Barometro
Latinoamericano /Addhee.Ong
Por Juan Pablo Cárdenas
S.: escritor/Comunicador social/ analista Internacional.
Diecisiete
años bajo una dictadura cívico militar y otros treinta viviendo bajo la
Constitución / Artilugio 1980, autoritaria y muchas normas derivadas de un
régimen precario muy poco democrático y libertario han inducido a muchos
chilenos a obedecer sin remilgos lo dispuesto por las autoridades. En América
Latina se nos destaca como uno de los pueblos más disciplinados quizás por la
forma que aquí se obedece casi sin chistar todo lo que se les ordena. Los
gobernantes se creen con fuero para hacer realmente lo que se les antoje, a
pesar de resultar elegidos por un sistema electoral altamente cuestionado y con
la cada vez más mínima participación ciudadana. Incluso se creen facultados
para contrariar abiertamente lo prometido por ellos mismos a los ciudadanos.
Antes que Piñera
Echeñique, el presidente Ricardo Lagos Escobar incluso anotó el derecho que le
asistía incumplir sus promesas y compromisos políticos si el bien del país así lo
requería, tal como ahora conmina a la oposición a obedecer irrestrictamente al
actual mandatario. Por cierto, siempre para estos y otros tantos políticos lo
que le conviene a los chilenos es lo que ellos discurren. De allí que sean
muchas más las coincidencias que las diferencias lo que caracteriza a todos los
sucesores del sátrapa de Pinochet. En
este tiempo, podría decirse que los disensos más bien se han producido al
interior del oficialismo respecto de cómo encarar la pandemia. La que se
autodenomina oposición más bien ha sido condescendiente con todo lo que las
autoridades políticas y sanitarias disponen.
Felizmente, antes de la
crisis sanitaria, se contaron por millones los chilenos que despertaron en un
verdadero Estallido Con el Movimiento Social 18 de Octubre, firmemente
dispuestos a desafiar a las autoridades y demandar, incluso, el desalojo de los
moradores de La Moneda y el Poder Legislativo. El sentido común, sin embargo,
nos llevó a todos a suspender las acuciantes y crecientes demandas de justicia
y democracia, lo que le permitió al régimen y a los parlamentarios salvarse de
ser arrollados por la desobediencia civil y la protesta, aunque en la promesa
de reactivarnos para cumplir con el Plebiscito pendiente que pondrá fin a la Constitución/
Artilugio 1980 e inaugurará una verdadera asamblea constituyente. Y con ello la
implementación de medidas urgentes para mitigar las profundas desigualdades,
frenar la corrupción e ir demoliendo todas las leyes e instituciones que han
abusado sistemáticamente de la población. Especialmente las que tienen que ver
con la previsión social, la salud y el crédito, donde la colusión, el
enriquecimiento ilícito y el cohecho se hicieron habituales.
Extralimitados en sus
funciones, un esmirriado Piñera Echeñique, sus ministros y la podredumbre
general de nuestros legisladores han vuelto a levantar cabeza y se reinstalaron
en los grandes medios mediáticos mercuriales de comunicación bajo la excusa el
Coronavirus. Desde donde nos interpelan y nos exigen de un cuanto hay.
Exhibiendo sus continuas querellas, evidenciar su ignorancia y oportunismo,
tratando de encantar a la prensa mercurial más ignorante y servil, como darse
el lujo de asumir su displicencia y desprecio por todo lo que el mundo y
nuestros vecinos hacen para enfrentar la catástrofe sanitaria. Personajes ya
desaparecidos de la arena política se han convertido en panelistas y opinólogos
majaderamente recurrentes de los canales de televisión/basura, suponiendo que
al cese de la pandemia van a recuperar credibilidad y sus cargos públicos.
Los chilenos están a la
deriva y hasta mendigantes de los bonos que las autoridades se obligan repartir
para retenerlos el mayor tiempo posible en sus casas. Así sea en las
poblaciones hacinadas de pobres donde el contagio del actual virus, el hambre y
otras enfermedades puede ser más incontrolable y elevarse exponencialmente.
Incluso dentro de los hogares de ancianos donde la asistencia ha sido cada vez
más precaria con la idea defendida por la propia prensa de que a la tercera edad
no vale la pena otorgarle tantos recursos. Lo cual ha llevado a algunos a
renunciar a sus cuidados sanitarios en favor de las nuevas generaciones. Esto
es, de los que pueden servir mejor a la economía con su mano de obra. Tal como
lo concibió en su momento el fascismo cívico militar.
