Preocupado
por la infausta realidad que sobrevive la Humanidad en general, y Chile en
particular, en el marco del capitalismo salvaje globalizado/globalización del
capital, la tiranía hegemónica más despótica y desalmada de la celestina
universal, el Ejecutivo presionado por la mayoría de los ciudadanos
conscientes, que exigen el fin de la maldita Constitución de 1980, impuesta por
la dictadura de marras, ha lanzado, a través de los medios mediáticos
mercuriales de (in)comunicación capitalistas globalizados, una serie de
artilugios a la ciudadanía, por ejemplo: primacía del bien común, que yo
agregaría, o “el bien privado de la oligarquía farisea empresarial sofofa”. Hay
que elegir, entre la arcadia mercurial de la alegría, o el fin de las odiosas
marginaciones. Hay que hacerlo, sin pérdida de tiempo, porque el plazo apremia…
La
historia, “esa que hacen los Pueblos”, nos señala las luchas de las personas,
del Ser Humano -mujer y hombre-, con la naturaleza, con los individuos y
consigo misma. Nos muestra, que de nosotros mismos depende, de cómo procedamos,
en estas horas de angustia, que nos hundamos, tal vez para siempre, o que
descubramos perspectivas esplendorosas que jamás conocieron nuestros
antepasados. Nos muestra incapacidad para hacer frente a los problemas
gravísimos que afligen a la Humanidad: La fabricación y tráfico de armas, el
narcotráfico, el hambre, la cesantía, las injusticias sociales, las
enfermedades, etc. Especialmente, nuestra perplejidad al vernos arrastrados a
espantosas guerras que la mayoría no las desea. La ciencia no está al servicio del Ser Humano,
sino de su destrucción.
Volveremos
a la discusión bizantina de Maritain, Mounier, entre otros clásicos de la
ideología cristiana, que fundan su polémica en la distinción entre el individuo
y la persona que se deriva de la teoría aristotélica-tomista de la
individuación por la materia: yo me pregunto, ¿y el Ser Humano qué? De acuerdo
a ello, el individuo es un ser egoísta, violento, instintivo, materialista,
pasional, etc. La individualidad proviene de la materia, hace del individuo un
ente cerrado sobre sí mismo, fácil de someter a los dueños de la celestina
universal. La persona, de naturaleza espiritual, trata de llegar a ser, Ser
Humano. Este último escalafón, corresponde a la persona “capaz de sentir la
injusticia ajena como propia”. Para la persona y el Ser Humano, el Bien Común
está al servicio de la mayoría, y por encima del Estado. Su verdadera dignidad
radica en ser persona, Ser Humano, solidario con el marginado, sin voz ni
justicia, su naturaleza espiritual está por encima del Estado. Como colofón
afirmamos que el bien común, para que sea tal, debe estar al servicio de la
persona, del Ser Humano y de su felicidad.
Ciertos
politólogos y sociólogos conscientes, fundan su posición en la distinción entre
el Bien Común y el Bien Privado empresarial, la hacen extensiva a todo el
ámbito de la realidad, incluyendo su principio primero. La lógica, la ciencia
les permite afirmar categóricamente que el Bien Privado empresarial, en una
sociedad verdaderamente libertaria y democrática, debe estar sometido al Bien
Común. En el modelo capitalista salvaje globalizado, es todo lo contrario. Como
toda persona –mujer u hombre- sólo puede aspirar a obtener bienes privados o comunes,
toda su acción, toda su actividad humana que no subordine a esta acción, es un
mal para ella, porque le priva de su mayor bien, poseer bienes materiales. Como
colofón, distinguen el Bien Propio del Bien Privado, porque tanto el Bien Común
como el Privado son propios de la persona. Si el Bien Común está a mi alcance y
me basta para lograrlo, es mi Bien Privado. Si sobrepasa mi capacidad y no
puedo lograrlo solo, buscaré la colaboración, la ayuda de otras personas, para
que entre todos logremos su realización: Es el Bien Común.
Finalmente,
tomando el mensaje de la Compañía de Jesús, que: “Vivir la fe cristiana –estar
vivo no es vivir-, en el marco del evangelio de Cristo, constituye una opción
política en el contexto de una praxis liberadora con un cuestionamiento en la
forma y en el fondo del orden capitalista salvaje globalizado, injusto,
inhumano e irracional imperante: un proyecto histórico que anuncia una nueva
sociedad en función de los pobres, de los oprimidos”. Un evangelio, la
ideología fundamental de la Compañía de Jesús, que no rompe con la verdadera
causa de la miseria, de la opresión, de la explotación, la dominación, la
sumisión, la enajenación y el descarte, nada le une, todo le separa de la fe
cristiana, porque traba una solidaridad eficaz y profunda con los que sufren
una situación de marginación, injusticia, despojo y descarte, que impide un
real encuentro con Jesucristo en la persona marginada y oprimida. Los
profesores jesuitas de la Universidad del Norte de Chile (desaparecida por la
dictadura de marras), precisaban que “Debido a la condición humana de la
persona, para Dios es bien supremo como bien común, y no bien privado. La
dignidad de ella radica en que, mientras los animales irracionales están
sometido al Bien Común supremo, las personas se someten a Dios
conscientemente”. Este sometimiento pasa por la subordinación de la persona a
bienes comunes inferiores que, en tanto comunes, son superiores a los privados
correspondiente: Bien Común, la familia, la educación, lo sindical, lo cultural,
lo gremial, etc., y el más alto de los bienes comunes naturales, la sociedad política.
