Ucrania: ¿una guerra en minifaldas?
Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor, Analista Internacional/ ADDHEE.ONG
De la
misma manera, uno de los más brillantes estrategas militares contemporáneos, el
general vietnamita Vo Nguyen Giap exteriorizaba que las victorias en los
combates estaban estrechamente vinculadas con “la producción, la comunicación,
el transporte, las actividades culturales, sanitarias y otras”. Así, el general
Giap consideraba que la victoria multilateral […] es el resultado de la lucha
heroica de todos los compatriotas en todas las ramas, servicios y regiones que
dedicaron sus prodigiosos esfuerzos, desafiaron bombas y balas y superaron
innumerables dificultades”.
Es
necesario comprender entonces, que el fenómeno de la guerra es muy complejo, sobre
todo porque el factor subjetivo interviene de manera decisiva para forjar
victorias cuando hay carencias o insuficiencias de los elementos materiales que
configuran su aspecto objetivo.
En la
modernidad, aunque los instrumentos tecnológicos juegan un papel cada vez más
relevante, la herramienta principal y concluyente sigue siendo la del
componente humano que participa en el conflicto. Por mucho que se haya
desarrollado la técnica, el objetivo de la guerra sigue siendo el de ocupar
territorios y eso solo es posible cuando los soldados de un ejército y los
oficiales que los comandan, toman posición efectiva del espacio geográfico.
Sólo el
que haya participado en una guerra conoce la barbaridad que ella entraña, en el
conflicto bélico se desata lo mejor y lo peor del ser humano, lo mejor porque
la decisión de entregar la vida por algo en lo que se cree, rebasa cualquier
análisis acerca de la subjetividad que pudiera motivar tal actuación. Por
cierto, esto no es válido para mercenarios y asesinos a sueldo que solo
combaten por el dinero y los emolumentos que pudieran obtener. Pero la guerra
desata también lo peor de la condición humana que es la necesidad de matar para
sobrevivir.
Es sabido
que lo que distancia a un político común de un estadista es básicamente su
capacidad para manejar exitosamente los elementos atingentes a la defensa y la
seguridad, en primer lugar, ser capaz de dirigir a las fuerzas armadas; así
mismo es básico poseer el genio y habilidad para conducir la política exterior
y las relaciones internacionales. Lo otro, lo puede hacer cualquiera, sobre
todo si está bien asesorado. Tuve la
posibilidad de conocer al comandante en jefe Fidel Castro Ruz, el mayor
genio militar del siglo XX en América Latina y sé de lo que hablo.
Toda esta
larga disquisición viene a cuenta de la dirección de la guerra en Ucrania y el
elemento decisivo que significa la conducción y el mando estratégico en el
conflicto que no sólo se desarrolla en el terreno bélico. De un lado, el
presidente de Rusia, Vladimir Putin que ha dado muestras claras de su capacidad
para manejar la guerra “como continuación de la política por otros medios”.
No se
puede decir lo mismo, de los que gestionan la guerra desde la otra trinchera.
Cuando el jefe de la “diplomacia” europea Joseph Borrell afirma que el fin del
conflicto se producirá en el terreno militar y posteriormente, en fecha más
reciente asegurara que “Rusia ya ha perdido la guerra y está a la
defensiva ante Kiev” a pesar que Rusia ya ha conquistado el 27,2% del
territorio ucraniano - en los que por cierto, en buena parte de ellos, la vida
transita hacia la normalidad bajo control de Rusia- nos damos cuenta que
estamos ante niveles de ignorancia y estupidez muy peligrosos. Sobre todo,
porque esta visión de los hechos conduce a decisiones profundamente erradas que
traen como consecuencia el sacrificio innecesario de miles de soldados en función
de intereses políticos ni siquiera vinculados a la retórica y la parafernalia
tradicional de Occidente.
Cuando se observa sobre el mapa de operaciones militares, la
reciente y muy cacareada “contraofensiva” ucraniana en el sur, cuesta pensar
que tal acción fuera planeada por militares profesionales: una penetración en
un sector de la defensa rusa dejando los flancos abiertos y avanzando en
profundidad hasta hacer imposible para la logística poder cumplir su misión de
garantizar los abastecimientos combativos necesarios para el éxito, presagiaban
el desastre… y así fue: 152 tanques, 151 vehículos de combate de infantería,
110 vehículos blindados de combate, 56 camionetas blindadas, 17 vehículos
especiales, 11 aviones caza de diferente designación y 3 helicópteros
destruidos, y lo que es peor, 3100 soldados aniquilados entre el 29 de agosto y
el 6 de septiembre es el saldo de esta locura, solo motivada en la necesidad de
mostrar resultados para justificar la llegada y el incremento de ayuda
occidental, aunque sea evidente que es una causa perdida. Vale decir que los medios de
prensa occidentales se apresuraron masivamente a titular este desastre como “Victoria épica de las Fuerzas Armadas de Ucrania”
engañando impunemente a sus lectores.
