estar incursionando por otros medios,
como en el departamento de policía del país”. Al aseverar que los ucranianos
están muy mal informados sobre esto” se pregunta. “¿Por qué nadie quiere
decírselo?”.
Parece contradictorio, pero de esta
manera se está gestando el fin del concepto sionista de “antisemitismo”. La
próxima semana, en la segunda parte de este artículo, lo explicaremos.
Es muy fácil
constatar el apoyo que Occidente le ha dado a las bandas nazis de Ucrania, vale
referir, por ejemplo que ya en 2018 el periodista, Kevin Rawlinson en un
artículo publicado en
el diario británico The Guardian el 2 de marzo, denunciaba que los neonazis ucranianos
reclutaban combatientes de forma abierta en Londres para incorporarlos al
batallón Azov.
Así mismo, el portal británico Bellingcat
reporta que en una investigación realizada en 2019, aunque referida a 2015, el
batallón Azov estuvo enganchando extremistas estadounidenses para llevar
adelante sus propósitos. Bellingcat descubrió unos audios en los que el Secretario Internacional del ala política de Azov proponía
transformar sus objetivos en una “revolución conservadora mundial” destinada a
“defender la raza blanca”. Es decir que ya en ese año, Azov se planteaba
internacionalizar el conflicto estructurando fuerzas neonazis en todo el mundo.
Así mismo, la investigación aporta información acerca de los vínculos del
Batallón Azov con el grupo neonazi violento estadounidense Rise Above Movement
y miembros de la extrema derecha de ese país.
El discurso oficial estadounidense se propone ocultar estos argumentos
que como verdades indesmentibles exponen la contumaz defensa de las
organizaciones nazis por parte de Estados Unidos. La superficialidad de la
subsecretaria de Estado Wendy Sherman al referirse al tema queda patentizada al
observar que el sustento de sus argumentos están basados en que por su
condición de “judía y ciudadana de Estados Unidos” podía afirmar que el
problema de Ucrania no tenía que ver con los nazis, entre otras cosas porque "el
presidente judío de Ucrania definitivamente no es un nazi".
El talante imperial de esta particular funcionaria
judía la lleva a olvidar los crímenes de Hitler y el Tercer Reich para
justificar su apoyo a los nazis ucranianos. Tal vez haya que recordarle que
tanto Stepán Bandera como Román Shujévich, cómplices y socios de la
Alemania nazi cuando dirigieron fuerzas fascistas ucranianas y actuaron bajo
sus órdenes durante la invasión nazi a la Unión Soviética, son
considerados héroes en la Ucrania de hoy.
Hay que recordar
también que la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) en la que Bandera
llegó a ser comandante de su contingente militar, fue el causante directo del
asesinato de más de 100 mil ciudadanos de Ucrania y Polonia, una buena parte de
los cuales era judío. La orden de combate de la OUN estaba dada por la idea de que
había “que luchar contra los judíos
puesto que son los seguidores más fieles del régimen bolchevique y la vanguardia
del imperialismo moscovita en Ucrania" [...] " pero educando a las
masas en que el enemigo principal es Moscú”.
En un país cuyo
presidente es judío, han sido las propias organizaciones de esa comunidad las
que han denunciado la persecución que sufren por acción del ultra nacionalismo
fascista en el país. Instituciones reconocidas mundialmente como el Congreso
Judío Mundial y el Centro Simon Wiesenthal que incluso son de orientación
sionista, han denunciado la barbarie fascista en Ucrania.
La situación política y económica de la Europa
actual guarda grandes semejanzas con la de hace un siglo atrás. La crisis
económica profunda, devino en crisis política que permitió acceder a sectores
de ultra derecha al gobierno. Hitler y Mussolini llegaron al poder por vía
electoral, dándole carácter racial al origen de la crisis, y justificando de
esa manera la persecución de las minorías, en particular de los judíos y de
quienes consideraban razas inferiores. Hoy, no es muy diferente, la ultra
derecha fascista ha ido copando cada vez más espacios en los gobiernos y los
parlamentos europeos, pero en ningún país el paramilitarismo nazi ha cobrado
tanto apoyo institucional y presencia gubernamental como en Ucrania. He ahí la
diferencia. He ahí el peligro.
Ya en los días posteriores al golpe de Estado de
2014, Arsén
Abákov,
recién designado ministro de Interior invitó a líderes y militantes de la
organización fascista “Sector Derecho” a integrarse a las nuevas fuerzas
del orden ucranianas. A pesar de que esta decisión generó
sorpresa y rechazo en la opinión pública del país, el nuevo gobierno no dio
marcha atrás.
Al mismo tiempo, tal disposición generó temor entre los judíos de
Ucrania. El rabino principal de Kiev, Moshe Reuven Azman se sintió en la
obligación de instar a los hebreos a abandonar la ciudad y el país. En una
entrevista publicada en el diario israelí Haaretz el 21 de febrero de 2014, dos
días antes de la consumación del golpe de Estado dio a conocer que: “Pedí a mi congregación que salga del centro
de la ciudad o de la urbe todos juntos, y si es posible también del país. No
quiero tentar a la suerte, pero hay
constantes amenazas de ataques contra las instituciones judías”.
