LA
SOCIEDAD VACÍA TRAS EL
HUMANISMO PERDIDO.
Por Mariano Sierra S., Jurista Argentino.
Se pregunta la
persona como recuperar lo humano que ha ido perdiendo por la acción de
la educación , un bien de consumo por y para el lucro y los medios mediáticos capitalistas
de (in) comunicación globalizado, especialmente la telebasura. Una sociedad
se mueve bajo estamentos sociales muy diversos y en cada uno se destaca la
actividad diaria con sus deberes y obligaciones donde hace eco un gran
acontecimiento.... El vacío al que le salpica un pensamiento crítico en pos de
un compromiso: recuperar la pérdida del sentido de la convivencia común en
medio del caos que se vive. El ser humano requiere un entender, un unirse a los
demás con sus luchas, con sus retos, con la unidad del amor, amor entendido
como el respeto, la convivencia, el compartir en comunidad y de esta manera
desalojar el caos y la soledad que vive la sociedad en su interior.
Así como la
sociedad vive un estado riesgoso, así podemos decir que se puede rescatar. En
la medida que la democracia esta fracturada, la
libertad rota, surgen cual ave fénix formas humanas que estructuren
oportunidades igualitarias y convivencias sanas. Recuperar la sociedad perdida,
recuperar la dignidad pisoteada, recuperar la economía donde no se explote y el
capital se socialice entender que la política esta para gobernar no para corromper ni politizar, entender que la religión esta
para orientar no para generar confusión, entender que la naturaleza es vida y
no un ser viviente para destruir, entender que la familia es el principio celular de amor, no un
odioso estereotipo consumista.
Hoy la persona convive en la sociedad del vacío que lo
ha llevado a la destrucción por la misma
persona, por la ambición, el poder, la egolatría y la industrialización.
El caos destruye el sentido de la vida humana impidiéndole vivir en libertad responsable. La sociedad del vacío habita dentro de una
gran burbuja para no comprometerse pues se ve enfrentada a los mesías falsos, a los marcachifles de la
violencia, a los escribas del desprecio, del rechazo, de la exclusión, de la
indiferencia, sintiéndose débiles, faltándoles capacidad de lucha, de cambio. La sociedad del vacío vive
crucificada por la codicia, por vender su imagen o como se dice vive al frente
del espejo para perfeccionar su yo, su personalidad. Pero todo eso es el vacío
de la mediocridad que no la puede ocultar ninguna careta.
La dignidad humana
es esa categoría que abre caminos para
el cambio. El orden social es un vinculo humano que en la sociedad vacía
esta ´por superar- Ese vinculo ha perdido toda proporción dando paso al mundo
de la nada. Las mediciones de nuestras
vidas vienen experimentado nefastos cambios ante la tecnología acelerada y el
consumismo galopante.
Estos cambios
rompen principios y valores que perturban el orden familiar, social, político,
el trabajo, la estabilidad, crece el individualismo y las incertidumbres
haciendo vulnerable las conductas sociales donde los de menos recursos llevan
la peor parte, donde los más frágiles son dominados en sus propósitos vitales.
El capitalismo salvaje
globalizado es destructor, pero el problema no es el capital, sino el mercachifle
oligarca dueño de la Celestina Universal, de las empresas multinacionales y de
los bancos usureros que lo dispone
como poder para su beneficio. La
sociedad vacía está invadida por fuerzas dominantes e indiferentes dejando esos
agujeros negros para que perforen la pérdida de valores, la violencia y el
miedo, pero sobre todo para que penetre el poder de la economía canalla, el
poder de la guerra concentrando todo su dominio sin tener en cuenta al hombre
en su individualidad.
El evangelio de Cristo del cambio debe
estar al servicio de la libertad de conciencia de la persona, de la
educación liberadora, no de la educación un bien de consumo por y para el
lucro manipulada y protagónica, debe estar al servicio de las prácticas
cotidianas, de las relaciones que a diario entramos en contacto, del
pensamiento crítico, libre, de la rebeldía justa.
La sociedad vacía
esta esclavizada por el opio de las instituciones dominantes que alienan la
conciencia humana. Estamos en la sociedad del vacío porque hemos perdido el
sentido común, el sentido de comunidad, el sin sentido que se compenetra desde
la derecha, desde la izquierda, desde toda posición partidista que no brinda
ninguna garantía. El Prof. Dr. Albert Einstein nos dijo... que Triste época. . Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio´´ Perder el sentido común es
estar integrado en una sociedad vacía, de la nada, del sin sentido donde se da
más valor al hedonismo y al consumismo, donde el acompañamiento de la
indiferencia evoca a que otros piensen por nosotros.
