EL MEJOR JUEZ DEL AÑO 1999,EL MINISTRO DON JUAN GUZMAN TAPIA
Ma. Cecilia Chinchón Canales. Abogada/Coordinadora Rama Valparaíso/Aconcagua Asociación Americana de Juristas, Chile
Estimado y distinguido señor Ministro don Juan Guzmán Tapia.
Estimado señor Ministro don Jaime Rodríguez Espoz,Presidente de la Corte de apelaciones de Valparaíso, Estimada colega doña Alicia Le Roy Barría,Secretaria Ministerial Regional de Justicia, Estimado colega don Jorge Abbott Charme, director General de la corporación de Asistencia Judicial , Estimados colegas y amigos:
La asociación americana de Juristas, Rama Valparaíso/Aconcagua, Organización No gubernamental con estatuto consultivo ante naciones Unidas, en el marco de su Conferencia Internacional, patrocinada por la Fundación Henrich Böll de Alemania y la Coalición de ONGS , por una Corte Penal Internacional N.York, Estados Unidos, ha distinguido como el Juez más destacado del año 1999, al Ministro don Juan Guzmán Tapia, por su ecuanimidad y su profundo sentido de servicio a la comunidad en la aplicación de la ley y por ser un servidos eficiente y excelente de la causa pública. Estimado Ministro Guzmán Tapia, usted con su desempeño eficiente y vocacional , nos ha demostrado y nos está demostrando que la Justicia en Chile es posible. No la justicia de lo posible dentro de lo posible, sino la Justicia de lo posible para lo imposible, porque la misión de todo magistrado, de todo juez, es descubrir la verdad y ésta siempre es posible. Lo que la hace aparecer imposible , a lo mejor son los métodos, los medios, bueno, pero ahí está la imaginación y la creatividad del juez, del magistrado.
En el marco de este honor que se me ha conferido, de hacer entrega de la distinción como el Mejor Juez del año 1999, a usted, permítame señor Ministro, estimadas autoridades, estimados colegas y amigos un par de reflexiones que tienen que ver con ella y con la lucha por el Derecho y la Justicia.
Cuando a través de los medios de comunicación, diariamente, en el marco de una burda generalización, se acusa a los jueces de ser , en general, condescendientes con los delincuentes en la aplicación de la ley y poco menos que responsables del aumento de la criminalidad en el país y se exige “mano dura” y más policías para defender la sociedad, haya que entender que no se trata de una protección frente a los delincuentes, sino que comprender a éstos, porque ésta protección consiste en el uso adecuado del Derecho, como instrumento corrector de desarmonías sociales. La delincuencia es un problema social y ésta se combate dando trabajo al cesante y educación al pueblo.
Cuando más armoniosa es la convivencia social, cuando menos aparezca tarada por desigualdades o privilegios irritantes, menos requiere una aplicación represiva del Derecho, menos se justifica este uso.
La realización de la sociedad exige una Justicia que signifique el fin de toda discriminación contra el individuo, la persona y el ser humano, es decir, igualdad de derecho y oportunidades. Es, en síntesis, el derecho a ser iguales en dignidad. Para lograr esta meta haya que terminar con las frustraciones y las marginaciones. Pero, las reglas del orden económico imperantes y de su mercado, no lo permiten. Aumenta la cesantía, la miseria, la pobreza, que trae como consecuencia el aumento de la delincuencia, entre otros males.
Se fundamenta “la mano dura” en la natural inclinación al crimen del individuo, que , espontáneamente, rechaza el orden establecido y las buenas costumbres, se margina, porque no desea integrarse a la sociedad. Asi, justifican algunos ideólogos del sistema la llamada “ guerra contra la delincuencia”. Menos sensibilidad se aprecia en estos señores para reaccionar contra otras manifestaciones de la criminalidad.: el fraude fiscal, el narcotráfico, la evasión de capitales, los delitos laborales, el lavado de dólares, etc.
La última reflexión sobre la Justicia, ésta proclama su voluntad de mantenerse independiente de toda opción política concreta, de partido, esto no tiene nada que ver con neutralidad o apoliticismo alguno, porque ésta es también, una forma de hacer política, pero la más nefasta. Los móviles de la verdadera acción de la Justicia son éticos. Sucede que en una sociedad con problemas sociales tan graves por resolver, como en Chile y Latinoamérica, cualquiera actitud ética asume una valoración política. Los presupuestos de la Justicia son políticos en cuanto no concibe una administración de Justicia moderna, valga la redundancia, independiente, sino en el marco del Estado de Derecho y éste requiere una situación democrática que garantice las libertades políticas y el irrestricto respeto por los derechos del Ser Humano. La defensa de los valores antes citados, no constituye una opción política partidista, sino un supuesto indispensable en la realización de la Justicia, patrimonio de toda sociedad civilizada.
