Dr. Miguel Enríquez Espinosa y las fuerzas de la historia en su
aniversario 80: ¡Presente hoy y siempre!.
«El sectarismo es una deformación que se ha dado en otros procesos revolucionarios y se ha manifestado a veces en Chile, y que como deformación en las organizaciones de la izquierda debe de ser combatida y aplastada, como única forma de poder golpear unidos y con más fuerza a nuestros enemigos de clase».
Dr. Miguel Enríquez Espinosa
Por Pedro
Lovera/ El Salto/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News,
Sputnik, RT, Publico.es, La Jornada de México, Red latina sin
fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
El Dr. Miguel Humberto Enríquez Espinosa fue un
revolucionario marxista chileno. Socialmente inquieto desde su juventud, tuvo
su debut en las luchas callejeras con apenas 13 años durante la huelga con tono
insurreccional que sacudió las principales ciudades del país los días 2
y 3 de abril del año 1957. Un año más tarde Miguel participaría en las
concentraciones populares en apoyo al Frente de Acción Popular para la campaña
presidencial de 1958, en la cual el candidato de la izquierdista coalición, Dr.
Salvador Allende Gossens rozó el triunfo. El día 1 de enero de 1959 se producía
el triunfo de los barbudos de la Sierra Maestra, acontecimiento que removió los
cimientos de Latinoamérica y el mundo, provocando una profunda impresión en la
joven generación de los años cincuenta y sesenta.
En 1961, cuando terminaban sus 16 y comenzaban sus 17 años,
entra a la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción, lugar en donde
el incipiente proceso de politización se vuelve más vertiginoso. Inspirado en
el ejemplo cubano y conmovido por la situación de miseria que azotaba a la gran
mayoría del país entra a las juventudes del Partido Socialista (PS) de Chile/PSCh,
espacio que terminará abandonado a inicios de 1964, en contexto del XX Congreso
del Partido Socialista de Chile/PSCh.
Con el fin de exponer las razones que llevaron a él y una
importante franja de dirigentes y militantes de bases a romper con dicho
partido es que se elaboró un documento titulado ¡Insurrección Socialista!, en el cual se señalaba que dicho partido
"navegaba entre dos aguas. Por una parte, la fraseología pseudo
revolucionaria dirigida a acallar las inquietudes de las bases del Partido y
por otro lado el oportunismo colaboracionista, la fraseología parlamentaria y
electorera de sus dirigentes". Luego de acusar el revisionismo del
socialismo y el comunismo chileno y de denunciar la "vía pacífica"
como forma de enmascarar la política de colaboración de clases, los firmantes
del documento hicieron un llamado a ingresar a las filas de la Vanguardia
Revolucionaria Marxista (VRM), la cual luego de un quiebre orgánico terminaría
con dos facciones: VRM-Vanguardia y la VRM-Rebelde. Esta última será el destino
de Miguel.
14-15 de
Agosto 1965, nace el Movimiento de Izquierda Revolucionaria/MIR.
Posteriormente la VRM-Rebelde en conjunto con otras
agrupaciones de izquierdas (anarcosindicalistas, trotskistas y
marxistas-leninistas) terminará confluyendo los días 14 y 15 de agosto de 1965
en la formación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Transcurridos
dos años desde la formación del MIR, en diciembre de 1967, Miguel es electo
para ocupar el cargo de más alta jerarquía dentro de la organización, el de
secretario general. Para ese entonces tenía tan solo 23 años.
De allí en adelante, siempre con un estrecho trabajo
colectivo supo imprimirle su sello al partido de la bandera rojinegra, no sin
dificultades: quiebres partidarios, acusaciones cruzadas, acciones que se
llevaron a cabo a su espalda, clandestinidad, adecuaciones tácticas entre
muchas otras situaciones se vivenciaron hasta el triunfo de Dr. Salvador
Allende Gossens y la Unidad Popular en septiembre de 1970. Esta abrió
una nueva coyuntura histórica para el Miguel y el MIR que se volcó de lleno al
trabajo en el campo popular: corridas de cerco con campesinos y mapuches, toma
de fábricas y de terrenos con los pobladores a lo largo y ancho de Chile y
otras muchas acciones dieron impulso y dinamismo a los pobres del campo y la
ciudad.
No fueron pocas también las polémicas en que se enfrascó con
sus adversarios políticos y con los enemigos de clase. En todas ellas Enríquez
mostró un manejo teórico y práctico que deslumbraba a sus oponentes.
