La deshumanización y carencia de la justicia en Colombia
Por Mariano Sierra: Jurista/escritor/Analista
internacional/Addhee.Ong
Personas y organizaciones se ubican dentro de unas
conductas muy particulares, Por ello es de singular importancia conocer el
carácter y los perfiles de personas como los profesionales del derecho sin
excepción a quienes acudimos para que a través de su gestión logremos
solucionar algunos de los problemas o minimizar los efectos de los riesgos
legales.
El ejercicio jurídico suele empañarse mostrando la
etiqueta de los abogados haciendo referencia a lo bueno o a lo malo de sus
comportamientos profesionales. Pero esos comportamientos no pueden calificarse
sin antes conocer la argumentación de la naturaleza profesional. No por el
comportar abyecto de unos se puede calificar la conducta de los demás. No se
pretende hacer juicios de valor, sino reflexionar sobre la importancia de la
conciencia jurídica que ja perdido su rumbo.
La conciencia jurídica va mucho más allá. Ella debe
ser ética y moral pues estos elementos se revisten de alto contenido humano.
Quien labora en tan magno ejercicio convergen en su gestión distintas
disciplinas, ya que el derecho tiene injerencia en la vida del ser humano. El
rol jurídico demanda una gama de trabajo interdisciplinario que compromete el que
hacer ético y la rectitud en los negocios, dejando en claro directrices dentro
del espíritu de la ley y toda ciencia de la naturaleza humana.
La disciplina jurídica se integra dentro de un
proceso y aplicación de principios nutridos por la espiritualidad y el
humanismo para hacer parte del derecho natural y positivo consolidados para
responder por la armonía como hilo conductor en la escala de valores y
principios. La disciplina jurídica hace sentido desde el saber y dentro de la
aplicación de los postulados legales con rectitud y el proceder ético y moral y
en especial con respeto, virtud que algunos de nuestros jueces no conocen, por
lo tanto, no lo practican o si lo hacen es para aquellos sus privilegiados. El
respeto está por encima de rangos, posiciones, ideologías, creencias u otra
convención social que también se encuentran en desfalco.
La conciencia jurídica se asume con transparencia y
humildad. La humildad es la predica y la
práctica del derecho por el ser humano, revistiéndose de verdad, porque por
encima de la ley está el hombre y el jurista es el mayor interprete de la
verdad y quien la practica también será el mayor interprete de la justicia para
aplicarla sin discriminación, con claridad, sin engaños ni triquiñuelas
legales.
La verdad y la justicia no debe cambiar por la
diversidad de personas. Perseverancia, prudencia y lealtad son otros postulados
que acompañan al profesional de la ley-
Perseverancia en la gestión, prudencia en los
negocio y lealtad con los clientes y es el jurista quien se abre en conciencia
prístina hacia los demás, obrando sin discriminación, siempre en busca de la
verdad y la rectitud. Por las justas pruebas la justicia debe buscar dar al
derecho su sentido y el jurista con aplicación de la ética lo imponen no por
capricho ni un interés personal. El objetivo del derecho es la persona.
Para el jurista sea cual sea su centro de actuación
lo es tanto conocer la ley dentro del mundo de los hechos sociales, haciéndolo
no por simple disciplina, sino por su formación humana, de lo contrario vana
será su realización. El abogado es la persona de estudio, de lectura, de
conocer al hombre, para poder discernir con prístina claridad lo correcto y lo
incorrecto, lo justo de lo injusto. De
la vida hemos extraído esta consigna...Es en los hechos de la conciencia donde
se hace visible el al ser humano. La vida es un proceso histórico justo....
Qué bueno
que todos meditemos esta frase de un gran pensador…Abogado sin ciencia y sin
conciencia, merece gran penitencia... Derecho, justicia están encarnados en
cada partícula del tejido social, tejido que clama orden, respeto, lealtad,
equidad, apoyo no persecución, ni acoso, ni enjuiciamientos a priori, solo
procesos ajustados a la ley no a la ley de terceros, ni a la ley negociada 0 ha
imposiciones caprichosas y además amañadas.
En Jesús y su devenir del evangelio encontramos el
efecto justicia ante los fariseos y los otros grupos de gobierno político y
religioso que asumían actos abominables, a los cuales Jesús califico de
sepulcros blanqueados, esto es, corrupción plena, que hoy está en boga sin
muchas diferencias. Esos sepulcros blanqueados hoy ejercen sus funciones cuales
jueces de mármol irrespetando la toga y el crucifijo que algunos exponen talvez
por adorno en sus despachos.
La toga no es un simple atuendo para inspirar, ni
una prenda de lucimiento para exponer el poder que dan las posturas del
derecho. La toga al decir de la obra El alma de la toga, ella tiene alma, tiene
sentimientos y será usada con derecho por quienes realmente estén llenos de
sentimientos humanos y sentido de justicia.
