La herencia maldita de Trump: el avance de la ultraderecha/fascista ¿en el nuevo orden mundial del capitalismo salvaje?
Por Dr. Baltasar Garzón Real*, abogado, juez:
Visto lo visto y lo que vendrá no cuesta esfuerzo afirmar que la ultraderecha agrede y asesina. En 2020, según un informe de la plataforma Antifaz International, se tiene noticia fehaciente de 810 ataques en diferentes países, provocados por «fanáticos, fascistas y violencia de extrema derecha», lo que se interpreta como una mínima parte de lo que en realidad sucede a diario en el mundo. Este informe, elaborado por cuarto año consecutivo, indica que, en referencia a 2019, se ha producido un incremento de un 39 % de violencia ultra. Tiroteos, palizas, ataques de diverso tipo, llevaron a la muerte a 325 personas y dejaron malheridas a 1.186.
Como un lobo con piel de cordero, la ultraderecha fascista se cubre con
la democracia y, cuando tiene asegurado su objetivo, utiliza las garras sin
contemplaciones, barriendo todo lo que escape a su control. Dentro de sus
estrategias también cuenta con servirse de teorías conspirativas. Así, el virus
es un invento de un laboratorio chino destinado a hacer una criba entre la raza
humana. Estos bulos se desperdigan a través de las redes sociales, llegando a
influir en un sector de la población, no necesariamente ignorante o candoroso.
Conspiraciones
De todas las teorías conspirativas, hay una especialmente peligrosa que
reivindicaba el nazismo. “… ‘Un grupo de financieros judíos domina el mundo en
secreto y está conspirando para destruir la raza aria. Diseñaron la revolución
bolchevique, dirigen las democracias de Occidente y controlan los medios y los
bancos. Tan solo Hitler ha logrado ver la realidad de sus trucos nefarios… y
solo él puede detenerlos y salvar a la humanidad’”, explica el historiador
Yuval Noah Harari en su artículo “Cuando el mundo parece una gran
conspiración”.
Harari analiza que, por supuesto, existen muchas y verdaderas
conspiraciones: “… Los individuos, las corporaciones, las organizaciones, las
iglesias, las facciones y los gobiernos siempre están tramando y elaborando
varias conspiraciones. Sin embargo, justo por eso es tan difícil predecir y
controlar a todo el mundo”. Se me viene a la mente la conspiración
judeomasónica que tanto juego dio a la dictadura franquista fascista para
justificar la represión de cualquier opinión discrepante de la oficial del
régimen.
“La historia oficial” se repite como farsa y después como tragedia:
Gobierno ‘social comunista’, ‘ilegítimo’, ‘okupa’, ‘socio de
independentistas y terroristas’, son conceptos acuñados aquí en casa por Vox,
que PP y Ciudadanos no han tenido reparo alguno en incorporar a su léxico, para
luego apuntar a una conspiración internacional de izquierdas, con referencias
al chavismo o la Cuba castrista, pero que por lo general se expresa con
prudencia sobre Putin, abraza la causa de la oposición venezolana y no hace
ascos a cobrar del exilio iraní, en el caso de Vox.
Borrar la memoria: “un pueblo sin memoria hitórica nada significa ni
nada vale. “ Dr. Salvador Allende Gossens Presidente de Chile asesinado por
orden del régimen de los Estados Unidos
y llevado a cabo por las fuerzas armadas de Chile
En los primeros estadios, Vox se asoció con el PP y con Ciudadanos,
permitiendo gobiernos conjuntos. Sobre el papel no detenta puestos de poder,
pero, en la práctica, marca el camino a sus socios. Ese es el método de
trabajo.
En Andalucía se ha cerrado el camino a las políticas de igualdad, a la
lucha contra la violencia de género y a los trabajos por recuperar la memoria
histórica.