En la sociedad
vacía los individuos no viven sobreviven aislados de cualquier relación
intensa. En esta sociedad se vive la dificultad de sentir la vida, pues estamos
programados en un Maldita guerra de todos contra todos. Puede decirse que quien
se rebela a ese apocalipsis puede
doblegar las ataduras impuestas. El que
se rebela ejerce el derecho a denunciar los atropellos dantescos que amenazan
la dignidad humana cuyo ejecutor es el globalismo como un devastador del
pensamiento, de las capacidades, extremando las desigualdades.
La sociedad vacía que navega en la nada tiene
el compromiso sine qua non de comprometerse con los hechos sociales, de
ahondar en ellos para liberarnos del divide y reinaras . Urge la necesidad de poseer el arte de la resistencia
y de replantear la noción de los movimientos sociales aun en situaciones de
relativa calma.
Tenemos que ser,
siendo, pero siendo como seres de cambio viendo el mundo como es, sin miedo
alguno, asociándonos en una sola fuerza.
Lo que esta sucediendo no es una realidad permanente. Es efímera y en
cada uno esta que sea así para romper
las marañas sociales que nos enfrentan unos con otros. Todo caos destruye el
sentido de la vida humana, impide vivir
en libertad responsable, impide humanizarnos. El estado en esta sociedad
carece de principios y voluntad política para llevar a cabos procesos sociales
y de desigualdad. Llamar a la conciencia social es un deber, si
queremos corregir los desenfrenos inmersos en el tejido social, los vicios y todo
desatino de los poderes.
En una sociedad vacía, correr el velo lleva a conocer los pecados capitales que
deforestan los principios humanos. Cada cambio generado en la
sociedad de la nada, es una
desintoxicación de la conciencia para que surja la sociedad humanista imperio de una doctrina
social, ética y moral. Es que lo que se vive no es ni siquiera un limbo,
es un dantesco infierno donde no tiene asiento ningún valor. Parece que estamos
conviviendo en el inframundo social sin persistir una salida.
A la vida no le podemos poner muros que aíslen la relación social, que separen
las personas en comportamientos
estancos, pues el ser humano se creo
para convivir armónicamente. En la sociedad vacía es frecuente ver a muchos
creer en discursos demagógicos, retóricos y en dogmas sin cuestionar,
sin buscar respuestas. Nace así la sociedad sin identidad, sin espíritu crítico
donde el instinto irracional lleva al
hombre con el apoyo de las fuerzas moldeadoras a irrigar
formas de vivir.
En una sociedad
vacía se hace difícil entender el sentido humano. Ante el poder económico se doblan todos los poderes. El poder económico
corrompe todo el tejido social de manera incontrolable, se descubren las
pasiones como afrenta a la dignidad.
Este acontecer es propio para provocar crisis, que sin embargo permite buscar
alternativas de transformación haciendo juicios y denuncias.
Reflexionar los juicios es un compromiso, es
una acción social que libera para crear procesos dentro de un combate de
pensamientos libres y de gestión espiritual contra hechos que a diario se
desplazan contra el común necesitado. El
mundo de la sociedad vacía no es invisible,
es real que implica la presencia
humana para que esa presencia sea la voz
de los sin voz que claman Justicia Plena, para los
marginados/descartados por la tiranía más perversa, despótica, y desalmada de
los dueños de la Celestina Universal.
Cambiar la sociedad
vacía es ver la vida con responsabilidad, con identidad social, con
dimensión cósmica. La sociedad vacía que se presenta, es un mensaje para unir
compromisos con la mediación espiritual y política, con la palabra que
representa la verdad. La sociedad vacía no es solo un componente material, es
la suma de personas con historia, con realidad donde no se puede claudicar ante
los injustos sociales- El compromiso ante la sociedad vacía es eliminar todas
las restas que quieren borrar las sumas de la vida suprema.
Por ello no podemos
ser simples espectadores de unos hechos sociales, políticos,
espirituales, culturales y económicos que coartan libertades, que coartan esperanzas que cuestionan la
prepotencia de una diversidad de poderes que hunden sus raíces en gobernanzas
sin sentir social. A la sociedad del vacío nos ha llevado la indiferencia, la
filosofía de la globalización, el cuestionamiento religioso y el a doctrinante
sistema capitalista salvaje globalizado.
En la sociedad del
vacío, de la nada, todo lo ilegal parece correcto o mejor no existen normas
para los actos por fuera de la ley o estas normas se controlan según a quienes
se quieren favorecer. En esta sociedad, decíamos que no hay moral o es
decadente y lo ético es un sinsentido, como decir también que la fe carece de
obras, por lo tanto, el nuevo testamento es simbólico, perdiendo su esencia.
