La Gran traición al Pueblo Saharaui.
Sáhara Occidental: una solución política que no llega.
Víctor Arrogante
López. Escritor/analista internacional. Semanario Sur Andino/ Addhee.Ong
“Abandonado por España, ocupado por
Marruecos y añorado por los saharauis”, el Sáhara Occidental es el último
territorio en África pendiente de descolonización.
Fue un 14 de noviembre de 1975, seis días antes de la
muerte del dictador, cuando en Madrid se firmaron los Acuerdos Tripartitos, por
los que el Reino de la España profunda, monárquica franquista entregaba
unilateralmente la administración del Sáhara Occidental a una administración
tripartita formada por España, Marruecos y Mauritania. Se consumaba la traición
al pueblo saharaui y se abría una de las páginas más negra de la política
exterior española.
En el Sáhara Occidental, se produce una explotación económica, de la que España es partícipe a través de sus multinacionales, una explotación de la que el Pueblo Saharaui no se beneficia. Es un expolio constante y la política exterior española no solo puede servir a las grandes empresas multinacionales/depredadoras, sino que tiene que tener en cuenta la dignidad, los derechos humanos que se ven pisoteados.
Los papeles de la CIA detallan que el papel del emérito
hoy, no se limitó a mediar para resolver un conflicto que terminó con la
retirada del Sáhara del Ejército español: “Madrid y Rabat han acordado que los
manifestantes sólo entrarán unas pocas millas en el Sáhara español” y que
permanecerán un corto periodo de tiempo en la frontera, donde ya no hay tropas
españolas. El informe de la Agencia de Inteligencia también detalla los pactos
secretos para celebrar la Marcha Verde: “la delegación representativa de unos
50 marroquíes tendrán permitido entrar en la capital territorial de El Aaiún”.
Sáhara Occidental: una
solución política que no llega.
El Frente Polisario apostó desde el año 1991 por la paz y
la negociación como forma de resolver los conflictos, Marruecos continúa
presumiendo de la imposición, la violencia y la sinrazón frente al derecho
internacional, apostando por el conflicto directo como forma de resolver un
problema que tiene su origen en la incapacidad de España para concluir el
proceso de descolonización del Sahara Occidental, incapacidad que han
presentado todos los gobiernos que se han sucedido en la Moncloa desde el año
1975. Llama la atención que el actual Gobierno de coalición no haya retomado ya
este tema y con una propuesta que solucione el conflicto que no supo o no quiso
resolver en 1976. El Sahara Occidental sigue siendo la última colonia del
continente africano. Los gobernantes españoles han demostrado su incapacidad y
cobardía en el ámbito internacional, que no son capaces de cerrar el proceso de
descolonización de este pueblo. La colonización fue considerada, desde la
fundación de Naciones Unidas en 1948, una lacra histórica de la humanidad, que
sólo produjo sufrimiento y retroceso en el progreso de la convivencia humana.
La ruptura del alto al fuego ha agravado aún más la
situación, agudizándose la represión marroquí sobre los defensores de Derechos
Humanos y sobre quienes ejercen el periodismo en la zona y sobre el tema. Son
varios los informes que reportan el asedio en los domicilios de periodistas
pertenecientes a colectivos como Equipe Media o Fundación Nashata, denuncia el
Manifiesto. El retorno de la guerra el pasado noviembre supone un fracaso de la
comunidad internacional y del Estado español, que no han sido capaces de
garantizar el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
El Manifiesto referido denuncia las duras condiciones del
exilio y la ocupación que ha sufrido el pueblo saharaui durante cuarenta y cinco
años. Las zonas ocupadas por Marruecos son “una cárcel a cielo abierto” para la
población saharaui. Se han violado sistemáticamente sus derechos más
elementales: reunión, expresión, identidad, culturales, sociales, económicos, a
la integridad física, a la propia vida. Desapariciones, encarcelamientos
arbitrarios o juicios sin garantías procesales.
El Gobierno español debe tomar la iniciativa hacia una
resolución del conflicto en el marco del derecho internacional, en el marco de
una política responsable, con lazos que «también tienen que ver con la memoria
histórica y democrática».
