Valparaíso, 9 de octubre 2025.
«Ni calco ni copia»: Dr. Ernesto Guevara de la Serna en búsqueda de un nuevo socialismo latinoamericano
Por Prof. Michael Löwy.
En
un artículo publicado en 1928, José Carlos Mariátegui - el verdadero fundador
del marxismo latino-americano - escribía las siguientes palabras: «No queremos,
ciertamente, que el socialismo sea en América latina calco y copia. Debe ser
creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro
propio lenguaje, al socialismo latino-americano. He aquí una misión digna de
una generación nueva". No fue escuchada su advertencia: en este mismo año
empezó el movimiento comunista latino-americano a caer bajo la influencia del
paradigma stalinista, que impuso, durante casi medio siglo, el calco y la copia
de la ideología de la burocracia soviética y de su llamado «socialismo real».
No
sabemos si el Dr. Ernesto Guevara de la Serna conocía este texto de Mariategui;
posiblemente sí lo había leído, puesto que su compañera Hilda Gadea le había
prestado los escritos de Mariátegui, durante los años que precedieron la
Revolución Cubana. De todas las maneras se puede considerar que buena parte de
su reflexión y de su práctica política, sobre todo en los años 60, tenía como
objetivo salir del callejón sin salida a que llevaba la imitación servil del
modelo soviético y est-europeo. Sus ideas sobre la construcción del socialismo
son una tentativa de «creación heroica» de algo nuevo, la búsqueda –
interrumpida e inacabada – de un paradigma de socialismo distinto, y en muchos
aspectos radicalmente opuesto a la caricatura burocrática stalinista «realmente
existente».
De
1959 hasta 1967, el pensamiento del Dr. Ernesto Guevara de la Serna ha
evolucionado mucho. Él se alejó cada vez más de las ilusiones iniciales acerca
del socialismo soviético y del estilo soviético - es decir, stalinista - de la ciencia y la filosofía marxista. En una
carta del 1965 a un amigo cubano él critica duramente el «seguidismo
ideológico» que se manifiesta en Cuba por la edición de manuales soviéticos
para la enseñanza del marxismo. Estos manuales – que él llama «ladrillos soviéticos» - «tienen el inconveniente de no te dejar pensar:
el Partido ya lo hice por ti y tú lo debes digerir». Se percibe de manera
cada vez más explícita, sobretodo en sus escritos a partir del 1963, el rechazo
al «calco y copia» y la búsqueda de un modelo alternativo, la tentativa de
formular una otra vía al socialismo, más
radical, más igualitaria, más fraternal, más humana, más consecuente con la
ética marxista.
Su
asesinato en octubre del 1967 va a interrumpir un proceso de maduración
política y desarrollo intelectual autónomo. Su obra no es un sistema cerrado,
un planteamiento acabado que tiene respuesta para todo. Sobre muchas cuestiones
- la democracia en la planificación, la lucha contra la burocracia - su
reflexión es incompleta.
El
motor esencial de esta búsqueda de un nuevo camino – más allá de cuestiones
económicas específicas – es la convicción de que el socialismo no tiene sentido
– y no puede triunfar – si no representa un proyecto de civilización, una ética
social, un modelo de sociedad totalmente antagónico a los valores de
individualismo mezquino, de egoísmo feroz, de competencia, de guerra de todos
contra todos de la civilización capitalista - este mundo en el cual «el hombre
es el lobo del hombre».
La
construcción del socialismo es inseparable de ciertos valores éticos,
contrariamente a lo que plantean las concepciones economicistas - de Stalin
hasta Kruschov y sus sucesores - que sólo consideran "el desarrollo de las
fuerzas productivas". En la famosa entrevista con el periodista Jean
Daniel (julio del 1963) el Dr. Guevara de la Serna planteaba, en lo que ya era
una crítica implícita al "socialismo real": "El socialismo
económico sin la moral marxista no me interesa. Luchamos contra la miseria,
pero al mismo tiempo contra la enajenación. (...) Si el marxismo pasa por alto
los hechos de conciencia, podrá ser un método de reparto, pero no es ya una
moral revolucionaria".
Si el socialismo pretende
luchar contra el capitalismo y vencerlo en sus proprio terreno, en el terreno
del productivismo y del consumismo, utilizando sus propias armas - la forma
mercantil, la competencia, el individualismo egoísta – está condenado al fracaso. No se puede decir que Guevara de la
Serna previó el derrumbe de la URSS, pero de alguna manera él tuvo la intuición
de que un sistema «socialista» que no tolera la divergencia, que no representa
nuevos valores, que trata de imitar su adversario, que no tiene otra ambición
que «alcanzar y superar» la producción de las metrópolis capitalistas, no tiene
futuro.
