Laura Richardson: una moderna “Atenea”.
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor y analista internacional /El Salto/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News, Sputnik, RT, Publico.es, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
La mediocridad intelectual castrense, especialmente
estadounidense/yanqui, cuando no le envenena la humanidad, y la envidia, le permite
al bellaco estúpido militarote dormir sin soñar por las drogas del narcotráfico.
Sobrevive entre los engranajes de la rutina genocida militarista asesinando
pueblos. Es audaz en la traición e ignora la lealtad. Este tartufo esta siempre
dispuesto a adular a los dueños de la celestina universal, la clase oligarca,
empresarial, financiera-bancaria/agiotista, agrícola monopolista y a engañar a
los humildes, mintiéndoles a ambos, si es necesario en su vidorria parasita.
El prototipo de miserable sátrapa militar, intrínsecamente perverso
que impone en el patio trasero latinoamericano el sistema capitalista salvaje a
través del régimen de turno estadounidense/yanqui lo han constituido: Batista,
Duvalier, Stroessner, Banzer, Pinochet, Gaisel, Castello Branco, etc., una
mengua de bastardos fascista, sin patria, sin presente ni futuro.
Es hora de escuchar y asumir el legado del general libertador
Simón Bolívar Palacios y Blanco: “Lo peor que puede ocurrirle a un pueblo es
que sea “Gobernado”/regido por los militares nos rigen más por la ignorancia
que por la fuerza de las armas”... Prof. Moreno Peralta IWA, Secretario Ejecutivo
ADDHEE.ONG
Entre febrero y marzo del
año pasado escribí un largo reporte titulado “La
creciente presencia militar de la OTAN en América Latina y el Caribe”. En tres
entregas daba cuenta de la fuerte injerencia de Estados Unidos y afirmaba que
no sólo en Europa del este y en Asia-Pacífico, el conglomerado militar
terrorista se estaba expandiendo, también al sur del Río Bravo. En ese entonces
dije: “Otro tanto ocurre en América Latina y el Caribe, en la que Estados
Unidos está iniciando un agresivo plan de expansión a lo largo de todas las
latitudes y longitudes de la región”.
Ha pasado un poco más de un año, la tendencia se
mantiene e incluso se ha incrementado. Con una clara orientación militarista
desde la llegada de Joe Biden a dirigir la administración en Washington en 2021,
la política estadounidense hacia la región se ha puesto en manos del Pentágono
y en específico del Comando Sur dirigido por la generala Laura Richardson. Es
ella la principal protagonista y ejecutora de las decisiones de la Casa Blanca
en la región.
Desde un primer momento, Richardson estableció el
carácter estratégico de América Latina y el Caribe para Estados Unidos. Al
preguntarse porque era importante la región, ella misma respondió: “Con todos
sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del
litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del
mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile”. Agregó que
“tenemos [sic] 31% del agua dulce del mundo en esta región” y que “con ese
inventario, a Estados Unidos le queda mucho por hacer”. Además, mencionó que a
su país le interesaban “las grandes reservas de petróleo y los recursos
de Venezuela en petróleo, oro y cobre [y] los bosques de Amazonia que son los
pulmones del mundo”
Argumentó que eso tenía que ver con la seguridad
nacional de su país por lo cual Washington debía establecer los parámetros de
conducta de los países latinoamericanos y caribeños y alejar de ellos a los
”adversarios”, es decir China, Rusia e Irán, según sus propias definiciones.
Por supuesto, para establecer tales “parámetros de
conducta” necesita domesticar a los domesticables y eliminar a los irredentos
que en defensa de su soberanía e integridad territorial, se niegan a ponerse de
rodillas ante el poderío imperial. Eso es lo que ha estado haciendo Richardson
desde su nombramiento al frente del Comando Sur en octubre de 2021, asumiendo
una preponderancia en el acontecer político que ninguno de sus antecesores ha
tenido. En este contexto, el Departamento de Estado se ha visto obligado a
jugar un papel secundario, cediendo su tradicional función “diplomática” a
prácticas de militarización de la política donde son otros los más expertos. En
2024 esta tendencia se está profundizando.
No
se sabe si por órdenes del Alto Mando o por iniciativa propia, Richardson -optimizando
su tiempo- ha puesto el énfasis en la penetración de aquellos países gobernados
por administraciones de la extrema derecha subordinadas a Estados Unidos. No
obstante, en todas sus visitas señala el peligro que significan “Cuba,
Venezuela y Nicaragua que –alentados por el apoyo de China y Rusia-
desestabilizan aún más el hemisferio y amenazan la gobernabilidad democrática”.
En
Uruguay el gobierno de derecha y la oposición de izquierda han llegado a
acuerdos bipartidistas para lograr lo que la embajada de Estados Unidos en
Montevideo ha denominado la discusión sobre “la asociación bilateral en defensa
entre Estados Unidos y Uruguay”, es decir una asociación para que Washington
ponga un pie en Montevideo con dos objetivos claros: el primero establecerse en
la entrada del estratégico estuario del Río de la Plata que conecta el
Atlántico con la importante red fluvial de América del Sur y en segundo
plano, fortalecer, junto a Chile y las
Malvinas, el – también estratégico- triángulo de control del Atlántico Sur.
Dando inicio a la operatividad de estas decisiones, entre 8 y 10 efectivos de las
fuerzas especiales estadounidenses comenzaron a ingresar al país el pasado 7 de
abril.
En
el caso de Argentina, la llegada al poder de Javier Milei en diciembre del año
pasado allanó el camino de entrega de la soberanía nacional iniciada durante el
gobierno de Mauricio Macri, que tuvo continuidad en el de Alberto Fernández.
Aquí, como una manera de mostrar desprecio por el sentir nacional, la generala
Richardson inició una visita el pasado 2 de abril fecha en que se conmemora el
inicio del desembarco argentino en las islas Malvinas en 1982 y que en el país
es día de conmemoración y memoria. Richardson se burló de todo ello, contando
con el aval del presidente Milei.
La
subordinación del gobierno argentino a Estados Unidos rebasó toda norma. Hasta
Pinochet se preocupó un poco de mantener las formas en cuanto a entrega de la
soberanía y subordinación al hegemón. En Argentina la generala Richardson
-compartiendo en este caso protagonismo con el Secretario de Estado Anthony Blinken
quien visitó el país el pasado 23 de febrero, así como con el Director de la
CIA William Burns, quien estuvo el 20 de marzo- completó la agenda de inserción
de Buenos Aires en el dispositivo de control regional y global de Estados
Unidos que está en franco declive en otras latitudes y longitudes.
Richardson
anunció el interés de su país por instalar una Base Naval que cumpla la
misión de transformar el ya creado triángulo Montevideo-Malvinas -Punta Arenas (Chile),
en un cuadrángulo, tanto de control del Atlántico Sur como también de mecanismo
de intervención para la presencia de Estados Unidos en la Antártida. Imitando
el Quad del Pacífico Oriental formado por Japón, Estados Unidos, Australia e
India contra China, Washington intenta crear una organización similar contra
América del Sur, a fin de restar un potencial protagonismo de la región en el escenario
global, sobre todo considerando que Brasil es miembro fundador de los BRICS.
Así
mismo, como dice el analista argentino Matías Caciabue la última visita de Richardson
a Argentina también persiguió el objetivo de ejecutar “un ejercicio
de diplomacia militar en torno a la Estación de Espacio Lejano, CLTC-CONAE, que
el gobierno de Cristina Kirchner concedió a China por 50 años […] a cambio de permitir que las instalaciones
puedan ser también utilizadas por especialistas argentinos“. Caciabue recuerda
que: “A pesar de que una adenda al convenio original, que hizo la entonces
Canciller macrista Susana Malcorra, explicitó una restricción al uso
militar de esas instalaciones, las presiones estadounidenses giran en torno a
que CLTC (China
Satellite Launch and Tracking Control General) es
una institución del Ejército Popular de Liberación, las Fuerzas Armadas de
China”.
Por otra parte, y dando continuidad a la lógica de subordinación
extrema a Occidente y a la OTAN, la administración Milei, decidió comprar 24
aviones obsoletos F-16 a Dinamarca, sin considerar que jamás, algún país
miembro de esa organización va a dotar a Argentina de la tecnología necesaria
para un eventual enfrentamiento con el Reino Unido- Ya en 1982, la OTAN puso a
disposición de Londres todo su potencial de combate a fin de derrotar a
Argentina.
De igual manera, Richardson
gestionó, la presencia en aguas territoriales argentinas del portaaviones
George Washington (CVN 73) de la Armada de Estados Unidos que se desplegará en
el área de operaciones del Atlántico Sur a fin de realizar maniobras navales del
Comando Sur. En la región, el George Washington junto al destructor de misiles guiados Porter (DDG 78) y el engrasador de
reabastecimiento John Lenthall (T-AO-189) están programados para realizar
ejercicios y operaciones en el mar junto a fuerzas navales de la región en la
que participarán marinos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,
Perú y Uruguay, con visitas previstas a puertos de Brasil, Chile y Perú.
En el caso de América Central,
Estados Unidos ha preparado las maniobras Guardian 24, en Honduras y Costa
Rica como ejercicio multinacional que permite mantener su presencia en la
subregión manteniendo bajo su tutela a los ejércitos del área. Además de los
países antes mencionados, participarán República Dominicana y El Salvador.
Con el mismo objetivo, durante esta
semana la generala Richardson está de visita en Guatemala donde se propone "discutir
esfuerzos de colaboración para abordar los desafíos de seguridad regional".
De igual manera, participará en la Conferencia de Seguridad de Centroamérica,
reunión que realiza el Comando Sur y que este año tendrá como sede este país.
En cuanto al Océano
Pacífico, el Comando sur logró que México autorizara el ingreso a territorio
nacional de militares del Ejército de Estados
Unidos. El
senador oficialista Félix Salgado Macedonio
lo justificó diciendo que este ejercicio se lleva a cabo año con año, “y
ahora se hace más público y transparente” con la aprobación de las y los
senadores.
En
el caso de Ecuador, país que tiene un presidente estadounidense, todo es más
fácil. Acorde a su ciudadanía original, Noboa actúa en favor de los intereses
de su país de nacimiento, crianza y estudios. En este marco, el 15 de febrero
pasado, firmó dos acuerdos que permiten
la ejecución de operaciones militares conjuntas entre las fuerzas de sus dos
países: el de nacimiento propio y el de nacimiento de sus padres. Aunque
Richardson ha estado varias veces en Ecuador, su presencia no es tan necesaria
habida cuenta la característica particular de este país que incluso se permite
violar la carta de la ONU con total impunidad.
De
igual manera, Perú aprobó un documento similar autorizando el ingreso de
personal militar de Estados Unidos en el territorio nacional. Dicha facultad le
permite a los militares estadounidenses transitar el país portando armas de
guerra sin control de la autoridad nacional. Las fuerzas armadas de ambos
países realizarán siete actividades
durante el año 2024.
La
intensa actividad de la generala Richardson en la región es expresión de la
decisión estadounidense de militarizar la política hacia América latina y el
Caribe y su necesidad de control y manejo de la región no solo en términos de
sus intereses hemisféricos. La retórica de la Jefa del Comando Sur da cuenta de
la inserción de América Latina -por parte de Estados Unidos- en una lógica de
confrontación global que augura mayor presencia y mayor intervencionismo.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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