lunes, 4 de septiembre de 2023

El Dr. Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, entró a La Moneda con su Pueblo.

 

El Dr. Salvador Allende Gossens, presidente de Chile, entró a La Moneda con su Pueblo.

Por Gregorio Goldenberg Fucks / Escritor, periodista, analista internacional/ Other News/ Addhee.Ong:

Prolegómenos: “Los pueblos sin memoria histórica nada significan y nada valen. Hay que honrar a aquellos seres humanos que dieron sus vidas y su existencia por dar contenido, forma y perfil a nuestras nacionalidades”. Dr. Salvador Allende Gossens Presidente de Chile/ Congreso de la Unión México, 1/12/1972.

El Dr. Salvador Allende Gossens se había iniciado muy joven en la política y muy joven había saboreado e1 gusto del poder, cuando en 1938, al triunfar en Chile el frente Popular, el Presidente Pedro Aguirre Cerda le había llamado para ofrecerle el Ministerio de Salud. Allende tenía entonces 31 años. El poder de un ministro no puede compararse al de un Presidente de la Republica, pero no deja de ser parte del poder ejecutivo.

Desde entonces, y más tarde, ocupando cargos parlamentarios de elección popular, había sido autor de muchísimos proyectos de ley, varios de ellos todavía vigentes. Su vocación política tenía una larga historia familiar. Un abuelo suyo había sido senador en representación del Partido Radical, que a fines del siglo XIX era un partido muy izquierdizante.        

En 1933, junto a otros jóvenes dirigentes políticos Eugenio Matte Rojas, Marmaduke Grove Vallejos, Oscar Schnake Vergara y otros), Allende se entregó a la formación de un nuevo partido político, al que bautizaron con e1 nombre de Partido Socialista de Chile. Dentro de la actividad en este partido y por su fácil comunicación con la gente, en 1937 fue elegido diputado y entro a formar parte, por primera vez, del Congreso Nacional. Allí iba a escribir páginas importantes de la historia de Chile.

Pero su meta intima, desde muy temprano en su vida, fue alcanzar la Primera Magistratura de la Nación. En 1952, siendo senador por Magallanes, se presentó como candidato presidencial. Su contendor era e1 general Carlos Ibáñez del Campo, a quien Allende había contribuido a derrocar  en las luchas de  1929 a 1931 contra su dictadura cuando no era más que un dirigente estudiantil.

Ya se sabe que Ibañez de1 Campo fue elegido Presidente en esas elecciones. A Salvador Allende Gossens no le gustaba, más tarde, acordarse de esa campaña: había sacado unos magros 52 mil votos contra los 446 mil de Ibáñez. A esas elecciones Allende las llamaría simplemente “un saludo a la bandera”. A sus más íntimos les había comentado: “No podía sino oponerme al regreso del dictador, porque por dictador lo sacamos de La Moneda en 1931".

Saludo a la bandera o no, participo de lleno en una campaña. La mayor parte de sus 52 mil votos se escrutaron en Magallanes. Su provincia no le fallo. ¿Conseguiría realizar una campaña nacional en la próxima oportunidad? °

Esa oportunidad se presentó en 1958. Ibáñez había comenzado su Presidencia con una gran popularidad; los electores habían “barrido” en todo e1 país; el emblema de su campaña había sido una escoba. Pero e1 desgaste de sets años de gobierno, en que privilegio a sus familiares y amigos, le estaba costando caro. En los últimos meses de su mandato, ya nadie, salvo unos cuantos fanáticos, se decían ibañistas.   *

La campaña de 1958, debi6 librarse a dos bandas. Jorge Alessandri Rodríguez, un hábil ingeniero, hijo de Arturo Alessandri Palma (que había sido e1 bravo “León de Tarapacá” y Presidente en dos oportunidades), con una gran experiencia como empresario, proclamaba que podía enderezar la economía en bancarrota del país. El otro candidato era Salvador Allende Gossens. El panorama político se veía muy claro: por un lado la derecha tradicional, la derecha económica. y por e1 otro, la izquierda estetizante, revolucionaria y marxista.

Jorge Alessandri se proclamaba independiente porque de hecho no pertenecía a ningún partido, no era un derechista militante, sino liberal. A la derecha política no le convencía la campaña alessandrista: “¿Le entregaría usted una locomotora a un niño?”.

Eso era para la derecha Salvador Allende Gossens, un niño, pero un niño que parecía contar con un fuerte respaldo de los sectores populares. Entonces la derecha invento un expediente que no debía fallarle: fabricó otro candidato: el cura de Catapilco, un oscuro sacerdote  que empleaba lenguaje populista, apenas conocido en e1 pueblo donde era párroco, pero que tenía posibilidades de restarle votos a las masas no politizadas.

