martes, 21 de febrero de 2012

El Juez Garzón y la Justicia de la España profunda monárquica – franquista


El Juez Garzón y la Justicia de la España profunda monárquica – franquista

            Ante la crisis económica y de la moral social de la España capitalista católica, franquista globalizada, profundamente traumatizada con más de cinco millones de cesantes, sumida en una esquizofrenia social que tiene como colofón la crisis del Estado de Derecho, es decir, la incapacidad de la Justicia y del Derecho de entregar justicia para todos: ¿Cuál es el papel del Juez, del Magistrado? ¿Deben permanecer silenciosos? ¿Deben conformarse a la letra de los decretos leyes caducos heredados de la dictadura fascista franquista y los posteriores impuestos por la oligarquía empresarial fascista y su testaferra clase política de vía angosta?
            Los jueces y magistrados de la Justicia española, en la medida de lo posible, se dicen neutrales, apolíticos, pero están destinados a asegurar la coherencia y la globalización de la ideología capitalista perversa dominante, en pugna con las grandes declaraciones en defensa de la Dignidad y los Derechos del Ser Humano que exigen poner fin a la impunidad de los autores de los crímenes de lesa humanidad, porque estos constituyen una amenaza para la paz, la seguridad y el bienestar de la Humanidad.
            El Derecho es una creación humana científica, derivada de las necesidades sociales, un pacto de utilidad, tendiente a que no nos lesionemos recíprocamente. La Justicia no significa algo que tenga valor en sí, es el fin de todas las discriminaciones contra la persona, es decir, igualdad de derecho ante la ley, en síntesis, derecho a ser iguales en Dignidad.
            En un verdadero Estado de Derecho la autoridad competente debe ser respuesta oportuna a las demandas de la sociedad y de las organizaciones civiles, por establecer equilibrio y un sólido contrapeso a la arbitrariedad, la injusticia, la corrupción y la impunidad, porque es necesario erradicar los excesos del ejercicio del poder público en contra de los gobernados, porque sabemos que la Dignidad de la persona  y del Ser Humano radica en su destino y nadie puede legítimamente impedir a ellos la realización de su fin. La mujer y el hombre sólo pueden realizar su destino dentro de la comunidad social y ésta no tiene otro fin que servir a ambos: el fin de la comunidad  es el de una obra común.
            En el marco de estas reflexiones, me pregunto ¿Con qué derecho, en la España profunda, monárquica franquista, gracias a dios y al caudillo Francisco Franco, se procesa y condena al magistrado Baltazar Garzón Real? ¿No está siendo el magistrado Garzón Real el chivo expiatorio para la oligarquía empresarial y su clase política de vía estrecha, ante la mal llamada crisis económica que son incapaces de resolver? ¿A qué ciudadano consciente le puede quedar duda que los procesos judiciales contra el Dr. Garzón Real no son otra cosa que un enjuiciamiento político de los defensores a ultranza de la España profunda monárquica franquista por pretender hacer éste Justicia a las víctimas de los crímenes de lesa humanidad  de la dictadura fascista franquista?
            En los mismos instantes en que se condena al juez Garzón Real, se declara inocente al Presidente de la Comunidad Valenciana, acusado de corrupción.
            La garantía de la igualdad ante la ley y del juicio justo que se le negó al juez Garzón, sí la Justicia se los otorgará al yerno del Rey, acusado de corrupción y mal uso de los dineros públicos.
            Del magistrado Garzón Real aprendimos que la Justicia plena es el equilibrio entre la moral y el Derecho. Tiene un valor superior al de la ley. Lo justo es siempre moral, las leyes pueden ser injustas. La Justicia no es inmanente ni absoluta, está en devenir incesante, en función de la moralidad social. Los intereses creados obstruyen la justicia. Todo privilegio injusto implica una inmoral subversión de los valores sociales. En las sociedades carcomidas por la injusticia, las drogas, el consumo, y el fatalismo religioso, como lo es en la España profunda monárquica franquista, la mayoría de los ciudadanos pierden el sentimiento del deber y se apartan de la virtud, caen en la resignación fatalista, se entregan al vicio: España es el primer país consumidos de droga en la Comunidad Europea y paso obligado del narcotráfico a Europa y Estados Unidos.
            La dictadura franquista fascista no necesitó prescindir del ordenamiento legal, emanado del liberalismo, incluso de la ley de enjuiciamiento criminal del pasado siglo y el Código penal, cuya versión de 1944, sigue las líneas del de 1870. Tampoco ejerció una influencia directa sobre los jueces en la función de juzgar delito en lo criminal y en lo civil. ¿Por qué será?
