Al señor
Arzobispo de Santiago
Celestino Aós
Cardenal de Chile
Presente “Una carta que espera respuesta”
Junto con saludarle me permito hacerle llegar públicamente estas líneas motivado por la realidad de nuestro país que, como católico, no es posible guardar silencio.
Estimo que vivimos en una sociedad profundamente
decadente, donde campea la injusticia, las
desigualdades, la pobreza, y en muchos casos la miseria y la muerte.
Donde la corrupción se viste de honestidad, donde el
culto al dinero y al poder parece ser una religión. Los bancos son los templos
de los mercaderes. Así se adora al dinero como lo único existente y se le da
más importancia que a Dios mismo, el dinero es el dios del mercado y de los
mercaderes. Jesús no pasa de ser, para
ellos, más que una persona del pasado sin importancia alguna porque él no está en el mercado, pero el dinero y el poder
si lo están.
Es evidente que vivimos en una sociedad carente de
valores, donde el ser humano es tratado como una simple mercancía y se le usa para obtener más
dinero y poder. Chile no es un país católico. Lamentablemente no lo es. Y si no
es católico, cabe preguntarse qué es.
Como ya se dijera, la voracidad por el dinero ha
creado una sociedad donde muy pocos, pocas familias, son dueños de la riqueza y de su uso. Y, como
consecuencia lógica y querida, se ha
creado una gran cantidad de pobres, millones de ellos, que su lucha diaria es por
subsistir como se pueda, Y se les manda
a vivir en verdaderos guetos, muy lejos de la gente acomodada, siendo inevitable recordar los guetos creados
por los nazis. Y sus ingresos son paupérrimos, todo lo cual no es casual, ya
que para los ideólogos de la
economía neo liberal de mercado y los poderosos, siendo eso la base para tener abundante y barata mano de
obra, así bajar los costos y aumentar sus utilidades. Se les lanza de esta
manera a la droga, al alcohol y a la delincuencia. Esto no es casual. Es
querido. Es evidente que para muchos el amor al prójimo no tiene sello ni
vigencia. Sin ser fundamentalista, el Amor no es Amado.
Es del caso recordar a Ghandy, quien decía
que la pobreza, la miseria, es la peor de las violencias.
Y consecuentemente con esto la gran mayoría
de los chilenos es víctima de la peor de las violencias, la que es diaria y
constante.
Pero el pueblo de Dios ha dicho basta y se ha
levantado luchando por su libertad y su dignidad, lucha a la cual Dios no es
ajeno.
Con pena hemos visto como se han incendiado
dos templos en Santiago y quisiéramos es esto no vuelva a ocurrir.
Pero con mucha pena comprobamos que las
personas, los chilenos, que son templos del Espíritu Santo, son golpeados,
privados de sus ojos, mutilados, encarcelados, hundidos en la explotación, en
la droga, en la miseria, en la delincuencia, como ya se dijera.
No es exagerado afirmar que el pueblo de Dios
está siendo crucificado, y nadie puede permanecer indiferente frente a esta realidad.
O estamos con el pueblo de Dios o estamos en su contra. No hay otra
alternativa.
Ahora me dirijo a Ud. derechamente, pero creo
que . ya lo intuía al comenzar a leer esta carta, para decirle que somos muchos
miles que nos preguntamos el porqué del
silencio de la jerarquía de nuestra Iglesia frente a esto, frente al
sufrimiento de los chilenos y su lucha, frente a la idolatría del dinero, frente a tanta injusticia y abuso. En
tiempos del reinado de Pinochet, nuestro Cardenal Silva Henríquez abrió las
puertas de la Iglesia y protegió a los perseguidos. Tal es
así que la Vicaría de la Solidaridad fue reconocida mundialmente y también fue
candidata al Premio Nobel. Junto con esto la mayoría de los chilenos estaban absolutamente
identificados con su obra. Las
vocaciones sacerdotales aumentaron notoriamente. En pocas palabras la Iglesia estuvo donde su
magisterio se lo pedía. Fue consecuente sin discusión alguna.
Pero en el hoy día la realidad es muy
distinta. Frente a lo que ocurre hoy en Chile el silencio de la Jerarquía grita fuertemente a los chilenos pero todo
sigue igual.-
Como católico me permito solicitarle que se retome la lucha y defensa de los
Derechos Humanos en Chile, derechos que no otra cosa que los Derechos de Dios.
Finalmente no creo que Ud. se haga cargo de
estas líneas y, en consecuencia, no serán escuchadas lo más probable, pero estimo
que mi deber como católico e integrante de la Iglesia es no callar. y hacerle
llegar públicamente estas líneas.
Se despide Atte. de Ud.
ALEJANDRO GUZMÁN BARBE´
ABOGADO DE DERECHOS HUMANOS
alejandroguzmanbarbe@gmail.com
Lo subrayado es nuestro
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