El 11 de septiembre de 1973 se produce el tan anunciado
golpe de Estado, que llevó a la totalidad del partido a las sombras de la
clandestinidad y a Miguel a ser una de las personas más buscadas de Chile. A
pesar de ello Miguel impulsa la consigna de "El MIR no se asila". La policía de Pinochet a través de
sangre, tortura, muerte y delación logra dar con el paradero del buscado
dirigente el 5 de octubre de 1974 en una pequeña casa en la calle Santa Fe de
la comuna de San Miguel. El desigual combate no se hace esperar y cercado
totalmente por los rabiosos uniformados cae en combate protegiendo la vida
de Carmen Castillo, su compañera de vida. La dictadura había logrado uno
de sus primeros objetivos, descabezar al MIR.
*Según resolución de la Corte Suprema del 9/05/2022, por
el homicidio calificado del Dr. Miguel Enríquez Espinosa por Miguel Krassnoff Martchenko,
condenado a 10 años y 1 día, en un alevoso crimen el militar fascista asesino
remato al herido Dr. Miguel Enríquez Espinosa.
Ochenta años estaría cumpliendo Dr. Miguel Enríquez
Espinosa Espinosa el 27 de marzo y
su legado sigue siendo imperecedero para las izquierdas chilenas y
latinoamericanas. Sin embargo, luego de transcurrido medio siglo de su caída en
combate en la calle Santa Fe aquel 5 octubre queda preguntarse ¿qué legado
reivindicar del Dr. Miguel Enríquez Espinosa?
Mientras el siglo XXI tuvo su génesis junto a un marcado
eclipse general de las utopías, las izquierdas nos encapsulamos en una
dimensión nostálgica de la memoria, cargada de pasado, pero con escasas
expectativas de proyección a futuro, lo que se ha expresado larga y
tendidamente en la cultura rojinegra.
Proliferan los actos, conversatorios y publicaciones en
donde el líder mirista es presentado como un mero guerrillero urbano, que con
un AK-47 en mano eclipsa sus aportes teóricos marxistas tácticos-estratégicos
que se desarrollaron en un período específico de la lucha de clases. Como dice
Enzo Traverso a propósito del documental Calle Santa Fe de Carmen Castillo,
"El Dr. Miguel Enríquez Espinosa es un ejemplo, no un ícono
destinado al culto y la veneración", por más que su vida y su último
combate nos remitan a ello.
Esta mirada nostálgica tuvo el mérito de mantener viva la
figura de Miguel en una postdictadura cívico militar marcada por el
somnífero de una sociedad capitalista/consumista neoliberalizada, cuando
la des-memoria se apoderaba de los lugares más recónditos de la resistencia y
algunos de los antiguos camaradas de Miguel se acomodaban con apuros al esquema
transicional y a la nueva forma de vida marcada por un capitalista neoliberalismo
salvaje. Resistiendo dicha tendencia estuvieron, para mantener las banderas en
alto, los y las antiguos/as compañeros/as de Miguel junto a una renovada
juventud que nos sentimos herederos de la experiencia mirista.
Pero, a estas alturas la figura del mítico secretario general
del MIR merece algo más que la mera rememoración, su figura, ejemplo y praxis
deben ser actualizados a las luchas anticapitalistas del siglo XXI.
En su formidable libro, Melancolías de izquierda, Traverso
contrapone a esta nostalgia inmovilizadora una melancolía cargada de
estrategia. Esta, a diferencia de la nostalgia, no es un "refugio cerrado
de sufrimiento y remembranza" es, por el contrario,
"una constelación de emociones y sentimientos que
envuelven una transición histórica, la única manera en que la búsqueda de
nuevas ideas y proyectos puede coexistir con la pena y el duelo por un reino
perdido de experiencias revolucionarias. Ni regresiva ni impotente, esa
melancolía de izquierda no debería eludir el peso del pasado".
Es decir, se niega la idea nostálgica de hacer una política
"victimista", desanclada del presente y sin capacidades estratégica
de proyectar un futuro alternativo al sistema capitalista, como
también se niega su contrapartida, expresada en la tendencia de una forma de
acción política que hace tabula rasa con el pasado, puesto que cree que las
izquierdas del siglo XXI son presas de él, de manera que no hay mucho que
aprender -que no sea negativo-, menos aún que reivindicar de las luchas de
antaño. Esta última visión que se formó en gran medida como una reacción a la
acción de la política nostálgica, se (auto)erigió como libre de los vicios de
las izquierdas del siglo XX, en gran medida desconociendo su legado. Sin
embargo, la retórica de la novedad no constituye de por sí un antídoto contra los
errores pasados, menos aún el desconocimiento de nuestra común historia.
