Dr. Fidel Castro Ruz, padre e inspirador del sistema científico cubano.
Cuba, es el único país de América Latina y el Caribe que está desarrollando exitosamente sus propias vacunas contra el Covid19. Los que no conocen a la isla del maestro libertador José Martí Pérez y de los Comandantes Fidel Castro Ruz y Ernesto Guevara de la Serna no pueden comprender cómo una pequeña nación, atacada, vilipendiada, agredida y bloqueada por el imperio más poderoso de la historia de la Humanidad, haya sido capaz de semejante hazaña. Deberían saber que las raíces de esta proeza está en los mismos orígenes de la revolución cuando en el juicio que se le siguió a Fidel y sus compañeros tras el asalto al Cuartel Moncada en julio de 1953, el joven abogado en su alegato de defensa ante el tribunal -que posteriormente se diera a conocer como “La historia me absolverá”- señalara con nitidez el derecho de los cubanos al desarrollo endógeno de la industria y la tecnología.
Tras el triunfo de la revolución, Fidel se volcó a
hacer realidad el “Programa del Moncada”. En fecha tan temprana como enero de
1960, señaló que el futuro de Cuba socialista tenía que ser necesariamente un
futuro de seres humanos de ciencia y de pensamiento, porque eso es lo que la
revolución sembraría: “oportunidades a la inteligencia”. Así mismo, pensando en
el porvenir, aseguraba que ahora los científicos y los investigadores tendrían
todas las oportunidades para servir a su pueblo y a su Patria Socialista, porque en los próximos años crecerían las
instituciones científicas a las que esperaba se sumaran muchos cubanos que no
solo deberían aumentar sus conocimientos sino que, lo más importante, era que
estos debían ser puestos al servicio de la justicia y de la patria.
“ La ciencia
al servicio del ser humano y no de su explotación y enajenación”….
De esta manera, con visión señera planteó una tarea
estratégica para los jóvenes, instándolos a la investigación, el pensamiento y
el conocimiento, toda vez que Cuba vivía momentos “en que el papel del pensamiento
es excepcional, porque solo el pensamiento puede guiar a los pueblos en los
instantes de grandes transformaciones y en los momentos en que se emprenden
grandes empresas como esta”.
“ Lo mejor de
decir, es hacer”…
Como en todas las acciones cristalizadas por Fidel,
el discurso siempre estuvo acompañado con los hechos. Así, en 1962 se creó la
Academia de Ciencias de Cuba, se organizaron centros de investigación en
diferentes instituciones vinculadas a la economía y los servicios y en julio de
1965, con su decisiva orientación se inauguró el Centro Nacional de
Investigaciones Científicas (CNIC), dando formal inicio a la creación de
instituciones que habrían de constituir la columna vertebral del sistema
científico cubano.
Años después, el 13 de marzo de 1969, durante un
discurso pronunciado en la Universidad de la Habana, establecía la necesidad de
producir un encadenamiento entre las universidades y la investigación. Decía al
respecto: “La universidad deberá vincularse a las investigaciones, y las
universidades deberán ser centros de investigación de todo tipo (...) queremos
decir que los profesores deberán participar en las investigaciones y los
centros de investigación deberán participar en la formación de los futuros técnicos”,
con lo cual proponía dar un salto en el proceso al formular la necesidad de
masificar aún más los esfuerzos de investigación. Así mismo, instauraba una
práctica que a partir de entonces debió ser asumida por los dirigentes cubanos,
al dejar sentado que era “obligación de cualquier ser humano- mujer u hombre- de responsabilidad pública tratar de disponer
del mínimo de conocimientos para poder evaluar lo que los científicos, los
técnicos, los especialistas, puedan indicar en un sentido u otro”.
Junto a ello, proyectaba para los científicos, el
sentimiento y el imperativo propios de la Revolución Socialista Cubana de
servir solidariamente a la sociedad y al internacionalismo: “Para tener acceso
a la producción moderna y dominar las tecnologías avanzadas, es imprescindible
instruir a los hombres y mujeres que las van a manejar, formarlos para el mayor
conocimiento de sus especialidades y dotarlos de una conciencia social,
patriótica e internacionalista que permita realizar tanto los proyectos
económicos y sociales propios como contribuir al desarrollo de la parte de la Humanidad
más urgida y que sufre en peor grado las consecuencias del pasado colonial”.
