martes, 27 de octubre de 2020

“Una carta que espera respuesta”

 


Al señor

Arzobispo de Santiago

Celestino Aós

Cardenal de Chile

Presente         “Una carta que espera respuesta”


Junto con saludarle me permito hacerle llegar públicamente estas líneas motivado por la realidad de nuestro país que, como católico, no es posible guardar silencio.

                Estimo que vivimos en una sociedad profundamente decadente, donde campea la injusticia, las  desigualdades, la pobreza, y en muchos casos la miseria y la  muerte.

                Donde la corrupción se viste de honestidad, donde el culto al dinero y al poder parece ser una religión. Los bancos son los templos de los mercaderes. Así se adora al dinero como lo único existente y se le da más importancia que a Dios mismo, el dinero es el dios del mercado y de los mercaderes. Jesús no  pasa de ser, para ellos, más que una persona del pasado sin importancia alguna porque él no  está en el mercado, pero el dinero y el poder si lo están.

                Es evidente que vivimos en una sociedad carente de valores, donde el ser humano es tratado como una  simple mercancía y se le usa para obtener más dinero y poder. Chile no es un país católico. Lamentablemente no lo es. Y si no es  católico, cabe preguntarse qué es.

                Como ya se dijera, la voracidad por el dinero ha creado una sociedad donde muy pocos, pocas familias, son  dueños de la riqueza y de su uso. Y, como consecuencia lógica y  querida, se ha creado una gran cantidad de pobres, millones de ellos, que su lucha diaria es por subsistir  como se pueda, Y se les manda a vivir en verdaderos guetos, muy lejos de la gente acomodada,  siendo inevitable recordar los guetos creados por los nazis. Y sus ingresos son paupérrimos, todo lo cual no es casual, ya que para  los ideólogos de la economía  neo liberal de mercado y  los poderosos, siendo eso  la base para tener abundante y barata mano de obra, así bajar los costos y aumentar sus utilidades. Se les lanza de esta manera a la droga, al alcohol y a la delincuencia. Esto no es casual. Es querido. Es evidente que para muchos el amor al prójimo no tiene sello ni vigencia. Sin ser fundamentalista, el Amor no es Amado.

                        Es del caso recordar a Ghandy, quien decía que la pobreza, la miseria, es la peor de las violencias.

                        Y consecuentemente con esto la gran mayoría de los chilenos es víctima de la peor de las violencias, la que es diaria y constante.

                        Pero el pueblo de Dios ha dicho basta y se ha levantado luchando por su libertad y su dignidad, lucha a la cual Dios no es ajeno.

                        Con pena hemos visto como se han incendiado dos templos en Santiago y quisiéramos es esto no vuelva a ocurrir.

                        Pero con mucha pena comprobamos que las personas, los chilenos, que son templos del Espíritu Santo, son golpeados, privados de sus ojos, mutilados, encarcelados, hundidos en la explotación, en la droga, en la miseria, en la delincuencia, como ya se dijera.

                        No es exagerado afirmar que el pueblo de Dios está siendo crucificado, y nadie  puede  permanecer indiferente frente a esta realidad. O estamos con el pueblo de Dios o estamos en su contra. No hay otra alternativa.

                        Ahora me dirijo a Ud. derechamente, pero creo que . ya lo intuía al comenzar a leer esta carta, para decirle que somos muchos miles que nos preguntamos el porqué  del silencio de la jerarquía de nuestra Iglesia frente a esto, frente al sufrimiento de los chilenos y su lucha, frente a la idolatría del  dinero, frente a tanta injusticia y abuso. En tiempos del reinado de Pinochet, nuestro Cardenal Silva Henríquez abrió las puertas  de la  Iglesia y protegió a los perseguidos. Tal es así que la Vicaría de la Solidaridad fue reconocida mundialmente y también fue candidata al Premio Nobel. Junto con esto la mayoría  de los chilenos estaban absolutamente identificados con su obra.  Las vocaciones sacerdotales aumentaron notoriamente. En  pocas palabras la Iglesia estuvo donde su magisterio se lo pedía. Fue consecuente sin discusión alguna.

                        Pero en el hoy día la realidad es muy distinta. Frente a lo que ocurre hoy en Chile el silencio de la Jerarquía   grita fuertemente a los chilenos pero todo sigue igual.-

                        Como católico me permito solicitarle  que se retome la lucha y defensa de los Derechos Humanos en Chile, derechos que no otra cosa que los Derechos de Dios.

                        Finalmente no creo que Ud. se haga cargo de estas líneas y, en consecuencia, no serán escuchadas lo más probable, pero estimo que mi deber como católico e integrante de la Iglesia es no callar. y hacerle llegar públicamente estas líneas.

                        Se despide Atte. de Ud.

 

ALEJANDRO GUZMÁN BARBE´

ABOGADO DE DERECHOS HUMANOS

alejandroguzmanbarbe@gmail.com

Lo subrayado es nuestro

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