RECUERDAN AL MAGISTRADO JUAN GUZMAN TAPIA:
- Su estudiante alemán de postgrado.
· El Juez Dr. Baltazar Garzón Real: “ Un Juez sin miedo, Juan Guzmán Tapia.
· El sociólogo Felipe Portales Cifuentes, ”Elocuente silencio sobre el Juez Guzmán Tapia y el tartufo Insulza.
El Juez Dr. Baltazar Garzon real, Un juez sin miedo: Juan Guzmán Tapia
Este viernes, 22 de enero de 2021, recibí
con profundo pesar la noticia triste del fallecimiento de Juan Guzmán Tapia, a
sus 81 años. Siempre sentí un profundo respeto y admiración por el juez chileno
del caso Pinochet que, con coraje y determinación, enfrentando todo tipo de
amenazas y ataques personales, tuvo la entereza de investigar de manera
objetiva, constante y tranquila las innumerables querellas que se fueron
acumulando en contra del dictador.
Una avalancha que se inició con la
primera que interpusieron a principios de 1998 la profesora Gladys Marín Millie
y un grupo de abogados encabezados por el abogado de los Derechos Humanos Eduardo Contreras Mella, de quienes muchos se
burlaron por cometer el atrevimiento o la ingenuidad de buscar justicia en su
propio país.
Durante mucho tiempo, sólo había oído
la voz de Juan Guzmán Tapia a través del hilo telefónico, sin hablar con él
directamente, sino por medio de su amigo chileno radicado en España, el
catedrático de Derecho Penal Hernán Hormazábal, pues la Corte Suprema chilena
le tenía prohibido cualquier contacto conmigo.
Recuerdo que fue en el año 2003, en
la Comisión de la Memoria de la ciudad de La Plata, Argentina, cuando por fin
pude conocerlo. Nos acompañaba el fiscal argentino, amigo y hermano entrañable,
también fallecido, Hugo Omar Cañón. Nos dimos un abrazo fraterno que dijo mucho
más que cualquier palabra que pudiéramos expresar.
Posteriormente, cuando de su mano me
otorgaron en 2006 el doctorado honoris causa por la Facultad de Derecho de la
Universidad Central en Santiago de Chile, estrechamos más los lazos que
habíamos para ese entonces trenzado, en cursos de verano y eventos de Derechos
Humanos en Latinoamérica, Estados Unidos, Francia y España.
Para mí fue un honor y una
experiencia vital fundamental estar con él en Villa Grimaldi y otros lugares de
memoria con las víctimas de Pinochet, o defender los derechos del Pueblo Mapuche
o las causas nobles de Jurisdicción Universal. En enero de 2020 fue la última
vez que pude escucharle en Santiago, aunque no fue posible vernos porque su
salud estaba ya deteriorada.
El juez Guzmán Tapia inició en solitario, antes de la detención de Pinochet en Londres por mi orden, una larga travesía a lo largo de toda la geografía chilena, buscando pruebas, tomando testimonios, pero, sobre todo, buscando a los desaparecidos. Con razón fue apodado Juan Sin Miedo, apelativo que se ganó a raíz de las numerosas presiones y ataques que tuvo que soportar, pese a las cuales siguió haciendo su trabajo con una determinación inquebrantable.
Sin pretenderlo, se convirtió en el
gran referente ético chileno en esta historia de confrontación de la Justicia
frente a la impunidad de los crímenes más atroces.