El rabino no se limitó a eso, ante la peligrosa situación creada para
sus fieles decidió cerrar las escuelas de la comunidad judía en Kiev
reconociendo sin embargo que actuaba en contradicción con los intereses de
Israel, cuya embajada en Ucrania, por el contrario, le pidió a los judíos que
evitaran abandonar sus hogares, manifestando de esa manera mayor preocupación
por dar credibilidad al golpe de Estado que por la seguridad de los 250 mil
judíos que viven en Ucrania.
Lo cierto es que el golpe de Estado produjo un incremento ostensible de
los ataques contra instituciones y ciudadanos judíos en el país llegando
incluso al lanzamiento de cócteles molotov contra una sinagoga en Zaporozhie, en el sureste
del país en los días en que se gestaba el derrocamiento del gobierno. Ya a
finales de enero de ese año, la Asociación de Organizaciones y Comunidades
Judías de Ucrania (Vaad) había denunciado ataques contra la comunidad durante
los disturbios en Kiev. El Vaad, aseguró que las agresiones iban dirigidas expresamente
contra judíos, por lo que no debían enmarcarse en la
violencia que emanaba de la Plaza Maidán durante aquellas jornadas.
Simultáneamente, el periódico israelí de derecha “Arutz Sheva” informó
de asaltos contra negocios de judíos y otros tipos de amenazas contra los
residentes en Kiev.
Desde aquellas jornadas y hasta ahora, incluso con un presidente judío, las acciones en contra de la comunidad hebrea no se han detenido. Ante esto, la actitud del gobierno de Israel ha sido pusilánime y cobarde en defensa de la seguridad y los intereses de los judíos de Ucrania. El centro de su accionar ha girado en torno a asegurar la relación con su benefactor estadounidense/yanqui, aunque en términos geopolíticos, no quiere dañar su relación con Rusia, cuya presencia en Siria le asegura que el gobierno de Bashar el Assad, Irán y el Hezbollah libanés no “cometan desmanes” que pudiera afectar la estabilidad de Israel y su control sobre el Golán ocupado.
En estas condiciones Israel se ha decantado por priorizar su
relación con Estados Unidos. Un informe del servicio de investigación
del Congreso de ese país da cuenta de que Israel es el "mayor receptor de
asistencia extranjera estadounidense acumulada desde la Segunda Guerra
Mundial", habiendo recibido hasta la fecha “150 mil millones de dólares en asistencia bilateral y fondos para
defensa".
En una clara búsqueda de
equilibrio, la posición de Israel ha sido dubitativa y pusilánime criticando la invasión rusa a Ucrania,
aunque intentando no ser confrontativa como otros países. En la sesión extraordinaria de la
Asamblea General de Naciones Unidas que se celebró el 24 de marzo, Israel votó
a favor de una resolución no vinculante condenando a Rusia por la invasión. Está
por verse qué hará Israel para mantener ese difícil equilibrio entre Occidente y
Rusia sobre todo si el conflicto en Ucrania se prolonga y recrudece en los
próximos días y semanas.
En una reciente entrevista para la
cadena estadounidense Fox News, el presidente Zelenski reconoció que el
batallón neonazi Azov forma parte del Ejército ucraniano. Al confirmar la
dependencia de esta organización de las fuerzas armadas de Ucrania contestó:
"Son lo que son. Estaban defendiendo a nuestro país y después, quiero
explicarles, todos los miembros de esos batallones fueron incorporados al
Ejército de Ucrania", reiterando que: "los combatientes de Azov
ya no son grupos auto establecidos, sino un componente del Ejército
ucraniano". Todo ello a pesar que como el mismo Zelenski reconoció, en el
año 2014 varios miembros de esos batallones neonazis "violaron
las leyes de Ucrania" por lo que "fueron llevados a los tribunales y
recibieron sentencias de prisión”.
Es de tanta relevancia esta confesión
que establece el vínculo entre el gobierno de Ucrania y las formaciones nazi
fascistas que la cadena Fox News decidió eliminar de su canal de YouTube
ese fragmento de la entrevista cuando la subió a la plataforma.
“A confesión de parte,
relevo de pruebas”, expone un axioma jurídico. El propio presidente judío de
Ucrania ha confirmado y aceptado la colaboración de su gobierno con las bandas
nazi fascistas del país. ¿Qué piensan de esto los familiares de las víctimas
del “holocausto”? ¿Ha quedado validado el “antisemitismo” ante la necesidad de
subordinarse a los sacrosantos intereses de Washington y de las élites
sionistas?, incluso en detrimento del pueblo judío de Ucrania y del mundo. Por
lo pronto sería necesario que alguien explique esta extraña alianza entre
judíos y nazis en Ucrania… por cierto, por ahora en Ucrania. Si no son
detenidos, pronto los veremos en toda Europa.
Lo subrayado/ interpolado es nuestro.
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