El fin de la historia. ¿Por Fukuyama? No, por el reducidor Sebastián Piñera Echeñique*.
“Los Pueblos sin memoria, sin historia, nada significan y nada valen. Hay que honrar a aquellos seres humanos que dieron sus vidas y su existencia por dar contenido, forma y perfil a nuestras nacionalidades” Dr. Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, Congreso de la Unión de México/ 1 de diciembre de 1972.
* Reducidor: individuo que comercia con objetos robados. Diccionario
de la Academia de la Lengua Española y del lexicón de la Lengua Española
Argentina.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor, analista internacional/ Barómetro
Latinoamericano:
Decir que cada país es diferente y tiene sus particularidades no expone
novedad alguna, las características nacionales, idiosincráticas, además de las
causas que concurrieron a la formación del Estado y la sociedad, así como las condicionantes en que se produjo
la independencia que dio origen a los Estados nacionales en América Latina a
comienzos del siglo XIX incidieron directamente en la configuración del
comportamiento político de los actores a través de la historia, a ello se le
suma la poderosa influencia que ejercen las dimensiones y las características
de la geografía, así como la riqueza económica que posee cada país. Cuando
reunimos todos estos ingredientes podemos comenzar a comprender las
peculiaridades de sus sistemas políticos y sobre todo, entender que los
procesos por los que ha transitado o transita alguno de ellos, son difícilmente
replicables en otro.
En esta ocasión quisiera revisar algunos hechos acaecidos en el último
medio siglo en Chile que podrían dar cuenta de ciertas particularidades que
podrían ayudar a comprender mejor la conducta y la actuación de la clase
política.
Los científicos sociales y los políticos se ven obligados a hacer
análisis prospectivos que permitan a los primeros, vislumbrar el futuro para
hacer propuestas, y tomar decisiones acertadas en el caso de los segundos, pero
nadie puede pronosticar con certeza lo que ha de ocurrir, ni siquiera en el
corto plazo, mucho menos después de transcurrir largos períodos de la historia.
Por supuesto, es mucho más fácil estudiar los fenómenos ocurridos para sacar
conclusiones y proyectarlas a fin de que sirvan para el mejor trazado del
futuro.
En estas circunstancias, y pasados casi cincuenta años podría
elucubrarse que el gobierno del presidente Salvador Allende Gossens no
tenía ninguna posibilidad de éxito en los términos que él lo había planteado y
en la perspectiva de cumplir el programa que había prometido al pueblo y por el
que entregó su vida. Es una elemental conclusión que podría sacarse a la luz del
posterior proceder de muchos de sus colaboradores que se transformaron en
tránsfugas, traidores al ideal del presidente heroico, aliados y amigos
de los que sostuvieron la dictadura fascista cívico militar que lo
derrocó y que sumió por 17 años a Chile de oscurantismo, represión y muerte.
El gobierno del presidente Allende fue un ejemplo de pulcritud
administrativa al punto que a pesar de que el inefable Pinochet esculcó
hasta el último rincón en la búsqueda de actos de corrupción, no pudo encontrar
nada que manchara la impronta de la gestión realizado por el gobierno
Popular. Pero el posterior exilio de muchos de sus representantes por las
capitales europeas que motorizó su mutación en asalariados de la social
democracia y la democracia cristiana internacional, cambió la naturaleza de su
talante, para convertirse en portadores análogos de los valores de la
dictadura: el robo, la corrupción, la mentira, el engaño al pueblo y la
utilización de la política como bien de lucro y no de servicio al pueblo como
era la tradición del Chile previo a 1973.
Tal vez, la percepción del presidente Allende al haber conocido
más profundamente a sus colaboradores lo llevó a la decisión de dar su vida
para sembrar un ejemplo de dignidad imperecedero en la historia. Es posible que
se haya dado cuenta antes que nadie acerca de la putrefacción que lo rodeaba.
En esas condiciones, existe la probabilidad de que en lo más recóndito de su
conciencia, le taladrara la idea de que no podía avanzar mucho más allá de
donde había llegado y es muy factible que se sintiera solitario en su afán de
no traicionar la confianza que el pueblo había depositado en él.