El socialismo para el Dr.
Guevara de la Serna era el proyecto histórico de una nueva sociedad, basada en
valores de igualdad, solidaridad, colectivismo, altruismo revolucionario, libre
discusión y participación popular. Tanto sus críticas – crecientes – al
«socialismo real» como su práctica como dirigente y su reflexión sobre la
experiencia cubana están inspirados por esta utopía -– en el sentido que le da
Ernst Bloch a este concepto – marxista.
Tres
aspectos traducen concretamente esta aspiración del Dr. Guevara de la Serna y
su búsqueda de un nuevo camino: la discusión sobre los métodos de gestión
económica, la cuestión de la libre expresión de divergencias y la perspectiva
de la democracia socialista. El primero ocupaba, obviamente, el lugar central en
la reflexión del Dr. Guevara de la Serna; los dos otros - que están
estrechamente interconectados- son mucho menos desarrollados, con lagunas y
contradicciones. Pero no dejan de estar presentes en sus preocupaciones y en su
práctica política.
1)Los
métodos de gestión económica
Se
trata de la célebre discusión del 1963-64 sobre varios aspectos de la
planificación, en confrontación con partidarios del modelo soviético – el
Ministro del Comercio Exterior Alberto Mora, el director del Instituto Nacional
de Reforma Agraria Carlos Rafael Rodríguez – sostenidos por el conocido
economista marxista francés, Charles Bettelheim. Los planteamientos de Dr. Ernesto
Guevara de la Serna– que recibieron el apoyo del economista marxista belga (y
dirigente de la IVa Internacional) Ernest Mandel – constituyen una crítica
radical – al principio implícita, después explícita – al «socialismo real».
Los principales aspectos del
modelo est-europeo a que se oponía el Dr. Guevara de la Serna eran:
- La ley del valor
como ley objetiva de las economías de transición al socialismo – tesis de
Stalin defendida por Charles Bettelheim.
- La
mercancía como base del sistema productivo..
- La
competencia - entre empresas o entre trabajadores - como factor de incremento
de la productividad.
- Métodos
de incentivo y distribución más bien individuales que colectivos.
- Privilegios
económicos para los gerentes y administradores.
- Criterios
mercantiles en las relaciones económicas entre países socialistas.
En su famoso "Discurso de
Argel" (febrero del 1965) Dr. Ernesto Guevara de la Serna llamaba a los
países que se reclamaban del socialismo a "liquidar su complicidad tácita
con los países explotadores del Occidente", que se traducía en las
relaciones de intercambio desigual que llevaban con los pueblos en lucha contra
el imperialismo. Para el Dr. Guevara de la Serna "no puede existir
socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una nueva
actitud fraternal frente a la Humanidad, tanto de índole individual, en la
sociedad que se construye o está construido el socialismo, como de índole
mundial en relación a todos los pueblos que sufren la opresión
imperialista"
Analizando
en su ensayo del marzo del 1965, El socialismo y el Ser Humano en Cuba los
modelos de construcción del socialismo vigentes en Europa oriental, el Dr.
Guevara de la Serna rechazaba la concepción que pretendía "vencer al
capitalismo con sus propios fetiches": "Persiguiendo la quimera de
realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el
capitalismo (la mercancía tomada como célula económica, la rentabilidad, el
interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un
callejón sin salida...Para construir el socialismo, simultáneamente con la base
material hay que hacer al Ser Humano nuevo".
Uno de los principales peligros
del modelo importado de los países del Este europeo es el incremento de la
desigualdad social y la formación de una capa privilegiada de tecnócratas y
burócratas: en este sistema de retribución "son los directores quienes
ganan cada vez más. Basta ver el último proyecto de la RDA, la importancia que
adquiere la gestión del director, o mejor, la retribución de la gestión del
director".
El
fondo del debate consistía en una confrontación entre una visión economicista –
la esfera económica como sistema autónomo, regido por sus propias leyes, como
la ley del valor o las leyes del mercado - y una concepción política del
socialismo , es decir la toma de decisiones económicas - las prioridades
productivas, los precios, etc. – según criterios sociales, éticos y políticos.
Las propuestas económicas del Dr.
Guevara de la Serna – la planificación versus el mercado, el sistema
presupuestario de financiamiento, los incentivos colectivos o «morales» -
tenían como objetivo la búsqueda de un modelo de construcción del socialismo
fundamentado en estos criterios, y, por tanto, distinto del soviético
stalinista.
