¿Qué hará Musk en la Casa Blanca?
Por Néstor Restivo/USA/Estados Unidos/ Tektonikos, ADDHEE.ONG, Other News:
Pedante sin filtros como Trump, ¿hay lugar para ambos? Negocios,
neonazis y broligarquía. ¿Murió el Club Bilderberg?
El rol del multimillonario Elon Musk en el gabinete de Donald Trump ha
llamado la atención en diversos lugares. No solo por su osado activismo
pronegocios para sus intereses comerciales, intentando vulnerar capacidades
estatales de regulación, incluso más allá de las fronteras de Estados Unidos
como fue el caso con Brasil, sino por su injerencia en asuntos políticos de
otros países, apoyando a dirigentes y sectores de ultraderecha/fascista
en las Américas y en Europa.
Ninguno de esos dos movimientos es novedoso en gente con tamaño poder de
billetera. En cuanto a hacer negocios y ganancias, cualquier empresario trata
de beneficiarse de un Gobierno amigo o, más aún, si él mismo forma parte del
círculo de confianza del mandante de turno o directamente tiene un cargo, como
fue el caso, entre otros, de Mauricio Macri en Argentina, tan luego el
mismísimo presidente, o es ahora el caso de Musk como secretario de “Eficiencia
Gubernamental”. Cada “desregulación” que propicie el dueño de Tesla, Starlink,
X y otras empresas, tendrá la contracara de más rentabilidad para alguna de sus
compañías. Y en lo que se refiere a saborear la política doméstica o
internacional, allá están Henry Ford y sus cercanías con el nazismo o
Rockefeller nieto (del barón del petróleo y fundador de la Standard Oil), que
llegó a ser vicepresidente de Estados Unidos, entre los magnates más conocidos.
Club Bilderberg/UE/OTAN o
broligarquia/USA/Trump.
En un artículo reciente para Le Monde que reprodujo en
su propio sitio, el economista griego Yanis
Varoufakis dice que Musk y otros multimillonarios cercanos a
Trump, a los que llama “broligarquía” (un pequeño grupo de hombres poderosos
que controlan una estructura política), forman una conspiración para extraer la
máxima riqueza posible. “Copan Mar-a-Lago (la residencia de Trump en el estado
de Florida) y por unos pocos cientos de millones de dólares que invirtieron en
la campaña electoral para su reelección, a los pocos minutos de su victoria
amasaron una riqueza extra de cientos de miles de millones”. Cita los casos de
Palantir, de Peter Thiel, cuyas acciones se dispararon 23% tras los comicios,
mientras que Tesla, de Musk, vio cómo sus acciones subían un 40% “hasta
alcanzar un nivel de capitalización superior al de la mayor parte del resto de
la industria automovilística mundial junta. Por unas migajas de su mesa, que
araron en la campaña de Trump, la cofradía de las grandes tecnológicas está en
proceso de recibir tres regalos asombrosos”.
En su escrito, el ex ministro de Economía de Grecia y activista de
izquierda, a quien Téktónikos
entrevistó para que hablara de estos nuevos actos y de su libro
“Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo”, argumenta
una diferencia con el poder de los grandes capitalistas “antiguos”, ya que
ellos “no disfrutaban del poder de Internet”, aunque sí “tenían otras formas de
moldear nuestro entorno político, filosófico y cultural. ¿Hemos olvidado —se
pregunta— cómo los oligarcas, por ejemplo, los hermanos Koch, pasaron décadas
financiando la Red Atlas y la Sociedad Mont Pellerin para convertir el
neoliberalismo en un credo universal que disfraza de campaña por la libertad
una cruel guerra de clases contra la mayoría? ¿O cómo Goldman Sachs proporcionó
a la administración de Bill Clinton su propio CEO para que fuera el secretario
del Tesoro que eliminó todas las regulaciones que impedían los peores excesos
de Wall Street?”. Por cierto, Goldman Sachs proporcionó más de un funcionario,
como hicieron en otros momentos Citibank, o J.P. Morgan, Deutsche Bank y otros
(también a gobiernos neoliberales de otros países como Argentina). Entre los
magnates mediáticos, podría mencionarse como igualmente poderoso el australiano
Rupert Murdoch, pero de nuevo, no es ni ha sido el único, en distintas épocas.
Y hay figuras aún más poderosas y en las sombras en los nuevos formatos
capitalistas, como el dueño de Black Rock,
Larry Fink.
Volviendo a Varoufakis, la diferencia fundamental que observa con los
del campo de las nuevas tecnologías es que ahora hay, dice, un “superpoder, una
hiperarma, que la broligarquía (que) posee hoy en día y que sus predecesores de
Big Business y Wall Street no poseían. Se trata de una forma de capital que
nunca había existido hasta hace poco: el capital en la nube que, por supuesto,
no vive en las nubes, sino en la Tierra, compuesto por máquinas conectadas en
red, granjas de servidores, torres de telefonía móvil, software, algoritmos
impulsados por inteligencia artificial, y en el suelo de nuestros océanos,
donde descansan incontables kilómetros de cables de fibra óptica”.