El 6 de septiembre de 2015, leí y guardé una carta escrita por el señor
Eduardo Villegas (a quien no conozco) dirigida al Director de la radio de la
Universidad de Chile titulada “La soledad de Salvador Allende”. Quedé
hondamente impactado, por lo que decidí conservarla hasta hoy. En una de sus
partes, el señor Villegas dice “…lo más relevante e impactante en mi modesta
opinión, fue según el ex funcionario del Departamento de Estado, William Blum, que: ´toda esta información
sensible de Estado, [se refiere a la información que la CIA estadounidense
comenzó a recabar desde la misma elección del Dr. Allende Gossens
para preparar un golpe de Estado] fue obtenida a partir de la ´compra` de altos
funcionarios y dirigentes políticos de la coalición partidaria del Senador
Allende Gossens, la Unidad Popular`. Evidentemente, la ´inversión
financiera` fue canalizada hacia los ´compañeros` del presidente Allende para
dar ´información` sensible de Estado a una potencia extranjera, lo que constituye
una gran traición no solo a Chile y a su gobierno Constitucional, sino que a su
propio camarada”.
En otro ámbito del mismo tema, estamos a pocos años de cumplir 50 años
desde que se inició el largo periplo a través del cual, la democracia cristiana
transitó una ruta que la llevó de ser aliada de la ultra derecha para derrocar
al presidente Allende Gossens hasta ahora, año 2019, cuando
repite tal acción para volver a ser aliado de la ultra derecha con el fin de
sostener al régimen de Sebastián Piñera Echeñique, hijo de la
dictadura Fascista cívico militar. En el intertanto hizo toda clase de
peripecias, para usufructuar primero como aliada del inefable tirano
Pinochet para después ser su opositora. Posterior a 1990 se transformó en
partido de gobierno y principal beneficiado del regreso de la democracia, tras
un acuerdo con Estados Unidos y el sátrapa Pinochet para “hacer justicia
en la medida de lo posible”, sin importarle ni siquiera que la dictadura
ordenara el asesinato de su líder, dejando claro como paga el amo a quien le
sirve.
La historia recoge el indudable origen fascista del Partido Demócrata
Cristiano de Chile (PDC) que se remonta a la Falange Nacional fundada en 1935
caracterizada por una ideología nacionalista, fascista y corporativista,
cercana a los postulados que enarbolaba Benito Mussolini.
Otra característica resaltante del Chile del último medio siglo es la
capacidad de las clases dominantes para generar fuerzas que, asumiéndose de
izquierda, en el ámbito de situaciones marcadas por la ofensiva del movimiento
popular en la lucha por la conquista de sus derechos, se transforman en el
ariete principal en contra de la propia izquierda.
Los tránsfugas, los traidores, la historia que hacen los Pueblos no se
olvidaran jamás: Oscar Guillermo Garretón, Henrique Correa, etc.
Así ocurrió en 1969 con el surgimiento del Movimiento de Acción Popular
Unitaria (MAPU) que con un “olfato político” increíble emergió desde el PDC
para incorporarse a la Unidad Popular ante la posibilidad cierta de triunfo del
Senador Salvador Allende Gossens en las elecciones que se habrían
de realizar en septiembre de 1970. De extraña manera, el MAPU asumió ostentosas
posiciones de ultra izquierda que lejos de ayudar, torpedearon al gobierno de
la Unidad Popular, dificultando el sostenimiento de los equilibrios que intentaba
asegurar el presidente Allende para mantenerse en el gobierno al que había sido
llevado por votación popular. Hoy,
alguno de los más conspicuos líderes del MAPU como Oscar Guillermo Garretón
(quien vivió un exilio dorado en Cuba) y Enrique Correa, no son más que
repugnantes lobbystas de empresas de dudosa reputación, presuntos violadores y
acosadores sexuales y hasta de los propios miembros de las fuerzas armadas que
han sido acusados de transgresión de los derechos humanos.
