SER O NO SER DE IZQUIERDA: Los pueblos
Latinoamericanos apoyan la Revolución Bolivariana en la República Venezolana
del Comandante Hugo Chávez Frías
Estar a favor del gobierno de Venezuela
no es solo una cuestión política, pero también de carácter. Es vergonzoso como
gente que pretende estar en el campo de la izquierda, instituciones con
tradición de izquierda, partidos que en principio pertenecen al campo popular,
quedan silenciosos o se valen de críticas al gobierno para justificar la falta
de solidaridad con el gobierno de Venezuela.
Uno de los argumentos de mala fe es el
de que habría que sortear la polarización entre gobierno y oposición, como
forma de contornar la radicalización, que sería no estar de ningún lado. Es
pretexto para no solidarizarse con un gobierno asediado por la derecha local y
por el régimen de los EEUU. Intelectuales suman críticas al gobierno para
pronunciarse por la solidaridad “con el pueblo de Venezuela”, como si el pueblo
del país no estuviera involucrado en la polarización.
Se puede no estar de acuerdo con aspectos
de las políticas del gobierno de Maduro, pero ninguna crítica justifica una
posición de equidistancia, porque nadie tiene dudas de que, caso se lograra la
caída del gobierno, sería sustituido por un régimen de derecha e incluso de
extrema derecha, con durísimas medidas para los derechos del Pueblo, los sectores populares y para los intereses de la Venezuela
Bolivariana.
Hay todavía el argumento de que la
izquierda latinoamericana no debiera estar solidaria con el gobierno de Maduro,
que le daría legitimidad en toda la región, comprometiendo la imagen de las
fuerzas progresistas latinoamericanas. Los que hablan de esa forma tiene un
imagen particular de la izquierda, que no es de la izquierda realmente
existente.
Una parte de esas posturas es reflejo
de una ideología liberal. Lo único que hay para esa visión son democracia y
dictadura. Y como el gobierno de Maduro no cabe en la concepción que tienen de
democracia, lo clasifica inmediatamente de dictadura y centran su fuego en
contra del gobierno, supuestamente aislado por una “sociedad civil” en rebelión
contra la “tiranía”.
Para esos, aunque se digan de izquierda
no existen ni capitalismo, ni imperialismo. No hay tampoco derecha, ni
neoliberalismo. Las clases sociales desaparecen, disueltas en la tal “sociedad
civil”, que pelea en contra del Estado. No toman en cuenta que se trata de un
proyecto histórico anticapitalista y antimperialista.
Parece que no se dan cuenta que no se
trata de defender un gobierno, sino un gobierno y un proyecto histórico. Que si
llegara a caer ese gobierno, cae todo el proyecto histórico iniciado por El
Comandante Hugo Chávez Frías y Venezuela se sumaría a la recomposición
neoliberal que hoy victimiza a Argentina y a Brasil.
Se puede ser de izquierda y ser
crítico, pero peleando dentro de la izquierda, de las fuerzas antineoliberales,
por el avance de esos procesos, nunca por su derrota. Porque la alternativa a
esos gobiernos está siempre en la derecha, como Argentina y Brasil lo
confirman, nunca en la extrema izquierda. Derrotar a gobiernos antineoliberales
es abrir el camino a la restauración neoliberal, que es la única bandera de la
derecha.
Lo que está en juego hoy no solo en
Venezuela Bolivariana, sino también en Bolivia, en Ecuador, en Uruguay, en
Argentina, en Brasil, es el destino de los más importantes gobiernos que
América Latina ha tenido en este siglo: si se afirman y avanzan, si recuperan
el camino donde la derecha ha retomado el control del régimen o si la contraofensiva
neoliberal vuelve a imponer la década nefasta en que imperó en nuestra región.
Esa es una razón más para que la
izquierda exprese su apoyo y solidaridad con la Venezuela Bolivariana. Hay
horas en que el silencio es criminal, sea de dirigentes, sea de militantes, sea
de intelectuales, sea de partidos, sea de instituciones, sea de gobiernos, sea
de quien sea.
Doctor Emir
Sader.
Sociólogo/ politólogo
Brasileño.
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