Macron.
Tragando sapos en África y deshojando la margarita en Ucrania.
Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor y analista internacional/El Salto/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News, Sputnik, RT, Publico.es, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
Durante la semana nos dejaron dos grandes
amigos y hermanos, Alexis Texier, chileno, compañero de lucha en aquellos
aciagos días de combate frontal a la dictadura cívico militar comandada por
Pinochet. Así mismo, partió a la inmortalidad Roberto Cirilo Perdía, líder
montonero quien me ayudó a dar los primeros pasos en la vida clandestina en
aquellos intensos años 70 y 80 del siglo pasado. Perdía fue un maestro,
solidario, fraterno, consecuente hasta el último día, de esos revolucionarios
que jamás se rindió y jamás se amilanó. Era de una integridad a toda prueba que
desearíamos para los jóvenes que hoy se incorporan a la lucha. Alexis y
Roberto. ¡Hasta la Victoria. Siempre. Venceremos!
En días recientes, Francia y su presidente
Emmanuel Macron han querido cobrar especial protagonismo en la confrontación
contra Rusia haciendo y diciendo cosas que rayan en una irracionalidad pocas
veces vista. Pareciera que la política exterior francesa se ha comenzado a
construir a partir de perversidades y diletancias poco habituales en un país
que fue considerado un pilar de la cultura y la civilización occidental. En el
mundo diplomático es conocido que el presidente Sarkozy hizo jugar a Francia un
papel determinante en la agresión a Libia (que concluyó con el asesinato de
Muamar Gadafi), solo por frustraciones de orden personal que lo llevaron a un
odio incontrolable basado en problemas conyugales que atribuía a acciones del
líder libio.
Ante esa situación, es válido ahora preguntarse
cuáles podrían ser las motivaciones del presidente Macron para hacer pública su
animadversión hacia Rusia y su interés en protagonizar y vanguardizar una
cruzada europea contra Moscú. Pareciera que en este caso, las razones no son
tan mundanas como en el anterior, no obstante, es comprensible la ira del
presidente francés al observar que la otrora potencia colonial que hoy dirige,
se está desvaneciendo bajo su mandato.
Lo dijo él mismo en marzo del año pasado
durante una visita a Gabón cuando afirmó que "la era de la
´Francáfrica` ha terminado", lamentando que todavía se vea a su país como
injerencista en los asuntos internos de las naciones africanas. Cuando hizo tal
afirmación , había transcurrido poco más de un año desde el inicio de la
operación militar especial (OME) de Rusia en Ucrania.
¿Podría decirse que la OME
fue causante de la reciente debacle del poder francés en África? Es difícil dar
una respuesta terminante en ese sentido, pero, de lo que no cabe ninguna duda
es que tal hecho ha tenido una relevante influencia en la decisión de los
Estados africanos de alejarse de Francia, lo cual no es más que otra expresión
de la crisis estructural de la hegemonía occidental sobre el planeta, sobre
todo cuando en sentido contrario, cada vez mayor cantidad de países de ese
continente se acercan a Rusia y también a China. Vale recordar que con el
ingreso de Etiopía y Egipto al BRICS, el continente africano sumó tres miembros
en ese organismo, más que Europa y América que solo tienen uno y solo por
debajo de Asia que cuenta con cinco. De
manera tal que el protagonismo de África en el mundo nuevo que está naciendo es
de indudable relevancia.
La mayor parte de los países
africanos se negaron a sumarse al bloqueo mundial que tramó Occidente contra
Rusia tras la OME. Más que eso, Mali y Burkina Faso solicitaron a París que
retirara las fuerzas militares de sus territorios, dada su total ineficacia en
la lucha contra el terrorismo que había sido esgrimida como causa para su
presencia en la región. En junio del año pasado, el canciller de Mali, Abdoulaye Diop declaró sin
ambages que su país “no quiere que los derechos humanos sean instrumentalizados o
politizados, ya que no son prerrogativa de ningún país o civilización” y
agregó: “Sorprende que algunos países
que han practicado la esclavitud o la colonización, hoy sean los que dan
lecciones a otros de derechos humanos”.