Bajo su sabia orientación, Cuba, un pequeño país de
escasos recursos, atacado incesantemente por Estados Unidos, desarrolló una
comunidad científica propia del 1er. mundo. Así, en 1976, fueron creados la
Academia de Ciencias de Cuba y el Comité Estatal de Ciencia y Tecnología. En
1981 se fundó el denominado “Frente Biológico” en el que se conjugó el trabajo
de todos los científicos e instituciones afines al tema a partir de la
cooperación, integración y generalización de los procesos.
En 1982 comenzó su funcionamiento el Centro de
Estudios Biológicos (CIB) y cuatro años después nace el Centro de Ingeniería Genética
y Biotecnología (CIGB), institución de 1er. nivel y centro emblemático de la
biotecnología en Cuba con el objetivo de transformarse en una institución que
vinculara investigación y producción, caracterizada por la continuidad de todas
las actividades y temas científicos especializados que se habían iniciado en el
CIB. Así mismo surgieron nuevos centros de investigación y se dio un impulso
especial a la biotecnología. Ejemplos de
todo ello fueron el Centro Nacional de Biopreparados; el Instituto de Medicina
Tropical (IPK); la Biblioteca Nacional de Ciencia y Técnica; el Instituto
“Carlos J. Finlay” destinado al desarrollo de vacunas; el Centro de Inmunología Molecular (CIM)
especializado en la obtención de anticuerpos monoclonales; el Centro de Química
Molecular (CQM), dedicado a la elaboración de antígenos sintéticos; y el Centro
de Inmuno Ensayos (CIE) entre otras instituciones de investigación de las
cuales existen sedes en varias provincias. En cada uno de estos centros,
estuvo presente la impronta personal que le impuso el Comandante en Jefe Dr.
Fidel Castro Ruz.
En 1984, el CNIC concibió el MEDICID-03, primer
electroencefalógrafo automatizado con continuidad en el NEUROCID-M, para
registrar la actividad eléctrica en los músculos esqueléticos. A ello, se sumó
en 1990 el AUDIX, electro audiómetro, (primero en el mundo) y el SUMA, Sistema
Ultramicro-analítico.
Años después, en la tribuna de la 1ra. Cumbre de la
Tierra realizada en Río de Janeiro en 1992 Fidel hizo un llamado premonitorio a
fin de evitar el desastre que veía venir: “Utilícese
toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación” dijo
en un mensaje que todavía resuena en los oídos de la Humanidad.
La desaparición del campo socialista en 1990
significó un duro golpe para Cuba y su economía. El desarrollo científico no
estuvo ajeno a la difícil impronta que se imponía a partir del cambio radical
de la estructura política del planeta. Para adaptarse a la nueva situación fue
creado en 1992 el “Polo Científico del Oeste de La Habana” con la intención de
producir un salto adelante desde el punto de vista estructural que permitiera
dar una respuesta positiva a las difíciles condiciones de trabajo que habían
surgido.
A partir de entonces, el desarrollo de la ciencia y
la tecnología cubana se ha tenido que ir adaptando a los vertiginosos cambios
que se han desatado en los últimos treinta años. Debe decirse sin embargo que
nunca se detuvo el trabajo, ni siquiera durante los espinosos momentos del
Período Especial que Cuba sufrió durante la última década del siglo pasado al
desmoronarse la base fundamental de su sustento internacional, al mismo tiempo
que se incrementaba la agresividad terrorista imperialista yanqui, suponiendo
que la isla no resistiría los embates de este cataclismo. Así, finalmente, en
fechas más recientes, Cuba ha adoptado el concepto inclusivo de Sistema de
Ciencia e Innovación Tecnológica. (SCIT).
En particular, el Sistema de Ciencia e Innovación
Tecnológica para la Salud (SCITS) organizado en 37 entidades de ciencia e
innovación: 16 centros de investigación, 3 de servicios científico-tecnológicos
y 18 unidades de desarrollo e innovación se transformó en la nueva estructura
que modernamente ha asumido el hoy ya poderoso sistema cubano de ciencia y
tecnología.
