El
nuevo orden mundial del capitalismo salvaje globalizado: La sociedad vacía tras
el humanismo perdido.
Por Mariano Sierra S. :
Se pregunta la persona consiente como recuperar lo humano. Una sociedad se mueve bajo estamentos sociales muy diversos y en cada uno se destaca la actividad diaria con sus deberes y obligaciones donde hace eco un gran acontecimiento.... El vacío al que le salpica un pensamiento crítico en pos de un compromiso: recuperar la pérdida del sentido de la convivencia común en medio del caos que se vive.
El ser humano requiere un
entender, un unirse a los demás con sus luchas, con sus retos, con la unidad
del amor, amor entendido como el respeto, la convivencia, el compartir en
comunidad y de esta manera desalojar el caos y la soledad que vive la sociedad
en su interior.
Así como la sociedad vive un
estado riesgoso, así podemos decir que se puede rescatar. En la medida que la
democracia esta fracturada, la libertad rota, surgen cual ave fénix formas
humanas que estructuren oportunidades igualitarias y convivencias sanas.
Recuperar la sociedad perdida, recuperar la dignidad pisoteada, recuperar la
economía donde no se explote y el capital se socialice entender que la política
esta para gobernar no para corromper ni
politizar, entender que la religión esta para orientar no para generar
confusión, entender que la naturaleza es vida y no un ser viviente para
destruir, entender que la familia es el principio celular de amor, no de odio.
Hoy el individuo convive en la
sociedad del vacío que lo ha llevado a la destrucción por el mismo individuo,
por la ambición, el poder, la egolatría y la industrialización. El caos
destruye el sentido de la vida humana impidiéndole vivir en libertad
responsable. La sociedad del vacío
habita dentro de una gran burbuja para no comprometerse pues se ve enfrentada a
los mesías falsos, a los mercaderes de la violencia, a los escribas del
desprecio, del rechazo, de la exclusión, de la indiferencia, sintiéndose
débiles, faltándoles capacidad de lucha, de cambio. La sociedad del vacío vive
crucificada por la codicia, por vender su imagen o como se dice vive al frente
del espejo para perfeccionar su yo, su personalidad. Pero todo eso es el vacío
de la mediocridad que no la puede ocultar ninguna careta.
La dignidad humana es esa
categoría que abre caminos para el cambio. El orden social es un vínculo humano
que en la sociedad vacía esta ´por superar- Ese vínculo ha perdido toda
proporción dando paso al mundo de la nada.
Las mediciones de nuestras vidas vienen experimentadas nefastos cambios
ante la tecnología acelerada y el consumismo y depravación galopantes.
Estos cambios rompen principios y
valores que perturban el orden familiar, social, político, el trabajo, la
estabilidad, crece el individualismo y las incertidumbres haciendo vulnerable
las conductas sociales donde los de menos recursos llevan la peor parte, donde
los más frágiles son dominados en sus propósitos vitales.
El capitalismo salvaje
globalizado es destructor, pero el problema no es el capital, sino el
individuo que lo dispone como poder para su beneficio. La sociedad vacía
está invadida por fuerzas dominantes e indiferentes dejando esos agujeros
negros para que perforen la pérdida de valores, la violencia y el miedo, pero
sobre todo para que penetre el poder de la economía canalla, el poder de la maldita
guerra concentrando todo su dominio sin tener en cuenta a la persona en
su individualidad.
El evangelio de Cristo por el cambio debe estar al servicio de la libertad de conciencia, de la educación liberadora, no de la educación manipuladora – un bien de consumo por y para el lucro -, debe estar al servicio de las prácticas cotidianas, de las relaciones que a diario entramos en contacto, del pensamiento libre, de la rebeldía justa.
La sociedad vacía esta
esclavizada por el opio de las instituciones dominantes que alienan la
conciencia humana. Estamos en la sociedad del vacío porque hemos perdido el
sentido común, el sentido de comunidad, el sin sentido que se compenetra desde
la derecha, desde la izquierda, desde toda posición partidista que no brinda
ninguna garantía. El Prof, Dr. Albert Einstein nos dijo... qué Triste época. . Es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio´´ Perder el sentido común
es estar integrado en una sociedad vacía, de la nada, del sin sentido donde se
da más valor al hedonismo y al consumismo, donde el acompañamiento de la
indiferencia evoca a que otros piensen por nosotros.