Caos informativo, fin de la democracia
Analista del poder de los grupos de alta tecnología aplicada a las
comunicaciones en The Guardian, Carole Cadwalladr es una de las voces más
autorizadas en el tema y acérrima crítica de Musk, en particular por su rol en
X (ex Twitter) y las redes sociales.
Ha escrito que
“amanece una nueva era (en la cual) los hermanos tecnológicos de Estados Unidos
se pavonean ahora en los pasillos del poder”, y periodiza este momento. “En
retrospectiva, 2016 fue el principio del principio. Y 2024 es el final de ese
principio y el comienzo de algo mucho, mucho peor. Comenzó como un desgarro en
el espacio de la información, una toma de conciencia de que el mundo tal y como
lo conocíamos —estable, fijado por hechos, protegido por pruebas— era ahora un
desgarro en el tejido de la realidad. Y las turbulencias que Trump está a punto
de desencadenar —junto con el dolor, la crueldad y las penurias— son posibles
porque ahí es donde ya vivimos: en el caos informativo”. Se pregunta, incluso,
si en este contexto “sobrevivirá la democracia”, sobre lo cual volveremos más
adelante.
Cadwalladr alarma cuando afirma, jugando con la idea del filósofo
Marshall McLuhan acerca de que «el medio es el mensaje”, que “ahora el medio es
Musk. El hombre más rico del mundo compró una plataforma de comunicación global
y ahora es el jefe de Estado en la sombra de la que fue la mayor superpotencia
mundial. Ese es el mensaje. ¿Lo has entendido ya?”. Descorazonada, sostiene que
entre 2016 y 2024 hubo ocho años para pedir cuentas al Sillicon Valley, “y
fracasamos”. Por cierto, en estos días se supo que también el dueño de
Meta/Facebook, Mark Zuckerberg, se rindió ante Musk y el mundo de las fake
news y abandonará el sistema de verificación de datos en favor de otro
mucho más laxo como el que tiene X, y que libera de controles todo tipo de
mentiras, discursos de odio y operaciones en las redes. “Bienvenido a la
fiesta”, le dijo Musk. Y varios medios titularon con que Zuckerberg se alinea
con las nuevas “desregulaciones” del trumpismo. La columnista del diario
británico cierra así su desazón: “El
primer ciclo de disrupción se ha completado (…) Estamos vadeando las cloacas de
la información. Trump es un bacilo, pero el problema son las tuberías. Podemos
y debemos arreglarlo”.
Otra comentarista y académica del tema es la estadounidense, Kara Swisher,
quien entrevistó varias veces a Musk hasta que se pelearon feo por, entre otras
cosas, opiniones divergentes sobre medidas de cuidado en la pandemia del
Covid-19, que obviamente él despreciaba en aras de vaya a saberse qué
“libertad”. Ella cree que con su exconfidente, a quien, como tantos, lo
considera tan genio como inmaduro, “parece que es solo una cuestión de tiempo
antes de que entremos en el capítulo de Howard Hughes, otro hombre rico
brillante que fracasó estrepitosamente. Y, por atroz que se haya vuelto Musk,
ese desenlace es uno de los acontecimientos más tristes en mi larga historia de
amor con la tecnología”.
“Proyección internacional”
Musk ha tenido diversas incursiones en la arena global. El presidente
argentino Javier Milei lo cree su amigo desde que en 2024 fue a visitarlo,
embobado, en uno de sus tantos viajes a EE.UU., e imagina negocios, pero hasta
ahora no los hubo. En Brasil,
hasta ahora las peleas de Musk con el Gobierno de Lula y con el Poder Judicial
le resultaron fatales, porque no pudo imponer su pretendida supremacía sobre la
soberanía estatal brasileña. Pero pareciera que, más que en Sudamérica, Musk
tiene intereses y ambiciones más fuertes en Europa.
En Italia, anda de idilio —igual que cree Milei— con la primera ministra
Giorgia Meloni, a quien hace poco galardonó personalmente con el premio Global
Citizen 2024, que otorga Atlantic Council. En una nota con el Corriere della
Sera, ella lo definió como «un hombre brillante» con quien tiene una «excelente
relación», pero que no por ello lo beneficiaría en sus negocios, a quién se le
ocurriría. En 2023, Meloni ya había recibido en Roma al dueño de X para hablar
de las últimas innovaciones en Inteligencia Artificial, las reglas del mercado
europeo y posibles inversiones, entre otros asuntos. Para muchos, la dirigente
del neofascista Hermanos de Italia es la principal aliada de Musk en Europa.
En Gran Bretaña, el primer amor del billonario de origen sudafricano fue
Nigel Farage, líder de Reform United King, con quien repartieron visitas en
Londres y también en Mar-a-Lago. Pero la relación se rompió recientemente
porque Musk cambió de opinión y juzgó debilucho al neonazi. Ahora sus fichas en
Londres, mientras difama al premier laborista Keir Stammer, están puestas en
Tommy Robinson, otro ultraderechista con ambiciones que fue preso por difamar a
un refugiado sirio y tiene otras tantas causas judiciales a cuestas.
