viernes, 12 de febrero de 2021

El Juez Dr. Baltazar Garzon real, Un juez sin miedo: Juan Guzmán Tapia


RECUERDAN AL MAGISTRADO JUAN GUZMAN TAPIA:

  •                                     Su estudiante alemán de postgrado.

                                        ·    El Juez Dr. Baltazar Garzón  Real: “ Un Juez sin miedo, Juan Guzmán  Tapia.
·   El sociólogo Felipe Portales Cifuentes, ”Elocuente silencio sobre el Juez Guzmán Tapia y  el tartufo Insulza.

El Juez Dr. Baltazar Garzon real, Un juez sin miedo: Juan Guzmán Tapia

Este viernes, 22 de enero de 2021, recibí con profundo pesar la noticia triste del fallecimiento de Juan Guzmán Tapia, a sus 81 años. Siempre sentí un profundo respeto y admiración por el juez chileno del caso Pinochet que, con coraje y determinación, enfrentando todo tipo de amenazas y ataques personales, tuvo la entereza de investigar de manera objetiva, constante y tranquila las innumerables querellas que se fueron acumulando en contra del dictador.

Una avalancha que se inició con la primera que interpusieron a principios de 1998 la profesora Gladys Marín Millie y un grupo de abogados encabezados por el abogado de los Derechos Humanos  Eduardo Contreras Mella, de quienes muchos se burlaron por cometer el atrevimiento o la ingenuidad de buscar justicia en su propio país.

Durante mucho tiempo, sólo había oído la voz de Juan Guzmán Tapia a través del hilo telefónico, sin hablar con él directamente, sino por medio de su amigo chileno radicado en España, el catedrático de Derecho Penal Hernán Hormazábal, pues la Corte Suprema chilena le tenía prohibido cualquier contacto conmigo.

Recuerdo que fue en el año 2003, en la Comisión de la Memoria de la ciudad de La Plata, Argentina, cuando por fin pude conocerlo. Nos acompañaba el fiscal argentino, amigo y hermano entrañable, también fallecido, Hugo Omar Cañón. Nos dimos un abrazo fraterno que dijo mucho más que cualquier palabra que pudiéramos expresar.

Posteriormente, cuando de su mano me otorgaron en 2006 el doctorado honoris causa por la Facultad de Derecho de la Universidad Central en Santiago de Chile, estrechamos más los lazos que habíamos para ese entonces trenzado, en cursos de verano y eventos de Derechos Humanos en Latinoamérica, Estados Unidos, Francia y España.

Para mí fue un honor y una experiencia vital fundamental estar con él en Villa Grimaldi y otros lugares de memoria con las víctimas de Pinochet, o defender los derechos del Pueblo Mapuche o las causas nobles de Jurisdicción Universal. En enero de 2020 fue la última vez que pude escucharle en Santiago, aunque no fue posible vernos porque su salud estaba ya deteriorada.

El juez Guzmán Tapia inició en solitario, antes de la detención de Pinochet en Londres por mi orden, una larga travesía a lo largo de toda la geografía chilena, buscando pruebas, tomando testimonios, pero, sobre todo, buscando a los desaparecidos. Con razón fue apodado Juan Sin Miedo, apelativo que se ganó a raíz de las numerosas presiones y ataques que tuvo que soportar, pese a las cuales siguió haciendo su trabajo con una determinación inquebrantable.

Sin pretenderlo, se convirtió en el gran referente ético chileno en esta historia de confrontación de la Justicia frente a la impunidad de los crímenes más atroces.

Chile ha perdido a uno de sus hijos más ilustres, un ser humano íntegro, un jurista de prestigio, juez valiente y decidido, cuya humildad no hace más que engrandecerlo. Mi solidaridad fraterna es para su familia en estos momentos de dolor. Juan Guzmán Tapia ha partido, su ejemplo queda con nosotros y, a todos los que formen parte de la justicia, les obliga a seguir su camino.

 Lo subrayado/interpolado es nuestro.