Y eso fue exactamente lo que ocurrió. El cura de Catapilco obtuvo poco más de 33 mil votos; a Allende, le faltaron poco más de 30 mi1 para ganarle a Alessandri. Jorge Alessandri salió elegido por un muy estrecho margen, pero desde La Moneda demostró que todo cuanto se había dicho de  é1 era  verdad:  resultó ser un buen administrador. Además, disfruto de los beneficios de la “Alianza para el Progreso”, una creatura norteamericana destinada a detener la influencia de la revolución cubana en América latina.

La “Alianza para e1 Progreso” no le proporciono mucho dinero a Chile. La condición esencial para obtener los dólares de la Alianza del “tiburón con las sardinas”, como la describió e1 Presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, era llevar a cabo una reforma agraria.

En toda América latina, con la sola excepción de México y Cuba, el concepto de reforma agraria es un anatema. El continente era gobernado, en la mayoría de los casos, por los grandes terratenientes; y donde no gobernaban ellos, otros lo hacían en su nombre. Nadie en Chile pensó hacer una reforma agraria en serio, como esperaba el Presidente John Kennedy, creador de la “Alianza para el Progreso”.

En Chile, Jorge Alessandri hizo una reforma que fue llamada por los políticos de todos los colores del espectro, “Reforma de macetero”. Pero recibió ayuda de la Alianza; “de macetero” o en serio, una reforma agraria recibía dólares de1 país del Norte. La idea maduro en la mente de una agrupación política relativamente nueva, cuya columna vertebral se hallaba en la doctrina social de la Iglesia: la Democracia Cristiana.

En las siguientes elecciones presidenciales, en 196, Salvador Allende Gossens se presentí de nuevo a competir por la sucesión de Alessandri. A1 comienzo fueron dos los candidatos: Eduardo Frei Montalva, senador que se había fogueado en la lucha política y que ofrecía un menú nuevo en su banquete. Salvador Allende Gossens tuvo que irse más a la izquierda para competir con el lenguaje revolucionario de Frei Montalva.

Para Frei Montalvase trataba de una “Revolución en libertad”; para Allende sé trataba de una revolución a secas, cada vez más a la izquierda, cada vez más ligado a una alianza de socialistas y comunistas. El lenguaje y e1 programa de las dos candidaturas eran demasiado semejantes para que un hombre cualquiera, con poca contaminación ideológica, pudiese elegir.

Para la derecha económica que en Chile no había perdido nunca una elección presidencial hasta 1970 cuando se eligió a Salvador Allende Gossens, los programas presentados y el lenguaje de ambos candidatos eran peligrosamente parecidos. Además, en e1 Partido Radical, que una vez fue un partido de vanguardia y revolucionario, surgió una corriente que no quería acompañar a Allende por ser precisamente de vanguardia y revolucionario.

En el seno del Partido Radical, tradicionalmente el partido de la clase media chilena, estaba creciendo la inquietud en un sector que no deseaba votar por Allende por lo que representaba su compañía de socialistas y comunistas. No obstante, no podían inclinarse por Frei; esos radicales siempre hablan sido “comecuras”, masones. Y levantaron la candidatura de Julio Dura, un senador de gran prestigio personal, excelente orador y polemista.

Además, en las elecciones de 1958 se rumoreo que al cura de Catapilco le habrían pagado una determinada suma por cada voto que le restara a Ande. Era un rumor; lo concreto es que en las elecciones parlamentarias siguientes, el curita de Catapilco se había hecho elegir diputado con e1 apoyo del demonio.

Se bordea la calumnia si se piensa que Julio Dura y quienes le acompañaron en esa aventura presidencial tuvieran en mente algo semejante. El Partido Radical estaba dividido y continúo dividido después de las elecciones presidenciales. Lo concreto en este caso también, es que a pesar de haber retirado su candidatura a última hora, Julio Durán perjudico seriamente las posibilidades de Allende. Eduardo Frei Montalva fue elegido con una aplastante mayoría.

Esa campaña pareció a muchos ajenos at pensamiento de Salvador Allende Gossens que había sido “la tercera es la vencida'! Pero no fue asi. Si Richard Nixon pudo luchar en cuatro campañas presidenciales, ¿qué podía impedir que Salvador Allende Gossens hiciese otro tanto?

Lo que podía impedir esa oportunidad era la ambici6n sin medida de algunos dirigentes de la Unidad Popular. Este conglomerado político tenía muy claro que exista una posibilidad de éxito en la campaña de 1970, que se aproximaba. Para que 1as cosas fuesen democráticas y “transparentes”, como este en boga decir actualmente, cada partido miembro de la Unidad Popular, cinco en total, iba a presentar su candidato propio; en mesa redonda de sus dirigentes se decidiría cuál de esas cinco postulaciones tenía la mejor opcion.