Otro tanto, aconteció con la creación del Partido por la Democracia
(PPD) en 1998, en medio de las indetenibles manifestaciones populares, que se
expresaban de múltiples formas contra la dictadura. No surgió antes, no, sino
en la recta final y en el momento en que se avizoraba el fin de la satrapía
pinochetista. Nótese la casualidad, el MAPU surgió un año antes del triunfo de
la Unidad Popular y el PPD, un año antes del colapso de la dictadura. Vale
decir que entre sus fundadores estaban insignes miembros del otrora MAPU, que
nuevamente cambiaron de sigla cuando vieron que la victoria del pueblo estaba
cerca. De la afiebrada retórica anti
dictadura, pasaron a ser principales sostenedores del modelo creado por ella,
de su estirpe neoliberal y su subordinación a Estados Unidos. Si el Presidente Allende Gossens
reviviera para verlo, creo que preferiría volver a morir ante tamaña perfidia y
apostasía. Es de tal podredumbre este fétido partiducho que Heraldo Muñoz, un
chileno domesticado en Estados Unidos por el Partido Demócrata y la corriente
ultra reaccionaria de Hillary Clinton, es el actual secretario general de ese
engendro.
Aunque es muy pronto para emitir juicios definitivos,
pareciera que en la actualidad el partido político de Giorgio Jackson,
Revolución Democrática, sería un nuevo MAPU o un nuevo PPD. Si resultara ser
cierto, ello cerraría este ciclo de 50 años de la historia chilena, en la que
partidos “oportunamente” surgidos en la coyuntura, se asumen como “distintos”
para terminar siendo freno del movimiento popular e instrumento de la ambición de
sus líderes.
No cabe duda que el modelo de sociedad impuesto por la dictadura
fascista cívico militar Pinochetista ha sido el más “exitoso” de
todos los que en América Latina irrumpieron en la década de los 70 bajo los
influjos de la doctrina de seguridad nacional y el Plan Cóndor. La dictadura fascista
cívico militar logró que su sistema perviviera en el tiempo, sostenido
incluso por los partidos políticos que la enfrentaron, y que se han coludido
para mantener el patrón capitalista salvaje globalizado, independientemente
de quien gobierne haciendo muy tenue las diferencias entre los conglomerados de
derecha que han gobernado los últimos 39 años.
La conjunción de acciones que van desde el asesinato y la desaparición
de dirigentes, la tortura y la persecución cometidas por la dictadura fascista
cívico militar, se han venido a unir con la atomización del movimiento
sindical, la división del movimiento popular, la extensión de la propiedad
monopólica y del sistema capitalista salvaje globalizado con la cuasi
desaparición del Estado, el exterminio de la prensa alternativa y la anulación
de Chile en el escenario internacional, salvo para resguardar los intereses de
los empresarios sofofos, todo lo cual se ha consolidado en la pos
dictadura, y que han venido a configurar el exitoso modelo chileno, vitrina que
Estados Unidos muestra al mundo como ejemplo de país leal indistintamente
administrado por socialistas o fascistas sin que se puedan observar grandes
diferencias.
La adoración a los verdugos asesinos de sus padres de Isabel Allende Bussi, Michelle Bachelet Jeria, Marco Enríquez-Ominami, Juan Pablo Letelier, Carolina Tohá Morales, Eduardo Frei Ruiz Tagle.
Un Síndrome de Estocolmo generalizado en la clase política que antaño
sostuvo posiciones de defensa de los intereses populares parece cubrir como un
paraguas a parte importante de ese sector, los ejemplos de Isabel Allende,
Michelle Bachelet Carolina Tohá, Juan Pablo Letelier, Marco Enríquez Ominami,
Eduardo Frei Ruiz-Tagle entre otros, son solo algunos de los que expresan con
su actuación -como símbolo de los tiempos- la adoración a los verdugos de sus
padres.
Hacía tiempo que quería escribir sobre esto, pero ahora es un
imperativo, se van a eliminar los estudios de historia y los jóvenes no sabrán
que esto sucedió. De eso se trata, de que no conozcan de donde vienen para que
no puedan pensar a donde quieren ir. Ni siquiera a la dictadura fascista cívico
militar Pinochetista se le ocurrió tamaño despropósito.
Lo subrayado es nuestro.
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