martes, 4 de octubre de 2011

¿La educación gratuita y de calidad es posible?

¿La educación gratuita y de calidad
es posible?

            Ante la complejidad de los problemas económicos, políticos y educacionales sin resolver, en la ya larga y mal llamada “crisis mundial”, que se echan unos a otros los políticos de vía estrecha, que ya no están a la altura de sus obligaciones, Chile no ha escapado al contagio, a pesar del exitismo y la autocomplacencia del régimen cesarista actual y de la clase política.

            En el marco de esta patética realidad, se forma en Chile un movimiento social que encabezan los estudiantes, la mayoría de la juventud chilena que ha dicho ¡basta!

            ¿Qué exigen los jóvenes?: “La recuperación de la educación pública y el fin del lucro en ella, en resumen, el cambio estructural educacional en su conjunto. Como colofón, exigen que el Derecho a la educación sea garantizado por el Estado”.

            Durante largos meses de cháchara, el régimen cesarista actual ha ofrecido algunos dólares más y un diálogo de sordos, porque los defensores de la educación privada elitista como un negocio para lucrar de los empresarios del negocio de la educación, no aceptan ningún cambio o reforma de fondo en la educación chilena. Un círculo vicioso que sólo puede romperse con la movilización social que llevan a cabo, consecuentemente, los jóvenes, los profesores y los trabajadores en general.

            ¿Qué sentido tiene jóvenes luchadores por una educación pública gratuita,  para que se eduque el Pueblo chileno, cuando un régimen desquiciado llama al diálogo y de inmediato el dueño de la carreta afirma que, “Chile no tiene dinero para darse una educación pública gratuita”? ¿Cuándo se ha visto que un régimen reaccionario se preocupe por educar al Pueblo?

            Como colofón, seamos honestos para ser justos, el actual régimen cesarista en el marco de la parafernalia constitucional de 1980 –reformada, parchada por los regímenes concertacionistas-, está imposibilitado para acoger las demandas del movimiento social que lideran los jóvenes. Entonces, lo que corresponde es el cambio de la Constitución impuesta por la dictadura de marras. El desafío debe ser todos por una nueva constitución. No se puede seguir perdiendo el tiempo con las propuestas leoninas del régimen cesarista actual.

            Los medios mediáticos mercuriales de incomunicación globalizados seguirán machacando con el diálogo de sordos y las mesas redondas. Hoy  pareciera que quien no habla de reforma educacional padeciera de un complejo de inferioridad.

            El país y los jóvenes han tenido que soportar por largos años una andanada de reformismos educacionales durante los regímenes concertacionistas, con sus Ministros de Educación: Sergio Bitar, Ricardo Lagos, Mariana Aylwin, Jorge Arrate y los inefables pinochetistas mercuriales  Mónica Jiménez y Joaquín Lavín. Lo paradojal es que la mayoría de los políticos, defensores del negocio, del lucro en la educación, estudiaron gratuitamente y, a muchos, el Estado les financió sus estudios de post grado en Chile y en el extranjero.

            La reforma educacional no es posible sino se entiende que ella debe realizarse en el marco de una Constitución determinada.

            El movimiento social que encabezan los jóvenes que tienen los pies bien puestos sobre la tierra, cuando exigen la recuperación de la educación pública, gratuita y de calidad, parten de una base honesta y real que no puede ubicarse en el marco del modelo neoliberal impuesto por la dictadura de marras, con la infausta Constitución de 1980.

            El Pueblo chileno no ha convocado a los jóvenes, profesores y trabajadores a soñar, sino a realizar y, en la raíz del término, está el concepto de “res”, de cosa, de realidad. Esto les permitirá ponerse a cubierto de las mentirosas llamadas al diálogo del régimen cesarista. En este terreno no hay que esperar la intervención de ningún personaje político iluminado, nadie tiene derecho a esperar milagros, porque estos no existen, ni menos el movimiento social por la reforma de la educación puede identificarse con partido político alguno.  Es verdad, que los partidos políticos para existir necesitan del movimiento social, pero éste no de ellos…

            El movimiento social no le debe interesar el cambio por el cambio mismo. Los jóvenes son conscientes que los que le ofrece el régimen cesarista con su cháchara es cambiar algunas cosas para que todo quede como está. Los genios de la dictadura de marras cambiaron el nombre a las cosas para simular que cambian las propias cosas.

