Se nos fue físicamente el maestro *Eduardo Galeano:
Presente ahora y siempre: 13 Abril 2015.
Por Ilka Oliva Corado.
Escritora y Periodista.
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Siempre he estado
segura de que los seres extraordinarios se marchan en días aciagos, de cielos
encapotados llorando cántaros de lluvia. Maestro Eduardo Galeano se ha ido en
un día así, hoy amaneció sollozando la niebla de la primavera estadounidense,
despidiéndolo desde las primeras horas de la madrugada.
Nosotros
los parias, los impronunciables, los de los lomos partidos durante siglos de
explotación, nosotros los iletrados, los jornaleros. Nosotros obreros,
campesinos y eternos proletarios nos hemos quedado huérfanos con la partida del
maestro Eduardo.
En un
total desamparo, sumidos en la densa oscuridad del desconsuelo, se fue el ser
humano que se atrevió a vernos a los ojos, que se atrevió a darnos un nombre, a
caminar con nosotros y a cargar sobre sus hombros nuestra tribulación de clase
social explotada por los tiranos.
Se ha ido
un intelectual que siempre se sintió un peón de a pie y esa grandeza humana es
la que lo hace inmortal, él transcendió los linderos de las clases sociales y
de los cartones de universidad.
Al maestro
Galeano lo lloran en estos momentos los intelectuales, los luchadores sociales,
los seres humanos justos y consecuentes,
lo llora el exclusivo mundo de las editoriales, lo llora la poesía y la buena
literatura.
Pero
también lo lloramos los invisibles, los calvarios anclados en los pies de los
jornaleros, lo lloran las manos de las niñas que piscan granos de café en las
fincas ajenas, lo llora el vientre materno que lleva en sus entrañas el fruto
de una violación, lo llora el adolescente encarcelado por el único delito de
ser de arrabal. Lo llora la chusma de periferia, lo lloramos los
indocumentados, nosotros los del desarraigo. Las putas, los homosexuales, los
drogadictos, los fétidos revolucionarios de todos los tiempos.
Nosotros
los necesitados de su luz, de su consecuencia y de su lealtad. De su pulso
certero, de su palabra justa y de su dignidad. Nosotros los de la piocha y el
machete, los de la mazorca y el costal. Nosotros los apaleados, los engañados,
los braceros, los que vivimos en los basureros, los que no tenemos permitido
soñar. Nosotros los nadie.
Nosotros los de las
venas rojas y fecundas, los del buen lomo para cargar. Nosotros los del agobio,
los de la servidumbre. Los apátridas, los pestilentes a sencillez. La clase labradora, los agrestes y su caudal. Nos hemos
quedado sin El Bastión, sin el ser humano que nos dignificó.
¿Cómo
llenar ese enorme vacío? ¿Cómo sobrevivir a tanta soledad? ¿Al infortunio a la
esterilidad?
En la quimera nos
queda el paradigma de un ser humano inmortal, la grata escuela, su fecundidad.
Nos deja su semilla, su poesía y su libertad. Nos deja las ilusiones para
continuar, nos deja su lucha por “los de abajo, los sin vos ni justicia, los
engañados de siempre.
Nos deja
el elixir de la locura, y la alegría de soñar. Nos deja la consecuencia de un
ser humano cabal, integral. Una vereda
para continuar. Nos deja la flor de cordillera, el canto de las chicharras, la
trova y la oda, nos deja a las musas de los acantilados, nos lo deja sin punto
y final. Nos deja la vena abierta para no presagiar. Nos deja la puerta abierta
y su claridad. Nos deja el amor profundo de la hermandad, el sentido de la
solidaridad, nos deja en la eterna lucha de la equidad. Nos deja su sinceridad,
su hermosura su fidelidad.
Se va y lo
despedimos desde los cerros, las barriadas, las grandes urbes, desde las
maquilas, los campos de cultivos, desde las casitas de adobe, desde la calle de
tierra. Desde los salones de universidad.
Buen viaje
querido e inolvidable maestro, se le va a extrañar, jamás olvidar.
Lo subrayado es nuestro:
Maestro ( a) Según el maestro libertador de la Patria Continente América
Latina y el Caribe, José Martí Pérez y su admiradora - discípula Gabriela Mistral, es el “formador del ser
humano en general y de su conciencia social en particular”…
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