Como desagravio a Colombia y en defensa de su gloria.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Historiador y analista internacional/ADDHEE.ONG
El
30 de septiembre de 1813 tras recibir refuerzos a fin de sacudirse del asedio a
Puerto Cabello, los españoles iniciaron una ofensiva hacia Valencia. El coronel
Atanasio Girardot recibió la misión de contener a los godos, enfrentando una
columna española en las alturas de Bárbula. En el esfuerzo del combate Girardot fue alcanzado por una bala de fusil
cuando trataba de fijar la bandera republicana en la altura conquistada.
Girardot había nacido en San Jerónimo, Antioquia, en el territorio de la actual
Colombia y murió en Naguanagua, en el hoy estado Carabobo, Venezuela. Vivió 22
años.
En
febrero de 1814 la confrontación entre patriotas y realistas alcanzó altos
niveles en el centro del país. A cargo del parque de armas que se ubicó en la
hacienda San Mateo propiedad de la familia Bolívar se designó al capitán
Antonio Ricaurte. Los españoles lograron
realizar una exitosa ofensiva que generó la posibilidad de apoderarse de
las armas almacenadas en San Mateo. Ricaurte prendió fuego a la pólvora y la
hizo explotar el 25 de marzo de 1814, entregando su vida y la de un puñado de héroes
que cuidaban el recinto. Ricaurte había nacido en Villa de Leyva, en el actual
departamento de Boyacá, Colombia y murió en San Mateo, hoy estado Aragua,
Venezuela. Vivió 27 años.
Antonio
Nariño nació en Bogotá. Es junto a
Francisco de Miranda, uno de los precursores de la independencia americana. En
1814 fue hecho prisionero y purgó 6 años de cárcel en las mazmorras de la
monarquía. Tras ser liberado en 1820, regresó a América, no a Bogotá donde
estaba Santander sino a Angostura, Venezuela desde donde se comunicó con
Bolívar. Conocedor de sus antecedentes y trayectoria, el Libertador lo convocó
a reunirse en Apure cuando después de Boyacá y mientras se elaboraban los
planes para lo que habría de ser la victoria en Carabobo, en simultánea se
preparaba la instalación del Congreso. Bolívar
lo designó interinamente vicepresidente de la República con la misión de
instalar el Congreso Constituyente.
Debió
pagar por su lealtad a Bolívar, la oligarquía santandereana nunca dejó de
perseguirlo. Se defendió jurídicamente y salió absuelto de todas las
acusaciones que falsamente le impugnaron. Pero su salud se había deteriorado y
falleció en 1823 a la edad de 58 años. Es uno de los padres de Colombia la
grande y padre de Venezuela a pesar de que no nació aquí.
El
9 de diciembre de 1824, José María Córdova era el jefe de la 2da División
Colombiana en los campos de Ayacucho, Perú. Las fuerzas a su mando debieron
resistir los embates de los principales contingentes del ejército español y,
cuando el general Sucre, le ordenó pasar a la ofensiva, Córdova se desmontó de
su caballo y arma en ristre se puso al frente de sus tropas y los incitó a
iniciar el ataque bajo la orden: "¡División, armas a discreción, de
frente, a paso de vencedores!"
Al
final de la batalla, en reconocimiento a su valentía y liderazgo, Sucre, sin
consultar con el Libertador (que después avaló la decisión), ascendió a Córdova
en el mismo campo de batalla al grado de General de División, quitándose sus
propias charreteras y colocándolas sobre sus hombros. Córdova nació en
Antioquia, Nueva Granada (hoy Colombia). Tenía 25 años. Su jefe, Antonio José
de Sucre, de Cumaná, Venezuela, tenía 29. Juntos, jefe y subordinado, hermanos
en el combate y amigos en la vida, uno colombiano, el otro venezolano, llevaron
hasta Junín y Ayacucho las glorias de Boyacá y Carabobo.
Esta
es la historia y es la gloria de Colombia. 200 años después, la oligarquía empresarial/financiera,
terrateniente colombiana hecha poder: Pastranas, Uribes, Santos y Duques
quieren hundir en la infamia y el deshonor la historia de lucha y de hermandad
entre nuestros dos pueblos. Al igual que Santander, le siguen haciendo el
trabajo sucio a Estados Unidos.
Pero,
los buenos colombianos, los millones de Girardot, Ricaurte, Nariño y Córdova
son para Venezuela, hermanas y hermanos aunque nos hayan separado por la
ignominia de 1830. Ellos y nosotros somos hijos de Bolívar.
La vergüenza de 1828 cuando intentaron asesinar al Libertador y de 1830 cuando
las oligarquías de Caracas y de Bogotá vergonzosamente restablecieron la línea
fronteriza trazada por España cuando España ya no era poder en América, hoy ha
sido repetida cuando desde República Dominicana un expresidente pedófilo quiso
imponer por vía de la fuerza lo que no han podido lograr por vía de la razón.
Otro
expresidente, fracasado y derrotado, quien tras llegar a la máxima magistratura
cabalgando sobre las fuerzas del narcotráfico y el paramilitarismo, ha
pretendido dar lecciones de democracia, como la que él instauró en su país a
través de la práctica de los falsos positivos, la persecución del pueblo, el
desplazamiento de los campesinos y la entrega de la soberanía del país a
Estados Unidos.
Pastrana,
Santos, Uribe y Duque no son Colombia. Insultan y agravian su gloria y su
memoria. Colombia es Girardot, Ricaurte, Nariño y Córdova. Ellos, al igual que
Bolívar, Sucre, Anzoátegui y Urdaneta, son también nuestra guía y nuestro
camino. No importa donde se nace, lo que importa es donde se decide morir y
ellos murieron por Colombia, la grande, creada para todos por el Libertador
Simón Bolívar Palacios y Blanco.
Lo
subrayado/interlineado es nuestro.
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