Su discípulo alemán  de post grado  Hugo Ernesto recuerda a su maestro Prof. Dr. Juan Guzmán Tapia:

“Los derechos Humanos  en el ordenamiento jurídico chileno”

Universidad Central de Chile:

Profesor Guía : Prof. Dr. Juan Guzmán Tapia

Estudiante: Hugo Ernesto Moreno Peralta

Humboldt/ Universität  zu Berlín/ Juristische Fakultatt/ Berlín / Alemania

Así dedicó su trabajo de investigación a su maestro Prof. Dr. Juan Guzmán Tapia su discípulo berlines:

 “Dedico esta tesis a dos juristas latinoamericanos, los doctores Julio  César Strassera de Argentina y Juan Guzmán Tapia de Chile, admirados y talentosos jurisconsultos que han demostrado a la opinión pública de la Patria Continente América Latina y el Caribe, que con vocación y coraje civil se puede hacer justicia por las violaciones de los derechos humanos. Nos han dado y nos dan, éstos seres humanos insuperables lecciones de grandeza y de rectitud de alma, de valor, de humanidad,  de respeto por la dignidad del ser humano y sus derechos”

Concluye el joven berlinés, “ recuerdo cada día las sabias reflexiones de mi  professor  guía Dr. Juan Guzmán Tapia, el supremo objetico del Estado democrático es la felicidad del ser humano.  No tiene  fines propios,  brindará a todos igual oportunidad, para que cada uno tenga la posibilidad de realizar  plenamente su vida. Facilitará los medios, los instrumentos para que el Pueblo, – cada persona mujer u hombre- cumpla los fines trascendentes de la vida.

La verdadera justicia, la Justicia Plena consiste en darle a cada uno lo que   merece, no a todos  lo mismo…”

Con mi admiración y cariño de siempre de su discípulo alemán Hugo Ernesto.

 

CONFERENCIA INTERNACIONAL:

“EL MAGISTRADO  JUAN GUZMAN TAPIA;  EL JUEZ DEL TERCER MILENIO

Convocatoria:

-AAJ/ Rama Valparaíso Aconcagua

-Fundación  Heinrich Böll, Berlín Alemania

-Coalition  for an International Criminal Court

ONGS/ N.York/USA

Cena de honor:  Hotel Gala / Salón Dalí, Viña del <Mar, 19  Noviembre de 1999.

Recordamos en una síntesis las palabras  de  los  ministros presidentes  de la Cortes de Valparaíso y Santiago:

“El Ministro Jaime Rodríguez Espoz, Presidente de la Corte de apelaciones de Valparaíso, precisó “ Este merecido premio como el Mejor Juez dela año 1999, entregado por la rama Valparaíso/Aconcagua de al Asociación americana de Juristas a su colega, lo siento como propio. Especialmente cuando diariamente solo se escuchan críticas en contra  de los jueces. Hoy, son sentimos muy felices que uno de los nuestros, el Magistrado Juan Guzmán Tapia, el mejor,  haya sido distinguido por una organización, como la Rama Valparaíso/Aconcagua de la Asociación Americana de Juristas”.

El presidente  de la Corte de Apelaciones de Santiago, Ministro Adaliz Oyarzún Miranda precisó: “Aprovecho la oportunidad para exteriorizar5 a la Rama /Valparaíso Aconcagua de la Asociación americana de Juristas mi complacencia por el merecido estímulo otorgado al colega ministro Juan Guzmán Tapia, persona que une  a sus virtudes  del Juez sabio y probo las condiciones de un excelente ser humano “…

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EL ELOCUENTE SILENCIO SOBRE EL JUEZ JUAN GUZMAN TAPIA Y EL TARTUFO INSULZA

Por Felipe Portales Cifuentes, sociólogo.

Hay silencios más elocuentes que mil palabras. Es lo que podemos decir respecto del casi total silencio que ha habido en nuestro país a la hora del fallecimiento de uno de los compatriotas más valientes y probos que Chile ha tenido en muchas décadas. En efecto, el magistrado Juan Guzmán Tapia, en el cumplimiento de su deber, se sobrepuso a todas las presiones, públicas y privadas, efectuadas por el gobierno de Lagos y el liderazgo de la Concertación de la época para evitar que llevara a juicio a quien encabezó el régimen cívico militar  más criminal de la historia del Chile republicano: Augusto Pinochet Ugarte. Y si finalmente aquello no se logró, fue porque esa presión logró el inicuo resultado esperado con la Corte Suprema de la época.