            Los medios mediáticos mercuriales de incomunicación globalizados y la clase política se han quedado patitiesos con la capacidad de los jóvenes para dar vida al movimiento social y su poder de movilización…

            La mayoría de la gente rescata la honestidad, la dignidad y la generosidad y consecuencia de los jóvenes luchadores por un Chile para todos. Ellos están abriendo las grandes alamedas para que pase el chileno libre, culto y solidario a construir la nueva patria sin miedo, sin impunidad y con memoria. He aquí un dirigente ejemplar de la juventud chilena: “nosotros somos conscientes que no veremos los frutos por los que estamos luchando”. Esta generación de jóvenes vanguardistas exige el cambio –los derechos se exigen y no se mendigan-, pero no lo quieren lentamente. Lo quieren todo y ahora. Es el polo opuesto a la clase política que dejó instalada la dictadura de marras para que administrara su orweliana herencia, reticente al cambio, a la reforma de fondo. Para ella, cualquier cambio o reforma de fondo, constituye una amenaza para los mezquinos intereses de la oligarquía empresarial que ellos administran, y con ello, la pérdida de su seguridad, que cambiaron por su libertad. Finalmente se quedaron sin ninguna de las dos.

            Acentúo, para los jóvenes y los profesores, realizar la reforma por lo que ellos luchan en un nuevo contexto constitucional debe adecuarse el aporte y entusiasmo de los jóvenes a la experiencia del magisterio. Lo que importa es que los árboles no impidan ver el bosque. Ningún problema personal, partidista, debe ponerse sobre la lucha por la reforma estructural de la educación chilena. Los problemas deben ubicarse en su justa dimensión.

            A los críticos de la crítica, los verbalistas protagonistas, que le gusta ponerse de pie para sacar la cabeza sobre los demás, felizmente, tarde o temprano, tienen que volver a su posición habitual, pero, entre tanto, cuanto deterioro pueden causar. Estos son los primeros y peores enemigos en el proceso de cambio. El dirigente consecuente, honesto, inteligente, busca expresar ideas profundas con palabras sencillas, pero en la época actual han surgido ciertos dirigentes iluminados que pretender disimular su ignorancia tras un lenguaje esotérico, que a nadie le interesa.

            Si se quiere hacer realmente una reforma estructural educacional de fondo, no hay que esperarlo todo de los planificadores, la verdadera tarea, es la de los creadores. Volvemos al punto de partida, los que realizan el cambio, los artífices de éste, son los estudiantes y los profesores con el apoyo de la clase trabajadora.

            Los requerimientos para desentrañar las nuevas exigencias sociales, para que ningún problema particular prive sobre todo, se requiere ver el conjunto. Para esto, es condición sine qua non la inspiración creadora y el trabajo intelectual serio y fecundo del profesor, del maestro. Su responsabilidad desaparece cuando se sumerge en un permanente y estruendoso ir y venir, que no le deja tiempo para pensar.

            Es poco serio hablar de reforma estructural educacional cuando el régimen cesarista insiste en el lucro en la educación y en proteger la educación privada e insistir que profesores y estudiantes son meros ejecutores de sus órdenes.

            No se puede llevar a cabo la reforma estructural educacional sobre la angustia y la inquietud del magisterio. Para crear un clima receptivo a los cambios el profesor, el maestro, deben saber previamente que sus derechos serán amparados. Mal podemos hablarle a la profesora,  a la maestra de desarrollo educacional, cuando ellas tienen que comprar la tiza con su exiguo sueldo a honorarios.

            El profesor, el maestro, sufre desde la dictadura militar fascista de marras el impacto salarial, sienten que están pretéritos, olvidados. Que ocupan un buen lugar en los discursos en la cháchara de los medios mediáticos mercuriales de incomunicación globalizada, pero no un lugar destacado en los presupuestos. Postergaciones, reclamos, insensibilidades, son los eslabones de una larga cadena que ha desgastado, que ha quebrantado la fe a la mayoría de los colegas de la divina maestra Gabriela Mistral.

