Coronavirus, la tregua social y la generosa solidaridad del Movimiento Social 18 de octubre.
Juan
Pablo Cárdenas S., Escritor, Comunicador social, Analista Internacional /
Barómetro Latinoamericano/Addhee.Ong
La pandemia del coronavirus que ha golpeado severamente
al mundo obligó a la suspensión de la protesta en Chile, a ese estallido social
multitudinario que había alcanzado características de insurrección popular y
tenía a muy maltraer al régimen de Sebastián Piñera Echeñique, cuanto al
conjunto de la llamada clase politicastra. Las organizaciones sociales
movilizadas en todo el país decretaron responsablemente una tregua para
acometer la emergencia sanitaria y sumarse a los esfuerzos para frenar la
infección masiva.
La patriótica y solidaria actitud del pueblo le ha
permitido a Piñera y a su régimen encarar la epidemia y decretar el Estado de
Catástrofe, por lo que hoy se puede apreciar en todo nuestro territorio la
presencia de las FFAA en el control y ejecución de muchas acciones para mitigar
la pandemia y, desde luego, garantizar el orden público. Cuando ya era evidente
el fracaso al respecto de las policías.
A través de la mediática televisión y los medios mediáticos
más masivos de comunicación, Piñera ahora dicta clases de epidemiología y de
cuanto hay en materia de salud, además de permitirse criticar abiertamente a la
generalidad de los gobernantes del mundo, los que a su juicio han sido
incapaces de ser tan eficientes como él en el combate del virus. Su cotidiana y
majadera intervención es emulada por una serie de políticos que buscan
recuperar también su credibilidad a propósito de esta tragedia, con lo cual se
omite el enorme y responsable ejemplo de disciplina del Pueblo Chileno cuando
se lo ha llamado a cumplir con las cuarentenas y acciones de autocuidado.
De verdad, el gran mérito en la lucha contra el
coronavirus es de esa gran cantidad de médicos, enfermeras y voluntarios que en
todo el país cumplen intensa y discretamente con las tareas asistenciales.
Colaborando con la atención a los infectados y la distribución de medicamentos
y víveres para las poblaciones más pobres y vulnerables, especialmente si se
trata de los niños y de la vejez desvalida. Meritorio ha sido el aporte también
de profesores que han resuelto jornadas voluntarias para atender a los
estudiantes que requieren de sus diarias viandas o del cuidado necesario para
que sus padres puedan seguir trabajando en aquellas faenas que es indispensable
darles continuidad.
La política bajuna del régimen cesarista piñerista.
Contrasta con esto la mezquina actitud de los
grandes sectores patronales sofofos empeñados en amarrarle las manos a Piñera Echeñique
y sus ministros para que no impongan medidas que restrinjan el consumo de la
población o decreten las condonaciones de deudas y pagos con la Banca y las
empresas suministradoras de servicios básicos. Se ha denunciado que algunas
entidades financieras, después de que el Banco Central dispuso una rebaja de
las tasas de interés, han discurrido o encubierto operaciones para seguir
percibiendo sus usureras comisiones. Por algo es que en el último año las
utilidades de los bancos especuladores, usureros crecieron considerablemente,
pese a la franca desaceleración de nuestra economía.
No han faltado, tampoco, las farmacias y otros
agentes comerciales que se han valido del Coronavirus para especular con los
precios de los medicamentos y otros productos esenciales para combatir la
propagación del virus, incluso con aquellos que les son otorgados por el fisco
para su oportuna y barata distribución. En este sentido, hemos podido comprobar
la escandalosa reventa callejera de mascarillas, desinfectantes y analgésicos a
vista y paciencia de aquellos policías a los que nunca les ha temblado la mano
para perseguir el comercio ambulante, ejercido por quienes realmente requieren
encarar la cesantía, los sueldos o las pensiones más que miserables.
Lamentablemente, la crisis sanitaria llevó a
la postergación del Plebiscito y el itinerario constitucional forzado por
el Estallido Social de octubre pasado y aceptado a regañadientes por el
Gobierno y el Parlamento. Ello le ha permitido volver a respirar tanto a Piñera
Echeñique como a una clase políticastra que pasaban por los peores niveles de
credibilidad y liderazgo. El mismo Jefe de Estado que se precipitó al seis por
ciento de adhesión popular, ahora ha recuperado su particular engreimiento,
declarando estar muy seguro de continuar sin nuevos contratiempos su gestión
presidencial, luego de hallarse completamente arrinconado por el repudio
nacional y el desprestigio a nivel mundial.
Sin embargo, las propias organizaciones sociales,
gremios, federaciones estudiantiles y los chilenos en general predicen el retorno
de las movilizaciones apenas la emergencia sanitaria sea controlada. Se estima
que superada esta crisis volverá a cobrar plena vigencia la Agenda Social del
Movimiento Social 18 de Octubre, así como el deseo de derribar el sistema
previsional, ponerles fin a las administradoras privadas de salud y castigar la
corrupción transversal de la política, entre tantas otras aspiraciones
frustradas por los treinta años de postdictadura cívico militar. Por más que un
bochornoso ministro de Hacienda de la ex Concertación haya advertido que con el
Coronavirus habría que hacerse a la idea de seguir posponiendo las demandas de
justicia social, nueva Constitución y democracia. Augurando una segura
recesión, a pesar de que él sabe muy bien de las inmensas reservas que el Estado
chileno tiene a resguardo en la banca foránea. Multimillonarios fondos que
todos nuestros últimos regímenes post dictadura cívico militar han preferido
acrecentar antes que invertir en seguridad y paz social. Tanto como en
reconstrucción, después de las habituales calamidades de nuestra telúrica
geografía.
Muy posiblemente nuestra población civil y la del
mundo entero sumen a sus demandas el imperativo moral de redireccionar los
recursos del dispendioso y criminal gasto militar. Asumiendo que la maldita guerra,
el hambre y los pésimos sistemas de salud (como el de nuestro país) son los que
siegan a diario más vidas humanas. Porque al mismo tiempo que lamentar la
muerte de miles de seres humanos atacados en todos los continentes por el
coronavirus, los medios mediáticos mercuriales de comunicación debieran
consignar con tanta o más fuerza que centenares de miles de hombres, mujeres y
niños han seguido falleciendo en los incesantes conflictos bélicos, a la espera
de atención quirúrgica, por el hambre, otras enfermedades más letales que ésta
o la acción del crimen organizado y el narcotráfico. Acontecimientos que casi
no rozan las noticias del presente.
De todas maneras, creemos que el Chile que Despertó
va a mantener firmemente sus convicciones durante todos los meses de tregua
social que se nos avecinan. Fehacientemente, creemos que el pueblo no ha bajado
la guardia y que la exagerada postergación del Plebiscito y de una convención
constituyente negociada entre el Ejecutivo y los partidos políticos no le va a
dar tiempo los enemigos de la democracia para sacudirse de su fracaso.
Por el contrario, ya el país puede
comprobar los desaciertos de las autoridades incompetentes ante la crisis
sanitaria, cuanto comprobar la mezquindad de los recursos dispuestos para
mitigar la pandemia. Haciéndose evidente que lo que más busca salvaguardar la
Moneda es la continuidad del régimen político y económico que sobrevivimos. Más
que proteger vidas y servir a los derechos humanos. De otra manera no se
entendería que el Gobierno haya entrado en abierta y pública contradicción con
los esfuerzos de los alcaldes del país, ciertamente más cercanos y sensibles a
la real situación del pueblo.
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