Por
Ilka Oliva Corado, comunicadora social.
Una de las farsas monumentales
de la mediatización mundial, de las últimas décadas, ha sido el invento
poralizado de una guerra en Siria. Unamentira de tantas, como la
de una dictadura en Venezuela con Chávez y Maduro o la de Cuba con
Fidel y Raúl. Como la de un dictador Gadaffi en Libia. Como la que respaldó la
invasión de Estados Unidos en Irak y Afganistán. Como la que ocultó el
genocidio en Ruanda.
La misma mediatización que aún sigue
llamando dictador a Salvador Allende. La que deshonra la memoria de Martin
Luther King y Malcolm X. Ese periodismo truculento, que carece de ética, que se
vende, que sigue ensuciando el nombre de las 13 Rosas, de Rosa Luxemburgo y de
los milicianos de la República. La misma que a la fecha sigue negando el
genocidio en Guatemala y que respaldó las dictaduras impuestas por Estados
Unidos en la Latinoamérica devastada por el Plan Cóndor.
La máquina del periodismo corporativo
y atracador que se agenció el Apartheid en Sudáfrica, es la misma del sionismo
judío que asesina niños, mujeres y ancianos en Palestina. La que pretendió
fulminar a Mandela. La que solapa la existencia del centro de tortura de
Guantánamo. La que hoy por hoy oculta el genocidio que vive México y la
devastación y la hambruna que vive Haití. La que nunca ha reconocido a Vietnam
ante la derrota de Estados Unidos. Esa prensa embustera que sigue siendo
propulsora de las masacres, invasiones, violaciones de derechos humanos y
genocidios alrededor del mundo.
De cinco años para acá (después de
Irak, Afganistán, Somalia y Libia) el turno es de Siria. Nos han dicho que
es una guerra civil , que Bashar al-Assad es un dictador y que hay
que liberar Siria. Nos dijeron que de la nada, así del aire, apareció un grupo
extremista y entonces dijo Estados Unidos y aliados que había que ir a sacarlos
a patadas.
Y en menos de lo que canta un
gallo los compadres organizaron la invasión, ahí iban a la cabeza Estados
Unidos, Turquía y Arabia Saudita. Y comenzaron la devastación en la Siria
soberana que nunca fue peligro para ningún país. Y en cinco años nos han dicho
que grupos terroristas crecen y se desplazan en el país, y que hay que enviar
más soldados, más helicópteros y más armas. Más bombas.
Para mientras las niñas, jóvenes y
mujeres sirias están siendo violadas, golpeadas y asesinadas por esos mismos
soldados que la mediatización nos dice que llegaron para rescatar al país de
las garras de los extremistas. Miles de sirios son expulsados de su patria, y
son rechazados por los concupiscentes politicastros de la comunidad europea por
terroristas.
Para mientras destrozan monumentos
culturales, envenenan el agua de los ríos, queman bosques, destruyen montañas y
pulverizan ciudades completas.
Nos dicen que Rusia e Irán han hecho
colapsar a Alepo, que llevan miles de muertos a sus espaldas, que son los
culpables junto al ejército sirio que obedece órdenes de un dictador. Dicen que
ese dictador quiere acabar con Siria y que hay que liberarla, que para eso
están Estados Unidos y sus aliados.
Lo más triste es que es el mismo
guión que han utilizado para las invasiones, saqueos y genocidios alrededor del
mundo. No cambian una coma, las mismas dramatizaciones actorales, los
mismos mecanismos, las mismas palabras, el mismo sistema. ¡Y nosotros lo
creemos! Lo creemos por comodidad.
Siria no vive ninguna dictadura,
Siria es un país soberano que pide a gritos que Estados Unidos se lleve a los
grupos terroristas que envió y que salgan los militares y se lleven sus bombas,
sus helicópteros y sus metrallas. Que se lleven junto con ellos a los periodistas
mafiosos que desinforman con imágenes manipuladas.
Siria está viviendo un genocidio y
nosotros guardamos silencio, ajenos, ineptos, apáticos, mediocres y
solapadores. Y si levantamos la voz es para deshonrar a ese pueblo digno que ha
resistido con identidad junto a Al-Asad, la invasión de los mismos de siempre.
En ningún momento la mediatización
mundial nos dirá que el ejército sirio con la ayuda de Rusia e Irán, lograron
tomar el control de Alepo y con esto derrocar a los extremistas enviados como
pretexto para respaldar la invasión de Estados Unidos y aliados. Es decir,
Siria ha vencido a Estados Unidos, como en décadas pasadas lo hizo Vietman.
Como lo hizo Cuba. Como lo sigue haciendo Venezuela.
El pueblo sirio festeja el triunfo de
su ejército, de su gente, de su integridad, de su cultura, de su identidad y de
su tierra soberana.
Para que termine todavía falta, los
atracadores injerencistas no se darán por vencidos. Están furiosos y
sorprendidos, no esperaban tanta entereza de un pueblo como Siria y tampoco
esperaran el respaldo de Rusia e Irán. O que Cuba en lugar de ejércitos y
metrallas enviara medicina. Aún no conocen la humanidad de Cuba.
Somos testigos, de la crueldad que
está viviendo Siria y también aunque pretendamos no verlo, de
la dignidad con la que un pueblo está defendido su tierra.
¿Y nosotros cómo andamos por
casa?
“La hipocresía es un homenaje que le rinde el vicio a la virtud”:
Yanquees go home to Siria!
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