MOVILIZACIÓN EN VALPARAÍSO A 6 AÑOS DE LA REBELIÓN DE
OCTUBRE DEL 2019.
Por Dr. Guillermo Correa Camiroaga/ADDHEE.ONG:
Diario
red, el Clarín de Colombia, el nortino de Chile, el Clarín de Chile, Jornada de
México, Xinhua.net, la Haine, enred sin fronteras, red latina sin fronteras,
telesur, publico.es, Amy Goodman/Colombia University, el Sur Andino, Al Jazeera
Con una participación popular se
conmemoraron ayer sábado en Valparaíso los seis años de la rebelión popular del
18 de octubre del 2019.
Un pequeño grupo de
manifestantes se congregó en la Plaza Aníbal Pinto a partir de las 18 horas
para luego marchar por las principales calles del centro de Valparaíso. Unos
asistentes, mediante el uso de altoparlantes manifestó lo siguiente:
"Estamos hoy acá
porque este país está lleno de Tomas, porque no hay solución para la vivienda,
para la gente, porque la gente gana salarios de hambre, no le alcanza para
ahorrar, no le alcanza para pedir crédito hipotecario y no le queda otra cosa que
irse a una Toma, por eso estamos acá. No es porque sí, no es porque nos guste
estar en la calle gritando, sino porque estamos exigiendo nuestros derechos.
Queremos una salud digna, una educación digna, pensiones dignas, las demandas
por nuestros derechos siguen siendo las mismas que cuando nos levantamos con
rabia el 18 de octubre de hace 6 años atrás, no se han solucionado y, por el
contrario, se han agravado". Seguimos exigiendo por una nueva constitución
elaborada y sancionada por el Pueblo soberanamente en el marco de una Asamblea Legislativa
Constituyente, ¡Ahora!
"Hoy también tenemos
que honrar a nuestros compañeros y compañeras que fueron violentados, mutilados
y asesinados durante la revuelta por el Estado de Chile y sus agentes
represivos. No ha existido una reparación real e integral para quienes sufrieron
violaciones de sus derechos e incluso varios compañeros se han suicidado porque
el Estado les falló. Por eso tenemos que seguir en las calles exigiendo todos
nuestros derechos, levantando todas nuestras demandas, por esas demandas que
salimos a las calles en el año 2019 y 2020."
Con la consigna
"Dónde está Julia Chuñil" voceada enérgicamente por las y los
manifestantes se dio inicio a la marcha por la calle Condell, mientras uno de
los asistentes a esta movilización se acercó y me dijo "ya ni siquiera
podemos decir que siempre somos los mismo los que nos encontramos en estas
movilizaciones, sino que ahora, más encima, cada vez somos menos".
Este comentario expresa de
manera potente y dolorosa la real magnitud de la derrota coyuntural sufrida por
el movimiento popular que participó de la rebelión de octubre del 2019, derrota
que es, a mi parecer, el resultado de dos elementos fundamentales: el acuerdo
por la paz y la nueva constitución y la pandemia de coronavirus.
El primero de estos elementos ofreció un caramelo multicolor, un nuevo y
remozado arcoíris de alegría camuflado de Convención Constitucional al cual se
plegaron entusiastamente los partidos institucionales, seguidos tímidamente por
las organizaciones sociales en rebeldía. El Covid 19 y las extremas medidas de
confinamiento y restricciones asociadas a él, dieron el impulso final para que
el embravecido mar de protestas, que inundó y estremeció todo el territorio
nacional, se transformara en un aquietado remanso institucional, preocupado de
candidaturas y un proceso constitucional publicitado como la madre de todas las
batallas, que produjo expectativas de cambio exageradas, ya que se dejó mañosa
y ciegamente de lado que tenía como marco institucional regulatorio la
Constitución elaborada en dictadura. La incipiente organización popular surgida
al calor de la rebelión popular, en los espacios extraparlamentarios o extra
institucionales, se fue poco a poco desarticulando, desmovilizando y diluyendo,
y muchos de sus integrantes, obnubilados por los espejitos de colores
institucionales, se sumaron también así a los caminos definidos desde las
elites.
Por eso, la profunda
depresión post "Rechazo" todavía no logra ser superada por los viudos
y viudas de la Convención Constitucional, quienes una vez embarcados en dicha
convención continuaron mecánica y sumisamente insertándose en los sucesivos
procesos electorales, sin siquiera cuestionar estos instrumentos al servicio
del restablecimiento del oasis institucional en nuestro país, que el gobierno
de las coaliciones Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático encabezado por
Gabriel Boric se encargó de consolidar.
Además, la derecha
tradicional, en todas sus variantes, logró instalar un relato para desvirtuar y
negar las legítimas, innumerables e insatisfechas demandas sociales que dieron
origen a la rebelión popular, introduciendo dos ideas fuerzas como son el "octubrismo"
y el "estallido delincuencial", conceptos despectivos que han
permeado la sociedad chilena y a los cuales se han plegado en forma
desvergonzada los autodenominados sectores "progresistas", encargados
actualmente de la administración del modelo neoliberal en el gobierno, el
parlamento y otras instituciones del Estado, llegando incluso a renegar de
figuras metafóricas o simbólicas como el "perro matapacos", con el
objetivo de mostrar una deslavada y amable cara "republicana" para no
incomodar a las elites dominantes.
El resultado de esta derrota coyuntural se ha podido observar durante estos
últimos años en la escasa participación de manifestantes durante los numerosos
llamados a movilizaciones, pese a que las demandas populares que desencadenaron
la rebelión del octubre del 2019 no solo siguen vigentes, sino que se han
continuado profundizado y agravando.
La pobre convocatoria de
ayer sábado, con una grave situación actual de cobros abusivos en las cuentas
de la luz que podría haber representado un motivo concreto para una masiva
participación, es una muestra de la lamentable realidad por la que atraviesa el
movimiento social rebelde. Tener conciencia de ello es imprescindible y
necesario para poder empezar a revertir esta situación de depresión y reflujo,
para partir nuevamente desde abajo y por fuera de los restrictivos espacios
institucionales, alejándose de los cantos de sirenas electorales que, una vez
más, se amplifican con fuerza ante una nueva e inconducente lucha por la
presidencia de una nueva administración de un modelo de sociedad definido
claramente en la Constitución Política elaborada durante la dictadura civil
militar, la Constitución del 80, que sigue viva y robustecida con iniciativas
como la aprobación del Tratado Internacional TPP 11, el fortalecimiento de las
AFP con la Reforma Previsional, la flexibilidad laboral incluida en la Ley de
las 40 Horas, la militarización y el Estado de Emergencia permanente en el
Wallmapu, junto a las nuevas y abundantes leyes represivas que criminalizan la
protesta y la movilización social.
Todas estas iniciativas y leyes no han sido promulgadas por un régimen
de derecha, de ultraderecha o "fascista", sino durante el actual
gobierno "progresista" encabezado por Gabriel Boric, que, en los
hechos y no en los pomposos y alambicados discursos, ha sido un gobierno más al
servicio del sistema de dominación capitalista en su versión neoliberal y de
democracia restringida establecido en la Constitución del 80 que rige en
nuestro país.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.


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