El deshonroso /indecoroso desenlace del Sebastián Piñera Echeñique…
Juan Pablo Cárdenas S./escritor, analista
internacional/comunicador social/El sur andino / Addhee.Ong:
La sensación generalizada es que tenemos en La Moneda a un gobernante
fracasado y ampliamente repudiado por el pueblo. En cualquier país democrático
el jefe de Estado ya habría renunciado en estas circunstancias y convocado a
nuevas elecciones presidenciales. Sin embargo, a la suma de defectos de nuestro
Mandatario hay que agregar su tozudez y su falta de vocación republicana, como
férreo partidario que fue del dictador Pinochet y la Dictadura cívico militar.
A lo anterior, hay que agregar que Piñera Echeñique pertenece al puñado de
multimillonarios que han incrementado considerablemente su fortuna en estos
tiempos de pandemia y de saqueos de las riquezas esenciales del pueblo chileno
por la oligarquía empresarial sofofa. Toda su gestión ha tenido en cuenta
defender las inversiones foráneas en Chile y procurar que la crisis económica
se traduzca en una “oportunidad de negocios” para los empresarios oligarcas
sofofos con él.
Esto explica, entre tantos despropósitos, que los dineros destinados
a los millones de hogares afectados por el desempleo se hayan obtenido de los
fondos de pensiones de los trabajadores, recursos que ya se sabe son muy
insuficientes para pagar jubilaciones dignas en virtud de los escandalosos
intereses que cobran las administradoras de tales ahorros. Con los tres retiros
aprobados por el Congreso para ir en auxilio de los necesitados ya se sabe que
al menos tres millones de cotizantes vaciaron sus reservas y ya no recibirían
pensión alguna al momento de jubilarse. Hemos tenido que llegar a una crisis de
proporciones para que el país se convenza de la necesidad de emprender drásticas
reformas. Desde luego terminar con el sistema de las AFP y fortalecer la salud
pública, además de emprender una reforma tributaria que le ponga atajo a las
escandalosas evasiones y se proponga prohibir la concentración económica como
la extrema riqueza. Por otro lado, surge de nuevo la necesidad de que el país recupere
el control sobre nuestras más estratégicas reservas mineras, forestales y
pesqueras, además de modificar toda una legislación que le pone cortapisas al
ejercicio de los derechos laborales y sindicales amagados, más encima, por el
poder de las entidades patronales y otros poderes fácticos.
En las calles, asimismo, el país ya se había pronunciado contundentemente
en favor de la atención médica y la educación
pública, por la necesidad de terminar con la salud y la educación como bienes de consumo por y para el lucro, elitista
y darles a todos los niños y jóvenes una formación de calidad. Que, además, se proponga
fomentar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, además del respeto a
las minorías . Sumando a lo anterior, por supuesto, el pleno respeto a nuestra
diversidad étnica y a los derechos de nuestras naciones fundacionales. Es evidente
que la línea que dividía a la izquierda de la derecha hoy está muy desdibujada.
A muchos les cuesta identificarse en uno u otro sentido, por lo que ha surgido
esto de las centro derechas y centro izquierdas, independientes de centro y de
izquierda, progresistas, etc. en la intención de muchos de separar aguas con las
experiencias revolucionarias del continente, así como en otros de lo que fue el
régimen pinochetista impuesto por la dictadura cívico militar a través de su
constitución de 1980, tan ampliamente repudiado por el mundo entero. Lo cierto,
sin embargo, es que el legado del dictador de marras, ha sido guardado
celosamente durante los treinta años de pos dictadura, lo que se expresa en la
Constitución de 1980 todavía vigente y en el modelo económico y social
neoliberal /capitalista que logró encantar a todos los regímenes de la
Concertación, Nueva Mayoría y del piñerismo. Curioso parece que la semana
pasada el Tribunal Constitucional, concebido para ser el cancerbero del actual “Estado
de Derecho”, le haya dado un portazo a un Ejecutivo que estaba seguro que sus
magistrados impedirían el tercer retiro de los fondos previsionales acordado
por los dos tercios del Parlamento. Un enorme traspié que ha dejado a Sebastián
Piñera Echeñique en una completa orfandad. Se puede afirmar que la derrota del Presidente
es por sobre todo el fracaso de sus ideas y propósitos. De continuar en el
ejercicio del cargo, de verdad no concebimos posible que alguna de sus
convicciones o propuestas programáticas pudiera prosperar.