Chile ha perdido a uno de sus hijos
más ilustres, un ser humano íntegro, un jurista de prestigio, juez valiente y
decidido, cuya humildad no hace más que engrandecerlo. Mi solidaridad fraterna
es para su familia en estos momentos de dolor. Juan Guzmán Tapia ha partido, su
ejemplo queda con nosotros y, a todos los que formen parte de la justicia, les obliga
a seguir su camino.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
Su discípulo alemán de post
grado Hugo Ernesto recuerda a su maestro
Prof. Dr. Juan Guzmán Tapia:
“Los derechos Humanos en el
ordenamiento jurídico chileno”
Universidad Central de Chile:
Profesor Guía : Prof. Dr. Juan Guzmán
Tapia
Estudiante: Hugo Ernesto Moreno
Peralta
Humboldt/ Universität zu Berlín/ Juristische Fakultatt/ Berlín /
Alemania
Así dedicó su trabajo de
investigación a su maestro Prof. Dr. Juan Guzmán Tapia su discípulo berlines:
“Dedico esta tesis a dos juristas
latinoamericanos, los doctores Julio
César Strassera de Argentina y Juan Guzmán Tapia de Chile, admirados y
talentosos jurisconsultos que han demostrado a la opinión pública de la Patria
Continente América Latina y el Caribe, que con vocación y coraje civil se puede
hacer justicia por las violaciones de los derechos humanos. Nos han dado y nos
dan, éstos seres humanos insuperables lecciones de grandeza y de rectitud de
alma, de valor, de humanidad, de respeto
por la dignidad del ser humano y sus derechos”
Concluye el joven berlinés, “
recuerdo cada día las sabias reflexiones de mi
professor guía Dr. Juan Guzmán
Tapia, el supremo objetico del Estado democrático es la felicidad del ser
humano. No tiene fines propios, brindará a todos igual oportunidad, para que
cada uno tenga la posibilidad de realizar
plenamente su vida. Facilitará los medios, los instrumentos para que el
Pueblo, – cada persona mujer u hombre- cumpla los fines trascendentes de la
vida.
La verdadera justicia, la Justicia
Plena consiste en darle a cada uno lo que
merece, no a todos lo mismo…”
Con mi admiración y
cariño de siempre de su discípulo alemán Hugo Ernesto.
CONFERENCIA INTERNACIONAL:
“EL MAGISTRADO JUAN GUZMAN
TAPIA; EL JUEZ DEL TERCER MILENIO”
Convocatoria:
-AAJ/ Rama Valparaíso Aconcagua
-Fundación Heinrich Böll, Berlín Alemania
-Coalition for an International Criminal Court
ONGS/ N.York/USA
Cena de honor: Hotel Gala / Salón Dalí, Viña del <Mar,
19 Noviembre de 1999.
Recordamos en una síntesis las
palabras de los
ministros presidentes de la Cortes
de Valparaíso y Santiago:
“El Ministro Jaime Rodríguez Espoz, Presidente de la Corte de apelaciones de Valparaíso, precisó “ Este merecido premio como el Mejor Juez dela año 1999, entregado por la rama Valparaíso/Aconcagua de al Asociación americana de Juristas a su colega, lo siento como propio. Especialmente cuando diariamente solo se escuchan críticas en contra de los jueces. Hoy, son sentimos muy felices que uno de los nuestros, el Magistrado Juan Guzmán Tapia, el mejor, haya sido distinguido por una organización, como la Rama Valparaíso/Aconcagua de la Asociación Americana de Juristas”.
El presidente de la Corte de Apelaciones de Santiago,
Ministro Adaliz Oyarzún Miranda precisó: “Aprovecho la oportunidad para
exteriorizar5 a la Rama /Valparaíso Aconcagua de la Asociación americana de
Juristas mi complacencia por el merecido estímulo otorgado al colega ministro
Juan Guzmán Tapia, persona que une a sus
virtudes del Juez sabio y probo las
condiciones de un excelente ser humano “…
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EL ELOCUENTE SILENCIO SOBRE EL JUEZ JUAN GUZMAN TAPIA Y EL TARTUFO INSULZA
Por Felipe Portales Cifuentes, sociólogo.
Hay silencios
más elocuentes que mil palabras. Es lo que podemos decir respecto del casi
total silencio que ha habido en nuestro país a la hora del fallecimiento de uno
de los compatriotas más valientes y probos que Chile ha tenido en muchas
décadas. En efecto, el magistrado Juan Guzmán Tapia, en el cumplimiento de su
deber, se sobrepuso a todas las presiones, públicas y privadas, efectuadas por
el gobierno de Lagos y el liderazgo de la Concertación de la época para evitar
que llevara a juicio a quien encabezó el régimen cívico militar más criminal de la historia del Chile
republicano: Augusto Pinochet Ugarte. Y si finalmente aquello no se logró, fue
porque esa presión logró el inicuo resultado esperado con la Corte Suprema de
la época.
Al menos, se
podría decir que los políticos y los medios de comunicación no fueron
hipócritas. La labor del juez Guzmán Tapia fue del total desagrado de la
derecha que siempre había apoyado a la dictadura. Pero, no nos olvidemos, que
fue también fuertemente resistida por quienes hegemonizaban el liderazgo de la
Concertación de la época; y particularmente del gobierno de Lagos. Previamente
había sido el gobierno de Frei Ruiz-Tagle -con su canciller José Miguel
Insulza- quiénes emprendieron denodados y “exitosos” esfuerzos por librar a
Pinochet de su segura condena en Europa, luego de haber sido detenido en
Londres a instancias del juez Baltazar Garzón Real. Este último se constituyó también en otra
destacada figura que resaltará en la historia de la judicatura mundial, porque
el caso de Pinochet tuvo el mérito de estimular un gran progreso mundial en
materia de extraterritorialidad de la ley penal, a la hora de procesar a
criminales de lesa humanidad.