Y finalmente en Alemania, Musk tuvo su incursión más desenfadada. Viajó
allá en dos oportunidades y apoyó en la red X las candidaturas del partido nazi
Alternativa para Alemania (AfD), anticipando lo que cree será una victoria de
su lideresa Alice Weidel en las parlamentarias anticipadas de este febrero.
“Sólo la AfD salvará a Alemania”, dijo, en modo Hitler, y con insultos tanto al
canciller como al presidente Frank-Walter Steinmeier, a lo cual el primero de
ellos, el saliente socialdemócrata Olaf Scholz, prefirió no responder más que
con estas palabras: “No alimentemos al trol. Hay que tener serenidad. Los
socialdemócratas estamos muy acostumbrados a que ricos empresarios de medios de
comunicación que no valoran nuestras políticas no oculten sus opiniones”. El
problema de Scholz y de Europa en general es que no solo los empresarios de
medios ya no las valoran, ya son demasiados fracasos y agachadas.
El germano Scholz , el también alemán líder del Partido Liberal
Christian Lindner (quien dijo que Musk quiere “provocar el caos”), el británico
Stammer y hasta el presidente francés Emmanuel Macron han salido a intentar
ponerle límites a Musk. Acaso sea tarde.
Broligarquia, el Club
Bilderberg mimetizado: ¡es la misma cloaca capitalista!
Como bien escribió Miquel Ramos
en Público, “el hombre más rico del mundo se ha metido de lleno en
un juego cuyas reglas no ha inventado él, y del que participan también los que
hoy hacen aspavientos ante su entrada a la partida.” El autor español agrega
que “Macron sabe que esa internacional reaccionaria es hoy más poderosa que
nunca gracias a políticas como las suyas y las de muchos de quienes hoy alzan
la voz contra Musk. Y que este no hace nada que ellos no hayan hecho antes en
otros momentos y en otros escenarios”. Es decir, Ramos ve el germen de estos
personajes ni más ni menos que en un sistema mundial capitalista que siempre
disfrazó de democracia un juego de beneficio para los poderosos, solo que ahora
se ha concentrado más y con paradigmas tecnológicos y comunicaciones mucho más avanzados.
Y ese es el punto al que se pretende llegar en este artículo. El
capitalismo ha usurpado palabras y conceptos preexistentes como Democracia o
Mercado o aun Derechos Humanos y, últimamente, Libertad. No les pertenecen.
Ahora el sistema está desnudo, tras ese matrimonio más o menos estable y
llevadero que en Occidente había cuajado todas esas ideas (mentirosa, pero
exitosamente) por algunas décadas tras el desastre de las dos guerras mundiales
del siglo XX, pero que ahora naufraga. Bien concluye Ramos que “Musk y la nueva
ola reaccionaria que cabalga han venido a terminar el trabajo, no a proponer
nada que no llevara ya tiempo viéndose en el horizonte”.
Lo que viene en la Casa Blanca
Habrá que ver cómo le va a Musk en Washington D.C., si alguna vez viaja
a la capital del imperio. Varios viejos republicanos le tienen tirria tanto a
él como a otros advenedizos tec y billonarios, que llegan con
estilo arrogante y claramente para hacer negocios. Más importante aún, quizá,
es la interna que ellos tienen con otro sector del trumpismo, los “viejos”
ultraderechistas que rodeaban a Trump, como Steve Bannon. Este ya se ha peleado
con el dueño de Space, X y Tesla por la cuestión inmigratoria. Musk dijo que su
empresa de autos eléctricos podría tener trabajadores migrantes con estudios de
posgrado y acceso a las visas H-1B, lo cual marca una agenda contraria a la
antimigratoria de Trump. “Por favor, que alguien notifique a los ‘Servicios de
Protección Infantil’: es necesario realizar un control de ‘bienestar’ a este
niño» (por Musk), echó ácido Bannon, quien además de chico inmaduro lo
considera “globalista” e incluso “perrito faldero” de China y que “vive de
subsidios” (como nuestro Galperin).
Lo de China puede discutirse. La pelea de Tesla con BYD por la
electromovilidad existe, aun cuando Musk produzca autos en el gigante asiático
y por supuesto hay contactos al más alto nivel. Poco más de un año atrás, en
noviembre de 2023, Musk cenó con Xi Jinping en San Francisco en el marco de una
actividad del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC), donde estuvieron
también otros popes como los dueños de Apple o de Boeing. En cambio, pese a que
se ha dicho lo contrario, no se sabe a ciencia cierta si Musk participó de
charlas con el líder ruso Vladimir Putin en torno a la posguerra en Ucrania, un
lucrativo mercado. En cualquier caso, las internas dentro del gobierno de Trump
con protagonismo del nerd están llamadas a dar que hablar y acaso a muy corto plazo.
La ya citada cronista del Sillicon Valley Swisher le dijo una vez a la CNN,
sobre Elon Musk y Donald Trump: “Una de mis películas favoritas es Highlander y
solo puede haber uno y ese será Trump. Veremos qué sucede a raíz de eso”. De
hecho, Bannon y otros como él fueron eyectados del círculo de Trump por eso
mismo.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro
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