Una inversión China modifica la geopolítica de Sudamérica
Por Dr. José Miguel Amiune / Universidad Nacional
del litoral/Argentina:
Durante cuatro días de noviembre se reunieron dos
Cumbres Económico-Comerciales en América del Sud. La del Foro de Cooperación
Económica Asia Pacífico (APEC en inglés) en Lima los días 16 y 17 y la del G-20
los días 18 y 19 en Río de Janeiro. No es extraño que esto suceda. El mundo es
hoy un mosaico casi interminable de tratados de libre comercio, ya sea por
bloques regionales, interregionales o bilaterales.
No vamos a aburrir al lector con la historia de
ambos Acuerdos, sus países signatarios, ni con análisis de las Declaraciones
Finales de ambas reuniones. Todos sabemos que la mayoría de estas últimas son
un compendio de buenas intenciones, que emanan de cónclaves internacionales
donde se adoptan propuestas frente a los grandes desafíos actuales de la humanidad:
el cambio climático, la brutal concentración de la riqueza, las migraciones, la
pobreza extrema y la seguridad global, cuya implementación va siempre a la zaga
del empeoramiento de los problemas.
El objeto de esta nota es destacar algo que, en
medio de la elección de Donald Trump como 47° presidente de los ESTADOS UNIDOS ,
la autorización a Ucrania para usar misiles de largo alcance contra Rusia y la
réplica de Putin, ha pasado casi desapercibido para el mundo, la región y el
país. Se trata de la inauguración del mega Puerto de Chancay en Perú, asociado
a China. Ello amplia la influencia del país asiático en América Latina,
estableciendo un proyecto clave de la Nueva Ruta de la Seda, con el que Perú y
China formalizan la profundización de su asociación estratégica integral.
¿Qué
significa el mega puerto de Chancay?
Este proyecto estratégico, construido con una
inversión superior a los 3.500 millones de dólares, está situado a 80 kms. de
Lima y se posiciona como un hub logístico enmarcado dentro de la iniciativa de
la Nueva Ruta de la Seda, reforzando la presencia de China en América Latina y
ampliando su influencia en el comercio transoceánico. Xi Jinping enfatizó que el mega Puerto de Chancay es un ejemplo exitoso
y destacó su potencial para conectar “El Camino del Inca” con la Ruta de la
Seda del Siglo XXI. La gigantesca infraestructura, diseñada para manejar
grandes volúmenes de carga (se prevé movilizar hasta un millón de
contenedores), representa un avance significativo para Perú, que ahora se
proyecta como un actor relevante de las cadenas logísticas que unen al Asia con
toda América Latina.
Este Puerto será una las principales conexiones con
el Asia, compitiendo con el Canal de Panamá y la terminal portuaria del Callao,
que actualmente es gestionada por DP World Callao (empresa subsidiaria de Dubai
Ports World). El Puerto de Chancay será operado a través de la sociedad
Terminales Portuarias Chancay y la empresa china Cosco Shipping Ports.
La ubicación geográfica de Chancay es excelente, se
han construido nuevos diques para ganarle terrenos al mar, aumentando la
profundidad en 16 metros y contando con una superficie de operaciones de 80
hectáreas, compuestas de terminales de contenedores, parques industriales,
depósitos fiscales y centros de transferencia de cargas, con una capacidad de
tráfico y almacenaje como muy pocos puertos en el mundo poseen.
Implicaciones para el comercio internacional
Como puede advertirse no se trata solo de un nuevo
puerto, sino del Km 0 de un hub logístico, cuya cabecera sobre el Océano
Pacífico está en Chancay, pero se extiende a toda Sudamérica a través de un
corredor bioceánico que se conectará con el Océano Atlántico, a través de
diversos puertos en un esquema radial, como el de Santos en Brasil, de
Montevideo en Uruguay, Buenos Aires en Argentina, Antofagasta en Chile o Puerto
Cabello en Venezuela.
Ello implicará un vasto redireccionamiento de las
corrientes del comercio internacional que, hasta la fecha, tenían al Canal de
Panamá como única opción interoceánica. El cuál, a pesar de sus ampliaciones y
profundización sigue siendo insuficiente para canalizar los volúmenes
crecientes de carga marítima, en buques cuyo tamaño no cesa de aumentar como
los Portacontenedores Jumbo.