En los momentos históricos que estamos viviendo en nuestra patria, se ha abierto, luego de una etapa traumatizante de casi dos décadas- que a a la mayoría nos lesionó. El espacio para la restauración de la democracia. El pueblo chileno anhela vivir en paz y dignidad al amparo de un marco jurídico que le otorgue las garantías necesarias para construir un futuro mejor que el de hoy y el de ayer. Magistrados, jueces probos como usted estimado Ministro Guzmán Tapia, hacen posible concretar este anhelo de nuestro pueblo.
A cada persona, señor Ministro, en la medida que llega a ser un Ser humano y tiene un rostro, le ha sido otorgado una especie de destino y, a menudo, parece como si él mismo, intencionalmente, hiciera elección de ese destino, tanta es la seguridad con la que vive y ejecuta su quehacer diario. Así vemos nosotros a nuestro distinguido colega Ministro, don Juan Guzman Tapia. Con Magistrados, jueces como usted la sociedad chilena debiera tener una percepción de la Justicia que se basa en la prevención, en la preparación y en el respeto al Juez, y no en el temor a ella. Un país atrapado en el temor, no puede respetar a nadie. Esto es contrario a la Justicia.
Es nuestro interés dialogar con nuestro homenajeado sobre temas que tanto nos preocupan: el Derecho, la Justicia, etc.. Somos de opinión que todo homenaje, toda distinción a un ser humano, que ha entregado su vida a hacer Justicia, es un acto de esperanza en el porvenir. Estos seres humanos contribuyen al perfeccionamiento de la humanidad. Especialmente, cuando una generación siente un hartazgo de chatura, de servilismo, de resignación, de fatalismo, tiene que buscarlos. Su ejemplo, su pensamiento y su acción ayudan a construir una sociedad más justa y humana. Por los antes dicho, hoy me honro en hacer entrega, en nombre de la Asociación americana de Juristas, Rama Valparaíso/Aconcagua, la distinción para uno de esos seres humanos. Al Magistrado don Juan Guzmán Tapia, como el Mejor Juez del año 1999. El realiza su labor con una profunda , no como un deber o un oficio, sino que un real apostolado en su noble y delicada misión. Es un Magistrado que ha demostrado con creces que es uno de los Jueces con voluntad para investigar y hacer Justicia. Chile necesita Jueces diferentes, capaces de asumir la cordialidad, la autenticidad en su labor por hacer Justicia.
Este es un momento histórico, no solo para nuestros asociados, sino para todos los defensores del Ser Humano y la Justicia. El ser humano que tanto admiramos, el colega Ministro Guzman Tapia, nos va a hablar de su experiencia como magistrado, después de sus palabras él habrá dejado numerosos amigos.
El ha venido a Viña del Mar para hablarnos de la necesidad de un acercamiento mutuo entre el Pueblo y el Juez. Nosotros creemos que ya es hora que la Justicia se administre en nombre del Pueblo. En virtud de tal fórmula, la sentencia del Juez compromete a éste. Solo que, el Derecho es una técnica, el pueblo se sobreentiende delega en los jueces sus facultades decisorias.
La Justicia, el Poder Judicial es una fuerza. Algo con lo que el poder político debe contar, puesto que lo que constituye su peculiaridad es ser un órgano del Estado que, sin embargo, puede, por razones de imparcialidad, sentir la tentación de confrontarse a la clase dominante, en la organización estatal. Esta peculiaridad explica las dos tendencias, al parecer, contradictorias, pero que no lo son, si se piensa en ello: de una parte la tendencia a neutralizar la independencia del Poder Judicial, de la otra, a ampliar la inmunidad de los Jueces. Dos tendencias igualmente nefastas: para la Justicia como valor y para el Pueblo, como un protagonista y destinatario de ella. Cuando un sistema político se supone basado en la soberanía del Pueblo, como en Alemania, expresa ésta creencia en todas las acepciones de la soberanía. El pueblo, directamente o a través de sus representantes legítimos se da la lay. Los representantes elegidos por el pueblo, conforman el ejecutivo. Pero cuando llegamos a la función de administrar justicia, hay que ser muy preciso: la dependencia del pueblo respecto a los magistrados y jueces es una dependencia sagrada, relación que nadie debería discutir ni menos confundir con “el peligroso fantasma de la justicia popular”. El pueblo no participa directa o indirectamente en el nombre de los jueces, el pueblo carece del control de la Justicia. Pero, cuando se hace justicia en nombre de éste, la sentencia del juez, compromete al pueblo y es de responsabilidad de todos.
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