            La administración de Justicia, en la España exitista y autocomplaciente, en la medida de lo posible, aparece como una liturgia de la que el ciudadano, en el mejor de los casos, es el destinatario pasivo y atemorizado. Los jueces y magistrados son emisario de un orden invisible, pero omnipresente. Árbitros de un orden injusto, inhumano e irracional, pero católico. Aislados de la comunidad, silenciosos, se creen más neutrales y apolíticos –aunque la mayoría vota por la derecha franquista cavernaria que eufemísticamente se conoce como Partido Popular-, mientras más apartados del Pueblo se encuentren. Dicen no recibir órdenes de nadie, aunque las más de las veces se anticipan a ellas. Sobreviven encerrados en una abstracción: El Derecho, se oponen a cualquier cambio, especialmente, todo lo que huela a Justicia Plena y democrática. El Dr. Garzón Real, desde dentro empezó a derribar algunas puertas del gueto franquista, esto permitió que entrara un poco de aire fresco al Poder Judicial, pero no lo suficiente. Por esto, tuvo que pagar un precio muy alto. Todo esto sucede en los momentos en que, como nunca, en los últimos tiempos, la libertad del ciudadano español está muy amenazada.  Sin trabajo, sin presente ni futuro, no puede protestar en las calles porque es considerado radical terrorista, y es violentamente reprimido por el aparto represor del Estado monárquico franquista. El Derecho laboral, que es feudatario del principio de la libertad contractual y presume la igualdad de las partes es una ilusión. La economía española, controlada mayoritariamente por la oligarquía empresarial devora la plusvalía originada por el común esfuerzo de los trabajadores. Campea la especulación financiera e inmobiliaria. Reina la impunidad y la corrupción. Los grandes escándalos financieros, a lo que no escapan la familia del monarca franquista, Juan Carlos, el Borbón, y  la Iglesia Católica española. Los abusos en sectores prioritarios para la calidad de vida del Pueblo español  como el de la industria farmacéutica o la seguridad social, representan junto a lo anterior, una agresión permanente contra la libertad, la seguridad, el derecho a mejores condiciones de vida y bienestar de los ciudadanos. La asepsia política no es posible en el silogismo que toda sentencia comporta, sobre todo cuando se trata de asumir el rol por el que la función judicial, sustancialmente, se ennoblece, que es el de proteger al ciudadano frente a los abusos del poder.
            Sin el marco de estas reflexiones no se puede ver objetivamente el juicio político por el que fue procesado y condenado el Magistrado Garzón Real.
            En el contexto de mis reflexiones yo no acepto que se me contradiga por mi estilo, tergiversando mis juicios, exponiéndome a discusiones bizantinas, con opinólogos burócratas, pragmáticos contemporizadores, crítico de la crítica, defensores del status quo y de la Justicia en la medida de lo posible. Yo siempre he luchado y luchare en pro de la Justicia Plena,  porque un ataque a ella constituye un atropello a la Dignidad de la persona. Cada ciudadano que no levante su voz contra la injusticia, contra la vulneración y conculcación del Derecho, sella la sentencia a muerte de su país. El Derecho –es una ciencia- necesita, para poder existir, la resistencia vigorosa, el coraje civil contra la injusticia. La huida, el escape a esta lucha, es una cobardía. La lucha contra la injusticia que ejemplarmente ha llevado a cabo el Magistrado Garzón Real es una obligación consigo mismo de auto conservación moral para cualquier jurista que se precie de tal. Los cobardes se escudan en la toga para seguir profitando de su status quo y condenar a cualquier ciudadano que ponga en peligro sus granjerías. Esto ocurrió con el Juez Garzón Real. El precio para los que condenaron al Dr. Garzón Real fue la pérdida del honor de esos jueces, por el cobarde abandono del Derecho. Al magistrado Garzón Real la historia le absolverá –no confundirla con la historia oficial- como ha ocurrido con los Seres Humanos que han luchado por la Justicia Plena, la Dignidad y los Derechos del Ser Humano.
            El juez justo, honesto, rehúye la complicidad con la injusticia y la impunidad. Niega homenaje a los falsos valores –tan promovidos por los medios mediáticos de incomunicación globalizados-, que ponen sus raíces en la improbidad de los dueños de la celestina universal, los ricos. Lo desprecia en los demás y se avergüenza de usufructuarlos. Todo privilegio inmerecido le parece una inmoralidad.
            Mientras se extiende la solidaridad, especialmente de los jóvenes con el Dr. Garzón Real, la oligarquía empresarial fascista española, su testaferra clase política de vía estrecha y sus medios mediáticos de incomunicación globalizados, seguirán atacando al Magistrado, sembrando odios, sin darse cuenta que toda agresividad que hiere a la persona, al Ser Humano, es una empresa malsana, eternamente fomentada por mercachifles de la palabra y de la pluma, al Servicio rastrero de los dueños de la celestina universal, el dinero. Todos mienten, pretenden que su país es el mejor del mundo, engañando a los ingenuos, con sofismas de que ellos se burlan. Corrompen la opinión pública y fomentan el fundamentalismo católico, amparándose luego en ellas para encubrir sus venales conveniencias.
            El Dr. Garzón Real no se considera un derrotado, por el contrario le envía un mensaje a sus victimarios: “me dedicaré a la educación de los jóvenes”. Correcta decisión, porque la juventud no tiene complicidad con el pasado, ignora la esclavitud de la rutina y no soporta el fanatismo fundamentalista católico. Sólo sus ojos pueden mirar hacia el amanecer, sin odios.
            Fiel a nuestra lucha, por la defensa de la Dignidad, los Derechos del Ser Humano y su entorno ecológico, no seremos jamás espectadores mudos en el teatro de atropellos diarios a que éstos, los regimenes capitalistas reaccionarios globalizados, tienen sometida a la Humanidad. Nuestra denuncia y acción será la garantía de los sin voz ni Justicia, de los que creen que hay un mañana mejor. Frente a la injusticia cometida reiteradamente en contra del Magistrado Garzón Real, por parte de la Justicia de clase española, le reiteramos nuestra admiración y solidaridad.
Con esperanza y memoria,
Prof. Dr. Hugo Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo ADDHEE-ONG

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