La crítica melancólica que nos propone Traverso está abierta
a las luchas presentes y "no evita la autocrítica respecto de sus propios
fracasos pasados; es la crítica melancólica de una izquierda que no se ha
resignado al orden mundial esbozado por el capitalismo neoliberal, pero
que no puede renovar su arsenal intelectual sin identificarse empáticamente con
los vencidos de la historia". Esto hace referencia, como decía Walter
Benjamin en su segunda tesis sobre el concepto de historia, al pacto tácito
establecido entre las generaciones pasadas y derrotadas, y la nuestra.
En ese sentido, lo que proponemos es tanto un alejamiento de
la política de memoria nostálgica, como de su contracara, una política
totalmente desvinculada de las luchas históricas del movimiento popular chileno
y sus organizaciones de izquierda.
Siguiendo la fórmula que el filósofo marxista Daniel Bensaid
toma de Gilles Deleuze se recomienza siempre por el medio, "ni tabula
rasa, ni repetición beata de una tradición petrificada".
La imagen del Dr. Miguel Enríquez Espinosa Ak-47 en
mano, con sus tonalidades grises, serio, de perfil cuasi santificado oculta un
ser humano que combatió por la vida, incluso hasta sus últimos momentos,
risueño, táctico y estratega, padre, pareja y amigo, al teórico marxista
latinoamericano y al dirigente revolucionario. Tras este Dr. Miguel Enríquez
Espinosa de mero combate se esconden los elementos más valiosos que
constituyeron su praxis revolucionaria: su claridad estratégica y flexibilidad
táctica, su vocación internacionalista con un marcado ethos latinoamericanista,
así como su marxismo hereje y heterodoxo, son todos aspectos que han pasado
desapercibidos en el ensalzamiento de su consecuencia que lo terminó por
transformar más en un objeto de culto que en una figura que nos convoque a las
necesarias luchas políticas de hoy.
Estos tres aspectos mencionados podrían colaborar a reponer
una melancolía estratégica contrapuesta a la nostalgia sin proyección futura.
Su flexibilidad táctica y su claridad estratégica se vieron reflejadas no solo
en los sustanciales cambios en las líneas de intervención política a luz de los
cambios en la coyuntura histórica. El MIR y Miguel destacaron en la polémica
acerca de las vías de llegar al socialismo (discusión táctico-estratégica), y
en el punto más álgido del proceso revolucionario chileno aquella discusión
quedó plasmada en la edición 159 de la revista Punto Final, que traía en su
portada una foto de Miguel y Luis Corvalán (líder del Partido Comunista) con el
título "La polémica MIR-PC" y un documento asociado con la intervención
de cada uno que se llamó "¿Reformismo o revolución?".
Miguel era un verdadero estratega revolucionario y defendió
con intransigencia sus principios, pero actuó con creatividad y flexibilidad
cuando las situaciones así lo requerían. Reflejo de ello es la reunión que
sostuvo con el candidato a la presidencia Dr. Salvador Allende Gossens a
mediados del año 1970. El futuro "compañero presidente" le solicitó a
la dirección del MIR detener las expropiaciones bancarias con el fin de no
perjudicar su carrera presidencial. Miguel y el por entonces Secretariado
Nacional no solo accedieron, sino que pusieron a su disposición un equipo de
seguridad que convirtió en el germen del conocido Grupo de Amigos
Personales, GAP.
La situación política creada con el triunfo de Allende
cambió las cosas de tal forma que Miguel, "Bauchi", Luciano y
el resto de los cuadros salen de la clandestinidad con el beneplácito del
indulto otorgado por el electo presidente de la república y esto facilitó la
construcción de una política táctica y estratégica con perspectiva popular que
se materializó a través de la creación de los Frentes Intermedios de Masas
(MCR, MPR, MUI-FER, FTR) y tuvo como lema "trabajadores al poder".
Eso es lo que diferenciaba a un proceso revolucionario auténtico de una farsa
(revolución pasiva dirá Antonio Gramsci), el protagonismo popular y de eso
Miguel y el MIR eran conscientes.
En medio de la efervescencia de los mil días de la Unidad
Popular se apostó por la construcción de la revolución desde abajo, impulsando distintas
formas de poder popular, que llevaron a no pocos a pensar que esto se hacía con
el fin de perjudicar al gobierno liderado por Dr. Salvador Allende Gossens.