Hay
que añadir entretanto que el Dr. Guevara
de la Serna no logró tener una idea clara de la naturaleza del sistema
burocrático stalinista. Siguiendo – en mi opinión – una pista equivocada,
buscaba en la NEP, más bien que en el Thermidor stalinista, la origen de los
problemas y limitaciones de la experiencia soviética.
2)
La libertad de discusión
Un
aspecto político importante de la discusión económica del 1963-64, que merece
ser subrayado, es el hecho mismo de la discusión. Es decir, el planteamiento de
que la expresión pública de desacuerdos es normal en el proceso de construcción
del socialismo. En otras palabras, la legitimación de un cierto pluralismo
democrático en la revolución.
Esta
problemática está sólo implícita en el debate económico. El Dr. Guevara de la
Serna nunca la desarrolló de forma explícita o sistemática, y sobre todo no la
relacionó con la cuestión de la democracia en la planificación. Pero su
actitud, en varias ocasiones en el curso de los años 60, es favorable a la
libertad de discusión en el campo revolucionario, y al respeto de la pluralidad
de opiniones.
Un
ejemplo interesante es su comportamiento hacia los trotskistas cubanos, cuyos análisis
él no compartía para nada (los criticó duramente en varias ocasiones). En 1961,
en una entrevista con un intelectual de izquierda norte-americano, Maurice
Zeitlin, el Dr. Guevara de la Serna denunció la destrucción por la policía
cubana de las placas de La Revolución Permanente de Trotsky como un «error» y
algo que «no debería haber sido hecho». Y años más tarde, poco antes de dejar
Cuba en 1965, logra sacar de la cárcel al dirigente trotskista cubano Roberto
Acosta Echevarria, al cual declara, al despedirse con un abrazo fraternal: «Acosta, las ideas no se matan a palos».
El ejemplo más tajante es su
respuesta - en un informe de 1964 a sus compañeros del Ministerio de la
Industria - a la crítica de "trotskismo" que le echaran algunos
soviéticos:
"A este respecto, creo que o poseemos la capacidad de destruir con
argumentos la opinión contraria o debemos dejarla expresarse...No es posible destruir una opinión con la
fuerza, porque ello bloquea todo desarrollo libre de la inteligencia. También
del pensamiento de Trotsky se puede tomar una serie de cosas, incluso si, como
creo, se equivocó en sus conceptos fundamentales, y si su acción ulterior fue
errónea...".
Tal
vez no sea por casualidad que la defensa más explícita de la libertad de
expresión y la crítica más directa del Dr. Guevara de la Serna al autoritarismo
stalinista se manifiesta en el terreno del arte. En su conocido ensayo El socialismo
y el Ser Humano Integral en Cuba (1965) denuncia el «realismo socialista» de
factura soviética como la imposición de una sola forma de arte - la «que
entienden los funcionarios». Con este método, subraya, se «anula la auténtica
investigación artística», y se pone una verdadera «camisa de fuerza a la
expresión artística».
3)La
democracia socialista
Aunque
el Dr. Guevara de la serna nunca llegó a elaborar una teoría acabada sobre el
papel de la democracia en la transición socialista – tal vez la principal
laguna de su obra - rechazaba las concepciones autoritarias y dictatoriales que
tanto daño hicieron al socialismo en el siglo XX. A los que pretenden, desde
arriba, "educar al pueblo" - falsa doctrina ya criticada por Marx en
las "Tesis sobre Feuerbach" ("¿quién educa al educador?") -
el Dr. Guevara de la Sena contestaba, en un discurso del 1960: "La primera
receta para educar al Pueblo...es hacerlo entrar en revolución. Nunca pretendan
educar a un pueblo, para que, por medio de la educación solamente, y con un
gobierno despótico encima, aprenda a conquistar sus derechos. Enséñele, primero
que nada, a conquistar sus derechos, y ese pueblo, cuando esté representado en
el gobierno, aprenderá todo lo que se enseñe, y mucho más: será el maestro de
todos sin ningún esfuerzo". En otras palabras: la sola pedagogía
emancipadora es la auto- educación de
los pueblos por su propia práctica revolucionaria - o, como lo planteaba Marx en la Ideología Alemana, "en la
actividad revolucionaria, el cambio de sí mismo coincide con la modificación de
las condiciones". En el mismo sentido van unas notas críticas de 1966
a un manual de economía política soviético, que contienen esta formulación política
precisa y tajante: «El tremendo crimen histórico
de Stalin» fue «el haber despreciado la educación marxista e instituido el
culto irrestricto a la autoridad».
