lunes, 1 de junio de 2015

La divina maestra Gabriela Mistral en Cuba.



 Seminario Internacional Cesal e.V./Berlín/DDR/Abril 1980.
Entrevista publicada en Bohemia el 1 de Febrero de 1953.
                     


Alta, austera, serena, llega de nuevo a Cuba la Profesora Gabriela Mistral, ansiosa de decir personalmente su “recado” al oído del Maestro José Martí Pérez, en su cumpleaños –en el centenario de aquél ella ha llamado “el hombre más puro de la raza”. Mucho nos ama Gabriela al Maestro Martí Pérez y a través de él y de su Pueblo, a nuestra isla, con un amor, acendrado cada día y renovado en cada ocasión en que el sol que iluminó la infancia del Maestro Martí Pérez, toca la rica humanidad de estas célebre, universal mujer chilena, de esta Patria Continente América Latina y El Caribe.
Eso sólo justifica su presencia en las Fiestas Martinianas, y el cariño y la devoción con que se acoge a la poetisa fuerte y tierna, y a la educadora de profunda huella, en esta tierra que es ya como la de su espíritu…
Lucila Godoy Alcayaga es su nombre verdadero, y nació en Vicuña, en el norte de chile, en Abril de 1889. Autodidacta, por irresistible vocación ingresó en el Magisterio a los 15 años, distinguiéndose pronto por su talento, vocación y consagración. El primer lauro por sus versos lo obtuvo en un certamen poético en 1914, en Santiago de Chile, y pronto su pseudónimo de Gabriela Mistral se hizo frecuente al pie de magníficos poemas en revistas y libros de lectura. Por su personalidad pedagógica y literaria, fue exaltada, fue nombrada directora de un liceo en Punta Arenas, 1918 y, trasladada a Santiago con igual categoría en 1921, cuando ya había alcanzado justa nombradía continental.
En 1922, el Instituto de las Españas, de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, editó su primera colección de poemas: Desolación, punto de partida de su recia y fecunda obra lírica, y ese mismo año se trasladó a México invitada por el Ministro de Educación, José Vasconcelos, para colaborar en la Reforma Educacional desarrollada entonces. Allí publicó el libro de lectura para mujeres, y regresó a Chile en 1925, después de viajar por Estados Unidos y algunos países de Europa, entre ellos España, en que publicó su poemario Ternura. En 1926 partió nuevamente al extranjero, para representar a su país en el Instituto de cooperación intelectual de la Liga de las Naciones, y entre 1930 y 1931, visitó nuevamente Estados unidos y recorrió las Antillas y la América Central, donde ofreció conferencias, seminarios y cursos en Universidades e instituciones culturales. Fue en esa ocasión que vino a Cuba por primera vez y dio a conocer ese bellísimo estudio sobre la lengua del Maestro José Martí Pérez.
 Desde 1932 ha desempeñado cargos consulares del Gobierno de Chile en ciudades de Europa y de América, y dictado conferencias y colaborado en principales diarios y revistas del Continente Americano. Ha publicado posteriormente otros libros de poemas, entre ellos Tala, el producto de cuya primera edición dedicó al auxilio de los niños republicano españoles.
La profesora Mistral ostenta el premio Nóbel de Literatura que le fue concedido en 1945. En Chile sólo se le entregó el Premio Nacional de Literatura el año 1951. Vino directamente desde Nápoles, donde residía desde hace años como Cónsul General de su país, a pasar unas vacaciones en Cuba.
La mirada profunda como de quién ha andado muchos caminos de meditación, y la voz listada de emoción, Gabriela no abandona el tema del Maestro Martí Pérez: “Me conmueve esta labor cubana constante de mantener vivo al Maestro Martí Pérez, de convivirlo. En otros países nuestros no ocurre eso, a nuestros héroes, a nuestros profesores, a nuestros maestros lo veneramos dejándolos quietos. La lealtad cubana ha elegido al Maestro José Martí Pérez como quién elige su ejercicio cotidiano de amor que le crezca el alma, que le acicate las potencias y que no le deje morir el culto de lo heroico, del cual más vivimos que morimos. La justicia para el Maestro Martí Pérez se la dan ustedes, grande, pero no histérica. El Continente Americano lo agradece”.