Todos ellos están sometidos al Bien Común superior, causa final del universo
total, y ninguno puede independizarse o contradecirlo.
Otro
tema de discusión del R.P. Prof. José Donoso S.J. con sus discípulos, era la
distinción entre persona e individuos, porque le parecía ser ajena al
pensamiento de Santo Tomás/La Trinidad. Finalmente concluían afirmando que la
persona es social en cuánto a tal, y no, este último, porque carece de derechos
y deberes sociales, ya que la raíz de estos últimos es la persona. Ella se
solidariza con los marginados y a través de esta acción social, llega a ser Ser
Humano, es decir, “la persona capaz de sentir la injusticia ajena como propia…”
Los
defensores de la primacía del Bien común sobre el Bien Privado, puntualizan que
los bienes primarios son: la educación, la cultura, la atención médica, la
vivienda y el trabajo digno, etc., por lo que el Estado de Derecho no puede
desatenderse de ellos. Esto ha obligado a cambiar los hábitos de la sociedad
occidental, hasta el extremo que con mucha desfachatez se hable de que la
educación, la atención médica, la cultura, son bienes de consumo –por y para el
lucro- para el que tenga dinero y pueda comprarlos. Aquí reside la causa del
desquiciamiento del mundo capitalista salvaje globalizado.
Como
colofón el R.P. José Donoso S.J. afirmaba que la existencia humana individual
es como un río, pequeño al principio, de marcha impetuosa entre las rocas.
Gradualmente las aguas se aquietan y finalmente sin solución de continuidad
aparente, se funden en la mar y pierden sin dolor su individualidad. El
individuo que puede ver la vida de este modo en su ancianidad, sufrirá por el
miedo a la muerte, no tiene un proyecto de vida, y al final de su existencia
todo desaparecerá. La persona consciente que tiene un proyecto de vida puede
morir en paz, porque sabe que otras personas continuarán su lucha, lo que ha
sido posible hacer fue el hecho de que la vida ha triunfado sobre la muerte. La
muerte de un individuo sin presente ni futuro, es el triunfo del olvido.
Otro
gran académico de la desaparecida Universidad del Norte/Chile, el Prof. Carlos
Aldunate Lyon S.J., puntualizada en sus clases, “Sobre la primacía del bien
común sobre el bien privado”. Existe una virtud que admiro mucho para alcanzar
la supremacía del bien común, la pertinacia, no confundirla con porfía. Todas
las virtudes inventadas por la persona, se puede reunir en un solo concepto, la
obediencia. El asunto es a quién se obedece. La pertinacia también es
obediencia. Como ya lo dije antes, la
cuestión es a quién se obedece. Quién es pertinaz, obedece a otra ley, una ley
única y sagrada, la ley de la propia persona. Esta ley equivale a seguir con
consecuencia una línea ideológica, a defender con firmeza unas ideas propias,
un sentido propio de las cosas. No podemos hablar del bien común, sin dejar en
claro que éste, está por sobre el Estado. No se puede hablar de él, cuando un
modelo de sociedad injusto, irracional, inhumano, mantiene a la mayoría de las
personas marginadas, sin derecho a la educación, a la atención médica, a la
cultura, a la vivienda y el trabajo digno, etc.
Basta
ya de engaños, el Pueblo no es una máquina calculadora ni un mecanismo de
ninguna clase, está compuesto por Seres Humanos, para ser tal, hay un punto de
vista natural, una medida natural que es la de la persona pertinaz. Para ella
no hay destino con el capitalismo, sólo hay destino con una nueva sociedad a
escala humana donde se respete la dignidad, los Derechos del Ser Humano y el
entorno ecológico, y prime el bien común sobre el bien privado. En esta
realidad, el Pueblo soberanamente, en una Asamblea Constituyente, conducida por
la Clase Trabajadora y la Juventud, pueden darse una nueva Constitución.
Que
la esperanza de la directiva de nuestra organización no gubernamental, no sólo
sirva de consuelo, sino que sea descubierta a su propia manera, por cada
persona consciente que exige hoy, una Nueva Constitución soberanamente
sancionada por el Pueblo, es el sentido de nuestros escritos. Y lógicamente de
nuestra lucha.
“Luz,
más luz”.
Prof
Moreno Peralta/IWA
Secretario
Ejecutivo ADDHEE.ONG
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