El
principal límite es la insuficiencia de su reflexión sobre la relación entre
democracia y planificación. Sus argumentos en defensa de la planificación y en
contra de las categorías mercantiles son muy importantes y ganan una nueva
actualidad delante de la vulgata capitalista salvaje globalizado que domina
hoy, con su «fundamentalismo religioso del mercado». Pero dejan a un lado la
cuestión política clave: ¿Quién planifica? ¿Quién decide las grandes opciones
del plan económico? ¿Quién determina las
prioridades de la producción y del consumo? Sin una verdadera democracia – es
decir sin: a) pluralismo político; b) libre discusión de las prioridades y c)
libre opción de la población entre las diversas proposiciones y plataformas
económicas propuestas - la planificación se transforma inevitablemente en un
sistema burocrático, autoritario e ineficaz de «dictadura sobre las
necesidades», como lo demuestra abundantemente la historia de la ex-URSS.
En otras palabras: los problemas económicos de la transición al socialismo son
inseparables de la naturaleza del sistema político. La experiencia cubana de
los últimos treinta años revela, también ella, las consecuencias negativas de
la ausencia de instituciones democrático/socialistas – aun si Cuba logró evitar
las peores aberraciones burocráticas y totalitarias de los otros Estados del
llamado «socialismo real».
Este
debate tiene que ver, por supuesto, con el problema de las instituciones de la
revolución. Guevara rechaza la democracia burguesa, pero – a pesar de su
sensibilidad anti-burocrática e igualitaria - está lejos de tener una visión
clara de la democracia socialista. En El socialismo y el hombre en Cuba el
autor reconoce que el Estado revolucionario puede equivocarse, provocando una
reacción negativa de las gentes que les obliga a rectificar (el ejemplo que
cita es la política sectaria del Partido bajo el liderazgo de Aníbal Escalante
en 1961-62). Pero, reconoce, «es evidente que el mecanismo no basta para
asegurar una sucesión de medidas sensatas y que falta una conexión más
estructurada con las gentes». En un primer momento, él parece encontrar una
solución en una vaga «interrelación dialéctica» entre los dirigentes y las
gentes. Entretanto, algunas páginas adelante confiesa que el problema está
lejos de haber encontrado una solución adecuada, permitiendo un control
democrático efectivo: «Esta institucionalidad de la Revolución todavía no se ha
logrado. Buscamos algo nuevo (...). "
Sabemos
que en los últimos dos años de su vida Dr. Ernesto Guevara de la Serna avanzó
mucho en su toma de distancia hacia el paradigma soviético stalinista, en su
rechazo del «calco y copia» del «socialismo real». Pero una buena parte de sus
últimos escritos queda aún inédita, por razones inexplicables. Entre estos documentos se encuentra una
crítica radical al Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la
URSS, redactada en 1966. En un artículo publicado en 1996, Carlos Tablada -
autor de un libro importante sobre el pensamiento económico del Dr. Guevara de
la Serna – cita algunos párrafos de este documento, al cual tuvo acceso (pero
no la autorización de publicarlo integralmente). Uno de ellos es muy interesante, porque demuestra que en sus últimas
reflexiones políticas Guevara se acercaba a la idea de una democracia
socialista, de una planificación democrática en la que sea el pueblo mismo, los
trabajadores, «las gentes» (para utilizar su terminología), los que tomen las
grandes decisiones económicas:
«En
contradicción con una concepción del plan como decisión económica de las gentes
conscientes de los intereses populares, se ofrece un placebo, en el cual sólo
los elementos económicos deciden del destino colectivo. Es un procedimiento
mecanicista, anti-marxista. Las gentes deben de tener la posibilidad de dirigir
su destino, de decidir cuál es la parte de la producción que irá a la
acumulación y cual será consumida. La técnica económica debe operar en los
límites de estas indicaciones y la consciencia de las gentes debe asegurar su
implementación.»
Las
balas de los asesinos de la CIA y de sus bastardos testaferros bolivianos
interrumpieron en octubre del 1967 este trabajo de «creación heroica» de un
nuevo socialismo revolucionario latinoamericano, a partir de la aplicación
consecuente de la filosofía y la ciencia marxista.
(Ponencia
presentada a la Conferencia anual de la Fundación Ernesto Guevara de la Serna,
Italia, junio 2001)
(*)
Michael Löwy fue miembro del Comité Académico Internacional de la Cátedra Libre
Ernesto Guevar de la Serna de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.
Entre muchos otros libros, es autor de El pensamiento del Dr. Guevara de la Serna [1971] y de El marxismo en
América Latina [1982].




No hay comentarios:
Publicar un comentario