jueves, 18 de febrero de 2021

La herencia maldita de Trump: el avance de la ultraderecha/fascista ¿en el nuevo orden mundial del capitalismo salvaje?

 

La herencia maldita de Trump: el avance de la ultraderecha/fascista ¿en el nuevo orden mundial del capitalismo salvaje?

Por Dr. Baltasar Garzón Real*, abogado, juez:

El odio que, en los últimos cuatro años, ha sembrado Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha germinado en el terreno abonado de la ultraderecha, organizada en diferentes países del mundo a su imagen y semejanza, con el apoyo de lugartenientes económicamente bien dotados. Lo estamos viendo en Polonia, donde entra ya en vigor la prohibición del aborto pese a las multitudinarias protestas que han intentado frenar una medida tan regresiva. El Tribunal Constitucional sentenció en octubre de 2020 que era ilegal interrumpir el embarazo en el caso de malformación del feto, dando la razón a los parlamentarios del partido de extrema derecha “Ley y Justicia”.

En países como Brasil, la nula gestión de la pandemia ha llevado al límite a la ciudadanía, cuando los enfermos mueren asfixiados por falta de oxígeno en los hospitales, drama que es significativo en Manaos, en plena Amazonía, donde la población enferma se está ahogando literalmente. Los afines al presidente Bolsonaro, una copia ideológica de Trump, intentan conjurar el fantasma de un impeachment, todavía lejano, pero cada vez más verosímil.

Visto lo visto y lo que vendrá no cuesta esfuerzo afirmar que la ultraderecha agrede y asesina. En 2020, según un informe de la plataforma Antifaz International, se tiene noticia fehaciente de 810 ataques en diferentes países, provocados por «fanáticos, fascistas y violencia de extrema derecha», lo que se interpreta como una mínima parte de lo que en realidad sucede a diario en el mundo. Este informe, elaborado por cuarto año consecutivo, indica que, en referencia a 2019, se ha producido un incremento de un 39 % de violencia ultra. Tiroteos, palizas, ataques de diverso tipo, llevaron a la muerte a 325 personas y dejaron malheridas a 1.186.

Como un lobo con piel de cordero, la ultraderecha fascista se cubre con la democracia y, cuando tiene asegurado su objetivo, utiliza las garras sin contemplaciones, barriendo todo lo que escape a su control. Dentro de sus estrategias también cuenta con servirse de teorías conspirativas. Así, el virus es un invento de un laboratorio chino destinado a hacer una criba entre la raza humana. Estos bulos se desperdigan a través de las redes sociales, llegando a influir en un sector de la población, no necesariamente ignorante o candoroso.

Conspiraciones

De todas las teorías conspirativas, hay una especialmente peligrosa que reivindicaba el nazismo. “… ‘Un grupo de financieros judíos domina el mundo en secreto y está conspirando para destruir la raza aria. Diseñaron la revolución bolchevique, dirigen las democracias de Occidente y controlan los medios y los bancos. Tan solo Hitler ha logrado ver la realidad de sus trucos nefarios… y solo él puede detenerlos y salvar a la humanidad’”, explica el historiador Yuval Noah Harari en su artículo “Cuando el mundo parece una gran conspiración”.

Harari analiza que, por supuesto, existen muchas y verdaderas conspiraciones: “… Los individuos, las corporaciones, las organizaciones, las iglesias, las facciones y los gobiernos siempre están tramando y elaborando varias conspiraciones. Sin embargo, justo por eso es tan difícil predecir y controlar a todo el mundo”. Se me viene a la mente la conspiración judeomasónica que tanto juego dio a la dictadura franquista fascista para justificar la represión de cualquier opinión discrepante de la oficial del régimen.

“La historia oficial” se repite como farsa y después como tragedia:

Aunque no exactamente del mismo modo, sin duda la historia se repite. Las teorías conspirativas fueron antes, y siguen siendo hoy, un instrumento imprescindible para estos grupos. Lo primero es buscar a un enemigo, para después culparlo de todos los males posibles, demonizándolo. Una vez conseguido, el terreno está abonado y, aprovechando la desesperanza y la desesperación de las personas y colectivos, no resulta complicado esparcir la especie xenófoba, racista o sencillamente fascista que se pretendía.

Gobierno ‘social comunista’, ‘ilegítimo’, ‘okupa’, ‘socio de independentistas y terroristas’, son conceptos acuñados aquí en casa por Vox, que PP y Ciudadanos no han tenido reparo alguno en incorporar a su léxico, para luego apuntar a una conspiración internacional de izquierdas, con referencias al chavismo o la Cuba castrista, pero que por lo general se expresa con prudencia sobre Putin, abraza la causa de la oposición venezolana y no hace ascos a cobrar del exilio iraní, en el caso de Vox.

