jueves, 4 de octubre de 2018

Coca Cola, un espónsor poco saludable: “Todo va mejor con Coca-cola



          

 











Coca Cola, un espónsor poco saludable: “Todo va mejor con Coca-cola”.

Por Silvana Melo/ Periodista/ Comunicadora Social.



El esponsoreo de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 por parte de Coca Cola es una de las grandes contradicciones sistémicas: el estado publicita la vida saludable asociado con la imagen de la bebida azucarada por excelencia. Responsable, junto a sus pares de marcas laterales, de la pandemia de obesidad infantil que atraviesa el planeta. Además del reparto de latas y botellas con la estética legendaria, la marca Powerade será Hidratador Oficial de los juegos de octubre. Una bebida deportiva con un alto contenido en sodio (300 mg en una botella de 500cc), sumado a otro alto contenido en azúcar (30gr), que equilibra el sabor a sal predominante. Una sola botella implica el 60% de la ingesta máxima admitida por la Organización Mundial de la Salud. Las niñas y niños de 15 a 18 años que participarán en los JJOO –y aquellos millones que lo mirarán por TV y lo aprehenderán en el sistema educativo- son blanco de un doble discurso de un estado que organiza competencias que exaltan deporte y salud pero incita a consumir bebidas que producen obesidad, aceleran la diabetes y condicionan la vida futura, cuya fórmula es exigida por los tribunales de justicia de los Estados Unidos, por larga data.


La alimentación basura atraviesa todos los estratos sociales pero también determina un trazo divisorio de la desigualdad, entre el acceso a los alimentos de calidad y la chatarra de tercera marca, que profundiza el sabor adictivo en una profusión de grasas, sodio y azúcares, de ínfimo valor nutricional. La escasa actividad física corona un escenario de ingestas de energía que nunca se gastan. La industria alimenticia –que incluye las bebidas dulces- suele construir una vecindad amigable entre la actividad deportiva y el consumo de golosinas, snacks supe industrializados y refrescos acompañantes. Ídolos que entran a los estadios reforzados con gaseosas o bebidas deportivas y papas fritas amenazan con devorarse el mundo y vestirse de gloria. Ídolos que en sus vidas reales nunca consumen esos alimentos porque son definitivamente perjudiciales. Sin embargo participan activamente de una farsa publicitaria de la que son víctimas las niñas y los niños anónimos cuyo sueño es jugar como superhéroes y supe heroínas.

“Todo Va Mejor con Coca cola” 


La Fundación Interamericana del Corazón (FIC) analizó 21.085 publicidades televisivas en canales infantiles entre 2013 y 2014 y detectó que “la mayoría de los alimentos publicitados (85,3%) tienen un bajo valor nutritivo por su alto contenido en grasas totales, grasas saturadas, grasas tras, azúcares libres, sal y calorías”.
Para quitarse la cantidad de azúcar que se consume en una lata de Coca Cola no alcanza con un picado en un potrero. “La teoría ´no importa lo que comas, lo importante es que te muevas´, que repiten cada vez que pueden Coca Cola o Pepsi a modo de deslindarse de cualquier responsabilidad sobre la epidemia de obesidad y diabetes tipo 2, es mentira”, asegura Soledad Barruti, autora de Malcomidos.

Según la Organización Mundial de la Salud, 41 millones de niños, niñas y adolescentes padecen sobrepeso y obesidad. El problema se ha triplicado en los últimos treinta años. Y dejó de ser una característica de las clases altas, sino que aparece como un símbolo de la alimentación deficiente en los sectores más vulnerados- la clase media y las poblaciones callampas/ marginales, etc-, plagada de grasas, azúcares e hidratos de carbono y mezquina en nutrientes.

En Argentina, según la Encuesta Mundial de Salud Escolar de 2012, en cinco años aumentó el exceso de peso en los adolescentes de 13 a 15 años del 24,5% al 28,6%. El territorio de las desigualdades golpea duramente a los más frágiles: según la investigación de FIC Argentina y Unicef, los niños y las niñas de los sectores más populares tienen un 31% más de probabilidades de sobrepeso que los del nivel socioeconómico más alto.

Marketing e intereses




El esponsoreo de Coca Cola a los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018 desnuda el desinterés del Estado en la disputa necesaria frente a las causas de problemas de salud que se han vuelto endémicos: el consumo de azúcares libres, especialmente en la forma de bebidas azucaradas aumenta el riesgo de desarrollo de sobrepeso y obesidad, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, y presión arterial. En todo el mundo unas 184.000 muertes por año podrían ser atribuibles al consumo de bebidas azucaradas: 133.000 casos de diabetes mellitus, 45.000 de enfermedad cardiovascular y 6.450, de cánceres.

La relación entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento de la obesidad infantil está en algunas agendas. En otras, se escapa velozmente cuando prevalecen otros intereses: en la última apertura de sesiones ordinarias del Congreso, el presidente de la Nación citó la preocupación: la Argentina es “uno de los cuatro países que más azúcar consumen en el mundo”. Cuatro meses antes la posibilidad de aumentar la carga tributaria sobre las bebidas azucaradas se había desactivado por presión de la Coca Cola a las provincias productoras de limón.


La marca todopoderosa logró frenar el aumento impositivo y, en el caso de los JOJ, determinó que el convenio de marketing con el Comité Olímpico Internacional fuera secreto. Incluso la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el contrato de ciudad sede sin tener acceso al acuerdo marco de marketing. Durante los juegos de 2016 en Río, se filtró por alguna ranura de los cercos informativos que protegen estos acuerdos, que los patrocinadores no pagaban impuestos desde tres años antes. En Londres 2012, los colegios médicos reaccionaron fuertemente ante la paradoja de la campaña por una vida saludable patrocinada por Coca Cola y McDonald`s.

Desde 1928 Coca-Cola patrocina los Juegos Olímpicos. Y durante su desarrollo monopoliza la comercialización y la publicidad de las bebidas, además del sistema de hidratación. En Río 2016 la campaña llegó a 500 millones de personas. Un negocio formidable a costa de la salud de las niñas y los niños. “Nuestro objetivo es claro: utilizar el poder de los Juegos Olímpicos (...) para acelerar nuestros planes de crear un negocio aún más fuerte en los próximos años. Los Juegos Olímpicos son el mayor activo en el sistema Coca-Cola", han escrito los activos Ceos de la multinacional.

En octubre 4000 chicos y chicas de 15 a 18 años de 206 países jugarán en Buenos Aires. Según la Guía Educativa de los Juegos, el concepto surgió por “la preocupación por el aumento mundial de la obesidad infantil y la baja participación de los jóvenes en actividades deportivas”. Pero Coca Cola es el patrocinador. Es la paradoja del Estado cómplice, que no juega a lo que pregona, sino a lo que oculta.


PS: Lo subrayado es nuestro. 

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