Chile: Honor y Gloria al Compañero
Presidente Dr. Salvador Allende Gossens y a los leales y consecuentes
combatientes en La Moneda: ¡Presentes hoy y siempre!
11 de septiembre de 1973: El compañero Oscar Lagos Ríos / el “Johny”,
tomó su fusil.
Luis Sepúlveda/ Escritor/ 11
de septiembre 2011
El día más negro de la historia de Chile amaneció nublado, la cercana
primavera aterrada ante el horror que se avecinaba decidió negarnos el primer
calor. A las 6 de la mañana el Compañero Presidente Dr. Salvador Allende
Gossens, recibió las primeras informaciones del golpe de Estado en ciernes y
dio orden a la escolta, al GAP, para salir de la residencia de calle Tomás Moro
hacia el palacio de La Moneda. Un contingente del GAP -Grupo de Amigos
Personales- quedó a cargo de la seguridad de la residencia, y el resto se puso
en marcha armados de unos fusiles Kalashnikov.
Entre los GAP que salieron junto al Compañero Presidente iban tres muy
jóvenes: Juan Alejandro Vargas
Contreras, de 23 años, estudiante. Julio Hernán Moreno Pulgar, de 24 años,
estudiante y funcionario del palacio presidencial. Y Óscar Reinaldo Lagos Ríos,
de 21 años, estudiante y obrero en una agro industria. Los tres eran
militantes de la Federación Juvenil Socialista. Y a cuarenta años del golpe de
Estado que terminó con el más hermoso sueño colectivo quiero hablar de uno de
ellos, de Óscar, un joven chileno valiente y generoso.
Óscar era menor que yo, dos años nos separaban, para dada la
intensidad demostrada en todo lo que hacíamos por la Revolución Chilena, la
entrega total y el vigor con que enfrentábamos las mil tareas del Gobierno
Popular, esos apenas dos años de diferencia de edad me conferían veteranía.
Yo también tuve el honor –el mayor honor que he recibido en mi vida- de
integrar el GAP y, tras cuatro meses como escolta del Compañero Presidente, fui
llamado a responsabilidades mayores. Así, a los 22 años me vi convertido
en interventor estatal de una agro industria en el sur de Santiago. Ahí conocí
a un joven socialista llamado Óscar Lagos Ríos, que combinaba su trabajo de
mecánico de la agro industria con sus estudios en una escuela industrial y la
militancia socialista. Óscar amaba los tornos y las fresadoras. En sus planes
estaba ser un buen tornero, un obrero especializado. Desde el primer momento se
convirtió en mi mano derecha, y en varias ocasiones repelimos a tiros los
ataques del grupo fascista patria y libertad-“patria y libertinaje, para el
diario el Clarín de Chile” firme junto al Pueblo-, que pretendía asesinar a los
dirigentes sindicales e incendiar nuestro lugar de trabajo.
Óscar solía dar breves paseos con mi hijo Carlos Lenín, que apenas
empezaba a caminar, cada dos o tres día se llevaba un libro, una novela, un
volumen de poesía, algún ensayo socio político. Una tarde mientras cumplíamos
con nuestro turno de guardia en la industria lo vi leer y llorar sin ocultar
las lágrimas. Leía “La Sangre y la Esperanza” de un escritor chileno y
olvidado; Nicomedes Guzmán. De pronto cerró el libro, se secó las lágrimas y
exclamó: “compañero, ahora sí que tengo claro por qué hacemos esta revolución”.
Óscar siempre destacó como trabajador, por su humor expresado en las
canciones de Los Iracundos que cantaba mientras reparaba máquinas, por su
ejemplar solidaridad que le hacía ser el último a la hora de comprar los
alimentos que gestionábamos y que la oligarquía farisea y su testaferra
burguesía acaparaban para crear desabastecimiento, y también destacaba como
militante certero en el análisis, capaz de convencer con argumentos más certeros
todavía. Y como el GAP estaba integrado por los mejores militantes, un día
hablé de él recomendándolo, y recibí la orden de instruirlo. Así, Óscar
aprendió a usar un arma, a limpiarla, recibió nociones de defensa personal y
técnicas de seguridad. Cuando se incorporó al GAP, al mayor honor para los
militantes, lo festejamos en su casa, con su familia humilde y generosa.
Dejamos de vernos pues las múltiples tareas de la Revolución Chilena
nos mantenían a todos ocupados y al día siempre le faltaban horas, dormíamos
poco, pero no perdíamos de vista la importancia de lo que hacíamos. No teníamos
derecho a la fatiga ni al desánimo. Estábamos construyendo un país justo, digno,
fraterno, solidario, y a la chilena, respetando todas las libertades y
derechos. Y además teníamos un líder cuya estatura moral era el ejemplo que
seguíamos: El Compañero Presidente Dr. Salvador Allende Gossens.
Cierto día encontré a Óscar en El Cañaveral, una residencia campestre
en los faldeos de la cordillera de Los Andes donde el Compañero Presidente
solía descansar. Junto a otros dos GAP custodiaba el ala norte del lugar. Nos
abrazamos, y cuando le pregunté por su “chapa” por su nombre de combate –yo era
y sigo siendo “Iván” para los GAP sobrevivientes, respondió “Johny, esa es mi
chapa, soy el Johny, y no elegí yo el nombre; me lo puso el Doctor Allende un
día que me escuchó cantar”.