Al menos, se podría decir que los políticos y los medios de comunicación no fueron hipócritas. La labor del juez Guzmán Tapia fue del total desagrado de la derecha que siempre había apoyado a la dictadura. Pero, no nos olvidemos, que fue también fuertemente resistida por quienes hegemonizaban el liderazgo de la Concertación de la época; y particularmente del gobierno de Lagos. Previamente había sido el gobierno de Frei Ruiz-Tagle -con su canciller José Miguel Insulza- quiénes emprendieron denodados y “exitosos” esfuerzos por librar a Pinochet de su segura condena en Europa, luego de haber sido detenido en Londres a instancias del juez Baltazar Garzón Real.  Este último se constituyó también en otra destacada figura que resaltará en la historia de la judicatura mundial, porque el caso de Pinochet tuvo el mérito de estimular un gran progreso mundial en materia de extraterritorialidad de la ley penal, a la hora de procesar a criminales de lesa humanidad.

Pero también el gobierno de Frei  Ruiz Tagle alcanzó a ejercer presiones sobre el juez Guzmán Tapia, ya que era el juez investigador de la querella que había presentado Gladys Marín contra Pinochet en enero de 1998. Y recordemos que cuando en 1999 estaba detenido en Londres, el gobierno de Frei Ruiz-Tagle usaba como argumento para proteger a Pinochet que debía ser juzgado en Chile… por el juez Guzmán Tapia. Este recordó en 2005 que recibió ya “presiones” ese año “hacia una sola dirección. Yo debía olvidarme del texto de la ley. La ley es muy precisa cuando ordena que a las personas mayores de 70 años se les debe practicar exámenes mentales para conocer su estado. El consejo, por así decir, que me daban Jorge Rodríguez, a cargo del Instituto Médico Legal, o el ex ministro del Interior del Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Carlos Figueroa Serrano era que se podía ayudar a Pinochet en este punto. Esto es: evitar exámenes psicológicos. No había que hacerle un examen sobre sus facultades mentales, sino solo sobre su estado físico. Esto era contrario a lo que establece el Código de Procedimiento Penal chileno” (El País, España; 5-6-2005).

Posteriormente, bajo el gobierno de Lagos recibió también presiones privadas. Así, Guzmán Tapia señaló que, en diciembre de 2000, “tras dictar el primer auto de procesamiento de Pinochet me llamó Luis Horacio Rojas, jefe del gabinete del ministro de Justicia, José Antonio Gómez. Me dijo que anulara el auto de procesamiento. Fue, francamente, insolente” (Ibid.). Pero, sobre todo, recibió sistemáticas presiones públicas, particularmente del ministro del Interior de la época, José Miguel Insulza y de otros líderes connotados como el ex presidente, Patricio Aylwin Azócar, y el presidente del Senado, Andrés Zaldívar Larraín.

Ya en junio de 2000 este último había declarado con total desfachatez que “si desafueran a Pinochet, va a ser muy difícil avanzar en reformas constitucionales y Derechos Humanos” (La Segunda; 2-6-2000). Luego, Insulza, en agosto de 2000 expresó en una entrevista: “El juez Guzmán Tapia ya ha dicho una cosa que también habíamos dicho otros antes: que él no va a apremiar al señor Pinochet, que lo va a interrogar en su casa o donde quiera. Yo no pienso que lo va a mandar preso. El actuará con mucha prudencia” (Caras; 18-8-2000). En el mismo ejemplar de la revista, salió una entrevista al expresidente Aylwin Azócar, donde éste expresó: “Realmente creo que Pinochet no está en condiciones de enfrentar un debido proceso. Pero de que es culpable, a mí no me cabe duda de que lo es. Ahora, desde el punto de vista de la prudencia, dada la relación de fuerzas; dado el trauma existente en la sociedad chilena –en que hay un sector para el cual Pinochet es un dios y para otros es el diablo-, creo que la Providencia nos ayuda con permitir este cauce de que no se encuentre en condiciones de enfrentar el debido proceso (…) Creo que la paz entre los chilenos valdría incluso que se le absolviera” (Ibid.).

Menos de un mes después, Insulza agregaba en otra entrevista: “Yo creo que Pinochet no está en condiciones de ser sometido a juicio. Siempre he creído a los médicos británicos. Esto lo he dicho antes y después. El tema Pinochet, en gran medida, ya fue resuelto por la Corte Suprema, mucho más allá de lo que era la expectativa de quienes lo acusaban. En un momento determinado uno debería sacar la cuenta de los resultados que ya obtuvo y dejar que las cosas sigan su curso de otra manera (…) A mí me gustaría que si el juez Juan Guzmán Tapia y las Cortes deciden que por razones de enfermedad Pinochet no puede enfrentar un juicio, ojalá todo el mundo lo aceptara de buena gana, con buena voluntad. El gobierno lo haría así” (Qué Pasa; 2-9-2000).