Borrar la memoria: “un pueblo sin memoria hitórica nada significa ni nada vale. “ Dr. Salvador Allende Gossens Presidente de Chile asesinado por orden del régimen de los Estados Unidos  y llevado a cabo por las fuerzas armadas de Chile

En los primeros estadios, Vox se asoció con el PP y con Ciudadanos, permitiendo gobiernos conjuntos. Sobre el papel no detenta puestos de poder, pero, en la práctica, marca el camino a sus socios. Ese es el método de trabajo.

En Andalucía se ha cerrado el camino a las políticas de igualdad, a la lucha contra la violencia de género y a los trabajos por recuperar la memoria histórica.

En Madrid, primero se eliminaron homenajes y recuerdos a Largo Caballero o a Indalecio Prieto; se borraron los memoriales del cementerio de La Almudena a los asesinados por el franquismo arrancando las poesías de Miguel Hernández con la misma rabia con que le quitaron la vida al poeta. Ahora le ha tocado la vez al feminismo con la decisión de borrar el mural situado junto a un polideportivo que reúne retratos de mujeres distinguidas por su firme decisión de luchar por la igualdad. El alcalde Martínez Almeida ejerce de muñeco ventrílocuo de Vox, con Ciudadanos como comparsa dubitativo. ¿En qué quedamos? Al final en lo que diga Vox. Pero no contaban con los vecinos.

Fueron los vecinos del barrio de Ciudad Lineal, donde se encuentra la obra gráfica feminista, los que, hartos de tanta ofensa salieron a la calle y plantaron cara a este despropósito. Gritaron contra la ignominia, y su grito tuvo eco a nivel nacional e internacional, hasta que consiguieron detener el desaguisado. El grupo municipal de Más Madrid y el PSOE, al que se unió Ciudadanos cambiando su opinión inicial, pararon la escabechina prevista e indultaron el muro. 

Eso sí, la vicealcaldesa Begoña Villacís, portavoz de la formación naranja, justificaba su nueva postura aclarando que el sectarismo no se borra con más sectarismo. Añadió: «No me gusta el mural, pero quiero un mural que recoja su feminismo, el mío, el feminismo de Vox y el del PP. Llámenle ustedes rectificación porque no me importa: no me asusta. Prefiero que se quede el mural y pintar otros murales». A estas alturas resulta difícil entender cómo se puede defender que el feminismo es algo cuestionable, que la lucha por los derechos de la mujer se puede orillar, que el machismo sea algo diferente a un mal que causa muertes y que debe ser erradicado frente a la igualdad necesaria.

La foto de la verdad

El argumento de Ciudadanos es pobre y alejado de los intentos de aparentar una imagen relativamente progresista, como pretende en ocasiones este partido político, haciendo malabares para aparentar que se aleja de sus socios de la derecha y la extrema derecha fascista. La foto de Colón con los representantes de los tres partidos en sonriente concurrencia les perseguirá siempre y refleja una realidad oportunista, sin paliativos, en el partido naranja hasta que sus dirigentes no hagan un desmarque claro, contundente y definitivo de aquellos. En algún momento habrá que pedir responsabilidades a estos políticos por sus actitudes de conveniencia que nos llevan a retroceder, perdiendo hitos de libertad conseguidos hace tanto tiempo que ni siquiera los percibimos, e incluso estas agresiones nos parecen de inicio chuscas y grotescas.

Ese es el peligro, que tardamos en darnos cuenta de hasta qué punto atentan contra la democracia. Vox va haciendo su labor hasta que es demasiado tarde, y lo que podrían parecer comentarios chocantes se convierten en realidades que cuesta después frenar… si es que se consigue. Mientras tanto, las víctimas que se recordaban en el memorial de la Almudena o los versos de Hernández que las arropaban han vuelto al silencio.

La amenaza está ahí. En Portugal, del escaso 1% de los anteriores comicios, en estas últimas elecciones en que la abstención ha sido considerable por efectos de la pandemia, la ultraderecha fascista   que encabeza André Ventura, el líder de Chega (Basta), ha conseguido un 12%. Algo impensable logrado mediante la agitación, la descalificación y el ataque al oponente. ¿Son los coletazos de una situación en la que el efecto Trump aún estaba presente? O, por el contrario, ¿es algo más profundo? Algo que ha arraigado ante la indiferencia de quienes tenían que oponerse a esa especie de plaga de langosta que se puede prevenir, pero que, una vez presente, es imposible detener. La esperanza radica en que fuera del juego presidencial, en la ciudadanía, pierda fuerza la ultraderecha que el anterior presidente de Estados Unidos alentó en Europa y en América Latina. Sobre todo, si flaquea la ayuda económica a la que antes se podía tener fácil acceso.