Pero también
el gobierno de Frei Ruiz Tagle alcanzó a
ejercer presiones sobre el juez Guzmán Tapia, ya que era el juez investigador
de la querella que había presentado Gladys Marín contra Pinochet en enero de
1998. Y recordemos que cuando en 1999 estaba detenido en Londres, el gobierno
de Frei Ruiz-Tagle usaba como argumento para proteger a Pinochet que debía ser
juzgado en Chile… por el juez Guzmán Tapia. Este recordó en 2005 que recibió ya
“presiones” ese año “hacia una sola dirección. Yo debía olvidarme del texto de
la ley. La ley es muy precisa cuando ordena que a las personas mayores de 70
años se les debe practicar exámenes mentales para conocer su estado. El
consejo, por así decir, que me daban Jorge Rodríguez, a cargo del Instituto
Médico Legal, o el ex ministro del Interior del Gobierno de Eduardo Frei
Ruiz-Tagle, Carlos Figueroa Serrano era que se podía ayudar a Pinochet en este
punto. Esto es: evitar exámenes psicológicos. No había que hacerle un examen
sobre sus facultades mentales, sino solo sobre su estado físico. Esto era
contrario a lo que establece el Código de Procedimiento Penal chileno” (El País, España; 5-6-2005).
Posteriormente,
bajo el gobierno de Lagos recibió también presiones privadas. Así, Guzmán Tapia
señaló que, en diciembre de 2000, “tras dictar el primer auto de procesamiento
de Pinochet me llamó Luis Horacio Rojas, jefe del gabinete del ministro de
Justicia, José Antonio Gómez. Me dijo que anulara el auto de procesamiento.
Fue, francamente, insolente” (Ibid.). Pero, sobre todo, recibió sistemáticas
presiones públicas, particularmente del ministro del Interior de la época, José
Miguel Insulza y de otros líderes connotados como el ex presidente, Patricio
Aylwin Azócar, y el presidente del Senado, Andrés Zaldívar Larraín.
Ya en junio de
2000 este último había declarado con total desfachatez que “si desafueran a
Pinochet, va a ser muy difícil avanzar en reformas constitucionales y Derechos
Humanos” (La Segunda; 2-6-2000). Luego, Insulza, en agosto de
2000 expresó en una entrevista: “El juez Guzmán Tapia ya ha dicho una cosa que
también habíamos dicho otros antes: que él no va a apremiar al señor Pinochet,
que lo va a interrogar en su casa o donde quiera. Yo no pienso que lo va a
mandar preso. El actuará con mucha prudencia” (Caras; 18-8-2000).
En el mismo ejemplar de la revista, salió una entrevista al expresidente Aylwin
Azócar, donde éste expresó: “Realmente
creo que Pinochet no está en condiciones de enfrentar un debido proceso.
Pero de que es culpable, a mí no me cabe duda de que lo es. Ahora, desde el
punto de vista de la prudencia, dada la relación de fuerzas; dado el trauma
existente en la sociedad chilena –en que hay un sector para el cual Pinochet es
un dios y para otros es el diablo-, creo que la Providencia nos ayuda con
permitir este cauce de que no se encuentre en condiciones de enfrentar el
debido proceso (…) Creo que la paz entre los chilenos valdría incluso que se le
absolviera” (Ibid.).
Menos de un
mes después, Insulza agregaba en otra entrevista: “Yo creo que Pinochet no está
en condiciones de ser sometido a juicio. Siempre he creído a los médicos británicos.
Esto lo he dicho antes y después. El tema Pinochet, en gran medida, ya fue
resuelto por la Corte Suprema, mucho más allá de lo que era la expectativa de
quienes lo acusaban. En un momento determinado uno debería sacar la cuenta de
los resultados que ya obtuvo y dejar que las cosas sigan su curso de otra
manera (…) A mí me gustaría que si el juez Juan Guzmán Tapia y las Cortes
deciden que por razones de enfermedad Pinochet no puede enfrentar un juicio,
ojalá todo el mundo lo aceptara de buena gana, con buena voluntad. El gobierno
lo haría así” (Qué Pasa; 2-9-2000).