En célebres cabildeos secretos - de los cuales salían los rumores más espesos a pocas horas de terminar-, se fueron descartando las posibilidades. Se barajaba, además del nombre de Salvador Allende Gossens por el Partido Socialista, e1 de Alberto Baltra Cortes, prestigioso senador del Partido Radical; e1 de Jacques Chonchol, quien representaba a1 MAPU, Movimiento de Acción Popular Unitario, un desprendimiento de la Democracia Cristiana y que se había hecho notorio y reconocido en la realizaci6n de la reforma agraria del gobierno de Frei; e1 poeta Pablo Neruda, nombre que postulo e1 Partido Comunista no como una simple maniobra electorera: e1 prestigio del poeta alcanzaba hasta los últimos rincones del país, y finalmente y no porque fuese menos importante, e1 senador Rafael Tarud en representación de un pequeño partido, el API, Alianza Popular Independiente, un partido que llevaba algunos remanentes del Ibañismo, que como tal se había desdibujado por completo. Era menester que de los cinco quedara uno solo para la camera final.

En la Unidad Popular no existía mucha unidad, a decir verdad. En e1 propio Partido Socialista, Salvador Allende Gossens compitió con el senador Aniceto Rodríguez. Secretario general del partido, y Allende resulto nominado con un expediente poco elegante: en la reunión que debió celebrar e1 Comité Central Socialista, a la hora de la votaci6n, los partidarios de Rodríguez Arenas optaron por abstenerse, y formaban una mayoría evidente.

Cuando esta noticia envuelta en el ropaje del rumor, se filtró “por e1 correo de 1as brujas”, como llamaba e1 periodista Luis Hernández Parker a sus informaciones cuando eran exclusivas, todos los demos precandidatos se sintieron con derecho y con posibilidades de resultar favorecidos por la unanimidad de la Unidad Popular.

Por razones obvias, pronto se descart6 a Pablo Ne-ruda; e1 país no estaba preparado para elegir un Presidente comunista. En e1 curso de las últimas semanas previas a la inscripción del candidato, se pensó en el profesor Baltra y eventualmente en e1 arrastre de Tarud. Chonchol, siendo e1 hombre más joven y con menos fuerza de apoyo personal, retiro su nombre, y así lo fueron haciendo Baltra y Tarud, para dejar a Salvador Allende Gossens. Seña la cuarta vez que intentara sentarse en el sillón de O'Higgins.

Las elecciones de 1970 llevaron al final tres nombres, tres opciones muy diferenciadas. El Partido Demócrata Cristiano, partido de gobierno, postulo a Radomiro Tomic. La derecha volvió a postular a Jorge Alessandri, el más peligroso contendor de Allende. Alessandri terminaría obteniendo la segunda mayoría, con Tomic en la tercera. Allende obtuvo la primera mayoría.

(La figura de Alessandri, es preciso subrayar, estaba muy disminuida en 1970. Se le había visto en la televisi6n con 1as manos temblorosas debido al mal de Parkinson, según se dijo. Se le hizo una campaña de ribetes desconocidos en el país; el matutino E Clarin lo bautizó como “La Señora”; la publicidad preguntaba ahora: “¿Le entregaría usted  una locomotora a un anciano?” Soterradamente se terminaba la pregunta con “una anciana”; de este modo conjugaba con e1 mote “La Señora”. Fue una campaña que cobro sus víctimas en las urnas.)

De conformidad con lo establecido en la Constitución de 1925, en cl caso en que ninguno de los candidatos obtuviese una mayoría absoluta, es decir un voto por encima del 50%» de 1os sufragios válidamente emitidos, la elecci6n se sometía al arbitrio del Congreso Pleno, vale decir, a la concurrencia de todos los senadores y diputados.

Estos senadores y diputados podrían elegir entre una de las dos primeras mayorías. En este caso entre Allende y Alessandri.

En el capítulo anterior se vio como se sucedieron los hechos que llevaron at Congreso Pleno a votar por Salvador Allende Gossens. El 4 de noviembre, en presencia de unas 2.500 personas que repletaban e1 Sal6n Plenario del Congreso, Salvador Allende Gossens hizo suyo un sueño dorado: le van a terciar la Banda Presidencial con e1 tricolor de la bandera chilena y se sentara en el sillón de O’Higgins. A la mañana siguiente la piensa gobiernista dirá: “Con el Dr. Allende Gossens, presidente de Chile, el pueblo entro en La Moneda”.

¡Por fin en La Moneda! Un gobierno con un programa trazado para seis años, cumplió solo poco más de tres,

1.043 dias. Salvador Allende Gossens no se daba cuenta (o confiaba demasiado en su habilidad política), de que tenía un poderoso enemigo que no le perdonaría fácilmente el bochorno de haberlo derrotado. Dentro del país, él lo sabía, existían conspiradores que hasta podían llegar a asesinar al Comandante en Jefe dc1 Ejército. Después del sepelio del general Schneider, el Cardenal Primado de Chile, Raúl Silva Henríquez, visito a1 Presidente Electo en su casa, y le dijo: “El murió para que usted gobernara”. Estas palabras deben de haber desaparecido de su memoria entre tantas felicitaciones y tantos abrazos.