En Madrid, primero se eliminaron homenajes y recuerdos a Largo Caballero
o a Indalecio Prieto; se borraron los memoriales del cementerio de La Almudena
a los asesinados por el franquismo arrancando las poesías de Miguel Hernández
con la misma rabia con que le quitaron la vida al poeta. Ahora le ha tocado la
vez al feminismo con la decisión de borrar el mural situado junto a un
polideportivo que reúne retratos de mujeres distinguidas por su firme decisión
de luchar por la igualdad. El alcalde Martínez Almeida ejerce de muñeco
ventrílocuo de Vox, con Ciudadanos como comparsa dubitativo. ¿En qué quedamos?
Al final en lo que diga Vox. Pero no contaban con los vecinos.
Fueron los vecinos del barrio de Ciudad Lineal, donde se encuentra la
obra gráfica feminista, los que, hartos de tanta ofensa salieron a la calle y
plantaron cara a este despropósito. Gritaron contra la ignominia, y su grito
tuvo eco a nivel nacional e internacional, hasta que consiguieron detener el
desaguisado. El grupo municipal de Más Madrid y el PSOE, al que se unió
Ciudadanos cambiando su opinión inicial, pararon la escabechina prevista e
indultaron el muro.
Eso sí, la vicealcaldesa Begoña Villacís, portavoz de la formación
naranja, justificaba su nueva postura aclarando que el sectarismo no se borra
con más sectarismo. Añadió: «No me gusta el mural, pero quiero un mural que
recoja su feminismo, el mío, el feminismo de Vox y el del PP. Llámenle ustedes
rectificación porque no me importa: no me asusta. Prefiero que se quede el
mural y pintar otros murales». A estas alturas resulta difícil entender cómo se
puede defender que el feminismo es algo cuestionable, que la lucha por los derechos
de la mujer se puede orillar, que el machismo sea algo diferente a un mal que
causa muertes y que debe ser erradicado frente a la igualdad necesaria.
La foto de la verdad
El argumento de Ciudadanos es pobre y alejado de los intentos de
aparentar una imagen relativamente progresista, como pretende en ocasiones este
partido político, haciendo malabares para aparentar que se aleja de sus socios
de la derecha y la extrema derecha fascista. La foto de Colón con los
representantes de los tres partidos en sonriente concurrencia les perseguirá
siempre y refleja una realidad oportunista, sin paliativos, en el partido
naranja hasta que sus dirigentes no hagan un desmarque claro, contundente y
definitivo de aquellos. En algún momento habrá que pedir responsabilidades a
estos políticos por sus actitudes de conveniencia que nos llevan a retroceder,
perdiendo hitos de libertad conseguidos hace tanto tiempo que ni siquiera los
percibimos, e incluso estas agresiones nos parecen de inicio chuscas y
grotescas.
Ese es el peligro, que tardamos en darnos cuenta de hasta qué punto
atentan contra la democracia. Vox va haciendo su labor hasta que es demasiado
tarde, y lo que podrían parecer comentarios chocantes se convierten en
realidades que cuesta después frenar… si es que se consigue. Mientras tanto,
las víctimas que se recordaban en el memorial de la Almudena o los versos de
Hernández que las arropaban han vuelto al silencio.
La amenaza está ahí. En Portugal, del escaso 1% de los anteriores
comicios, en estas últimas elecciones en que la abstención ha sido considerable
por efectos de la pandemia, la ultraderecha fascista que encabeza André Ventura, el líder de
Chega (Basta), ha conseguido un 12%. Algo impensable logrado mediante la
agitación, la descalificación y el ataque al oponente. ¿Son los coletazos de
una situación en la que el efecto Trump aún estaba presente? O, por el
contrario, ¿es algo más profundo? Algo que ha arraigado ante la indiferencia de
quienes tenían que oponerse a esa especie de plaga de langosta que se puede
prevenir, pero que, una vez presente, es imposible detener. La esperanza radica
en que fuera del juego presidencial, en la ciudadanía, pierda fuerza la
ultraderecha que el anterior presidente de Estados Unidos alentó en Europa y en
América Latina. Sobre todo, si flaquea la ayuda económica a la que antes se
podía tener fácil acceso.
Pero resulta innegable que se han envalentonado. Los escaños conseguidos
les dan fuerza e ingresos. Cataluña es el siguiente Rubicón para el partido que
lidera Santiago Abascal.