Pero resulta innegable que se han envalentonado. Los escaños conseguidos les dan fuerza e ingresos. Cataluña es el siguiente Rubicón para el partido que lidera Santiago Abascal. 

Unas elecciones extrañas marcadas por la pandemia y por la desesperación de los grupos independentistas que ven desmoronarse el frente que los llevó a declarar unilateralmente la independencia con los resultados de sobra conocidos.

Vox pretende pisar fuerte arrastrando a los votantes de la derecha convencional, motivo que irrita y desazona al PP y deja a Ciudadanos en el filo de la desesperanza. Vox no ha perdonado al PP la traición de no secundar la moción de censura contra el presidente del Gobierno. Por su parte, al PP le ha sentado manifiestamente mal que Vox permitiera con su abstención la convalidación del decreto que regulará el fondo europeo para la recuperación económica y social. Con esta acción, Vox se distanciaba del PP aun aproximándose a la postura del PSOE y de EH Bildu, paradojas de la política. Los populares se lanzaron contra la ultraderecha acusándoles de salvar a Sánchez, lo que, desde luego, no era la intención de los de Abascal, que fieles a su estrategia de desgaste y penetración bordaban la jugada y respondían de forma pragmática, alegando la urgencia de que esos fondos llegaran a quienes componen buena parte de su electorado, en el que figuran pequeños empresarios y autónomos.

La fuerza de la memoria

Pero no nos engañemos, fuera de algún episodio aislado fruto del marketing electoral, la ultraderecha envuelve la realidad que pretende con su red de mentiras para alcanzar su objetivo atacando con toda la fuerza de la intolerancia. El problema es que en nuestra sociedad muchos solo conocen sus efectos por la historia y que esta historia no se ha enseñado suficientemente, pesando sobre ella un interesado cúmulo de silencio y falsedades.

El filósofo y profesor Juan Manuel Aragües escribía hace unos días, en estas mismas páginas, que el crecimiento del fascismo en España y en Europa tiene mucho que ver con la cuestión de la memoria. Ha desaparecido, explica, el horror de lo ocurrido en el holocausto y resume: “la memoria colectiva se ha tornado extremadamente frágil”. De ahí, afirma, “la importancia de cultivar la memoria, tarea que, en nuestro país, donde los tics reaccionarios anidan en demasiadas instituciones, se convierte en condición inexcusable para la construcción de una sociedad de perfiles inequívocamente democráticos”.

Sin la memoria se repiten los hechos más luctuosos de la historia. Sin la cohesión social y la convicción de que es preciso hacer respetar la democracia, el fascismo avanza. Los manifestantes de Polonia que rechazaban las restricciones del Gobierno sobre la interrupción del embarazo y los que en Ciudad Lineal defendieron el mural, o los que luchan en las calles peruanas, guatemaltecas o salvadoreñas contra leyes restrictivas de los derechos reproductivos de la mujer, o quienes defienden en Hungría los derechos de la comunidad LGTBi o aquellos que mueren día a día defendiendo la libertad de expresión o los derechos de la naturaleza, representan los mismos valores a miles de kilómetros de distancia: 

 La fuerza de la verdad y de la justicia ante el poder sesgado hacia la intransigencia. Junto con ellos, debemos denunciar toda propuesta obscena de involución y fanatismo, rechazar el legado de los dictadores y repudiar el fascismo y su herencia maldita. De ahí la absoluta necesidad de consolidar, en nuestro país, la iniciativa de una verdadera ley de memoria democrática en la que los valores de la educación, la verdad, la justicia y la reparación sean los mecanismos adecuados para garantizar la no repetición ni la regresión en nuestros derechos.

utopia@robertosavio.info

Lo subrayado e intercalado es nuestro

Estimados amigos asociados: reiterando  que  España y Chile, no es lo mismo, `pero  es igual, al artículo  del Dr.  Baltazar Garzón Real le agregamos para ustedes  el artículo  del escritor/ analista internacional Juan Pablo Cárdenas para que ustedes saquen sus propias conclusiones:

“Los disparates de nuestra memoria histórica”

por Juan Pablo Cárdenas S., escritor, comunicador social, analista internacional / Addhee. ong

Los disparates de nuestra memoria histórica

Por Juan Pablo Cárdenas S.:

Los países del mundo acostumbran rendirle tributo a sus héroes, gobernantes y seres excepcionales mediante estatuas y otras construcciones, al tiempo que bautizan con sus nombres ciudades, avenidas, calles, teatros, estadios, parques y diversos sitios de afluencia pública. En el caso chileno estos nombres de repiten profusamente en todas las regiones, aunque los que se recuerdan en muchos casos no lo merezcan realmente.