Las palabras del Cardenal Silva Henríquez debieron quedar grabadas en la mente del nuevo Mandatario. Los conspiradores que asesinaron al general solo habían apretado los gatillos de sus armas; los verdaderos conspiradores, muchísimo más hábiles y poderosos, se hallaban fuera del país, lejos, allá en Estados Unidos.

El nuevo embajador de los Estados Unidos, Nathaniel Davis, con el aplomo con que los diplomáticos estadounidenses escriben sus memorias (o lo que sea que las reemplace) una vez que cumplen el plazo del “Secreto de Estado” que les impide decir nada relacionado con su gestión diplomática, se sintió libre para escribir lo que había visto, sabido o leído en los dos años dc su misi6n en Santiago, añadiendo por su cuenta el material que hiciera de su libro un testimonio irredarguible. En 1955, las prensas de la Universidad de Cornell publicaron The Last Two Years of Salvador Allende Gossens.

Un año más tarde, en septiembre dc 1985, apareci0 la versión en español (con muchos ripios de traducción además del desconocimiento del nombre de muchas instituciones mencionadas) de este libro; el copyright es de Plaza & Janes, Editores S.A., Barcelona, España, y se titula igual: Los dos últimos años de Salvador Allende Gossens. Las citas entrecomilladas que aparecen más adelante serán de este libro, salvo que se señale otra fuente.

Aquí este la primera cita:

“La Acci6n encubierta de los Estados Unidos durante e1 periodo 1971-1973.

“Aunque éste sea un tema conflictivo, ningún comentarista dudara en afirmar que la acción encubierta de Norteamérica a partir de 1970 se concentró en la financiación de partidos de oposición y de 1os medios de comunicación chilenos... durante e1 primer año de Allende en e1 poder se aprobaron 2,6 millones de dólares en gastos encubiertos por parte del Comité dc los Cuarenta estadounidense. Entre el 3 de noviembre de 1971 y e1 11 de septiembre de 1973 se aprobó un desembolso adicional de aproximadamente 4,7 millones de dólares, aunque e1 ultimo millón de dólares de esta suma, autorizado el 20 de agosto de 1573, no se había desembolsado aun cuando se produjo el golpe. El gobierno estadounidense  desembolso  algo  mas  dc 6 millones de dólares aproximadamente, para acciones encubiertas en Chile durante los 3 años de mandato de Allende, o sea, 2 millones de dólares por año”. (pag. 280.)

¿Quiénes fueron algunos de los recipientes, de acuerdo con lo que escribe e1 embajador Davis? En la pagina 281 Dice:

“Más tarde, en ese mismo año (1972), 100.000 dólares de los fondos aprobados para las elecciones de marzo de 1973, fueron a parar a SOFOFA, CAP (Confederación de Asociaciones Privadas) y FRENAP (Frente Nacional de Actividades Privadas)”.

En e1 capítulo del libro del embajador Davis, del cual se extraen estas dos citas a título de ejemplo, aparecen recipientes de grandes sumas, como e1 periódico El Mercurio. Tambien figuran con sumas considerables. El Partido Nacional, los “democristianos” (que es como los llama Davis) y “la fracción escindida del Partido Radica*.

El gasto fundamental se hacía “financiar la organización, prensa, actividad política y publicidad de estos partidos de oposición”. Davis se refiere constantemente a1 Informe del Comité Church, mencionado ya anteriormente y del cual cita sin temor a equivocaciones. Lo mismo hacemos nosotros aquí citando a1 Embajador Davis.

Los mil y tantos días del Presidente Allende en La Moneda no fueron un paseo campestre. El Mandatario tuvo que enfrentar no solo a su poderoso enemigo del Norte/Estados Unidos; también tenía poderosos enemigos dentro de su propio partido, el Socialista, y en el seno de diversas organizaciones políticas y paramilitares que surgieron al amparo de su Gobierno, entre quienes sostenían ser sus adherentes y defensores más leales y confiables.

Lo subrayado/interpolado es nuestro.

“Compañeras, compañeros y jóvenes de nuestra Patria,

Dijimos, venceremos  y vencimos”.




El senador Radomiro Tomic Romero con su amigo el presidente electo Dr. Salvador Allende Gossens, ofreciéndole su total apoyo, porque según el senador nortino: “Hay gente en Chile que no duerme, porque no tiene que comer y, hay gente que teniendo que comer, no puede dormir pensando en lo que pueden hacer los que no tienen que comer”...

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