Me sumo al Manifiesto de periodistas y gente de la cultura:
“Somos conscientes de los lazos históricos y de los lazos presentes. Somos
conscientes de la responsabilidad con la memoria y con el futuro. Y porque
somos conscientes, lo hemos de reflejar a la hora de informar y narrar lo que acontece”.
Si no se actúa hoy, el conflicto del Sáhara Occidental seguirá
siendo un bochorno, una hipoteca para la dignidad de España
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
“El feminismo y la violencia irracional del sistema
capitalista hacia las mujeres”.
Por Homar Garcés: escritor/analista
internacional/ Barómetro Latinoamericano/ Addhee.Ong
Todas y todos somos, en alguna mayor o menor
medida, víctimas del rol estereotipado creado desde hace siglos respecto a lo
que debe ser cada mujer y cada hombre en la sociedad. Esto, a su vez, sirve de
base para apuntalar un sistema de dominación que se expresa en el lenguaje, la
educación, la religión, la economía y la política, sin apartar otros ámbitos
donde prevalece una visión machista, patriarcal y misógina de lo que sería la
relación normal entre mujeres y hombres. Adentrándonos en pleno siglo, esta
visión pareciera amplificarse, a pesar de los muchos avances logrados por las
mujeres en general, alrededor del mundo, en materia de reconocimiento de
derechos individuales y colectivos; lo que suscita reacciones encontradas sobre
la serie de asesinatos de mujeres cometidos en varias naciones de nuestra
América, exigiéndose medidas que los minimicen y castiguen.
No se debe ver, en consecuencia, la violencia
masculina contra la mujer como un asunto restringido al ámbito privado donde
nadie más pueda involucrarse. Hay que catalogarla como parte de los diversos
complejos procesos sociohistóricos sobre los que descansa el actual modelo
civilizatorio. Mediante el patriarcado las mujeres sufren la apropiación y el
control de su capacidad reproductiva; gracias al modo de producción capitalista
su trabajo doméstico no es remunerado, facilitando la reproducción gratuita de
la fuerza de trabajo y, en el caso de trabajar en empresas, son explotadas
-igual que los hombres- pero con salarios de miseria, lo que contribuye a
sustentar la vigencia del capitalismo. Todo lo anterior ha servido para
reforzar la posición de inferioridad social y sexual que se les adjudica a las
mujeres. No es, por tanto, algo esporádico, aislado o circunstancial que sólo
requiere de la aplicación de ciertas leyes y, así, sancionarse oportuna y
adecuadamente a los victimarios.
Recordando a Rosa de Luxemburgo, la lucha femenina implica luchar «por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres».
En el caso específico de nuestra América, la lucha
feminista la sostiene una gran gama de movimientos
de mujeres campesinas, afrodescendientes, indígenas, lesbianas, trans y
trabajadoras sexuales, entre otras, ya no únicamente centradas en lograr
mayores derechos civiles y una igualdad formal ante la sociedad y el Estado
sino que abarca también lo que se ha dado a conocer como perspectiva decolonial
y de comunidad que entiende el cuerpo de las mujeres como un territorio en
disputa, con criterios de autodeterminación. Simultáneamente, han tenido que
lidiar con las maniobras por parte de gobiernos y entidades sociales que buscan
cooptarlas y así lograr la despolitización y la desradicalización de sus
principales objetivos emancipatorios.
La larga cadena de violencias machistas (incluyendo el acoso callejero y la presión por la que muchas mujeres se ven obligadas a seguir un patrón estético, a fin de encajar en la sociedad o lograr un empleo) debe comprenderse y confrontarse como una cuestión estructural. Ello exige una perspectiva de género.
Los objetivos de lucha de un feminismo realmente
revolucionario no podrán separarse de la lucha que encabezarían las mujeres
trabajadoras y pobres, sin dejar de mencionarse la lucha por su dignidad y
emancipación de las mujeres indígenas y afrodescendientes; para transformarse
cada una de ellas en sujetos de su propia historia.
mandingarebelde@gmail.com
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