Posteriormente, en abril de 2001, en otra entrevista periodística, Insulza insistió: “La corte (de Apelaciones) ya resolvió procesar al señor Pinochet como encubridor en el Caso Caravana de la Muerte y todo el mundo lo aceptó. No hubo más recursos al respecto y eso no lo mueve nadie. Ahora, hasta dónde va a llegar este proceso es un tema que no debería provocar grandes conmociones. El ya va por los 86 años; ha estado enfermo y sería natural que el juez diga: ‘Llego hasta aquí, no más’. Eso podría ocurrir en cualquier momento. No digo que ocurra ahora, porque estos son procesos que se demoran varios años. Pero para gusto de unos, o disgusto de otros, este es un asunto ya terminado. No olvidemos que un país muy respetable desde el punto de vista de su democracia y de su justicia, declaró que Pinochet no estaba en condiciones de enfrentar un proceso de extradición. Entonces no estamos solos en esto” (La Nación; 16-4-2001).

Sin embargo, la falsedad del argumento de que Pinochet no estaba en condiciones mentales de enfrentar un juicio la evidenció sistemáticamente ¡el propio Pinochet! con actuaciones oficiales y sociales y hasta con entrevistas a medios de comunicación en que se expresaba el mismo cazurro de siempre. Y, notablemente, el juez Guzmán Tapia, en la entrevista ya citada a El País, dejó también testimonio de ello: “Yo entendí desde el principio que Pinochet y sus abogados usaron la salud mental para salvarse en Londres. Luego pude comprobar que su salud mental era bastante normal. Al menos muy normal para los 84 años que tenía entonces. Hubo fingimiento. Yo siempre vi que hacía un esfuerzo por mostrar sus dificultades para moverse. Fíjese lo que pasó en su casa en La Dehesa (…) Llego y me atienden él y sus letrados. Pinochet hace un gran esfuerzo por ponerse de pie. Su abogado, Miguel Schweitzer, ex ministro de Relaciones Exteriores de la de marras, le dice: ‘No, señor presidente, no se mueva, por favor’. El otro abogado, el coronel retirado Gustavo Collao, le insiste: ‘Mi general, quédese sentado’. Exageraban. Terminada la declaración, tuve que transcribir el texto. Pasamos al comedor. Había una puerta entornada. Y entonces veo a Pinochet en el cuarto del lado caminar bastante rápido y con agilidad. Era una persona distinta a la que había pretendido, hacía pocos minutos, tener terribles dificultades” (Ibid.).

Además, el juez Guzmán Tapia añadió en términos más generales: “Mi impresión al verle por primera vez fue que estaba muy bien. Reaccionó con rapidez a las preguntas. Contestó sabiendo bien lo que hacía. Evadió todo lo que pudiera tener que ver con su eventual responsabilidad en los crímenes de la caravana de la muerte. Estuvo muy amable. En el segundo interrogatorio, en relación con la Operación Cóndor (acuerdo de cooperación para eliminar opositores entre Pinochet y varios dictadores latinoamericanos) se mostró menos simpático, pero exhibió una gran comprensión de las preguntas y sus respuestas fueron muy precisas a la hora de escabullirse de todo aquello que pudiera implicarle. Al preguntarle sobre su participación en los secuestros, las muertes y las torturas, me explicó que él sólo se ocupaba de los asuntos importantes de Gobierno” (Ibid.).

Y estimó que Pinochet era demasiado orgulloso para hacerle caso a sus abogados: “Creo que sus abogados le dieron, a su vez, muchos consejos, pero Pinochet es un hombre muy orgulloso, por lo cual se resistía a fingir su presunta demencia. Yo creo que él les falló a sus abogados. A mí me daba la impresión de que prevaleció su personalidad” (Ibid.).

Dado este contexto histórico, tan apabullantemente vergonzoso, se entiende perfectamente el ominoso silencio de la generalidad de los medios de comunicación y de los dirigentes políticos –particularmente de la ex Concertación- respecto del fallecimiento de tan noble y valiente personalidad como lo fue el juez Juan Guzmán Tapia.

Lo subrayado e interpolado es nuestro

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