España y Chile: “No es lo mismo, pero es igual”
La España profunda monárquica franquista, “la Madre Patria y su hijo
putativo, el Chile virtual pinochetista: made in USA
Efectivamente, una serie de características dan
cuenta de la similitud entre ambos procesos: ambos emergieron de pactos multi
partidistas y multi clasistas en los que participaron liderazgos domesticados
incluso de izquierda que se plegaron a la corriente hegemónica que sin estar en
la oposición al régimen saliente, manejaron el proceso en dirección de sus
intereses prioritarios. La izquierda y las corrientes sindicales que llevaron
la parte más difícil de la lucha contra la dictadura fueron excluidas de
cualquier participación en la toma de decisiones, aceptando ser “furgón de
cola” del tren de la “nueva sociedad” que nacía.
Los dos países desarrollaron sus procesos atados a las
órdenes del gran capital transnacional que es el que verdaderamente decide.
España se ha mantenido amarrada a Alemania y Chile a Estados Unidos. Alemania,
fue un actor clave por la influencia que ejerció en los actores nacionales que
recibieron su apoyo, lo cual le permitió condicionar los resultados alcanzados
a partir del uso deliberado de la coerción a través de las instituciones u
organizaciones internacionales.
También se manifestó el deseo de fiscalizar el
proceso de transición española por parte de Alemania, al manifestarse su
interés por ocupar un papel central o privilegiado en el futuro, lo cual se
hizo sin necesidad de utilizar un medio como el control directo y permanente de
la situación interna, en tanto hubo confianza en los actores nacionales para
alcanzar los objetivos propuestos.
En este sentido, Juan Carlos Pereira Castañares,
catedrático de la Universidad Complutense de Madrid señaló que: “La actitud de
la República Federal de Alemania puede ser considerada quizá la más importante
[entre] las potencias europeas. El propio ex-canciller Helmut Schmidt ha
escrito que ´pensábamos que en España las circunstancias eran especialmente
propicias para un giro hacia la democracia, y apoyamos a todos los partidos
democráticos y sindicatos hasta donde pudimos`. En efecto, el Gobierno de Bonn
se mostró especialmente activo, buscando una salida democrática al franquismo
que conllevase la creación de un partido socialista de amplia base capaz de
contener a los comunistas y de constituir a medio plazo una auténtica
alternativa de gobierno”.
En el caso de Chile, después de las grandes
protestas y movilizaciones del año 1986, la gigantesca introducción subrepticia
de armamento al país por parte del Partido Comunista y el fallido atentado
contra el dictador en septiembre de ese año, Estados Unidos entendió que
Pinochet debía ser removido so riesgo de una salida revolucionaria a la
dictadura. Antes que finalizara el año, se estableció un “puente aéreo” entre
Washington y Santiago a través del cual congresistas, miembros del gobierno y
militares de Estados Unidos comenzaron a presionar por igual a la dictadura y a
la oposición de derecha para buscar un consenso que llevara a una salida
negociada. La derecha opositora y las élites de algunos partidos que habían sido
de izquierda y que fueron domesticadas en Europa, se plegaron a la negociación
verificada a partir de la realización del plebiscito de octubre de 1988 y las
elecciones de diciembre de 1989.
Algunas proyecciones recientes de estos pactos se
han expresado a través de la exclusión, persecución y represión de las
nacionalidades: en España a los catalanes y en Chile a los mapuche, cercenando
la posibilidad de autodeterminación de pueblos sujetos al control del Estado
central por vía de la fuerza y de una justicia entregada al Poder.
De la misma manera, ambos países insertos en
modelos de economía ultra neoliberal desactivaron sus sistemas de salud pública
generando una incapacidad manifiesta para manejar la pandemia, redundando en
centenares de miles de infectados y miles de muertos.
Ahora, los dos países han querido seguir unidos por
la sandez gubernamental, militar y policial, utilizando la mentira que
desprecia la inteligencia del pueblo. El 20 de octubre del año pasado, dos días
después que iniciara la gigantesca movilización social en Chile, el presidente Sebastián Piñera hizo
una declaración en la que señaló que el país estaba "en guerra contra un
enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está
dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está
dispuesto a quemar nuestros hospitales, el Metro, los supermercados, con el
único propósito de producir el mayor daño posible".
Tales palabras emitidas en un ambiente de
confrontación, rodeado de militares fueron el preludio de la brutal represión
que sobrevendría a partir de entonces. Como se señaló en su momento, nunca
antes un jefe de Estado desde Pinochet había caracterizado la situación interna
del país en tal dimensión.
Piñera, sustentó su llamado a las armas para
reprimir al enemigo interno en un informe elaborado por la Dirección de
Inteligencia Nacional del Ejército (DINE) que le había sido entregado por el
entonces ministro de Defensa Alberto Espina. La “inteligencia chilena” había
detectado que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) de
Venezuela, a las órdenes del G-2 (Servicio de Inteligencia cubano) habían
gestado una "ofensiva insurreccional para Chile". Para cumplir la
misión contaban “con un batallón de 600 agentes clandestinos, expertos en
guerrilla urbana, quienes ingresaron a Chile como refugiados, muchos de ellos
formados en escuelas subversivas cubanas como Punto Cero", señalaba con
estulticia el inefable presidente.
Todos sabemos lo que vino después: violaciones a
los derechos humanos incluyendo torturas, abusos sexuales, vejaciones, uso
indiscriminado de la fuerza, heridos por armas de fuego, muertos, y más de 460
personas con daño ocular y pérdida de visión de uno o dos ojos. Según la
fiscalía nacional un número irrelevante de personas han sido procesadas por la
violencia institucional y una cifra mucho más ínfima se encuentra en prisión
preventiva haciendo patente el objetivo de la guerra contra el pueblo impuesta
por Piñera.