Aquí es donde la puesta en marcha del mega Puerto
de Chancay, desborda su carácter de instrumento del comercio bilateral entre
China y Perú y se convierte en un objetivo de China para consolidar sus rutas
marítimas estratégicas con América Latina. Según el Council on Foreign
Relations, el gigante asiático ya tiene participación activa en 101 puertos en
todo el mundo, lo que destaca su estrategia para posicionarse en puntos clave
del comercio internacional.
Por otro lado, la inauguración del Puerto se
produce en un momento en que China continúa expandiendo su presencia en obras
de infraestructura estratégicas en América Latina, consolidando su papel como
uno de los grandes inversionistas en la región. Esto incluye proyectos en
Brasil, Panamá y otros países. En suma, el Puerto de Chancay, con su capacidad
para manejar grandes volúmenes de carga y su ubicación estratégica, se proyecta
como un eje clave de la red de comercio que promueve China para posicionarse
como socio estratégico de América Latina, en la economía global.
La preocupación de Estados Unidos
Esta fuerte presencia de los chinos en puntos
estratégicos ha propiciado que el Pentágono, en su momento, a través del
almirante Craig Faller, ex Jefe del Comando Sur alertara, ya en el año 2019,
que en el futuro “China podría usar su control sobre los puertos de aguas
profundas en el hemisferio occidental para aumentar su posición operacional
global”.
Para contrarrestar estos avances, el Comando Sur
aumenta la creciente presencia de bases militares en América Latina y el
Caribe. En la medida en que China aparece como la principal amenaza de su
hegemonía hemisférica, considera la presencia de China, en cualquier país de la
región. como una amenaza a su “Seguridad Nacional”. Además de las bases
militares el Comando Sur opera 17 bases terrestres de radares en Colombia, Perú
y otros países de la región, varias de ellas móviles.
Con relación al Cono Sur, los gobiernos de Estados Unidos y Argentina
convinieron la instalación de un puerto y base logística conjunta en Tierra del
Fuego. Además, ambos gobiernos firmaron un acuerdo, por el que el Cuerpo de
Ingenieros de las FF.AA. de ESTADOS UNIDOS, tendrán a su cargo el monitoreo,
control y vigilancia de la navegación por la vía troncal de la Hidrovía
Paraguay-Paraná, en el tramo argentino, desde Confluencia hasta la
desembocadura del Río de la Plata. Todo esto, previo a la Licitación
Internacional para la privatización del dragado y señalización de la red
troncal de esa vía navegable.
La licitación será tramitada por la Subsecretaría
de Puertos y Vías Navegables. En los pliegos está prevista la modernización de
la vigilancia a la navegación por la Hidrovía a través de la instalación de
radares y sistemas satelitales para el seguimiento de las embarcaciones,
convoyes de barcazas o buques transoceánicos, así como la completa renovación
del sistema de señalización. Se busca aumentar las medidas de control, por parte
del Cuerpo de Ingenieros Militares de ESTADOS UNIDOS . para contribuir a la
lucha contra el terrorismo y el narcotráfico.
Queda bastante claro que, la operación de los
puertos, así como la navegación de las cuencas interiores de la región, han
pasado a formar parte del conflicto hegemónico y comercial entre ESTADOS UNIDOS
y China.
Paradoja de paradojas
Mientras en el apartado anterior veíamos la
confrontación entre China y ESTADOS UNIDOS en el terreno estratégico, comercial y de
control de las vías navegables, en ambas Cumbres la de APEC en Lima y el G-20
en Río de Janeiro, estuvieron y dialogaron los presidentes de ambas potencias.
En las dos el protagonismo de Xi Jinping fue casi
excluyente. Aunque concurrió Joe Biden, a Lima y Río de Janeiro, protagonizó
una gris y desoladora despedida de América Latina. Mientras Xi Jinping
inauguraba el mega Puerto de Chancay, firmaba acuerdos de todo tipo y agotaba
las audiencias bilaterales que concedió a la mayoría de los mandatarios
presentes. La asimetría se explica porque no existió el contrapeso de un
ausente: Donald Trump, quien asumirá el gobierno de los ESTADOS UNIDOS el 20 de enero de 2025, con una guerra
comercial contra Beijing como caballo de batalla.
Pero la paradoja de paradojas fue que, en ambas
Cumbres, Xi Jinping exaltó las bondades del libre comercio, mientras Trump
predica el proteccionismo más exasperado, hablando de imponer aranceles del 60%
a China y del 25% a México.