“ Yo le debo mucho al Maestro Martí Pérez –dice Gabriela con su sencillez encantadora-, es el escritor latinoamericano más ostensible en mi obra. Después viene en segundo término, ese toro bravo de la Argentina que es Domingo Faustino Sarmiento, a quién le falta la poesía, la fuerza lírica que sobraba al Maestro Martí Pérez. Con todo, era un lindo viejo mal genioso, que vivió peleando por la libertad y por la cultura, como el Maestro Martí Pérez, con otros elementos y otro temperamento, peleó por la Independencia. De Seres Humanos como ellos está necesitada esta América nuestra que nos duele”.
El tema del Maestro Martí Pérez es entrañable en la profesora Gabriela Mistral: “su rostro se ilumina, y su habla lenta y armoniosa se hace más lenta: Después de más de medio siglo el resplandor que echa de sí esa carne mártir sigue creciendo, su aureola vale por la hornaza misma de los soles cubanos, su gloria viva, no ateneísta es un brasero que arde en el bohío antillano, en la última escuela rural  y en la Institución Civil de mujeres y hombres. Yo me encuentro, cuando regreso a mi Antilla, esta gloria más planturosa que cuando la dejé, lo cual me hace feliz, por mi América, que tantas negruras feas de ingratitud lleva consigo”…
La ilustre profesora chilena, como si fijara sus ojos dulces, pero severos, sobre el Continente Americano, expresa en tono dolorido, tras de aspirar su cigarrillo: “Es agradecimiento todo en mi amor al Maestro Martí Pérez, no sólo al escritor, también al guía de Seres Humanos terriblemente puros, que la América nuestra produjo en él, como un descargo enorme de los guías sucios que hemos padecido, que padecemos y padeceremos todavía. Muy angustiada me pongo a veces cuando me empino desde la tierra extraña a mirar hacia nuestros pueblos… y les toco la injusticia social que hace en el continente tanto bulto como la Cordillera misma, las viscosidades de las componenda falsa, el odio que los tijeretea en todo su cuerpo, y la jugarreta trágica de barrio a barrios nacionales”.
Cuando se le pregunta a la poetisa de Desolación sobre la reacción de la Europa que acaba de abandonar ante los peligros de guerra, exclama adolorida: “Ese tema es como si me tocaran una llaga. Me duele mucho esa demencia suicida de llevar a la Humanidad a otra guerra que significaría la ruina para todos los pueblos por varios años. Azuzar a la destrucción es criminal: Es como calar las heridas aun abiertas… Qué sería de Europa, del mundo si vuelve a tirarse de bruces en el horror de otra guerra, como de la que algunos para abreviar, llaman con un siniestro acento “la otra”…”.
La profesora Gabriela Mistral considera que el Maestro Martí Pérez, aun no es conocido en toda su grandeza en el continente Americano. “Es preciso – dice, que se haga una edición de su obra para inundar los países de América, pero debería ser barata para hacerla accesible a la clase media, pobre y a los trabajadores. Debe ser una selección de la obra del Maestro Martí Pérez, con temas no absolutamente Antillano, sino de alcance más Americano y Universal, para que llegue su mensaje a la América del Sur. Allá vivimos muy distante de la cultura de las Antillas y de la América Central, cuyas literaturas no se conocen. Debía formarse un fondo común de estos países para difundir organizadamente los valores de su cultura”.
La profesora Gabriela Mistral con su habla queda, no cesa de bordear y encentrar el gran tema de su admirado Maestro José Martí Pérez, tan caro a ella como consciente de la reiteración gustosa, sonríe ampliamente y dice: “Voy a contarle un chiste: Hace años, di una conferencia en un pueblo cubano, naturalmente sobre el Maestro José Martí Pérez. Como yo, en el fondo soy una aldeana chilena, siempre me gusta ir a los pueblos y hablar con sus gentes y a sus gentes. Cuando salía de mi conferencia, oí que una mujer comentaba: Esa señora está enamorada de nuestro Maestro Martí Pérez, me detuve y le respondí: “Y dígalo usted. Lo único que lamento es no haberlo llegado a conocer personalmente, y también se hubiera enamorado de conocerlo”.

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