Y el espectáculo PATETICO POR REFORMAR LA CONSTITUCION DE 1980, continúa, ¿y el plebiscito?
Del Semanario SurAndino, Iquique
Juan Pablo Cárdenas S. Escritor, Comunicador
social, Analista Internacional Addhee.Ong,
Los
resultados del Plebiscito Constituyente no lograron conmover a la clase
política. Es decir, ésta no obtuvo lecciones de ese casi ochenta por ciento de
ciudadanos que le dijo NO a la actual Constitución y sumara otro NO rotundo a
la posibilidad de que el Gobierno y el Parlamento se encargaran de redactar una
nueva Carta Básica.
A los
pocos días de aquel evento electoral, el régimen piñerista y el Poder
Legislativo siguen honrando el legado institucional de Pinochet, y tanto el
oficialismo como su autodenominada oposición hacen lo posible por torpedear la
posibilidad de que la futura constituyente resulte integrada por representantes
genuinos del pueblo, dícese soberano. Al grado que unos y otros convinieron que
la representación en ella de nuestros pueblos autóctonos se haya acotado a un
porcentaje muy inferior al número de integrantes efectivos de nuestras etnias
en la sociedad chilena. Junto con negarse a reconocer a los africanos
descendientes- el dictador Pinochet, manifestó en Conferencia de prensa que: “
gracia a nuestro clima la raza negra no
ha podido expandirse-, a los que desde
nuestra Independencia se reconoció como negros, mulatos y zambos. Y que en
estos últimos años han aumentado considerablemente gracias a los nuevos
procesos de inmigración. Lo que se aprecia ostensiblemente es el esfuerzo de
los partidos políticos por cerrarle el derecho a los independientes de competir
con un mínima ecuanimidad en las elecciones para elegir a los constituyentes.
Para ello se valen, justamente, de la Constitución de 1980 y las leyes
electorales vigentes que resguardan el monopolio de las colectividades
políticas, hacen prácticamente imposible las postulaciones de los líderes y
agrupaciones sociales, así sea que la abstención vuelva hacerse masiva y
amenace la legitimidad de éstos y otros comicios. Es notorio cómo los chilenos
más calificados para redactar una nueva Constitución se ven forzados a mendigar
cupos en las nóminas partidarias o arriesgarse a un inminente fracaso electoral
por su falta de recursos, espacios informativos y tiempo para exponer sus
propuestas.
La
aplanadora ideológica de la televisión, por ejemplo, favorece abrumadoramente a
los mismos de siempre o incluso a esos políticos que ya habían sido abucheados
por las movilizaciones sociales, como por el peso de su fracaso en treinta años
de posdictadura y burla a los derechos políticos y sociales de nuestra
población.
Bochornoso
resulta, asimismo, el espectáculo que nos brindan los presidenciales a un año
de una nueva contienda. La desfachatez de candidatos y candidatas que hasta por
solo un destello de acierto se atreven a plantear su derecho a sentarse en el
sillón de O´Higgins (como tan habitualmente se dice). Además de aquella triste
pretensión de quienes, valiéndose de la mala memoria o candidez de los pueblos,
hacen caso omiso de sus fracasos anteriores y hasta su nula acogida en los
sondeos.
¿Qué
importa, pensarán, si con dinero y el aplauso de unos cuantos esbirros y
operadores políticos es posible llegar a los medios de comunicación y dar
rienda suelta a sus ambiciones personales, mientras Chile cuente con
empresarios dispuestos a financiarlos y hacerse servir por ellos! Total qué más
da si, salvo algunos contratiempos mediático judiciales, los fraudes al fisco,
el cohecho y otras corrupciones retornan al camino de la impunidad.
En la
fiebre electoralista, el llamado “servicio público” está completamente en
entredicho con aquellos legisladores en constante rotativa, que saltan al
gabinete presidencial o retornan apresuradamente a los “aparatos” de sus
partidos. Lo mismo que alcaldes y concejales que se le suponía abnegados en sus
tareas y que, al primer campanazo de una diputación o senatoria, dejan
abandonados sus cargos en medio de la pandemia y las acuciantes demandas de sus
comunas.
¡Qué
poca vocación social tenían estos personajes de discurso encendido en su
juventud y que se ponen paulatinamente conservadores a la hora de su
connivencia con los poderosos empresarios! O la actitud del presidente del
Banco del Estado que hasta ayer aseguraba que nada podía complacerlo más que
servir a los atribulados y endeudados chilenos desde la principal institución
crediticia del país… Cómo se ve que la Banda Presidencial también lo ha cazado.
A ver
si alguien nos explica la supuesta diferencia ideológica entre las distintas
tendencias o “sensibilidades” del Frente Amplio, más allá de sus indisimulados
apetitos de poder. Qué marcaría la distancia entre los dos postulantes
presidenciales del PPD, ambos ex ministros de los gobiernos de la Concertación
y de la Nueva Mayoría. Es posible que en la derecha, además de las propias
ambiciones de sus líderes, pueda haber matices de diferencia entre los
criptopinochetistas y los más deslenguados partidarios del ex dictador de
marras.
Ni qué
decir con la seguidilla de renuncias de militantes en busca de un paraguas
electoral más promisorio, de un pacto que les ofrezca un mejor futuro personal
o, simplemente, más dinero en esto tan asumido de que “un político pobre es un
pobre político”. ¡Qué importa el Presidente de la República tenga ya apenas un
siete por ciento de adhesión!
A ver si alguien nos explica la supuesta diferencia ideológica
entre las distintas tendencias o “sensibilidades” del Frente Amplio, más allá
de sus indisimulados apetitos de poder.
Siempre
piensan, seguramente, que habrá derroteros para burlar el malestar de las
calles, además de ejercer la brutal represión que finalmente unos y otros
practican y vienen consintiendo.
En un
país que viola a diario los Derechos Humanos y esconde sus presos políticos
entre los miles de reos comunes encarcelados.
Entre tanto trámite y esperanza frustrada, más valdría reforzar
organización para defender lo que el pueblo ya decidió.
Y si
no se quiere abrir las arcas públicas y recurrir a los fondos soberanos, ya se
sabe que el mundo de los necesitados y oprimidos hasta aplaude que las
soluciones se financien de sus propios fondos para una jubilación que se sabe
indigna como se viene constatando. Ello, antes de imponerle a los multimillonarios
un tributo en favor de los más pobres y segregados. Cuando ya sabemos que un
tercer o cuarto retiro de las reservas previsionales puede darles más
dividendos electorales, todavía, a quienes se adelanten sin pudor a otros en
plantearlo. Ya sea de derecha o izquierda dentro de esta agitada epifanía
electoral.
Lo
penoso, es el candor de los que creen que una Convención Constituyente, ya
maniatada por los quórums concordados previamente y la exclusión del mundo
social, podría llevarnos a un buen puerto democrático. Entre tanto trámite y
esperanza frustrada, más valdría reforzar organización para defender lo que el
pueblo ya decidió. Esto es, para hacerle imposible la colusión a los que
resulten ilegítimamente elegidos e impuestos por las “transacas” electoralistas
de los eternos cómplices del “orden establecido”. O por los hipócritas llamados
de los predicadores de la paz que siempre pululan cuando estallan las demandas
políticas y sociales.
Lo subrayado/interpolado es nuestro
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