Ese evangelio de la vida es un apocalipsis, es una esperanza liberadora.
En la sociedad del vacío, la persona vaga
en soledad perpetua sujeto a los amos del poder, no hay libertad, sino
servidumbre. No obstante, hay que entender que solo la sociedad es la única
llamada a controlar y resolver la problemática social generada por el imperio capitalista
salvaje globalizado que la enajena a la persona. Los actos humanos reflejan
lo que hay en el interior de la persona, lo que emana de los
sentimientos y de la conciencia.
Se busca la perfección de los demás, mas no
miramos nuestros yerros. Esto nos lleva a decir que nuestra sociedad está enferma, le falta humanismo, haciéndonos evasivos para pensar, para
reflexionar, para opinar. Somos expertos críticos en voz baja, sin adquirir
compromisos, esquivando responsabilidades. No es pesimismo, es fuerza que llama
para desencadenar la desesperanza con el coraje que proporciona la
desesperanza.
La sociedad vacía
contradice el sentir de lo que debe ser, una sociedad para el bien social. La
sociedad es acción, es transformación, es liberación, es esperanza generadora
de justicia y solidaridad, nunca de enfrentamientos, aunque si de
confrontaciones respetuosas con quienes no piensen distinto. En una sociedad
vacía hay miseria, hay injusticia, no
hay democracia así proliferen muchas leyes, procesos constitucionales,
disposiciones institucionales. Una sociedad implica orden y gobierno
comunitario, no un gazapo. Se requiere crear un humanismo lejos de las
estructuras caducas y las conductas cínicas que impiden dinamizar el mundo social.
La sociedad vacía
por donde la miremos es una confusión. Muchas cosas o todas vagan sin rumbo. Es
aquí donde ese caos social y político necesita disentir para que toda directriz
tome nuevos caminos donde manipulación, democracia, corrupción política social,
creencias y pensamientos sociales no se confundan. La sociedad vacía es
producto del abandono de todos, es el clímax de lo que acontece, donde la
corrupción es el imperio que realza el poder de la impunidad. para que todo
acto de violencia se disuelva en medio de la actuación compleja y viciada
fundiendo la imposibilidad de desarrollo que la vieja sociedad ha negado.
Ante la magnitud de las relaciones de poder, urge
una catarsis socio política que ponga freno a todo proceso que sobrevive con base a las
relaciones personales, con base a todo tipo de dadivas como modus operandi de
un capitalismo mas que salvaje, destructor pues no avizora ninguna esencia social, pues lo que toca ,el
sistema lo corroe llegando hasta lo mas profundo del alma humana.
El mundo se torna
ajeno para la mayoría y propio
para quienes sin escrúpulos quieren dominar. Al decir de la filosofía, el mundo somos nosotros,
pero lo vemos reducido para habitarlo e
inmenso para transformarlo. Cada día es más esencial el humanismo para
comprender sin egoísmos, con la dulzura que marca el camino de la convivencia.
Cada día llega a nosotros la persona rebelde que nos invita a ser nosotros para
desalojar del vacío los vicios, estereotipos que otros nos han impuesto.
Esos otros no pueden ganar la maldita guerra. Ese yo que se rebela a
todo lo inútil tiene la resistencia para rechazar la individualidad y toda ideología
perversa/fascista que pregone sumisión que quiera instaurar
desequilibrio.
De la persona rebelde es un principio
vitalista del ser que lucha con
espiritualidad firme contra lo que le impide pensar, contra la globalización salvaje
perversa integral, contra la religión dogmática,
contra los regímenes reaccionarios que adoctrinan con saña a través de
la educación un bien de consumo por y para el lucro y los medios mediáticos de
(in) comunicación globalizado especialmente la telebasura. Hoy el mundo es
cual el Cristo roto que clama potente para indicarnos una vez más el camino
esperanzador del amor social. El cristo
roto es el mensaje rebelde, mensaje de protesta en un mundo vacío carente de valor humano, de
espíritu, de movilidad, de voz de amor
comunitario sin ninguna exclusión.
El Cristo roto producto de la comercialización vacía, en una
compraventa globalizada desbordante de consumismo. El Cristo roto lo esta, como
nuestra sociedad, vacía, que requiere una restauración profunda del interior humano,
cuyo principal desafío lo constituye una nueva sociedad a escala humana con
un irrestricto respeto por la dignidad, los Derechos del ser humano y el
entorno ecológico.
MARIANO SIERRA S.
Jurista Argentino.
Lo subrayado es
nuestro.
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