Hablemos de Soberanía
Prolegómenos: ¡Basta ya
de eufemismos! En el marco de la militancia cívica que tiene sus exigencias, no
se puede actuar a medias. Es preciso, darse por entero, consagrarse sin
reserva, algo así como una reviviscencia de la alternativa Hamletiana: “SER O NO SER CIUDADANO HONESTO, DIGNO Y
CONSECUENTE, SI QUEREMOS REFERIRNOS AL DESAFÍO SOBRE QUÉ SIGNIFICA LA SOBERANÍA,
QUE RESIDE EN EL PUEBLO LIBRE, DIGNO Y
SOBERANO, Y DEMÁS VALORES QUE CONFORMAN SU MENTALIDAD”.
Por Carolina Vásquez Araya,
Periodista/ Comunicadora Social.
Un continente lleno de recursos, incapaz de gobernarse a sí
mismo.
Hay que comenzar por definir los términos, ya que de acuerdo
con la Academia de la Lengua Española, soberanía es el “poder político supremo
que corresponde a un Estado independiente” y Estado es “el conjunto de los
órganos de gobierno de un país soberano”. Uno y otro interconectados en
el concepto de independencia política como uno de los pilares fundamentales de
cualquier sistema de gobierno. Por lo tanto, para presumir de pertenecer a un
Estado soberano existen condiciones específicas
como respetar, en primer lugar la Constitución política del Estado de Derecho,
sancionada soberanamente por el Pueblo,
y cuando estas no se cumplen,
vacías de contenido cualquier discurso emitido por un político en el poder.
Ningún país latinoamericano posee
ese rimbombante título. Condicionados y corrompidos en todos sus estamentos por
el poder económico y político de países mucho más poderosos cuyos intereses
siempre prevalecerán por sobre los de los pueblos sometidos a sus exigencias,
han perdido desde hace mucho el derecho de ser dignos, soberanos. Baste retroceder a los archivos
históricos para constatar la profunda injerencia extranjera en decisiones de
orden estrictamente interno en todos y cada uno de nuestros países. La fraudulenta
dependencia diseñada y construida como una herramienta de supuesto desarrollo,
se ha transformado en un lazo indeseable cuyo único resultado es la ignorancia,
la enajenación, la explotación, la pobreza en el marco de la incapacidad de los regímenes
del Continente para administrar con independencia, un enfoque social de beneficio para sus pueblos.
América Latina ha sido y continúa
siendo el patio trasero de intereses totalmente ajenos a esta región. Las
pugnas entre Estados Unidos y Rusia, entre Estados Unidos y los países
productores de petróleo, entre Estados Unidos y la maquinaria comercial de
China, siguen aplastando los intereses propios de cada Estado de nuestro
continente en un perverso juego de presiones de todo tipo, sobornando a
políticos corruptos puestos a conveniencia de las élites empresariales oligarcas
con el fin de impedir el empoderamiento de la ciudadanía y así garantizar la
sumisión y el entreguismo.
Así es que cuando un presidente
latinoamericano empapa su discurso con palabras rimbombantes como soberanía,
independencia y dignidad nacional, solo está vendiendo una pomada vieja y
deslucida que ha perdido todo su efecto como motivador del Pueblo, pero sobre
todo ha perdido toda legitimidad. Ya nadie puede creer en ese cuento desde el
momento que, para equilibrar un presupuesto de Estado asaltado por una oligarquía
empresarial ávida de enriquecerse, con
la complicidad de la burguesía parásita constituida por las taifas castresnse y
politicastras corruptas y de la impunidad reinante, se recurre una y otra vez, a
la carísima limosna internacional con interese usureros, disfrazada de
cooperación. Toda esa farsa discursiva, ha de provocar la burla de los
poderosos círculos financieros del mundo toda vez que conocen muy al detalle
los mecanismos creados por ellos mismos para apretar redes poderosas alrededor
de nuestros países débiles y depredados.
Mencionar la soberanía es, por lo
tanto, más que una burla un insulto contra nuestros pueblos privados de
mecanismos de defensa, sometidos al hambre, la miseria, la ignorancia y a un injusto e innecesario subdesarrollo. En
América Latina no existe esa independencia con la cual se empapan discursos
falsamente nacionalistas; no existirá mientras “la Embajada”, el Fondo
Monetario Internacional o cualquier de esos foros del poder supremo mundial
decida sobre los procesos políticos, sobre las políticas públicas en términos
económicos, sobre las decisiones gubernamentales respecto de la educación, la salud y la explotación, mejor dicho, depredación
de recursos naturales.
Las debilidades institucionales
han sido producto de una estrategia de larga data, impuesta por las oligarquías
empresariales, agrícolas / citadinas, con la complicidad de sus testaferros, la
taifa castrense y politicastra corruptas de la burguesía, y no será con políticos improvisados y
mediocres como se logrará –algún día, quizá- construir Estados sólidos capaces
de defender los intereses nacionales.
elquintopatio@gmail.com
PS: Lo subrayado es nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario