Aló, Washington: El imperialismo estadounidense/yanqui en su agonía...
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/
escritor, historiador y analista internacional.
Tras leer un reciente artículo del ex
presidente de Rusia Dmitri Medvédev, me quedé pensando en una frase ahí
expuesta: “Trump ha vuelto a entrar en una realidad alternativa…”. Con la
singular ironía que le ha caracterizado en los últimos años y que ha sacado de
quicio al presidente estadounidense más de una vez, el actual vicepresidente
del Consejo de Seguridad de Rusia le aconsejó a Trump que, para analizar a
Rusia "lo principal es cambiar radicalmente de perspectiva sobre diversos
temas con más frecuencia. Y todo irá bien. Esta es la esencia de una
administración pública exitosa a través de las redes sociales”.
Y me parece que es verdad, el
presidente de Estados Unidos vive en una realidad virtual producida por su
egolatría y su megalomanía. Al analizar sus primeros 9 meses de gestión, se
puede constatar que no tomó el Canal de Panamá, tampoco ocupó Groenlandia;
Canadá no se transformó en el estado 51 de la unión estadounidense y el
Golfo de México se sigue llamando de esa manera.
La
deuda de la arcadia estadounidense
La economía no marcha mejor. Desde
principios de este año, el dólar ha caído un 10% frente a la libra esterlina y
un 15% frente al euro. En mayo la agencia de calificaciones crediticias
Moody’s, siguiendo los pasos de Fitch y S&P, rebajó la calificación de la deuda estadounidense que actualmente
asciende a 37 billones de dólares lo cual representa el 122 % del Producto
Interno Bruto (PIB) con un crecimiento
aproximado al billón de dólares cada tres meses.
Un estudio realizado por la Oficina de
Presupuesto del Congreso señala que esa cifra se iba a conseguir en el año
2030. El adelanto es notable. Según Michael Peterson, presidente y director
general de la Fundación Peter G. Peterson, la deuda está avanzando “más del
doble de rápido que la tasa promedio de los últimos 25 años”. Por otra parte,
el déficit presupuestario federal de Estados Unidos se sitúa actualmente en
torno al 8% del producto interno bruto (PIB). Desde 1960 hasta la
crisis financiera mundial, el déficit se situó en una media de alrededor del 5%
del PIB. No son precisamente buenas noticias las que puede exhibir Trump en
materia económica.
Por su parte, mientras anuncia con “bombos
y platillos” que él había logrado reducir la tasa de inflación de su país, la
verdad es que esta se aceleró al 2,9% en agosto de 2025, la más alta desde
enero. Los precios subieron a un ritmo más rápido para los alimentos (3,2%
frente al 2,9% en julio).
En su esquizofrénico discurso en la
ONU Trump dijo que detuvo 7 guerras, cuando en realidad no paralizó ninguna, inclusive hasta se
permitió inventar una entre Egipto y Etiopía. Amenazó a Brasil con altos
aranceles a sus exportaciones hacia Estados Unidos y ahora China le compra al
país sudamericano todo el café excedente creando un déficit enorme en el
mercado estadounidense. Algo similar ocurrió con la soya, pero con
repercusiones mucho peores porque afecta a miles de productores principalmente
de los estados del medio oeste de Estados Unidos
(Illinois, Iowa, Minnesota, Nebraska y Ohio), algunos de los cuales
tradicionalmente votan republicano.
La guerra
comercial de Washington contra Beijing hizo que las importaciones chinas de soya
estadounidense se desplomaran a su nivel más bajo en 2025. En contraste, Brasil
se convirtió en el principal proveedor del grano al gigante asiático. Entre
enero y agosto de 2025, China importó solo 5,8 millones de toneladas de soja
estadounidense, en comparación con los 26,5 millones del mismo período del año
anterior, una caída de casi el 80%. De junio a agosto de este año Estados
Unidos prácticamente no envió soya a China, y el país asiático no compró nuevos
productos para la cosecha del próximo año. Esto manifiesta una gran diferencia
con Brasil que exportó más de 77 millones de toneladas de soya al mercado chino
durante el mismo período.
En otro plano,
Trump informó que Estados Unidos ha recibido durante su administración casi dos
billones de dólares en inversiones europeas, japonesas, coreanas y suizas, pero
nadie las ha visto, nunca existieron más que en su desordenada cabeza. El que
tenga dudas al respecto puede buscar en internet los desmentidos de cada uno de
los involucrados.
Visto desde
otra perspectiva, según Hinterlaces, el
discurso de Trump en la ONU se pareció más a “un mitin electoral globalizado”
que a otra cosa. Este portal venezolano señala que en esa disertación hubo un
“predominio del yo” dedicando casi la mitad del tiempo de esa alocución a una
exaltación de sí mismo. De igual manera se destacó su “tono confrontacional” en
temas como migración, conflictos militares y críticas a la ONU como ejes
centrales y una “ausencia de visión global” en el que los asuntos referidos al cambio
climático, el multilateralismo y América Latina tuvieron un papel totalmente marginal.
Pero en donde
tal vez reside la mayor inestabilidad de Estados Unidos en la actualidad es la
que se produce a partir de la intensificación de las discrepancias entre los
líderes políticos y militares del Pentágono sobre la nueva estrategia de
defensa preparada por la Administración.
El punto de
vista del secretario de Guerra Pete Hegseth -que ha establecido que el centro
de la inquietud de Estados Unidos en materia militar debe orientarse a
enfrentar y derrotar amenazas internas- es resistido por los altos mandos de
las Fuerzas Armadas. Una buena parte de generales y almirantes creen que el secretario
minimiza la competencia de Estados Unidos con China y reduce el papel del país
en Europa y otras regiones del mundo. Aunque tal estrategia aún no ha sido
elaborada en su totalidad, estaría en fase final de montaje, enunciando una
mirada inadecuada y limitada como expresión de un “enfoque contradictorio del
presidente Trump en materia de política exterior” según fuentes vinculadas al
Pentágono que emitieron estas opiniones al diario estadounidense Washington
Post, firme defensor de las políticas de Trump. Los altos oficiales ponderan
también que la estrategia de la actual administración no ha sido bien pensada y
en última instancia, socavará la integridad de las Fuerzas Armadas.
Los militares
temen que estos puntos de vista influyan en una improcedente distribución de
recursos y un incorrecto despliegue de las Fuerzas Armadas. Así mismo, han
refutado al secretario en cuanto a la posición de la administración respecto de la
competencia con China, que se quiere reducir a la “cuestión de Taiwán”,
minimizando el enfrentamiento y la contención a mayor escala del gigante
asiático.
Vale decir que
aun cuando Hegseth fue miembro de Guardia Nacional del Ejército de Estados
Unidos, solo alcanzó el grado de capitán. Sus más “altas” responsabilidades
fueron la de comandar un pelotón de
infantería en Irak y enseñar tácticas de
contrainsurgencia en Afganistán, no tiene la formación operativa ni estratégica para ser la máxima
autoridad militar de Estados Unidos. Cabe destacar que el ahora secretario,
fracasó en su intento de ser elegido senador por el estado de Minnesota y que
su designación en el cargo actual fue rechazada por la mitad de los senadores y
solo concretada por el voto de desempate a su favor del vicepresidente J.D.
Vance. Incluso, el senador republicano por
Misuri, Eric Schmitt, argumentando en su
favor, apuntó que la falta de experiencia de Hegseth era una ventaja, que debía
asumirse como “una bocanada de aire fresco”.
Sus “méritos”
para llegar a tan importante responsabilidad dicen relación con su lealtad
perruna a Trump y sus abiertas inclinaciones supremacistas, fundamentalistas.
homofóbicas y conservadoras que, sin embargo, no
bastan para dirigir el aparato militar de ningún país.
En este marco, recientemente fue
realizada una reunión en la base de los marines de Quantico, Virginia, al
suroeste de Washington D. C., a la que fueron convocados 800 almirantes y
generales requeridos desde las instancias militares de Estados Unidos diseminadas
por todo el mundo, a fin de conocer de primera mano el “pensamiento
estratégico” de Hegseth y Trump. La reunión constituyó un evento inusual y sin
precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, toda vez que nunca antes había
sido agrupada esa enorme cantidad de altos mandos en un mismo lugar,
Hegseth arremetió
durante su discurso contra la ideología “woke”, que se habría desarrollado
dentro del ejército bajo las administraciones anteriores. Según él, en este
momento, las tropas estadounidenses se ajustan a la imagen que los republicanos
tienen de la izquierda liberal “woke”. Con el objetivo de dar a conocer las
nuevas medidas del Departamento de Guerra, Hegseth atacó con dureza a los
militares con sobrepeso, los barbudos y los que usan el pelo largo, pero
también contra las “expresiones individuales y superficiales”. Así mismo
declaró el fin “de los hombres con vestidos”,
de las políticas de equidad, diversidad e inclusión, prometiendo un nuevo
ejército a imagen y semejanza de la administración MAGA.
El
convicto presidente Trump: convicto de
34 delitos
A la misma reunión compareció el
presidente Trump. Los generales y almirantes tuvieron que escuchar atónitos y
sin manifestar emoción ni opinión alguna la diatriba trumpista de auto
alabanzas que resultaban insólitas viniendo de un individuo convicto de 34 delitos y evasor del servicio militar
en 5 ocasiones.
Ante la
impasividad de los militares y en un espectáculo increíblemente insultante y superficial
frente a un liderazgo castrense claramente avergonzado, Trump les dijo: "Pueden
aplaudir si quieren. Si se quieren levantar e irse, lo pueden hacer también,
pero olvídense de sus rangos y sus carreras".
A esa estafa
que se llama régimen de Estados Unidos y que está cerrado desde hace
ocho días por una falta de presupuesto que expone las profundas contradicciones
entre las élites, debe enfrentarse el mundo sabiendo que a Trump y sus
adláteres en la administración solo le queda la amenaza, la presión y el
chantaje como herramientas, la prepotencia, la soberbia y el supremacismo como
discurso y, en última instancia, la violencia, la agresión, la intervención
armada y la guerra como instrumentos para garantizar su sobrevivencia.
A este
respecto, debe considerarse que, como dice el veterano periodista Peter Baker
que ha cubierto la Casa Blanca para el New York Times desde 1996, al analizar
la personalidad de los presidentes estadounidenses de las últimas décadas, ha opinado
que “con Trump, sin embargo, a menudo se trata tanto de su propio instinto
visceral como de cualquier pensamiento global”. He ahí la razón del peligro: el
líder de la mayor potencia mundial puede tomar decisiones a partir de lo que le
indica su hígado, no necesariamente su cerebro.
Lo subrayado/interpolado es nuestro




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