La toga no tiene sentido en aquellos aplicadores de justicia, que hacen
honor a los jueces de mármol, sin sentimientos humanos, con ceguera permanente,
incapaces de orientarse pues carecen de luz, en medio del desorden mental, para
ilustrarse en sus olimpos, sin trazabilidad jurídica de todo el acervo
probatorio y los presupuestos procesales. Y el crucifijo merece el máximo
respeto de quien inspiro en el mundo el amor y la justicia, respeto de
creyentes y no creyentes y su violación es la mayor blasfema del mundo al igual
que la no aplicación de la justicia.
Cuando una conciencia es adversa, divide, hace
imposible todo proceso y un justo fallo. Esta colisión crea crisis social y las
crisis son productoras de corrupción, corrupción que se fortalece con la
impunidad. La justicia y el gobierno no es una ficción. Cuando se predica y se
ejerce gobierno por parte de catervas, desdeña su razón de ser desconociendo
obligaciones con su pueblo que quieren compartir sus problemáticas.
Esta reflexión convoca para que todos enfrentemos
los vicios de la justicia. Cada uno dentro de nuestra orbita social debe
comprometerse a actuar con rectitud, asumiendo posturas justas, de servicio a
los demás, dignificándonos como seres humanos no como meros obedientes, pues en
tal caso hacemos apología a la tiranía y la justicia jamás será tirana, sino
generadora de liberación.
Otro análisis es la probidad del jurista para
ejercer su oficio con la virtud de la lealtad. Frente a estas apreciaciones el
jurista debe tener una línea de conducta, un pensamiento recto para cambiar
cuando se ha equivocado. Un celebre abogado claramente nos dice que... El abogado debe actuar como si fuera un juez
de la causa, el magistrado del proceso, para no hacer sino lo que le dicten sus
principios y su conciencia…El ejercicio
de la justicia plena, no tiene términos
medios, es plena o no lo es.
Da grima como juristas del país, incursionando con
supuesta legalidad, con el aval de los otros órganos de justicia, dejan en
entredicho la justicia favoreciendo con fallos adversos y muy dicientes a
aquellas elites, dejando que triunfe la impunidad, dejando el dolor en los
victimarios. La modernidad nos habla que todo proceso para un buen resultado
requiere trazabilidad como medio de control, amén de los principios de los derechos
humanos.
Ir contra quienes atropellan la justicia es,
recuperar la hermenéutica jurídica. El derecho natural no puede seguir
convirtiéndose en escudo de jueces- Hay que acabar con los tartufos y
sabihondos de la ley. La sociedad requiere de jueces libres, sin compromisos,
que no se vendan al mejor postor, cuales judas que traicionó a Jesús, tampoco
se quieren jueces estilo pilatos, que se lavan las manos hipócritamente....... Una condena injusta mata, pero el
espíritu da vida.
El mundo requiere jueces al tenor del famoso juez
Magnaud cuyos fallos dejaron historia. Hoy los jueces dependen de las letras de
los códigos, pues se les olvida que hay que ir más allá de la norma si quieren
fallos justos, revisando la realidad de la vida, estar en el sentir humanista y
no en la altanería, la soberbia y la carencia de humildad.
La conciencia jurídica viene decayendo desde hace
lustros dejando sus huellas nefastas. Tal tramoya converge para que ronde por
doquier la violencia, la corrupción, la inseguridad. Cuando actuamos por fuera
de los postulados legales, cuando hacemos del derecho la cuna de la impunidad
estamos corrompiendo la conciencia, estamos ejerciendo el derecho violando la
deontología y los mandatos del derecho. La conciencia impura degenera el
sistema judicial. El deber del jurista es devolverle a la sociedad la justicia,
la paz y la confianza y al hombre su dignidad.
Se ha vuelto un devenir la reforma a la justicia,
pero no nos damos cuenta que tenemos que reformarnos nosotros en nuestra actuación.
Debemos dejar de ser esos juristas de mármol, sin sentido humano,
desconocedores del alma humana que busca en sus juristas, en sus jueces la
justicia transparente y no la condena sin piedad. Despojémonos de creernos
magistrados de la corte celestial, siendo juristas de ciencia y de
conciencia.
La conciencia jurídica es la relación de toda
acción con la verdad que se encuentra en todo ser racional cuyo principio es la
máxima del amor. La sociedad es producto de las personas con sus fines puntuales
de convivencia, que se ordena siempre y cuando se gobierne con criterio de bien
común que no presupone la existencia de concepciones o conductas personales en
contra de terceros.
