Los carabineros y su contribución a la delincuencia y la criminalización de la juventud y la infancia.
“La delincuencia: No es la existencia del
delincuente la que delinque, mata y asesina, sino su actividad delincuencial y ésta es
producto de una realidad social”….
Por Juan Pablo Cárdenas S. escritor, comunicador
social, analista internalista internacional, Addhee.Ong
El senador independiente Alejandro Guillier ha advertido a los chilenos sobre aquellos reiterados delitos cometidos por carabineros en relación a la extraña desaparición de su armamento personal y hasta de una asociación ilícita entre los uniformados para entregar o vender armas de fuego a delincuentes y narcotraficantes. Al mismo tiempo, denuncia que el gasto en la adquisición de municiones es demasiado alto y no existe un arqueo de lo que efectivamente se usa para realizar su labor “disuasiva” cuando, además, se sabe que esta policía decomisa más de doscientas armas ilegales que terminan “perdiéndose” en las bodegas de la institución sin registro alguno.
Para colmo, son también muchos policías los involucrados en estas
últimas décadas por el horror de sus operativos para combatir la que llaman
“insurrección terrorista” de la Araucanía, reprimiendo sin criterio alguno las
protestas sociales, al grado que hoy sus “servicios especiales” se distinguen
por ser uno de los más fieros del mundo, así como culpables de vaciarles las
cuencas de sus ojos a decenas de jóvenes. Llegando al extremo de lanzar al río
Mapocho a uno de los manifestantes dentro del Movimiento Social 18 de Octubre de fines del 2019.
En estos días ya se sabe la condena de ocho carabineros por el asesinado
del comunero mapuche Matías Catrillanca, una operación que los comprometió como
autores intelectuales, materiales y cómplices que incluso intentaron ocultar
información y tergiversar los hechos, obstaculizando por largos meses la acción
de los tribunales.
La misma complicidad de la clase política con las Fuerzas Armadas y su
extendida corrupción ha favorecido ciertamente a la policía uniformada. Por
lo mismo, hoy existe alto consenso en que ésta debiera someterse a una completa
reestructuración, pero sin que hasta el momento el Gobierno y el Parlamento
acometan una propuesta seria al respecto:
¿Por qué?
De esta forma, el presidente Piñera Echeñique corre ya el riesgo de ser
reconocido en nuestra historia como un genocida más en La Moneda en relación con
la violencia policial descargado contra nuestras minorías étnicas, cuanto
destinada a aplacar el descontento social del país. A la zaga, por supuesto, de
gobernantes como Arturo Alessandri Palma y el propio dictador Pinochet por sus reiteradas masacres en contra
de la población chilena.
A esta altura de la complejidad social, no hay razón para que recaiga en
un solo mando la responsabilidad de misiones tan diversas como garantizar el
orden público, controlar los flujos del tránsito, velar por la soberanía
geográfica y proteger a las autoridades, las empresas e instancias de todo orden
en materia de educación, salud, trabajo y patrimonio cultural.
Justamente en estos días, hay un hospital público que pide la
instalación en sus dependencias de una comisaría de Carabineros a objeto que
sus funcionarios sean resguardados ante la airada acción de aquellos familiares
de pacientes impedidos de acercarse a sus seres queridos cuando son tratados o
fallecen por el Covid 19. Es cosa de imaginar cuántos policías se necesitarían
tan solo para hacer guardia en todos los centros de salud, colegios,
universidades, oficinas públicas y centros de producción y comercio.
Además de velar por el orden en las calles, avenidas, plazas, puentes,
estadios, aeropuertos y carreteras, entre otros. Tan a merced en la actualidad
de asaltantes y bandas armadas que han sofisticado sus armas a efecto del
incontrolado contrabando y, por cierto, la acción y complicidad de los propios
policías.
Es decir, a quienes vienen ocupando uno de los cargos más apetecibles
dentro de la gran repartija de cargos públicos a cargo, por turno, de los
partidos políticos. Gracias a las consabidas lisonjas de las cúpulas militares
y policiales, como por los recursos que pueden acaudalar por sueldos, viáticos
y dádivas durante sus correspondientes desempeños. Los que pueden resultar muy
auspiciosos para solventar su escalamiento político.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Lo
subrayado/ interpolado es nuestro.
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