Es útil recordar que la Apec se creó en 1989, en el
marco de la disolución de la Unión Soviética y la debacle de los socialismos
reales. Cuando el unilateralismo de ESTADOS UNIDOS lanzaba el Consenso de Washington, proclamando
la fórmula mágica de que la supremacía del mercado era la panacea para la
superación de las crisis financieras y la garantía de estabilidad democrática,
reduciendo el Estado a un papel subsidiario.
En esos años el mundo se lanzaba a la globalización
y festejaba el fin de la Guerra Fría. Era la antesala de los felices noventas.
El libre comercio sería el articulador de armónicas relaciones internacionales,
con tratados que pondrían fin al proteccionismo y las barreras arancelarias.
Hoy, el mundo está invertido: Trump amenaza con profundizar el proteccionismo
mientras Xi Jinping defiende la libertad de comercio.
Los conservadores rechazan la liberalización y los marxistas
la recomiendan.
¿Alguien puede explicar este giro copernicano?
Chancay, ¿símbolo de nuevos tiempos?
La más certera caracterización que se puede hacer
de estas cumbres de Apec y del G-20, en un escenario mundial en ascuas por el
cambio de timonel en la Casa Blanca, simultáneo con conflictos armados en
Ucrania y Medio Oriente, a los que Trump planea sumar una guerra comercial, es
que vivimos en un mundo imprevisible y paradojal.
Durante su visita a Lima Xi Jinping limó asperezas
con Joe Biden, quien también inició hace cuatro años su período prometiendo
mano dura contra la competencia comercial China. Ahora, Biden es un “pato
rengo” que se va a su casa mientras el líder asiático continúa y parece estar
mejor parado para resistir los embates arancelarios del “segundo tiempo” de
Donald Trump. Este pretende castigar las importaciones chinas con gravámenes
arancelarios de 60% y con alza de aranceles del 25% para productos de México
cuya presidenta Claudia Sheinbaum, no estuvo en la cumbre de Apec, pero sí en
la del G-20.
En Río de Janeiro, la
presidenta Sheinbaum hizo un contundente alegato contra las “absurdas
guerras que deben detenerse” incluidas las comerciales. Llamó a “parar la
economía de la destrucción que no lleva a ningún lado más que al sufrimiento” y
afirmó que la política tiene que servir “para construir la paz y proteger a los
desprotegidos, a los que sufren”. Es importante destacar que estas palabras fueron
pronunciadas delante de países como ESTADOS UNIDOS , Canadá, Reino Unido o
Alemania que apoyan, de forma decidida, el genocidio que está llevando a cabo
Israel en la franja de Gaza o la escalada bélica en Ucrania que puede llevar al
planeta a la Tercera Guerra Mundial.
Ante dirigentes abiertamente reaccionarios como
Giorgia Meloni o Javier Milei cuestionó el planteamiento de que “la libertad
está solo en el mercado”. Es un planteo falso dijo la presidenta Sheinbaum
“¿Cuál libertad? ¿La libertad para
morirse de hambre? Eso no es libertad, es olvido, es deshumanización”. El
poderoso mensaje de Sheinbaum en el G-20, además de su contenido, es
importante, por el lugar político y geoestratégico desde donde se enunció.
“Hacer grande a América otra vez”, a través de
barreras arancelarias o para-arancelarias es una consigna que, desde ya,
pronostica costos inflacionarios para el mundo y caída del precio de las
commodities. Ello produciría un deterioro en los países emergentes, afectando
las precarias relaciones de ESTADOS UNIDOS con América Latina. Todo ello, sumado al
equívoco simbolismo de designar a Marco Rubio, hijo de cubanos, como Secretario
de Estado.
Tal panorama, podría favorecer una profundización
de los intensos vínculos comerciales de China con América Latina que tendrán,
en la Cuenca del Pacífico, un impulso de grandes proporciones con el mega
Puerto de Chancay, en la costa central peruana.
¿Habrá una mayor integración portuaria en América
del Sur? ¿Chancay favorecerá la habilitación de corredores bioceánicos con los
países del Atlántico? ¿El aislacionismo de Trump y la presencia China
despertará interés en los gobiernos latinoamericanos de integrarse al bloque
Brics+ (encabezado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica)? ¿Se modificará
la geopolítica de Sudamérica?
Estos son los interrogantes que sobrevuelan en
nuestro cielo austral. Preguntas válidas de pronóstico, por ahora, reservado.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario