Por Juan Pablo Cárdenas S. escritor, comunicador
social y analista internacional., Barómetro latinoamericano, sur andino,
Addhee.ong:
Cuando en nuestras sociedades suceden crímenes
terribles como los que se perpetran contra los niños y los ancianos, los
legisladores compiten en proponer leyes cada vez más drásticas contra los
culpables. Hablan de “aplicarles todo el peso de la ley” y hasta llegan a
alentar que los propios afectados ejerzan acciones de venganza, como la
desnudar y torturar en público a los delincuentes comunes, práctica que se está
haciendo muy frecuente en Chile ante la ineptitud policial y judicial.
Ni qué decir de las concesiones de obras públicas
otorgadas a empresas nacionales y extranjeras que terminaron cobrando mucho más
que lo que indicaron en la licitación respectiva, cuando no terminan en un
verdadero fiasco como el famoso puente sobre el Cau Cau que por años no ha
podido ejecutarse y terminarse como fuera prometido. Otros verdaderos elefantes
blancos se reparten en toda nuestra geografía sin que sus obras se concluyeran
o se suspendieran al momento en que sus ejecutores completaran el robo de los
materiales de construcción e imposiciones de sus operarios para gozar,
enseguida, de perpetua impunidad.
En Argentina se reconoce que los ilícitos cometidos
por políticos para administrar las pocas vacunas conseguidas por este país para
inmunizar a toda su población no contemplan sanciones efectivas en el Código
Penal. Lo que ocurre también con los audaces que se “saltaron la fila” para
vacunarse antes de lo debido, a pesar de que diariamente mueren por cientos los
que pudieron salvarse de haberles aplicado oportunamente esta inmunización. Una
situación que se repite en Ecuador y otras naciones ante la indignación
popular.
Sabemos, asimismo, que los abusos y delitos de
peronismo y de otras expresiones del llamado izquierdismo o progresismo
latinoamericano siguen sin aclararse y tampoco condenar, aunque sea a unos
pocos responsables. Por el contrario, los que hasta ayer eran imputados e
incluso llegaron a ser privados de libertad por un tiempo hoy están todos
libres y promueven, incluso, asociaciones continentales para protegerse
mutuamente y proseguir sus andanzas. Practicando, por supuesto, las mismas
malas costumbres de los gobiernos de derecha y consolidado alianzas con los
poderes fácticos que desde la oposición tanto criticaban. Ejemplo claro de esto
es la forma en que los gobiernos post Pinochet sacralizaron la apropiación del
litio de manos de un yerno del Dictador que después se ha prodigado en
donaciones a políticos y partidos.
A escala global se conoce la corrupción y los
ingentes recursos acumulados por el ex rey Juan Carlos que, por cierto, no
devuelve y le sirven para mantener una institución tan ridícula y extemporánea
como las monarquías. Son contados los gobiernos europeos que escapan hasta aquí
de la lacra de la corrupción o se mantienen indemnes frente a sus grandes
pecados, como su responsabilidad en el “calentamiento del Planeta”, la
industria severamente contaminante y los crímenes que se acometen ahora
flagrantemente contra los emigrantes. Porque la Carta de DDHH de las Naciones
Unidas se proclama, pero no se practica, por los países que la convinieron.
“Mal de muchos, consuelo de tontos” podríamos decir
en Chile y otros países que recién se incorporan a los balances mundiales y
regionales que miden y comparan nuestros niveles de corrupción. No podríamos
reclamar tanta transparencia, cuando se sabe de los ilícitos cometidos por el
propio Piñera para enriquecerse y llegar dos veces a la primera magistratura.
Si además pensamos que los parlamentarios de forma transversal violan las leyes
electorales y dilapidan recursos de propaganda, a sabiendas que jamás serán
sancionados, por obra y gracia de los jueces venales y las normas de prescripción
que alientan este tipo de delitos. Porque la ley al respecto es especialmente
complaciente con los políticos y grandes empresarios.
Así todo existen muchos incautos electores que
confían siempre en que cambien las cosas a partir de los próximos comicios y,
de la mano de la desinformación programada y la ignorancia, hasta reelijan a
los más corruptos. Por algo, algunos repiten: “no importa que me ataquen, lo
grave sería realmente que me ignoraran”.
Allí continúa en pie el Penal de Punta Peumo en
Santiago y los jueces y fiscales “garantistas” la verdad es que se esmeran en
otorgar libertades vigiladas, órdenes de arraigo, reclusiones domiciliarias y
otros privilegios en favor de los que observan más acomodados o influyentes.
Porque también se sabe que la carrera judicial en Estados Unidos, Chile y
muchas naciones fervorosamente democráticas depende de los gobiernos y
parlamentos de turno.
Delinquir bajo estas condiciones parece ser un buen
negocio y eso tal vez explique la desmedida cantidad de candidatos que en abril
próximo disputaran los cargos municipales, de la Convención Constituyente, los
ediles y concejos municipales. En lo que será una “fiesta de la democracia”
como habitualmente se acostumbra calificar a estos procesos electorales. Al
grado que ahora se piensa extender a dos jornadas el sufragio para que los
ciudadanos alcancen a desplegar en las urnas las numerosas y enormes papeletas
como marcar sus preferencias. Aunque es muy probable que la abstención
electoral vuelva a manifestarse contundentemente.
Es cosa de seguir comprobando los sueldos que
percibirán todos estos nuevos “servidores públicos”, si se los compara con el
salario medio de los trabajadores chilenos o, incluso, con los que obtienen
altos funcionarios políticos en países mucho más ricos que los nuestros. Por
algo esta fiebre de candidaturas.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Lo subrayado, lo interpolado es nuestro
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