Se trata de una forma de asentar soberanía e identidad nacional, destacando protagonistas y fechas significativas de nuestra historia, pero también se busca ideologizar, enfatizando efemérides y acontecimientos muchas veces con la intención de ocultar episodios mucho más significativos y trascendentales de nuestro recorrido como nación y estado.

En naciones europeas como Francia, Inglaterra y Alemania esta práctica de rememorar la historia muchas veces ha obligado a reemplazar los nombres otorgados a los diferentes sitios según vayan cayendo en descrédito los personajes que en un momento se quiso homenajear.

El nombre del mariscal Philippe Petain es uno de los más emblemáticos en tal sentido: subió a los altares de la fama con la Primera Guerra Mundial para después ser derribado de estos sitios luego del Gobierno de Vichy y su vergonzosa colaboración con Hitler. Primero héroe y luego acusado de traidor o villano, según la cambiante evolución e interpretación de los hechos históricos. También los reemplazos ocurren con los sucesivos cambios de propiedad respecto de tantos territorios del Viejo Continente o por la conformación de países que antes no dibujaban los mapas políticos.

Siempre hemos seguido con particular atención los artículos del sociólogo Felipe Portales Cifuentes y su enorme contribución a romper los mitos de nuestra historia, descubriendo el rostro real y hasta perverso de varios de nuestros ex jefes de estado y dirigentes. Poniendo en su lugar, por ejemplo, al todavía venerado presidente Arturo Alessandri Palma por su responsabilidad en crímenes y desacertadas acciones. A cien años de la Matanza de San Gregorio en el norte, desde luego, donde cayeran acribillados por orden de su Gobierno casi setenta trabajadores del salitre según se consigna en un reciente artículo suyo publicado por el prestigioso medio digital Polítika, en elclarín.cl y otros medios.

Claro: a esta altura no cabe duda que quien llegara a La Moneda en andas del pueblo se convirtiera en uno de los gobernantes más reaccionarios, tenebrosos y sanguinarios de nuestra República. Esto es, por quien nos legara la Constitución de 1925 redactada por él y aprobada por un plebiscito tan espurio como el convocado después por el dictador Pinochet para reemplazar precisamente este texto por la nueva Carta Magna de 1980.  Recordemos que a la Matanza de San Gregorio en Antofagasta se agregara la masacre del Seguro Obrero en Santiago, hechos luctuosos en que se hace imposible ocultar la criminal mano de Arturo Alessandri, cuyo hijo Jorge después arribara también a la Presidencia, así como hasta ahora varios de sus descendientes circulan por los pasillos de las principales instituciones del Estado.

Pese a sus criminales acciones y despropósitos en nuestra Plaza de la Constitución sigue en pie un vetusto monumento en su memoria, así como en el país un sinnúmero de estatuas, calles y otros lo recuerdan y hasta pretenden reconocerlo como uno de nuestros “estadistas”.

Tan pavoroso también nos parece que un genocida como el general Cornelio Saavedra, que tiñera se sangre mapuche nuestra Araucanía, todavía tenga estatuas en una ciudad como Mulchén. Aunque en este caso, debemos celebrar que algunos de estos bronces hayan sido derribados por jóvenes con buena conciencia histórica.  No sería tan improbable que el propio Pinochet y sus secuaces fueran reconocidos para la posteridad en calles, plazas o al menos cuarteles militares, mientras que el recuerdo histórico del Presidente Allende Gossens y tantos mártires de nuestra historia apenas alcanzan tímidos reconocimientos después de cuarenta o cincuenta años.

Es la política mezquina y cobarde la que ha postergado estos reconocimientos. También la “prudencia” de quienes no quieren afectar a los militares y a los grupos empresariales oligárquicos que alentaron el Terrorismo de Estado y luego siempre se han concertado para alentar la impunidad. Supuestamente en bien del país, la reconciliación nacional y el progreso, cuando ya se sabe que la verdad y la justicia son los mejores ingredientes de la paz.

 

Figuras como las que cayeron en la lucha contra la Dictadura, la defensa de los Derechos Humanos y hoy siguen sacrificando sus vidas por derogar el cruel y criminal sistema neoliberal es posible que demoren mucho en ser reconocidos mientras no sea realmente el pueblo chileno el que ingrese a La Moneda tras sus auténticos abanderados. 

Dirigentes sindicales y estudiantiles, periodistas y notables feministas, además de líderes espirituales, notables científicos, escritores y artistas, que esperan el reconocimiento histórico que merecen sus ejemplares vidas. Por su combate permanente e irrenunciable por la justicia, la libertad y el auténtico progreso. Cuanto por esa democracia que, en realidad, aguarda una oportunidad en la política chilena. 

juanpablo.cardenas.s@gmail.com

 Lo subrayado e intercalado es nuestro.

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