El cinismo y la hipocresía, común denominador en la política bajuna...
Por Juan Pablo Cárdenas S./escritor, comunicador social/Barómetro
Latinoamericano/ADDHEE.ONG:
Si el Presidente Piñera Equeñique no fue más drástico en repudiar
las expresiones de su colega Jair Bolsonaro, respecto del rol de Pinochet en el
Golpe de Estado de 1973, probablemente se deba a que no está en desacuerdo con
el pensamiento de su colega brasileño, sino únicamente por la forma y
oportunidad en que se manifestó. No hay que olvidar que Piñera Echeñique
fue uno de los más entusiastas partidarios de la dictadura militar cívico militar
chilena y se supone uno de los más agradecidos por aquellos 17 años en que,
de la nada, cimentó una enorme fortuna económica.
El país no puede olvidar que fue, también, uno de los muchos políticos y
empresarios que fueron a solidarizar con el ex Dictador y visitarlo mientras
éste estuvo detenido en Londres. A punto de ser procesado por la justicia
internacional por sus graves acciones en contra de los Derechos Humanos y que
fuera repatriado a Chile mediante una escandalosa componenda de diversos y
variopintos actores nacionales y extranjeros.
Tampoco hay que extrañarse la tibia reacción de la derecha chilena
respecto de los improperios de Bolsonaro contra la ex presidenta Bachelet y su
asesinado padre, el leal y talentoso General Alberto Bachelet Martínez.
Más bien la solidaridad con la ex presidenta puede ser vista como un acto de
hipocresía de quienes hace 48 años alentaron y justificaron la asonada militar
repitiendo una y otra vez que el alzamiento castrense había venido a evitar una
eventual dictadura marxista leninista, como la temida posibilidad de que
nuestro país siguiera el rumbo de Cuba. Patricio Aylwin Azocar, Eduardo
Frei Moltalva y muchos otros dirigentes demócrata cristianos que en medio de la
masacre practicada por los militares agradecieron ante el mundo que los
traidores y asesinos del presidente Allende Gossens hubieran
consumado tan “patriótica” acción, coincidiendo ciertamente con las mismas
palabras de Bolsonaro.
El sentido común nos indica que más allá de los “excesos”, como dicen,
cometidos por la Dina o la CNI, la inmensa mayoría de la derecha chilena, del
empresariado sofofo y de los grandes medios mediáticos mercuriales de
(in) comunicación de soslayo siguen justificando el Golpe de 1973. Los que solo empezaron a decepcionarse de
Pinochet cuando se enteraron de su falta de probidad y enriquecimiento ilícito.
Y no a causa de sus delitos de lesa humanidad, la existencia hasta hoy de
detenidos desaparecidos, la tortura masiva y sus campos de concentración y
exterminio.
Sin embargo, tras los improperios de Bolsonaro han reaparecido los
Caifás en nuestra política y no son pocos los que rasgan sus vestiduras
escandalizados de lo que dijo, aunque en realidad sabemos que piensan
exactamente igual a él hasta hoy mismo. Mientras los más prudentes y
oportunistas solo se “lavan las manos” a propósito del revuelo causado.
Como estamos en septiembre, no faltan tampoco los ex allendistas, renovados,
renegados, incluso entre los que
fueron sus ministros y subsecretarios que, luego de haber abandonado totalmente
las ideas del extinto mandatario, aprovechan el momento para lucrar
políticamente de su consecuencia y heroísmo, cuando desde hace tiempo abrazaron
el legado de la dictadura cívico militar y se encuentran muy cómodamente
apoltronados dentro del sistema institucional/constitución/artilugio de
1980, que impuso a sangre y fuego, que los regímenes de
la Concertación y la Nueva Mayoría han venido a legitimar. Aunque a ratos se
lamentan de las abusivas atribuciones del Supremo Tribunal
Constitucional y de los altos niveles de inequidad social que todavía imperan
después de tres décadas de postdictadura cívico militar.
La hipocresía es un homenaje que le rinde el vicio a la virtud.
Cinismo, doblez, simulación y artimaña son otros sinónimos
de la hipocresía que marca el proceder de la política chilena cuanto, desde
siempre, las relaciones internacionales. Son los términos que explican que los
que respaldaron por 17 años a una dictadura cívico militar catalogada
como la más criminal de la historia americana hoy se alboroten por lo que
sucede en Venezuela, pero se mantengan impertérritos por lo que acontece
realmente en su vecina Colombia, donde los dirigentes sindicales son asesinados
cotidianamente. Que sigan descalificando a la Revolución Cubana que exhibe los
mayores índices de equidad, educación, salud y otros logros dentro del
Continente. Que callen, por razones comerciales, lo que acontece en China y
otros países convertidos en los principales destinos de nuestro cobre y otros
pocos productos de exportación.
Asimismo, cobardía, inconsistencia ideológica y oportunismo son los
calificativos para representar la hipocresía de no pocos izquierdistas y otrora
evolucionarios que en privado también confiesan que, de haber acertado en su
puntería los que atentaron contra la vida Pinochet no se habrían forzado en
hacerse pasar por pacifistas, después de haber fundado y propiciado las
acciones del MIR, el Mapu Lautaro, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y
otros referentes de disidencia con la vía democrática hacia el socialismo de la
Unidad Popular y la posterior lucha contra la opresión cívico militar. Dejando esa larga estela de combatientes
acribillados, exiliados y purgados hasta hoy para acabar integrando la clase
política que hoy se enseñorea en el Estado y los partidos políticos. Todos los
cuales mantienen sus denominaciones de antaño cuando en realidad son fieles
expresiones, con leves matices, del régimen todavía vigente. Y cómplices
pasivos de todos los despropósitos del presente.
Quizás si lo único sensato sea lamentarse de que un supra organismo como
las Naciones Unidas destaque en sus organizaciones a personas de largo
itinerario en la política interna de sus países de origen. Todos los cuales
permanecerán amarrados a la contingencia de sus naciones y, por lo mismo, se
demostrarán sometidos a los intereses mundiales y al lobby de quienes los
llevaron a ocupar estos altos cargos. Que no se prefiera a quienes pueden
actuar con más libertad y solvencia, sin cálculos electorales o tratando de
equilibrarse o equiparar realidades muy disímiles a objeto de resultar
ecuánimes y ponderados ante el mundo. Otras dos lamentables características de
una política que hoy extraña la ausencia de los auténticos valores y
reformadores de la historia universal.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Lo subrayado es nuestro.
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