Aquel 11 de septiembre de 1973 poco antes de las siete de la mañana el
Compañero Presidente Dr. Salvador Allende y su escolta de trece miembros del
Gap entraron a La Moneda. Otros tres GAP ya estaban en sus puestos de combate y
esperaban las órdenes del Compañero Presidente. El golpe fascista estaba en
marcha, tropas y tanques empezaron el cerco a La Moneda, los defensores y los
golpistas cruzaron los primeros disparos, la fuerza aérea bombardeaba las
antenas de las radios hasta que no quedó más que una, la de radio Magallanes y
gracia a esa emisora escuchamos y escucharemos las últimas palabra del
Compañero Presidente: “El metal sereno de mi voz, no llegará a
ustedes. No importa, me seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes, por lo
menos, mi recuerdo será el de un hombre digno, que fue leal con la Patria: ¡Viva Chile, Viva el Pueblo, Vivan los
Trabajadores! ”.
Con La Moneda sitiada el Compañero Presidente Dr. Allende Fossens
dispuso que saliera todo el que quisiera hacerlo, él permanecería como un
baluarte de la constitución y la legalidad democrática. Entre la balacera y los
proyectiles explosivos disparados por la artillería, un puñado de detectives
socialistas decidieron permanecer, y los GAP dijeron rotundamente que la
guardia no se rendía ni abandonaba al Compañero Presidente. Entre el Dr.
Allende Gossens, los detectives leales, el médico del presidente, el periodista
Augusto Olivares y los dieciséis GAP no sumaban más de treinta personas y se
enfrentaron a miles de soldados fascistas golpistas. Y como lo ha referido
“Eladio” uno de los GAP sobrevivientes, el Compañero Presidente Allende Gossens
encabezó la resistencia a los golpistas.
Compañero Antonio Aguirre Vásquez: “La guardia personal del Compañero Presidente Dr. Salvador Allende
Gossens, no se rinde carajo. ¡Socialismo o muerte!.
Casi al mediodía la fuerza aérea bombardeó La Moneda, el edificio
empezó a arder y el GAP seguía resistiendo. Una imagen se quedó grabada para
siempre, la del GAP Antonio Aguirre Vásquez, un patagón heroico que disparó
desde el balcón principal con su ametralladora punto 30 hasta que las bombas
borraron todo el frontis de La Moneda. El símbolo de la democracia chilena, la
llamada casa de Toesca ardía, el Compañero Presidente Dr. Allende Gossens había
muerto físicamente, y Óscar Lagos Ríos, el Johny había recibido dos disparos
pero estaba vivo.
A las dos de la tarde, ya sin parque, agotadas las municiones, los
sobrevivientes de aquel puñado de detectives y del GAP salieron de los
escombros y fueron de inmediato subidos a un camión militar con rumbo
desconocido. Los detectives consiguieron salvar sus vidas, pasaron por las
atroces torturas, pero sobrevivieron. Trece de los dieciséis GAP
desaparecieron.
Pero en Chile la tierra habla y así, se descubrió una sepultura
clandestina en cuartel militar abandonado, el Fuerte Arteaga, y en esa tumba
había más de cuatrocientos trozos de huesos humanos, algunos no medían más que
centímetros, y esos minúsculos huesos contaron que los trece GAP habían sido torturados, mutilados,
asesinados por la soldadesca fascista en una orgía de sangre que duró varios
días, y en la que participaron todos los oficiales y soldados del regimiento
Tacna. Luego fueron enterrados en el mismo regimiento y, cuando
testigos de lo que había ocurrido aseguraron que podían indicar el lugar donde
ocultaron los restos de los heroicos combatientes de La Moneda, los sacaron de
ahí, los llevaron hasta el fuerte Artega, los arrojaron a un agujero de diez
metros de profundidad, enseguida los dinamitaron y cubrieron de tierra.
Es imposible silenciar la voz de los combatientes, y sus huesos, minúsculos,
dijeron sus nombres, dijeron. Yo soy lo que queda de Óscar Reinaldo Lagos Ríos,
21 años, nombre político Johny, GAP y asesinado el 13 de Septiembre de 1973.
Una mañana de 2010 una caravana de tres vehículos funerarios pasó
frente al Palacio de La Moneda. Iban escoltados por hombres y mujeres mayores
de sesenta años que lucían con orgullo una cinta roja con la sigla GAP en el
brazo izquierdo. Escoltábamos a Juan Alejandro Vargas Contreras, de 23 años, a
Julio Hernán Moreno Pulgar, de 24 años, y a Óscar, el Johny que cogió su fusil
cuando había que hacerlo.
Nuestros camaradas reposan en el mausoleo de los héroes, junto a la
tumba del Compañero Presidente Dr. Salvador Allende Gossens. El GAP no se rinde
carajo.
Honor y Gloria al Compañero
Presidente Dr. Salvador Allende Gossens y a los leales y consecuentes
combatientes en La Moneda: ¡Presentes hoy y siempre!
PS: Lo subrayado es nuestro. Traducción al Alemán, Francés e Inglés
por la Señora Gerda Böttcher, Directora de la Revista Latino América, un Pueblo
Continente/ Berlín/ DDR/ 11.9.2012
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