Mientras ello ocurre, el ejército ruso sigue centrando sus esfuerzos en
recuperar el control de todo el territorio de Donestsk, manteniendo las
regiones liberadas de las provincias de Kherson, Kharkov, Zaporozhye y
Nikolaev. Al mismo tiempo, el presidente Putin, el ministro de defensa general
Shoigú y el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia general
Guerasimov, se trasladaron al extremo oriente del país para inspeccionar in
situ la realización de las maniobras militares Vostok 2022 que se desarrollaron en siete polígonos y en los mares de
Japón y de Ojotsk y en las que participan unos 50.000 soldados, más de 5.000
unidades de armamento pesado, 140 aviones y 60 buques de Rusia además de Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia,
Birmania, China, India, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Nicaragua,
Siria y Tayikistán.
En el caso de la “ofensiva” ucraniana en el sur del país, los
líderes políticos (Zelensky, Biden,
Johnson, Scholz, Macron, Borrell, Stoltenberg y compañía), que no saben nada de
la guerra, le impusieron a las fuerzas armadas la obligatoriedad de una
operación militar que desde su inicio no tenía las menores posibilidades de
éxito y que costó la vida a 3100 jóvenes ucranianos que creían que se estaban
inmolando por la Patria, cuando en realidad lo hicieron por los intereses
comerciales de las grandes transnacionales energéticas y de armamento de
Estados Unidos que están haciendo pingües ganancias con esta maldita guerra
imperialista.
La verdad viene dada en opiniones de expertos, ninguno de
ellos amigo de Putin o de Rusia. Leamos lo que dicen algunos. Cuando la guerra
recién comenzaba, en una larga entrevista realizada a Jacques Baud, coronel del ejército suizo, experto en
inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU, ante la pregunta de ¿Cómo
evalúa la ofensiva rusa?, contestó: “Atacar a otro Estado va en contra de los principios del
derecho internacional. Pero también se debe considerar el trasfondo de tal
decisión. En primer lugar, hay que dejar claro que Putin ni está loco ni ha
perdido el contacto con la realidad. Es una persona metódica y sistemática, es
decir, muy rusa. Creo que era consciente de las consecuencias de su operación
en Ucrania. Evaluó, obviamente con razón, que, si realizaba una operación
"pequeña" para proteger a la población de Donbass o una operación
"masiva" a favor de la población de Donbass y de los intereses
nacionales de Rusia, las consecuencias serían las mismas. Entonces, fue a por
la solución máxima”.
Por su parte, el martes pasado en un artículo para The Wall
Street Journal el general de brigada de las Fuerzas Armadas de Estados
Unidos, Mark Kimmitt afirmó que: “Comenzar un acuerdo diplomático sería
desagradable y tal vez aparentemente derrotista, pero hay pocas posibilidades
de salir del atolladero actual, por lo que podría ser mejor comenzar las
negociaciones ahora que más tarde”. Kimmitt recordó que la OTAN ya no
puede hacer frente a la necesidad de mantener el ritmo de abastecimiento de
armas a Ucrania, porque las fuerzas de ese país las pierden con demasiada
frecuencia en el campo de batalla. El general estadounidense expuso que creía
que la reducción de los suministros occidentales a Kiev tendría un efecto “desastroso”
para el ejército ucraniano.
Finalmente, el general retirado y exsubsecretario del Consejo
de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Serhiy Krivonos mostró su consternación
por las pérdidas “monstruosas”, del ejército de Ucrania que según él se cuentan
por “decenas de miles, e incluso podría llegar a cientos de miles”. Al
cuestionarse sobre las causas de esta situación y la negativa de hablar del
asunto por las autoridades y los medios de comunicación occidentales, Krivonos
manifestó: "Los cuentos de que
ahora no es el momento de hablar de ello no es más que un intento de nublar la
memoria, borrar la historia. ¿Pero cómo se puede borrar la sangre de los
muertos, que ya van por cientos de miles? ¿Quién responderá por ello?".
Mientras ello ocurre, el Washington Post en un reporte del
martes 6 de septiembre se vio obligado a decir que los militares ucranianos que
participaron del intento de contraofensiva en la región Kherson en el sur del
país, “se quejan de grandes pérdidas, falta de municiones y retraso tecnológico
con respecto al ejército ruso”. El diario de la capital imperial citó a un
soldado que dijo que casi todos sus compañeros en un total de 120 “resultaron
heridos, muchos de gravedad”. Lo achacó a la necesidad de ahorrar munición,
pero también afirmó que cuando disparaban “era difícil acertar por problemas
con los sistemas de guiado de las armas antiguas”. El Post concluye afirmando que “muchos
combatientes de las Fuerzas Armadas de Ucrania dudan si el intento valió la
pena [ante] tales pérdidas".
Unos días antes que esto aconteciera en el campo de batalla,
Zelensky junto a su esposa posaron para la revista Vogue, cuyo último titular
fue: “Todas las tendencias en minifalda para este otoño e invierno 2022”.
Tratar la guerra como si fuera un hecho banal y de la farándula y suponer que
la muerte de tantos jóvenes quedará impune por la irresponsabilidad política de
los líderes europeos, formará parte de las próximas crónicas que habrán de
escribirse cuando concluya esta historia. Pero no creo que sean minifaldas las
que van a usar los soldados ucranianos que combaten cuando se aproxima el
temido invierno boreal.
Lo subrayado e interpolado es nuestro
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