En todo sentido se nos deviene, cómo a veces la
irracionalidad está por encima de los actos. El hombre de hoy no se avergüenza
de sus cinismos, de sus transgresiones, de sus injusticias, de sus actos
necios, Casi no procura por ningún medio volver atrás para mostrar su sabia
prudencia, su galante reputación, su señorío de ser, su dignidad. La sociedad
actual vive la justicia de la oscuridad y el enceguecimiento, el desorden, el
ultraje y la violencia. La oscuridad ha llegado al estado invisible que esconde
pretextos en medio de clamores de gestión, sosteniendo mentiras con verdades
tribales sin sentido. Y a esa oscuridad no escapa el derecho dentro de la luz
de la esperanza social.
En la justicia se predica el acatamiento y la
obediencia, pero no siempre esta regulación funciona al decir de Erich Fromm
cuando nos dice—que desobedecer es un valor, hacerlo a los mandatos del poder
para sacudirnos y volvernos más humanos cuando se nos quiere esclavizar.
De las voces democráticas extraemos pensamientos
sobre la justicia, la gobernanza y la defensa de los derechos humanos integrales.
Todos para el bien común, se encuentran en el vacío, en razón a que el pueblo
está ausente de los objetivos. Superar los errores debe ser principio social
para trascender las realidades presentes y los desatinos del desarrollo.
Necesario e inevitable, es la participación activa de todos en la vida social,
esto es, en el régimen, bajo posiciones de liberación. El pueblo está en
función de ejercer sus derechos, produciendo efectos de gobierno contra las
desigualdades y la carencia de justicia. Esto es, que es obligación del pueblo
recuperar y defender los desfalcos de la gobernanza fallida con hechos y no con
expresiones de malestar.
. Gobernanza quiere decir transformación no
perduración y para ello hay que acabar las castas pecadoras que oscurecen el panorama
del país. A todo esto, se le adhiere la ausencia de imaginación de los
gobiernos para ofrecer solución a los conflictos. Justicia, jueces y
gobernantes en su dimensión funcional, deben ofrecer en su praxis acciones
abiertas a todas las dimensiones del actuar humano para cumplir como parte de
ese gran objetivo constitucional... El bien común
Dícese que hemos evolucionado, pero nuestros actos
muestran lo contrario. No hay exigencia humana, ni naturaleza que nos predique
llevar y practicar una concepción de justicia que reivindique y defienda las
desigualdades sociales como el de reconocer los derechos en los distintos
estrados de la sociedad. En el juicio,
la hermenéutica hace relación directa durante la valoración del proceso, pero
colapsa ante la desafectación por parte de los operadores de la justicia. Ese
pecado mortal hace que la justicia se torne imprecisa, no puede ser
interpretada para llevarla a la realidad.
Quienes incursionan en el mundo del derecho deben
exigirse para impartir justicia y en ese accionar hacerlo tanto para el
acusador que la pide como para el acusado que también la aspira recibir. La
justicia debe pernotar en el espíritu humano, en el humanista, en el corazón
del hombre como un todo de amar y servir, en el jurista que crea derecho para
que la causa de la justicia obre y no se condene al inocente o se absuelva al
culpable.
El jurista en su aplicación profesional deberá
atender a muchos elementos algunos plasmados en esta reflexión que se
complementa con la virtud de la sindéresis, de la cual tanto adolecemos para
investigar, expresarse, discernir, defender, imputar, tomar decisiones y emitir
juicios con discreción, sensatez y prudencia. Todo con verdadero sentido
humano.
Una recta conciencia jurídica, una confiable
justicia permite estar bajo las capacidades perceptivas de los hechos. La
sindéresis permite de otro lado comprender las verdades para vivir con
moderación y actuar con justicia, sacrificio y ecuanimidad. Si se quiere
rectitud en el devenir jurídico, se debe realzar procesos de razonamiento con
base a principios muy humanos y no bajo pretensiones torticeras. Si nos basamos
en la aplicación de la sindéresis se logrará impedir que pretensiones y
privilegios dañen a aquellas personas que han obrado con rectitud.
Para encontrar la pureza del jurista y su decoro es
preciso entrar en su recinto con espiritualidad pura dejando claro que el
derecho como dice un pensador es ... Un problema de personas, no de leyes......
Derecho es un problema de humanidad. Hemos deshumanizado la justicia mediante
una fundamentación sin conciencia, mediante la impunidad de las conciencias
irracionales.
Terminemos con el pensador que dice...No basta el
talento, formación o conocimiento cuando las relaciones de los animales
sociales se nos dan para forjarnos y convivir detrás de nuestras mascaras para
modificar nuestros actos negativos...... La politización coloca mascaras a la
justicia y a sus operarios generando impunidad, Sin justicia no hay desarrollo,
el monstruo político cambia el rumbo del orden social más aun cuando siempre se
está deslegitimando la justicia.
Mariano Sierra. Abogado
Lo subrayado es nuestro.
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