Fue una institución del propio Estado chileno quien
se encargó de desmentir al presidente. La Agencia Nacional de Inteligencia
(ANI) señaló que las pruebas suministradas por la DINE buscaban en el exterior,
un culpable de la movilización popular, escudriñando en el intento de comprobar
una hipótesis que se basaba en que las protestas estaban manejadas por
organizaciones integrantes del Foro de Sao Paulo, aunque esto tampoco fue
comprobado según el reporte de la agencia estatal. Incluso el fiscal
metropolitano de la zona oriente de la capital del país, Manuel Guerra afirmó
que la acusación de Piñera sobre la intervención extranjera en el estallido
social chileno "fue solo humo".
Para no ser menos, en España se ha hecho pública
una acusación de una lógica tan irracional que raya en lo absurdo. Según la
justicia del Reino, Rusia hizo un ofrecimiento al ex presidente de la
Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont de 10.000 soldados para convertir
Cataluña en "un país como Suiza". Los argumentos expuestos no
resisten ni la más mínima consideración. En relación con esta acusación, se ha
desatado por parte de la Guardia Civil bajo dirección del Juzgado de
Instrucción número 1 de Barcelona la operación “Volhov”, nombre de una División
que agrupó voluntarios españoles que combatieron junto al ejército nazi en el
sitio a Leningrado, durante la invasión hitleriana a la Unión Soviética.
La dimensión de esta barbaridad supera cualquier
análisis racional. La entrada de 10 mil soldados rusos en España significaría
el inicio de la tercera guerra mundial, algo muy lejos del ánimo y la voluntad
de las autoridades rusas y del presidente Vladimir Putin en su relación con
Europa.
Pero el nivel político y cultural de las
autoridades españolas, la mentira continuada de sus medios de comunicación y la
reiterada suposición de que es posible mantener al pueblo en una ignorancia que
abra paso a manipulaciones de todo tipo, hacen que declaraciones como esta,
tengan espacio en la atribulada opinión pública española que ya no sabe en
quien creer.
De la misma manera que se hizo en Chile, en España,
el desarrollo de la operación Volhov ha significado la detención de 21
personas, muchas de ellas empresarios o profesionales y el registro de
viviendas, oficinas y almacenes, bajo la acusación de malversación de fondos
públicos, prevaricación y blanqueo de capitales. Todo esto
bajo la suposición de que Rusia está conectada con el proceso independentista
de Cataluña a fin de desestabilizar al Estado español según el documento
judicial que lo afirma y que se ha filtrado a la prensa.
En Chile gobiernan la Unión Democrática Independiente
(UDI) y Renovación Nacional, ambos partidos herederos de Pinochet y de su
ideología. La oposición de derecha y centro estructurada en los partidos
Demócrata Cristiano, Socialista, Por la Democracia y el recientemente creado
Frente Amplio sirven de comparsa a la democracia de facto. En España, los
partidos social demócratas denominados Socialista y Podemos son los que
ostentan el gobierno. En este caso, es la oposición franquista agrupada en los
partidos Popular, Ciudadanos y Vox la que sirve de comparsa, simulando
oposiciones coyunturales mientras soportan por igual al sistema neoliberal
monárquico. Tal vez, esa si sea una diferencia, aunque como dice Silvio
Rodríguez eso “no es lo mismo, pero es igual”.
Lo subrayado es nuestro
GAL: Grupos Antiterroristas de Liberación.
Según el informe Terrorims Review, de enero de 1984, entregado por miembros de la agencia en España y desclasificado recientemente, el gobierno español inició una “guerra sucia” contra ETA.
El socialista Felipe González fue
presidente del gobierno de España durante cuatro periodos, entre 1982 y 1993.
Su mandato fue crucial para que en el país ibérico se consolidara el
capitalismo, así como para ingresar a la Comunidad Económica Europea, CEE, y a
la Organización del Tratado Atlántico del Norte, OTAN. El antiguo Partido
Obrero Socialista Español, PSOE, al que González pertenece, ha alternado su
permanencia en el ejecutivo con el derechista Partido Popular, PP, pero no han
existido grandes diferencias ideológicas entre sus administraciones. Apenas comenzó
su mandato, el grupo de González, una tendencia de derecha al interior del
PSOE, decidió iniciar una ofensiva para terminar con la organización vasca de
carácter independentista, Euskadi Ta Askatasuna, ETA.
La forma emprendida por el gobierno
socialista para acabar con los atentados, fue la organización de una estructura
de carácter secreto a cargo del ministro del Interior José Barrionuevo y del
subsecretario de la cartera, Rafael Vera. Se recurrió a policías y mercenarios,
quienes organizaron los Grupos Antiterroristas de Liberación. GAL, grupo
terrorista que cometió una treintena de asesinatos selectivos a militantes de
ETA, colocando explosivos y torturando a personas comunes. Su existencia se
develó al secuestrar por error al ciudadano francés Segundo Marey, lo que
generó una investigación que terminó con Barrionuevo y Vera en la cárcel, pero
luego fueron amnistiados por José Aznar.
El informe desclasificado de la CIA,
podría terminar con la impunidad de González, pero es poco probable, ya que hay
un antiguo acuerdo entre el POE y el PP para no continuar indagando los sucesos
y la agrupación Unidas Podemos, hoy se encuentra en el gobierno en alianza con
el PSOE, por lo que ya declaró que no apoyará una reapertura del caso,
argumentando que “todo el mundo sabe lo que pasó”
No hay comentarios:
Publicar un comentario