En 2012 se creó BioCubaFarma organización superior
de dirección empresarial, que integró los centros de investigación, desarrollo
y producción de biotecnología, la industria farmacéutica y los equipos médicos
de alta tecnología. BioCubaFarma —con sus 32 empresas, 70 instalaciones
productivas, 10 centros de investigación, 11 unidades de investigación y
desarrollo y un centro de servicios científico tecnológico también forma parte
del SCITS. Los productos y las tecnologías de BioCubaFarma forman parte del
Cuadro Básico de Medicamentos y otras aplicaciones del Ministerio de Salud.
Hoy se puede decir que solo por el CNIC han pasado
a lo largo de 50 años, más de 30 mil especialistas, que se han superado en sus
departamentos y laboratorios, 389 de ellos obtuvieron su grado de Doctor en
Ciencias, muchos se convirtieron en líderes científicos y es común encontrar en
los restantes centros, directivos formados en esta emblemática institución,
madre del desarrollo científico cubano.
Todo proceso tiene sus tiempos. Pasaron aquellos en
que la Revolución Socialista Cubana era dirigida por combatientes, guerrilleros
y luchadores sociales que se alzaron ante el oprobio. Los líderes fueron al
Moncada, a la cárcel, al exilio, regresaron a la patria para subir a la sierra
y lograr el fin de la dictadura. Fidel y Raúl durante 60 años enfrentaron y vencieron
al coloso del norte, pero la lucha continúa con nuevos retos. Hoy, la
resistencia también se manifiesta en otras áreas y Miguel Díaz-Canel la ha
asumido con la misma responsabilidad que siempre han tenido los líderes
cubanos. Por eso, hoy su Moncada, su Sierra Maestra y su Playa Girón se
producen en otras trincheras.
Continuador de la obra y el pensamiento de Fidel y
para dar seguimiento de la manera más efectiva a la gesta del Comandante en
Jefe, el presidente de Cuba defendió exitosamente su tesis “Sistema de Gestión
de Gobierno basado en Ciencia e Innovación para el desarrollo sostenible en
Cuba” a fin de optar al título de Doctor en Ciencias por la Universidad Central
de las Villas. Díaz-Canel nació tres meses después de aquel enero de 1960 cuando
Fidel refiriéndose a la revolución que se iniciaba, señalara con su
extraordinaria visión de futuro que: “…solo el pensamiento puede guiar a los
pueblos en los instantes de grandes transformaciones y en los momentos en que
se emprenden grandes empresas como esta”.
Las vacunas cubanas se denominan “Soberana”
reivindicando una disposición y una decisión, “Abdala” para que el apóstol
nunca muera ni se extinga jamás su memoria como dijera Fidel en el Juicio del
Moncada, y “Mambísa” en homenaje al ser humano de la tierra, -mujer u hombre- trabajador
y patriota que conquistó la primera independencia de la mano de Máximo Gómez y
Antonio Maceo.
Porque él mismo quiso que fuera así, ninguna de las
vacunas cubanas llevará el nombre de Fidel, pero todas tendrán impreso su
espíritu humanitario y su vocación de hacer una revolución para los excluidos
de la tierra, para aquellos que no tienen derecho a nada, ni siquiera a una
vacuna contra la pandemia.
Cuando todos los cubanos y cubanas y millones de
hombres y mujeres en disimiles lugares del planeta sean inmunizados con las
vacunas cubanas, deben saber que ello ha sido posible porque aquel hacedor de Revoluciones Socialistas,
ese que superó la muerte porque “morir por la patria es vivir”, el que hizo que
una pequeña isla del Caribe se transformara en un gigante exportador de vida y
de salud, así lo soñó, así lo pensó y así lo hizo.
NOTA: Agradezco el aporte invaluable de mi entrañable
amigo Luis Rojas Núñez sin cuya ayuda hubiera sido imposible realizar este
trabajo.
Lo subrayado e interpolado es nuestro.
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