Por el contrario, Miguel era consciente de esta situación, y siempre evitó que
su crítica fuese caldo de cultivo para las fuerzas reaccionarias de la derecha
y lo que el denominaba como el "freismo" (tendencia política
reaccionaria de la Democracia Cristiana liderada por Eduardo Frei Montalva). No
obstante, eso no le inhibió a mostrar la independencia del MIR con respecto a
la Unidad Popular y ante el requerimiento de Fidel Castro,
cuando este le expresó que la política revolucionaria era el arte de
"sumar, sumar y sumar", un irreverente Miguel le respondió, "sí,
comandante, el arte de sumar y no ser sumados", dando cuenta que las
adecuaciones tácticas no pasan por olvidar los principios estratégicos.
Esta claridad estratégica y flexibilidad táctica tomó además
forma en un marcado antisectarismo, cuestión olvidada hoy, por parte no sólo
por parte de la izquierda tradicional, sino también en quienes reivindican el
legado rojinegro. No han faltado quienes para justificar su sectarismo y una
supuesta consecuencia revolucionaria utilizan la imagen de este "Miguel
armado" olvidando su incansable combate contra el sectarismo en las
izquierdas.
Han preferido omitir el actuar de Miguel y la dirigencia
mirista en las negociaciones que se producen con posterioridad al asesinato del
militante del MIR Arnoldo
"el Pelao" Ríos a manos de las Juventudes Comunistas como
también las palabras que pronunciara en el funeral de su amigo y hermano de
lucha, Luciano Cruz Aguayo, cuando la dirección del Partido Comunista buscó
evitar que este fuera velado en el local de la Central Única de Trabajadores
(CUT). Ante esa baja actitud, Miguel contravino con el combate al sectarismo
diciendo que "es decisión nuestra que a partir de este incidente no se
levante una campaña anticomunista. Hemos evitado siempre entregar banderas al
enemigo (...) El sectarismo es una deformación que se ha dado en otros procesos
revolucionarios y se ha manifestado a veces en Chile, y que como deformación en
las organizaciones de la izquierda debe de ser combatida y aplastada, como
única forma de poder golpear unidos y con más fuerza a nuestros enemigos de
clase".
El marcado internacionalismo de Miguel cobró un importante
rasgo latinoamericano que se expresó orgánicamente en la constitución de la
Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR). Tal como señala en sus memorias el
dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército
Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), Enrique
Gorriarán Merlo, la JCR fue una iniciativa lanzada por Miguel en una
reunión entre militantes argentinos (PRT-ERP), uruguayos (Movimiento
de Liberación Nacional Tupamaros, MLT-T) y chilenos (MIR). Durante el
desarrollo de esta Miguel, sobre la base de la postura internacionalista y
latinoamericanista propuso una coordinación orgánica que unificara los
esfuerzos de las organizaciones revolucionarias cono sureñas.
Fue esta cualidad de líder de la revolución latinoamericana
la que vislumbró el comandante en jefe de la revolución cubana, Fidel Castro
Ruz, en una reunión que este sostuvo en el año 1971 con el líder mirista. Sobre
esta comentó el mítico jefe del Departamento América, Manuel
"Barbarroja" Piñeiro Losada, que Fidel le confidenció: "tuve la
impresión de tener frente a mí a un Simón Bolívar, sus posiciones de luchar por
la integración y unidad latinoamericana y su pensamiento antimperialista, lo
que quería para su amada tierra chilena y la pasión y fuerte sentimiento
patriótico, me dije, estoy frente a un nuevo Bolívar" (*) . El también
líder del Movimiento 26 de Julio y de la revolución cubana, Armando Hart
señalaba que en Dr. Miguel Enríquez Espinosa "despuntaba un jefe de la
revolución".
Por último, Miguel fue portador de un marxismo peculiar para
los tiempos que corrían, que tuvo como uno de sus grandes méritos salir de la
ortodoxia marxista leninista
pregonada por el estalinismo en la Unión Soviética, y por
versiones más menos sofisticadas de este, como el levantado por el filósofo
francés, Louis Althusser. A través de lecturas que incluían desde Lenin y Rosa
Luxemburgo hasta Frantz
Fanon, Trotsky y Antonio Gramsci, pasando por los clásicos de la literatura
y por cientos de estudios sobre historia de Chile, el marxismo de Miguel se fue
depurando de los elementos ortodoxos para dar como resultado un marxismo hereje
y heterodoxo, al decir de Isaac Deutscher. Este marxismo de Miguel tenía
incluso una forma irreverente cuando hacía referencia a los personajes más
destacados del marxismo; si a Marx le decía el "Barbón", y a Rosa
Luxembugo Rosita a Lenin le llamaba cariñosamente el
"Pelao".