Unas elecciones extrañas marcadas por la pandemia y por la desesperación
de los grupos independentistas que ven desmoronarse el frente que los llevó a
declarar unilateralmente la independencia con los resultados de sobra
conocidos.
Vox pretende pisar fuerte arrastrando a los votantes de la derecha
convencional, motivo que irrita y desazona al PP y deja a Ciudadanos en el filo
de la desesperanza. Vox no ha perdonado al PP la traición de no secundar la
moción de censura contra el presidente del Gobierno. Por su parte, al PP le ha
sentado manifiestamente mal que Vox permitiera con su abstención la
convalidación del decreto que regulará el fondo europeo para la recuperación
económica y social. Con esta acción, Vox se distanciaba del PP aun aproximándose
a la postura del PSOE y de EH Bildu, paradojas de la política. Los populares se
lanzaron contra la ultraderecha acusándoles de salvar a Sánchez, lo que, desde
luego, no era la intención de los de Abascal, que fieles a su estrategia de
desgaste y penetración bordaban la jugada y respondían de forma pragmática,
alegando la urgencia de que esos fondos llegaran a quienes componen buena parte
de su electorado, en el que figuran pequeños empresarios y autónomos.
La fuerza de la memoria
Pero no nos engañemos, fuera de algún episodio aislado fruto del
marketing electoral, la ultraderecha envuelve la realidad que pretende con su
red de mentiras para alcanzar su objetivo atacando con toda la fuerza de la
intolerancia. El problema es que en nuestra sociedad muchos solo conocen sus
efectos por la historia y que esta historia no se ha enseñado suficientemente,
pesando sobre ella un interesado cúmulo de silencio y falsedades.
El filósofo y profesor Juan Manuel Aragües escribía hace unos días, en
estas mismas páginas, que el crecimiento del fascismo en España y en Europa
tiene mucho que ver con la cuestión de la memoria. Ha desaparecido, explica, el
horror de lo ocurrido en el holocausto y resume: “la memoria colectiva se ha
tornado extremadamente frágil”. De ahí, afirma, “la importancia de cultivar la
memoria, tarea que, en nuestro país, donde los tics reaccionarios anidan en
demasiadas instituciones, se convierte en condición inexcusable para la
construcción de una sociedad de perfiles inequívocamente democráticos”.
Sin la memoria se repiten los hechos más luctuosos de la historia. Sin
la cohesión social y la convicción de que es preciso hacer respetar la
democracia, el fascismo avanza. Los manifestantes de Polonia que rechazaban las
restricciones del Gobierno sobre la interrupción del embarazo y los que en
Ciudad Lineal defendieron el mural, o los que luchan en las calles peruanas,
guatemaltecas o salvadoreñas contra leyes restrictivas de los derechos
reproductivos de la mujer, o quienes defienden en Hungría los derechos de la
comunidad LGTBi o aquellos que mueren día a día defendiendo la libertad de
expresión o los derechos de la naturaleza, representan los mismos valores a
miles de kilómetros de distancia:
La fuerza de la verdad y de la justicia ante el
poder sesgado hacia la intransigencia. Junto con ellos, debemos denunciar toda
propuesta obscena de involución y fanatismo, rechazar el legado de los
dictadores y repudiar el fascismo y su herencia maldita. De ahí la absoluta
necesidad de consolidar, en nuestro país, la iniciativa de una verdadera ley de
memoria democrática en la que los valores de la educación, la verdad, la
justicia y la reparación sean los mecanismos adecuados para garantizar la no
repetición ni la regresión en nuestros derechos.
Lo subrayado e intercalado es nuestro
Estimados amigos asociados: reiterando que España y Chile, no es lo mismo, `pero es igual, al artículo del Dr.
