La mentira como
política de Estado: “El fin justifica los medios” …
“La verdad habla solo para abrirse paso, la mentira para cerrarlo”…
Por Juan
Pablo Cárdenas S.: escritor, comunicador social, analista internacional
Si de
mentiras se trata, la historia de la humanidad está plagada de falsedades y
tergiversaciones. No debe existir país de la Tierra que tenga un registro
intachable, pero ciertamente hay Estados mucho más mentirosos que otros. El
siglo XX y lo que llevamos del XXl han sido testigos de los despropósitos jamás
imaginados siquiera por las mentes más perversas. Entre ellas, por ejemplo, las
cínicas justificaciones que se dieron para detonar las bombas atómicas,
irrumpir en territorios extranjeros y violar sistemáticamente los DDHH en todo
el orbe.
Pero lo
peor son las mentiras oficiales, el relato histórico escrito siempre por los
ganadores. En otras columnas, recordamos
la gran falsedad del 18 de septiembre como efeméride de la Independencia
Nacional. En múltiples artículos hemos destacado, también, cómo los
sucesivos gobiernos chilenos han ocultado la realidad de las grandes
mortandades que han ido tejiendo nuestro “orgullo militar” y el gran
fingimiento respecto de que somos una democracia seria y estable. Por muchas
décadas se ocultó deliberadamente el número de víctimas reales de la Matanza de
Santa María de Iquique y de otros tantos hechos deplorables cometidos por el
terrorismo de Estado. Una práctica que no solo embadurna a la Dictadura Cívico Militar
sino a varios gobernantes asesinos y a cuyos nombres se les da tributo en las
calles, avenidas y plazas del país, en estatuas por doquier y, lo peor, en la
inconsciencia colectiva.
Los
crímenes del poder van quedando casi todos en la impunidad total. ¡Cómo no
envidiar a otros países que, por fin, han decidido denunciar e investigar las
fechorías de sus ex gobernantes, aunque sea para hacer verdad más que justicia!
Con el ánimo, al menos, de prevenir a sus pueblos respecto de su próximos
gobiernos y líderes.
Quizás
nunca se concluya en un balance completo de lo que fue el horror de la
dictadura cívico militar pinochetista. Difícil será determinar cuántas fueron
las mentiras y a cuántos favoreció la corrupción y el robo/saqueo organizado de
los regímenes concertacionistas que siguieron gobernando con la misma
Constitución que prometieron cambiar apenas el dictador de marras saliera
(impune, por supuesto) de La Moneda.
El régimen piñerista sofofa y la pandemia
Covid-19: ¡ Un fiasco!
Se trata
siempre de lo mismo: de la mentira como política oficial. Práctica que en estos
días ha descubierto que, en el tratamiento de la pandemia, el regimen de Piñera
y sus colaboradores han falseado las cifras del número real de fallecidos y,
mediante una poderosa maquinaria comunicacional, pretende hacer creer a los
chilenos que hemos sido uno de los países de mejor desempeño en el mundo.
Cuando a
todas luces estamos entre los peor calificados, si se cuenta la cifra oficial
de muertos en relación al tamaño de nuestra población. Es decir, si sumar
todavía a todas las víctimas ocultas que ha ocasionado el Covid 19.
Piñera es
difícil que pueda tener competidores en su condición de mentiroso. Sus
discursos y balances, así como el de los presidentes concertacionistas o el
propio dictador Pinochet, son inicuamente mendaces y farsantes. Tuvimos que
experimentar la pandemia para que salieran al aire todos sus embustes, como los
que nos quisieron hacer creer durante las tres últimas décadas. Esto es que
éramos un país en el umbral del desarrollo, que lo pobres habían casi
desaparecido. O que éramos una de las democracias más sólidas de la Región. Que
teníamos un sistema de salud casi tan bueno como el de los países más
desarrollados y el narcotráfico no nos había infectado. Además de las patrañas
sobre el sistema previsional y el prestigio de nuestra política exterior.
“Miente,
miente que algo queda”, según el nazi Goebbels. Al grado que los hijos más
dilectos del dictador Pinochet, como el Canciller Allamand, se permiten
promover acciones para denostar y procurar la destitución de gobernantes.
Reconvertidos, ahora, en caza dictadores, después de ser activos militantes del
pinochetismo y estrechos coadjutores de un enclave como Colonia Dignidad, donde
se refugiaron varios tenebrosos nazistas para organizar un campo de trabajo
forzado, reclusión, tortura y exterminio. Guerra a Maduro, a Cuba y otros
regímenes que Donald Trump quiere hacer desaparecer, pero total y cómplice
silencio respecto del gobierno chino debido a que este país nos proporciona tan
buenos ingresos por el cobre.
Corrupción
e impunidad….
La verdad
tiene su hora es el título de uno de los libros de Eduardo Frei Montalva, sin
suponer que las “razones de Estado” llevarían a los regimenes de la
postdictadura a materializar escándalos como el del MOP Gate, el tráfico de
influencia ejercido por Sebastián Dávalos Bachelet y aquel conjunto de fraudes
y cohechos que se les hacían necesarios para “financiar” la política y
enriquecerse personalmente. Delitos que fueron transversales en la política y
que, por la parsimonia o lenidad de los Tribunales, sus principales actores han
vuelto a aparecer y hasta integrar las nóminas de presidenciables.
Una
colusión amplia de dirigentes y partidos que explica que un Ricardo Lagos
Escobar haya alzado su voz para echarle tierra a la investigación judicial
respecto de las mentiras oficiales del ministro de salud Jaime Mañalich. A
quien tuvimos por más de tres meses en todos los canales de la televisión
mañoseando las cifras de la Pandemia y emprendiendo desacertadas medidas en lo
que definió como dictadura sanitaria. Hasta que tuvo que ser destituido.
“Hoy por
mí, mañana por ti” parece ser el denominador común de la clase política chilena
para esconder la basura y las mentiras debajo de las alfombras de La Moneda y
el Parlamento. Actuando todos bajo la coraza de la Constitución de 1980, y las
leyes represivas vigentes. Carta Básica que juran siempre respetar y reintentan
perpetuar, si el Covid 19 les permite burlar el Plebiscito o si logran obtener
derecho a veto en lo que promete ser la primera asamblea constituyente de
nuestra historia. Siempre que el pueblo,
esta vez, no comulgue con ruedas de carreta o no tropieze con la misma
piedra, impondrá su voluntad soberana y
defenderá su victoria.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
Lo subrayado es nuestro
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