El repudio a su persona no sólo se expresa en los
opositores; se hace patente también en quienes han sido sus aliados y todavía
ejercen en las funciones gubernamentales. Muchos de los cuales lo único que
esperan es que Piñera Echeñique termine su administración sin nuevos
contratiempos, de forma de evitar para el país una salida radical. No cabe duda
que la mascarilla sanitaria le ha servido a muchos políticos para disimular su completo
desaliento. Se asume que si el Tribunal Constitucional le hubiera dado la razón
a La Moneda hoy tendríamos un país muy convulsionado o mucho más agitado de lo
que está. Se entiende el nerviosismo de los magistrados. Da gusto comprobar que
el Derecho a veces se da maña para interpretar las normas de forma de
satisfacer la voluntad mayoritaria y evitar una protesta ciudadana mayoritaria como lo fue el
18 de Octubre de descontento social. Especialmente cuando en la política
chilena lo que no hay es alternativa clara, un líder, un partido o un
movimiento ciudadano que pueda hacerse cargo de lo inevitable: la caída de
Piñera Echeñique o, al menos, el fin de
la era neoliberal capitalista. Sin apreciar en lo más mínimo su oportunidad
histórica la clase política comparte al igual que Piñera Echeñique el más
extendido descrédito popular. No ha habido en ésta altura de miras para encarar
la crisis sanitaria y el colapso económico que hoy arrecian con las vidas de
los más pobres/ marginados y de los
millones de chilenos precipitados abruptamente a la miseria, el hambre y el desencanto.
Con lo que el delito y la criminalidad parecen estar boyantes, pese a la
horrible represión policial. En los sectores de centro y de izquierda el
espectáculo de la división, de los populistas y oportunistas es muy lamentable.
Se cuentan entre sus filas seis o siete candidatos presidenciales
y toda suerte de querellas entre estos sin que la ciudadanía pueda entender
realmente sus diferencias. De la boca para fuera, todos han tomado las banderas
de la unidad, pero nadie sinceramente contribuye a ello y, cuando quedan solo
unos meses para las elecciones parlamentarias y presidenciales, no se
vislumbran programas, ni siquiera bocetos programáticos de país alternativo a
la catástrofe que se sobrevive. Solo se observan una montonera de partidos con
denominaciones rimbombantes pero completamente secos ideológicamente. Ya ni
siquiera se aprecia frescura en los partidos y grupos surgidos en los últimos
años y que habían concitado interés en la población, sobre todo por el
protagonismo en ellos de jóvenes universitarios y caras nuevas del mundo
social. Pero de verdad, bastaron tres o cuatro años para que la ilusión se
esfumara y estas jóvenes figuras tomaran los hábitos de los viejos referentes y
dirigentes.
¿En qué se diferencian: el
Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista socialdemócrata, el Partido
“Por la Democracia”, y el Partido Radical?
Ojalá alguien
pudiera explicarle al país, por ejemplo, en qué se diferencian el PPD, el
Partido Socialista, los radicales y hasta la propia Democracia Cristiana si no
es por las marcas que le imponen sus revenidos caudillos. Con más de tres
décadas transitando y medrando por los pasillos del Congreso y de los
ministerios.
Hilando babas en sus curules y pasillos. Y si bien la
derecha presenta un panorama similar, creemos que su desorden se explica
también en la proliferación de algunos ambiciosos caudillos. Sin embargo, este
fenómeno no ha logrado debilitar sus convicciones, o más que eso, sus intereses
comunes. La codicia de Piñera Echeñique no ha sido obstáculo para regir juntos
en el reconocimiento que la extrema riqueza no es un demérito, aun cuando éste
se origine en métodos aviesos y en la apropiación indebida de los recursos de
todos los chilenos.
Por algo en sus tertulias, las andanzas de Piñera Echeñique
y otros son celebradas incluso en sus episodios más deleznables. Y ninguno de
ellos se extrañe tanto de que éste todavía persista en continuar en La Moneda
con menos de un diez por ciento de apoyo popular. Y no opte por irse a
disfrutar de su montonera de millones de dólares acumulados en el “servicio
público”. Ya aprendimos de nuestra historia que las pugnas al interior de la
derecha empresarial oligarca sofofa muy pragmáticamente se superan cuando sus
intereses comunes se ven amenazados. La unidad en ellos puede resultar mucho
más fácil.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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