Baltazar Garzón Real le agregamos para ustedes el artículo
del escritor/ analista internacional Juan Pablo Cárdenas para que
ustedes saquen sus propias conclusiones:
“Los disparates de nuestra memoria histórica”
por Juan Pablo Cárdenas S., escritor, comunicador social, analista
internacional / Addhee. ong
Los disparates de nuestra memoria histórica
Por Juan Pablo Cárdenas S.:
Se trata de una forma de asentar soberanía e identidad nacional,
destacando protagonistas y fechas significativas de nuestra historia, pero
también se busca ideologizar, enfatizando efemérides y acontecimientos muchas
veces con la intención de ocultar episodios mucho más significativos y
trascendentales de nuestro recorrido como nación y estado.
En naciones europeas como Francia, Inglaterra y Alemania esta práctica
de rememorar la historia muchas veces ha obligado a reemplazar los nombres
otorgados a los diferentes sitios según vayan cayendo en descrédito los
personajes que en un momento se quiso homenajear.
El nombre del mariscal Philippe Petain es uno de los más emblemáticos en
tal sentido: subió a los altares de la fama con la Primera Guerra Mundial para
después ser derribado de estos sitios luego del Gobierno de Vichy y su
vergonzosa colaboración con Hitler. Primero héroe y luego acusado de traidor o villano,
según la cambiante evolución e interpretación de los hechos históricos. También
los reemplazos ocurren con los sucesivos cambios de propiedad respecto de
tantos territorios del Viejo Continente o por la conformación de países que
antes no dibujaban los mapas políticos.
Siempre hemos seguido con particular atención los artículos del
sociólogo Felipe Portales Cifuentes y su enorme contribución a romper los mitos
de nuestra historia, descubriendo el rostro real y hasta perverso de varios de
nuestros ex jefes de estado y dirigentes. Poniendo en su lugar, por ejemplo, al
todavía venerado presidente Arturo Alessandri Palma por su responsabilidad en
crímenes y desacertadas acciones. A cien años de la Matanza de San Gregorio en
el norte, desde luego, donde cayeran acribillados por orden de su Gobierno casi
setenta trabajadores del salitre según se consigna en un reciente artículo suyo
publicado por el prestigioso medio digital Polítika, en elclarín.cl y otros
medios.
Claro: a esta altura no cabe duda que quien llegara a La Moneda en andas
del pueblo se convirtiera en uno de los gobernantes más reaccionarios,
tenebrosos y sanguinarios de nuestra República. Esto es, por quien nos legara
la Constitución de 1925 redactada por él y aprobada por un plebiscito tan espurio
como el convocado después por el dictador Pinochet para reemplazar precisamente
este texto por la nueva Carta Magna de 1980. Recordemos
que a la Matanza de San Gregorio en Antofagasta se agregara la masacre del
Seguro Obrero en Santiago, hechos luctuosos en que se hace imposible ocultar la
criminal mano de Arturo Alessandri, cuyo hijo Jorge después arribara también a
la Presidencia, así como hasta ahora varios de sus descendientes circulan por
los pasillos de las principales instituciones del Estado.
Pese a sus criminales acciones y despropósitos en nuestra Plaza de la
Constitución sigue en pie un vetusto monumento en su memoria, así como en el
país un sinnúmero de estatuas, calles y otros lo recuerdan y hasta pretenden
reconocerlo como uno de nuestros “estadistas”.
Es la política mezquina y cobarde la que ha postergado estos
reconocimientos. También la “prudencia” de quienes no quieren afectar a los
militares y a los grupos empresariales oligárquicos que alentaron el Terrorismo
de Estado y luego siempre se han concertado para alentar la impunidad.
Supuestamente en bien del país, la reconciliación nacional y el progreso,
cuando ya se sabe que la verdad y la justicia son los mejores ingredientes de
la paz.
Dirigentes sindicales y estudiantiles, periodistas y notables
feministas, además de líderes espirituales, notables científicos, escritores y
artistas, que esperan el reconocimiento histórico que merecen sus ejemplares
vidas. Por su combate permanente e irrenunciable por la justicia, la libertad y
el auténtico progreso. Cuanto por esa democracia que, en realidad, aguarda una
oportunidad en la política chilena.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Lo subrayado
e intercalado es nuestro.
Publicado en mi pagina de Facebook.Gracias. J.P.
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