            Al profesor, al maestro, -el formador del Ser humano y de su consciencia social-, les compete la difícil tarea de devolver a la consciencia de nuestra época la auténtica imagen de la persona preocupada por la realización de la totalidad de sus posibilidades. Maestros inolvidables como el Prof. Dr. Viterbo Osorio Santelices y el Prof. Dr. Luis Bisquertt Sussate  repetían a sus discípulos en la prestigiosa y autónoma universidad chilena de ayer: “ustedes no deben pensar tanto lo que van a hacer como lo que deben ser”…

            El ritmo acelerado del día a día ha influido directamente en las circunstancias en que se desarrolla la vida humana en el modelo  inhumano, insolidario e irracional capitalista globalizado y, a través de ella, en la personalidad de nuestros jóvenes. Ha acentuado la distancia que separa al joven del adulto, lo que impide a la nueva generación visualizar el futuro. Esto agudiza la situación de inseguridad que vive la mayoría de los jóvenes de hoy, han hecho del estrés, de la velocidad, un mito, una carrera sin sentido. Corren porque deben salir de y no llegar a, porque correr es ponerse al ritmo del tiempo. La vida en todas sus dimensiones es carrera vertiginosa. Se corre, se estresa, porque es un medio de no sentir el sin sentido de la vidorria diaria, porque es una forma de trascender sin trascendencia.

            De mis grandes maestros aprendí que lo único trascendental es lo que se hace por y para el Ser humano. Que para ser una verdadera reforma de fondo hay que colocar los intereses del ser humano en el centro de la vida económica, política, social, educacional y cultural si queremos verdaderamente cambiar el modelo de sociedad, injusta, inhumana, insolidaria, capitalista salvaje, por otra socialista a escala humana con irrestricto respeto por los derechos del Ser humano y su entorno ecológico. Culpar a Obama y a los testaferros europeos del capitalismo salvaje por la crisis, es darle una importancia, un rol que no tienen. Lo que hay que tener son agallas y coraje para luchar contra el perverso sistema capitalista.

            La reforma estructural educacional que el país necesita no puede satisfacerse con cataplasmas, con chácharas o discusiones bizantinas en los medios mediáticos mercuriales de incomunicación globalizados, es una cuestión de bisturí, no de paliativos.

            Como colofón, volvemos a la pregunta de este ensayo ¿es posible una reforma estructural educacional en Chile? Sí, todo depende del movimiento social y que sus jóvenes dirigentes no sean sorprendidos por los paniaguados epígonos del régimen cesarista y de la clase política que hace rato están sembrando la discordia para dividir el movimiento. La juventud que lucha por un Chile para todos no tiene  nada que perder, pero sí mucho que ganar, debe rechazar el nuevo reformismo que es la continuación  de los que impusieron los regimenes de la Concertación con los Ministros de Educación Ricardo Lagos, Sergio Bitar, Mariana Aylwin, Jorge Arrate y los inefables pinochetistas mercuriales Mónica Jiménez y Joaquín Lavín. Sí, a la reforma de fondo estructural educacional chilena, no al snobismo de la oligarquía empresarial que lucra con el negocio de la educación privada. La educación actual del lucro más que un fracaso, ha sido una estafa que produce vergüenza ajena debido a cerrazón y al cerrilismo que la aplasta. Un sistema ineficiente y arbitrario que hay que cambiar ya…

            La batalla es y será dura contra los sectores retardatarios de la oligarquía empresarial, dueña temporal de este país, para quienes la educación es un excelente negocio para lucrar. Jamás aceptarán devolverle al Estado el precioso instrumento social de la educación y la cultura, le niegan al Estado obcecadamente la función irrenunciable de ser la expresión más auténtica de la voluntad educativa y cultural de la nación. Son, por lo tanto, la educación y la cultura, dos de sus más caros patrimonios cívicos y morales de un Pueblo. Educar no es un negocio de alguna factoría, por esto, no puede considerarse “un bien de consumo de lucro”…

            Le corresponde a todos los sectores democráticos del Pueblo chileno, especialmente a su juventud, a los trabajadores, al magisterio, reafirmar y fortalecer la educación pública, democrática, científica, gratuita, bajo el control del Estado. “Gobernar es educar”, “luz más luz”.



Prof. Moreno Peralta
Secretario Ejecutivo ADDHEE/ONG



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