EL DÍA QUE LA CANSILLER DE LA REPUBLICA ALEMANA, DRA. ANGELA MERKEL, Y EL PRESIDENTE DE LA
REPUBLICA FRANCESA EMMANUEL MACRON, RECONOCIERON QUE LA COMUNIDAD EUROPEA ES UN
PROTECTORADO ESTADOUNIDENSE: “EUROPA YA
NO PUEDE CONFIAR EN LOS ESTADOS UNIDOS”
Por Luis Gonzalo Segura
Solo fue una de las muchas
noticias que circulan a diario en los medios de comunicación. Ni siquiera
mereció gran atención por parte de la mayoría de ellos, aunque su difusión fue
masiva. Pero en formato telegrama. Es lo acostumbrado cuando se quiere noticiar
sin informar. El resumen generalizado versaba sobre el enfado de Merkel y
Macron, los regidores de Alemania y Francia, el corazón de Europa, con Donald
Trump, el presidente de Estados Unidos y patrón del nuevo
orden mundial, las Piedras Guías de Georgia/ USA.
Sin embargo, lo realmente
importante se encontraba en el reconocimiento explícito de la sumisión de
Europa a los EE.UU. de Norteamérica. Por ejemplo, si recogemos la noticia
relatada por El País, Angela Merkel afirmaba que "hay conflictos a las
puertas de Europa. Y la época en la que podíamos confiar en EE.UU. se
acabó". Expresiones que vertió en Aquisgrán el jueves 10 de mayo de 2018,
fecha para la historia en la que se amenazó seria y abiertamente a los EEUU.
Ese día, con un enfado
monumental, la canciller alemana respondía al último disparate del excéntrico
presidente norteamericano, que no tuvo otra ocurrencia que retirarse del
acuerdo nuclear con Irán. Trump es un presidente que todavía no se sabe si
pasará a la historia por resolver el complejo puzzle geopolítico que llevaría
al mundo a décadas de estabilidad o provocar una guerra mundial sin precedentes
en este siglo XXI. Es una especie de péndulo vertiginoso entre la paz y la
guerra, entre lo irracional y lo lógico, entre lo común y lo esperpéntico.
Más allá del enojo de Ángela
Merkel, compartido por Emmanuel Macron, y las advertencias derramadas por los
líderes europeos ("algunas potencias han decidido incumplir su palabra:
estamos ante grandes amenazas y Europa tiene el deber de mantener la paz y la
estabilidad en la región") lo interesante llegó cuando ambos reconocieron
la sumisión europea a los norteamericanos. No se trata de ningún descubrimiento
para aquellos que siguen con cierto interés el escenario internacional, pero
resulta absolutamente insólito que dos políticos de la talla internacional de
los mencionados, líderes indiscutibles de Europa, realicen un reconocimiento
tan explícito. Y no solo llegaron hasta ahí, sino que señalaron la posibilidad
de comenzar a dar pasos hacia una futura independencia. Curioso que se sientan
tan amenazados hoy mientras en las últimas décadas se ha incendiado la
periferia europea de forma convulsiva. Pero esa es otra cuestión.
Porque analicemos las siguientes
manifestaciones: "Europa ya no puede confiar en EE.UU. y debe tomar su destino en
sus propias manos" o "no podemos dejar que otros [en referencia a
Washington] decidan por nosotros". ¿Son acaso expresiones propias de
países o Estados soberanos e independientes? ¿Qué países ceden a un tercero la
defensa y la política exterior si no son aquellos países sometidos?
Tanto Merkel como Macron
concluyeron que, desde el Brexit, momento de la desbandada británica, el
hermano pequeño de los norteamericanos que impedía cualquier intento de unión
que pudiera generar una potencia mundial, se hace indispensable la construcción
de una Europa independiente. "En su lugar, la UE debe hacerse con su
propio destino, esa es la tarea para el futuro".
No obstante, El País, medio
cercano a los intereses de la OTAN y los EE.UU., ponía en duda que ello fuera
posible: "La realidad y el deseo: Merkel asegura que Alemania debe hacer
más, pero acaba de anunciar una congelación de su presupuesto en defensa para
los próximos cinco años, muy lejos de las cifras que reclama Estados
Unidos".
¿Es posible un Europa
independiente? ¿Ello supondría mayor coste económico, como afirma El País, o
generaría un considerable ahorro económico?
Si tenemos en cuenta que Europa
cuenta en la actualidad con más militares que los norteamericanos y casi el
doble que el número de militares rusos, no resulta muy complejo concluir que la
formación de un Ejército europeo significaría un ahorro considerable en cuanto
al gasto armamentista y militar y una más que apreciable racionalización de los
recursos.
Europa tiene en la actualidad,
según la Agencia Europea para la Defensa (AED), un total de 1,4 millones de
militares, cifra que podría rebajarse en un tercio, con el consiguiente ahorro
económico, sin que ello supusiera merma alguna en la seguridad del continente.
Pensemos que a día de hoy no existe potencia rival cercana a Europa salvo
Rusia, la cual cuenta con entre 870.000 y 900.000 efectivos militares según
Alexander Golts, y con la que sería relativamente sencillo llegar a un
entendimiento en el caso de ser Europa un ente independiente.
Porque lo cierto es que casi
ningún analista considera creíble un conflicto militar más allá del existente
en Ucrania, máxime cuando los presupuestos militares rusos han descendido este
año por primera vez en décadas. No será un caso aislado, Rusia piensa rebajar
su gasto en Defensa desde el 5,5% del PIB del año 2017 hasta el 3%.
Contradictoriamente a lo que se
podría pensar, el Presidente Putin quiere más gasto en Sanidad y Educación
mientras que Europa es exigida por los EE.UU. a casi duplicar el gasto militar
para recortarlo en partidas sociales.
Negocio o seguridad
Pero si Europa rebajaría el gasto
militar en el caso de formar un Ejército europeo, ¿la exigencia norteamericana
de duplicar el gasto militar es una cuestión de negocio o de Seguridad?
Apuesten por lo primero. Detrás de Donald Trump se encuentra la
industria militar más potente del mundo, la cual facturó en 2016 nada más y
nada menos que 434.000 millones de dólares. Cifra que supuso el 58% del mercado
mundial armamentista.
Independencia o expoliación
Esa es la gran decisión que debe
tomar Europa: seguir siendo un protectorado y pagar económicamente por ello o
caminar en busca de la independencia, lo que supondría reducir el gasto militar
global y tener peso mundial en las decisiones geopolíticas. Especialmente en áreas
de influencia como Magreb y Oriente Próximo que tan rentables le han sido a los
EE.UU. como avisperos.
No olvidemos que esta última
región es la que más gasta en el mundo en gasto militar, el 5,2%; siendo Arabia
Saudí, 10%, y Omán, 12%, las que más invierten. Un caramelo para la industria
militar norteamericana, un genocidio regional para el resto del mundo.
PS: Lo subrayado es nuestro.
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