En la sociedad vacía los individuos
no viven, sobreviven aislados de cualquier relación intensa. En esta
sociedad se vive la dificultad de sentir la vida, pues estamos programados en
una guerra de todos contra todos. Puede decirse que quien se rebela a ese
apocalipsis puede doblegar las ataduras impuestas. El que se rebela ejerce el derecho a
denunciar los atropellos dantescos que amenazan la dignidad humana cuyo
ejecutor es el globalismo como un devastador del pensamiento, de las
capacidades, extremando las desigualdades.
La sociedad vacía que navega en la nada tiene el compromiso sine qua non
de comprometerse con los hechos sociales, de ahondar en ellos para liberarnos
del divide y reinaras. Urge la necesidad de poseer el arte de la resistencia y
de replantear la noción de los movimientos sociales aun en situaciones de
relativa calma.
Tenemos que ser, siendo, pero
siendo como seres de cambio viendo el mundo como es, sin miedo alguno,
asociándonos en una sola fuerza. Lo que
está sucediendo no es una realidad permanente. Es efímera y en cada uno está
que sea así para romper las marañas sociales que nos enfrentan unos con otros.
Todo caos destruye el sentido de la vida humana, impide vivir en libertad
responsable, impide humanizarnos. El estado en esta sociedad carece de
principios y voluntad política para llevar a cabos procesos sociales y de
desigualdad. Llamar a la conciencia
social es un deber, si queremos corregir los desenfrenos inmersos en el tejido
social, los vicios y todo desatino de los poderes.
“Cuando las miserias morales
asolan a un país como Colombia, Chile, Argentina, Brasil, Perú, etc., culpa es
de todos los que, por falta de educación e ideales no han sabido amarlo, como
Patria de todos los que vivieron de ella sin trabajar. No basta acumular
riquezas para crear una Patria digna, culta y Soberana…”
En una sociedad vacía, correr el velo lleva a conocer los pecados
capitales que deforestan los principios humanos. Cada cambio generado en la sociedad de la nada, es una desintoxicación de la conciencia para que
surja la sociedad humanista imperio de
una doctrina social, ética y moral. Es que lo que se vive
no es ni siquiera un limbo, es un dantesco infierno donde no tiene asiento
ningún valor. Parece que estamos conviviendo en el inframundo social sin
persistir una salida.
A la vida, - ¡estar vivo, no es vivir! -
no le podemos poner muros que aíslen la
relación social, que separen las personas en comportamientos estancos, pues el
ser humano se creó para convivir armónicamente. En la sociedad vacía es
frecuente ver a muchos creer en discursos ideológicos, retóricos y en dogmas
sin cuestionar, sin buscar respuestas. Nace así la sociedad sin identidad, sin
espíritu crítico donde el instinto irracional lleva al individuo con el
apoyo de las fuerzas mediáticas moldeadoras a irrigar
formas de vivir.
En una sociedad vacía se hace
difícil entender el sentido humano. Ante
el poder económico se doblan todos los poderes. El poder económico corrompe
todo el tejido social de manera incontrolable, se descubren las pasiones como
afrenta a la dignidad. Este acontecer es propio para provocar crisis, que sin
embargo permite buscar alternativas de transformación haciendo juicios y
denuncias.
Reflexionar los juicios es un compromiso, es
una acción social que libera para crear procesos dentro de un combate de
pensamientos libres y de gestión espiritual contra hechos que a diario se
desplazan contra el común necesitado. El
mundo de la sociedad vacía no es invisible, es real - los marginados, los descartados, etc. - que
implica la presencia humana para que esa presencia sea la voz de los que claman
justicia.
Cambiar la sociedad vacía es
mirar la vida con responsabilidad, con identidad social, con dimensión cósmica.
La sociedad vacía que se presenta, es un mensaje para unir compromisos con la
mediación espiritual y política, con la palabra que representa la verdad. La
sociedad vacía no es solo un componente material, es la suma de individuos
con historia oficial, con realidad donde no se puede claudicar ante los injustos
sociales- El compromiso ante la sociedad vacía es eliminar todas las restas que
quieren borrar las sumas de la vida suprema.
Por ello no podemos ser simples
observadores de unos hechos sociales, políticos, espirituales, culturales y
económicos que coartan libertades, que coartan esperanzas que cuestionan la
prepotencia de una diversidad de poderes que hunden sus raíces en gobernanzas
sin sentir social. A la sociedad del vacío nos ha llevado la indiferencia, la
filosofía de la globalización, el cuestionamiento religioso y el a doctrinante
sistema capitalista.
En la sociedad del vacío, de la
nada, todo lo ilegal parece correcto o mejor no existen normas para los actos
por fuera de la ley o estas normas se controlan según a quienes se quieren
favorecer. En esta sociedad, decíamos que no hay moral o es decadente y lo
ético es un sinsentido, como decir también que la fe carece de obras, por lo
tanto, el nuevo testamento es simbólico, perdiendo su esencia. Ese evangelio de
la vida es un apocalipsis, es una esperanza liberadora.