Da la impresión que más
que “aplanar” la curva de infectados, lo que se busca actualmente es aplanar el
descontento social.
Como es su costumbre,
las autoridades chilenas arman mesas de diálogo y consejos asesores a los que
muy poco toman en cuenta, cuando los ministros y el propio Jefe de Estado
adoptan decisiones sin consultar a los trabajadores públicos, el magisterio, el
Colegio Médico, los alcaldes, universidades y tantos especialistas e instancias
sociales mucho más competentes que ellos, los que ofician de profesionales de
la política. Ha sido patético en estos meses el desencuentro de La Moneda con
los propios ediles, los gremios y los sindicatos, mientras los empresarios y
los banqueros sofofosno tienen obstáculo alguno para golpear las mesas de los
poderes del Estado y requerirles millonarios fondos para seguir lucrando en
tiempos de crisis.
Al grado que la poderosa
cadena de Farmacias Ahumada, en su histórica desfachatez, anuncia suprimir el
pago de los arriendos de sus establecimientos, afectados por la disminución de
sus clientes y ventas, como dicen. A todas luces algo completamente absurdo
cuando todos podemos comprobar cómo el temor a la pandemia y del invierno que
se avecina golpea sus puertas de los consorcios y laboratorios del rubro.
El miedo bien explotado
por los medios de comunicación, el pavor a perder sus empleos, la necesidad de
cubrir sus demandas esenciales ha tenido paralogizado a los chilenos, lo que se
expresa en las enormes y peligrosas filas para recibir el bono de cesantía,
acceder a los bancos especuladores/usureros para renegociar sus deudas y
contraer otras. Después de que el régimen le ha depositado ingentes recursos y otorgado
el aval del Estado a las instituciones financieras a fin de que puedan darle
continuidad al negocio de la usura. Práctica que se ha convertido en el motor
del sistema capitalista salvaje y de su instrumento de profundización de la
explotación, masificación y enajenación en sus países satélites, el
neoliberalismo, creados por Milton Friedman de la Universidad de Chicago por
orden del régimen estadounidense.
Pero como ha ocurrido en
toda la historia, el miedo y el engaño no son eternos y los pueblos aprenden a
liberarse de sus terrores y exigir sus derechos conculcados. Y, por supuesto,
lo hace rebelándose, desobedeciendo las instrucciones de sus abusadores,
actitud que siempre ha sido legitimada por los más auténticos referentes
morales y religiosos. Así como en el pasado se alentó la desobediencia civil contra
las dictaduras cívico militares, el colonialismo , el imperialismo y se
consideró legítimo el derecho a no enrolarse en las FFAA y las malditas guerras,
además del derecho a irrumpir en los espacios públicos para reclamar justicia e
interrumpir con huelgas y otras acciones lo que hoy llaman normalidad. Es
decir, aquel “estado de derecho” que más sirve a mantener la impunidad de las
autoridades, que proteger los derechos de la población.
De nuevo, la protesta
empieza lentamente a encender a las poblaciones más pobres y ya llegó hasta la
Plaza de la Dignidad un primer piquete de manifestantes. Imaginamos que ahora
los trabajadores van a demostrarse renuentes a volver al trabajo donde todavía
persista el riesgo a contraer el coronavirus. Lo propio debiera suceder con los
estudiantes y profesores, las pymes y el comercio, si se antepone a la salud
del pueblo el crecimiento de la economía. Especialmente cuando ella discrimina,
condena a los trabajadores y pensionados y persigue, sobre todas las cosas,
garantizar las utilidades de los grandes empresarios. Como ha estado sucediendo
con los escandalosos dividendos que se han repartido en estos días algunos los
directorios, los abultados sueldos que mantienen los miembros del régimen y del
Parlamento. Y los aviones, barcos, tanques, estipendios y los pertrechos
militares que se les destinan a la mal llamada Defensa Nacional
Por último, lo bueno de
todo esto es que, pese a los bonos y dádivas gubernamentales, el país sabe que
las autoridades no han tocado todavía un peso de los multimillonarios fondos a
resguardo en el extranjero, en los paraísos fiscales y bancos internacionales
especuladores usureros.. Es decir, algo de esos 20 mil millones de dólares que
algunos calculan que se ha acumulado. Por lo que después de la pandemia a nadie
se le va a ocurrir excusarse en que somos un país pobre, que no puede repartir
con justicia su riqueza. Con lo que
desobedecer y exigir justicia retributiva estarán a la orden del día.
lo subrayado es nuestro.
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