El afán de conocimiento y la sistematicidad del pensamiento
de Miguel era de tal envergadura que el destacado filósofo cubano Fernando
Martínez Heredia, quien para mediados de los años sesenta encabezaba el
Departamento de Filosofía de la Habana y la revista Pensamiento Crítico, quedó
sorprendido con él. Cuenta Martínez que Miguel era la persona que más lo
sorprendió en un viaje que este realizó a Chile durante el año 1967. Pero, por
supuesto, Miguel no era solo un hombre de acción, encarnaba la filosofía de la
praxis y como tal también tenía una elevada formación político intelectual. El
filósofo cubano dice que haberse visto impactado cuando el joven Miguel le
habló sobre el libro «Capitalismo y subdesarrollo en América Latina», de André
Gunder Frank, sobre el cual decía compartir su tesis principal, pero señalando
que también tenía muchas críticas, dando cuenta así que "ya había
estudiado mucho a Lenin, Marx y otros autores, y entendía y debatía muy bien de
teoría".
De esta forma la actualización de la praxis marxista y
revolucionaria de Miguel debe adoptar necesariamente una lectura crítica de la
experiencia mirista de los años sesenta y setenta que nos signifique un aporte
para la construcción de una política revolucionaria y anticapitalista para los
vientos que corren hoy. Sectarizar a Miguel, remitiéndolo solo a la cultura y
memoria mirista, castra la posibilidad de reconocer en él un líder
revolucionario de talla nacional y continental, que se convirtió en un temprano
lector de Antonio Gramsci, en profundo conocedor de Rosa Luxumburgo y en un
heterodoxo seguidor de Lenin y Marx, para desde su propia realidad diseñar el
plano estratégico de una política revolucionaria para y desde Nuestra América.
Para desenterrar y desempolvar la figura de Miguel no hacen
falta hagiografías que santifiquen su persona, sino por el contrario, un
estudio profundo de su pensamiento político y praxis revolucionaria que nos
permitan alimentar nuestros propios procesos políticos anticapitalistas y
socialistas para el día de hoy. Miguel no solo fue el del combate en la calle
Santa Fe el 5 de octubre, también fue el político avezado -desde muy temprana
edad, ya que vale recordar que fue asesinado con solo 30 años-, el constructor
de estrategia y táctica revolucionaria, el puente de diálogo con las demás
fuerzas de las izquierdas cuando el momento lo necesitó, así como el
polemizador cuando las tensiones se hacían evidentes dentro del proceso
revolucionario chileno.
Un cuadro con una profunda concepción internacionalista y
sobre todo latinoamericanista que buscó la coordinación de la izquierda
revolucionaria del cono sur, ya que, tomando la posta del Che Guevara,
comprendía que una revolución encerrada sobre sí misma caminaba al abismo. Un
político que confió y apostó por la construcción de una política desde abajo
con los humildes, para los humildes y de los humildes, que tomó su forma en los
llamados pobres del campo y la ciudad. Pues claro, una revolución que no tome
como eje táctico-estratégico el protagonismo popular está destinada a
transformarse en una revolución pasiva, es decir, cambios que suceden en
ausencia de la participación de las clases subalternas con la intención de ser
un freno a una verdadera revolución social.
Ochenta años han transcurrido desde su nacimiento y
cincuenta desde su caída en combate, en el medio: lucha frontal contra la
dictadura, una eternizada transición política, revuelta popular y acomodo del
bloque hegemónico en el poder. Ya ha pasado suficiente agua bajo el puente para
que nos hagamos cargo de Miguel en una perspectiva transformadora con vocación
revolucionaria, ejercicio de actualización que no puede ser calco, ni copia,
sino una (re)creación heroica de su praxis y legado.
(*) Agradezco a Ernesto y Camilo del Instituto de Amistad
con los Pueblos (ICAP) de Cuba por la referencia a esta anécdota, la cual
publicaron recientemente en un escrito en internet titulado "Dr. Miguel
Enríquez Espinosa no está muerto,
vive en algún lugar".
Lo
subrayado/interpolado es nuestro.
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