En la sociedad del vacío, el individuo
vaga en soledad perpetua sujeto a los amos del poder, no hay libertad, sino
servidumbre. No obstante, hay que entender que solo la sociedad es la única
llamada a controlar y resolver la problemática social generada por el imperio
que gobierna. Los actos humanos reflejan lo que hay en el interior del hombre,
lo que emana de los sentimientos y de la conciencia.
Se busca la perfección de los
demás, mas no miramos nuestros yerros. Esto nos lleva a decir que nuestra
sociedad está enferma, le falta humanismo, haciéndonos evasivos para pensar,
para reflexionar, para opinar. Somos expertos críticos en voz baja, sin
adquirir compromisos, esquivando responsabilidades. No es pesimismo, es fuerza
que llama para desencadenar la desesperanza con el coraje que proporciona la
desesperanza.
La sociedad vacía contradice el
sentir de lo que debe ser, una sociedad para el bien social. La sociedad es
acción, es transformación, es liberación, es esperanza generadora de justicia y
solidaridad, nunca de enfrentamientos, aunque si de confrontaciones respetuosas
con quienes no piensen distinto. En una sociedad vacía hay miseria, hay
injusticia, corrupción, depravación, impunidad, etc., no hay democracia así proliferen muchas leyes,
procesos constitucionales, disposiciones institucionales. Una sociedad implica
orden y gobierno comunitario, no un gazapo. Se requiere crear un humanismo
lejos de las estructuras caducas y las conductas cínicas que impiden dinamizar
el mundo social.
La sociedad vacía por donde la
miremos es una confusión. Muchas cosas o todas vagan sin rumbo. Es aquí donde
ese caos social y político necesita disentir para que toda directriz tome
nuevos caminos donde manipulación, democracia, corrupción política social,
creencias y pensamientos sociales no se confundan. La sociedad vacía es producto
del abandono de todos, es el clímax de lo que acontece, donde la corrupción es
el imperio que realza el poder de la impunidad. Para que todo acto de violencia
se disuelva en medio de la actuación compleja y viciada fundiendo la
imposibilidad de desarrollo que la vieja sociedad ha negado.
Ante la magnitud de las
relaciones de poder, urge una catarsis socio política que ponga freno a todo
proceso que sobrevive con base a las relaciones personales, con base a todo
tipo de dadivas como modus operandi de un capitalismo más que salvaje,
destructor pues no avizora ninguna esencia social, pues lo que toca, el sistema
lo corroe llegando hasta lo más profundo del alma humana.
“Luchar es vivir: ¡estar vivo no es
vivir¡ “
El mundo se torna ajeno para la
mayoría y propio para quienes sin escrúpulos quieren dominar. Al decir de la
filosofía, el mundo somos nosotros, pero lo vemos reducido para habitarlo e
inmenso para transformarlo. Cada día es más esencial el humanismo para
comprender sin egoísmos, con la dulzura que marca el camino de la convivencia.
Cada día llega a nosotros la persona rebelde que lucha, que nos invita a ser nosotros para desalojar
del vacío los vicios que otros nos han proveído. Esos otros no pueden ganar la
guerra. Ese yo que se rebela a todo lo inútil
tiene la resistencia para rechazar la individualidad y toda ideología
que pregone sumisión que quiera instaurar desequilibrio.
“El pensar constituye el
primer precepto de la ley humana. El segundo es realizar, concretar lo que se
ha pensado consecuentemente”
La persona rebelde es un
principio vitalista del ser que lucha con espiritualidad firme contra lo que le
impide pensar, contra la globalización perversa integral, contra la religión
dogmática, contra los sistemas sociales que adoctrinan con saña. Hoy el mundo
es cual el cristo roto que clama potente para indicarnos una vez más el camino
esperanzador del amor social. El cristo
roto es el mensaje rebelde, mensaje de protesta en un mundo vacío carente de valor
humano, de espíritu, de movilidad, de voz de amor comunitario sin ninguna
exclusión.
El cristo roto producto de la
comercialización vacía, en una compraventa globalizada desbordante de
consumismo. El cristo roto lo está, como nuestra sociedad, vacía, que requiere
una restauración profunda del interior humano.
CC: lo subrayado es nuestro.
“La insoportable e inhumana
supremacía de los medios de producción privados - empresas multinacionales y
bancos usureros-, y de los medios mediáticos de (in) comunicación globalizado
sobre los trabajadores.” – Barómetro Latino americano
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