Posteriormente,
en abril de 2001, en otra entrevista periodística, Insulza insistió: “La corte
(de Apelaciones) ya resolvió procesar al señor Pinochet como encubridor en el
Caso Caravana de la Muerte y todo el mundo lo aceptó. No hubo más recursos al
respecto y eso no lo mueve nadie. Ahora, hasta dónde va a llegar este proceso
es un tema que no debería provocar grandes conmociones. El ya va por los 86
años; ha estado enfermo y sería natural que el juez diga: ‘Llego hasta aquí, no
más’. Eso podría ocurrir en cualquier momento. No digo que ocurra ahora, porque
estos son procesos que se demoran varios años. Pero para gusto de unos, o
disgusto de otros, este es un asunto ya terminado. No olvidemos que un país muy
respetable desde el punto de vista de su democracia y de su justicia, declaró
que Pinochet no estaba en condiciones de enfrentar un proceso de extradición.
Entonces no estamos solos en esto” (La Nación;
16-4-2001).
Sin embargo,
la falsedad del argumento de que Pinochet no estaba en condiciones mentales de
enfrentar un juicio la evidenció sistemáticamente ¡el propio Pinochet! con
actuaciones oficiales y sociales y hasta con entrevistas a medios de
comunicación en que se expresaba el mismo cazurro de siempre. Y, notablemente,
el juez Guzmán Tapia, en la entrevista ya citada a El País, dejó también testimonio de ello: “Yo entendí
desde el principio que Pinochet y sus abogados usaron la salud mental para
salvarse en Londres. Luego pude comprobar que su salud mental era bastante
normal. Al menos muy normal para los 84 años que tenía entonces. Hubo
fingimiento. Yo siempre vi que hacía un esfuerzo por mostrar sus dificultades
para moverse. Fíjese lo que pasó en su casa en La Dehesa (…) Llego y me
atienden él y sus letrados. Pinochet hace un gran esfuerzo por ponerse de pie.
Su abogado, Miguel Schweitzer, ex ministro de Relaciones Exteriores de la de
marras, le dice: ‘No, señor presidente, no se mueva, por favor’. El otro
abogado, el coronel retirado Gustavo Collao, le insiste: ‘Mi general, quédese
sentado’. Exageraban. Terminada la declaración, tuve que transcribir el texto.
Pasamos al comedor. Había una puerta entornada. Y entonces veo a Pinochet en el
cuarto del lado caminar bastante rápido y con agilidad. Era una persona
distinta a la que había pretendido, hacía pocos minutos, tener terribles
dificultades” (Ibid.).
Además, el
juez Guzmán Tapia añadió en términos más generales: “Mi impresión al verle por
primera vez fue que estaba muy bien. Reaccionó con rapidez a las preguntas.
Contestó sabiendo bien lo que hacía. Evadió todo lo que pudiera tener que ver
con su eventual responsabilidad en los crímenes de la caravana de la muerte. Estuvo muy amable. En el segundo
interrogatorio, en relación con la Operación Cóndor (acuerdo de cooperación
para eliminar opositores entre Pinochet y varios dictadores latinoamericanos) se
mostró menos simpático, pero exhibió una gran comprensión de las preguntas y
sus respuestas fueron muy precisas a la hora de escabullirse de todo aquello
que pudiera implicarle. Al preguntarle
sobre su participación en los secuestros, las muertes y las torturas, me
explicó que él sólo se ocupaba de los asuntos importantes de Gobierno” (Ibid.).
Y estimó que
Pinochet era demasiado orgulloso para hacerle caso a sus abogados: “Creo que
sus abogados le dieron, a su vez, muchos consejos, pero Pinochet es un hombre
muy orgulloso, por lo cual se resistía a fingir su presunta demencia. Yo creo
que él les falló a sus abogados. A mí me daba la impresión de que prevaleció su
personalidad” (Ibid.).
Dado este
contexto histórico, tan apabullantemente vergonzoso, se entiende perfectamente
el ominoso silencio de la generalidad de los medios de comunicación y de los
dirigentes políticos –particularmente de la ex Concertación- respecto del
fallecimiento de tan noble y valiente personalidad como lo fue el juez Juan
Guzmán Tapia.
Lo subrayado e interpolado es nuestro
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