martes, 1 de diciembre de 2015

El presidente Salvador Allende Gossens y el poeta Pablo Neruda, fueron asesinados por la dictadura terrorista de marras. - Por Niko Schvarz


Todo lo relacionado con el golpe de Estado de Pinochet y la muerte del presidente Salvador Allende, un héroe de América Latina, me conmueve particularmente. Porque, como lo he contado muchas veces, yo estuve allí, frente al Palacio de La Moneda, precisamente ese trágico 11 de setiembre de 1973, vi el bombardeo de los Hawker Hunter y oí después en las calles aledañas el magnífico discurso póstumo del Dr. Allende Gossens, el de las grandes alamedas por donde pasará el hombre nuevo. A nivel nacional e internacional, la ADDHEE.ONG, querellante en ambas causas por asesinato, acusó al juez instructor Mario Carroza Espinoza y a la Corte Suprema de prevaricación con la burda sentencia de sobreseimiento definitivo en ambas causas. Especialmente en la causa por el asesinato del compañero Presidente Dr. Allende Gossens, jamás se debió aplicar el sobreseimiento definitivo, existiendo diligencias pendientes.

Reitero mi convicción de que Allende fue asesinado, de lo cual existen pruebas documentales y testimoniales que desmienten la versión del suicidio echada a rodar por la dictadura. Unos días después, el domingo 23 de setiembre. Apareció muerto el gran poeta Pablo Neruda en una clínica de Santiago de Chile. Se dijo que fue a consecuencia de un cáncer de próstata. Ahora, 42 años después, aparecen nuevas revelaciones de que Neruda fue asesinado por agentes de la dictadura pinochetista, como desde la primera hora afirmaron fuentes cercanas al poeta y al Partido Comunista de Chile.
Se trata de declaraciones de Manuel Araya, quien fuera chofer y ayudante del poeta,  y único testigo que compartió sus últimos días en la clínica Santa María de Santiago de Chile. Ese domingo 23 de setiembre era la víspera del día que Neruda debía embarcarse rumbo a México, tal cual había sido convenido con el embajador de ese país en Santiago, Gonzalo Martínez Corbalá, que mantuvo una definida actitud solidaria. Hacia las seis y media de la tarde de ese día, Araya salió corriendo de la clínica, subió el Fiat 125 blanco y  fue a comprar un medicamento requerido de urgencia para aliviar los dolores que sufría Neruda. ¿Qué había sucedido? Él lo narra en estos términos: “Ese día llegamos con Matilde (Urrutia, esposa del poeta) a la clínica, y veo a Neruda con la cara roja. Le pregunto qué le pasa y me dice: ‘Me pusieron una inyección en el estómago  y me estoy quemando por dentro’”. Cuenta luego que fue el baño, tomó una toalla, la mojó y se la puso en el estómago. Entonces llegó un médico y le dijo que fuera de urgencia a comprar un remedio llamado Urogotán. Salió y nunca pudo volver.
Al salir fue interceptado por dos autos, se bajan cuatro hombres con metralleta y lo golpean, lo insultan. Les dice cuál era su misión y le responden  “Vamos a matar a todos los comunistas”, lo llevan a una comisaría, lo interrogan y lo torturan, luego lo dejan en el Estadio Nacional, donde estaban recluidos numerosos presos políticos. Allí pasó la noche. Al día siguiente, lo reconoce el arzobispo  Raúl Silva Henríquez, y le dice que en la noche pasada, a las diez y media, falleció Neruda.
Araya exclamó: “¡Asesinos!”. El arzobispo pidió a los militares que lo dejaran salir, pero se negaron. Solo lo logró 42 días después, con ropas prestadas, una barba muy larga y 33 kilos de peso. Su vida fue un calvario. La dictadura eliminó sistemáticamente e hizo desaparecer a colaboradores próximos a Neruda, como ocurrió en 1977 con su secretario personal Homero Arce. Su propio hermano Patricio Ayala fue desaparecido en 1976, probablemente por haber sido confundido con él, que permaneció escondido mientras duró la dictadura.
Posteriormente, un periodista de la revista mexicana Proceso publicó su historia. El Partido Comunista y Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, presentaron una querella basada en su testimonio. Como se recuerda, en 2013 el cadáver de Neruda fue exhumado, aunque los forenses no encontraron rastros de veneno. Habían pasado  40 años.
El caso se reaviva ahora, además, por la publicación de la biografía titulada Neruda, el príncipe de los poetas, del historiador alicantino Mario Amorós. Sus principales revelaciones fueron resumidas por el diario El País  de Madrid en reciente edición. Se refieren al informe secreto  del Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior  enviado el 25 de marzo de 2015 al magistrado Mario Carroza Espinosa, encargado del proceso. El documento, basado en pruebas testimoniales y documentales,  señala que “resulta claramente posible y altamente probable la intervención de terceros” en la muerte del premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda.
Además, un equipo forense internacional investiga la presencia del estafilococo dorado en el cuerpo de Neruda. Se trata de un germen que alterado genéticamente  y aplicado en altas dosis puede ser letal. El equipo científico se ha fijado marzo de 2016 para dictaminar un caso sin precedentes: descifrar el ADN de ese germen, detectar su área y si fue alterado por un equipo militar. Se recuerda –esto es fundamental, y lo destacó el propio Carroza Espinosa- que la dictadura chilena utilizó armas químicas para eliminar a sus opositores. Recuerden el caso Berríos.

Lo que antecede se confirma plenamente en una nota de Winston Manrique Sabogal publicada en El País de Madrid el 10 del corriente mes de noviembre, y que consiste en un reportaje telefónico efectuado a Manuel Araya, quien se encuentra viviendo en Santiago de Chile y cuenta con 69 años de edad (tenía 27 en la ocasión referida).  Se señala que ahora, 42 años después, Manuel Araya considera que debe cumplir una última misión con Neruda: ayudar a probar su asesinato, porque está convencido de que el poeta no murió por las causas que se señalaron oficialmente en esa oportunidad. En la nota se destaca que él (Araya)  es el único testigo directo de los últimos días del Premio Nobel de Literatura que sobrevive de aquellos momentos inaugurales del túnel de la dictadura de Augusto Pinochet, iniciada el 11 de setiembre de 1973.

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