El interés económico de Occidente en la región
es más que evidente. En particular, en fecha reciente los países del Sahel (Burkina
Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger) han cobrado especial relevancia por la
gran riqueza que guardan en su suelo y subsuelo: Níger tiene entre 5% y 7% del uranio de grado más alto del mundo y la
quinta reserva más grande del orbe. Mali tiene grandes reservas de litio, bauxita, mineral de hierro, oro, manganeso y
piedra caliza. Chad tiene agua, un activo particularmente valioso en esa parte
del mundo.
Los cambios de gobierno protagonizados por jóvenes militares
anticolonialistas y defensores de la soberanía de sus países, han desplazado a
líderes asentados en el poder gracias al apoyo de las metrópolis, cambiando la
cara de la región y en alguna medida, de toda África. Las amenazas de París
como respuesta a la decisión de los nuevos gobiernos de expulsar a los
militares europeos ha sido respondida con el acuerdo de Mali, Burkina Faso y
Níger de ir hacia mecanismos de integración avanzados que incluyan las áreas
económicas, financieras y hasta las de seguridad y defensa.
Entre los antecedentes de estos países, además de un pasado
colonial común, cabe destacar que en algún momento de su historia reciente
contaron con gobiernos socialistas autóctonos que fueron brutalmente combatidos
y destruidos por la injerencia de la metrópoli en alianza con Estados Unidos
que ahora, de forma oportunista, busca achacar de todos los problemas de África
a Francia, a fin de abrirse un espacio que le dé presencia y relevancia en la
África del futuro.
Así mismo, los tres países se han visto atacados por fuerzas
vinculadas al terrorismo encarnado en Al Qaeda e ISIS que
se han filtrado a través de la frontera norte de Malí con Libia tras el asalto
dirigido por la OTAN contra Muamar el Gadafi. Por otra parte, la obligación de
estos países de utilizar la moneda franco CFA es expresión del control colonial
que aún ejerce Francia en la región. Esta moneda está controlada por el Tesoro
francés, el 50% de las reservas monetarias deben colocarse en ese país al mismo
tiempo que todas las monedas y billetes que siguen vinculadas al euro, se acuñan en la metrópoli.
Las protestas contra el CFA,
llamada “la última moneda colonial” ha crecido durante los últimos años, como expresión
del rechazo al control colonial francés sobre las finanzas de catorce países
africanos. En consecuencia, los llamados al fin del CFA exponen tal vez como ningún
otro hecho, el repudio al sistema colonial francés.
Por
el contrario, los acuerdos de los países africanos con China y Rusia, marchan a
ritmos acelerados. Una visita del canciller ruso Sergei Lavrov a
África en febrero del año pasado dejó en claro que los lazos establecidos por
la Unión Soviética y mantenidos por Rusia marcan una diferencia en la forma en
que Occidente se relaciona con el continente. Tras ese encuentro, Rusia suministró
cereales, fertilizantes y combustibles a Mali al tiempo que Lavrov agradecía a
ese país por sus votos en la ONU contra la glorificación del nazismo.
Los pueblos africanos no olvidan que en el
último medio siglo contaron con el apoyo multilateral irrestricto de la Unión
Soviética, incluso en el terreno militar, para sacudirse del colonialismo, dando
continuidad a la cooperación en la difícil tarea de erigirse en países
independientes. Más recientemente, Rusia se ha encadenado a esa política.
Contingentes militares rusos asesoran a los países africanos para entrenar a
los militares y ayudarles en la lucha anti terrorista.
Es algo que Francia ni Estados Unidos pueden
hacer, sabiendo que han concedido financiamiento, armas y entrenamiento a estos
grupos terroristas que han crecido bajo su cobijo en Afganistán, Irak, Siria y
otros países. Según lo afirman algunos líderes africanos: “No
puedes ser parte de la solución cuando eres parte del problema”.
Francia
ha actuado en África a partir de su interés en ejercer influencia política para
garantizar sus intereses económicos, en particular la producción de uranio que
alimenta sus plantas productoras de energía y que obtiene a bajo costo en Mali.
Por supuesto, sus acciones se han visto amparadas en su membresía en la OTAN
sirviendo a los intereses globales de esta organización militar terrorista que
busca afianzar el mantenimiento de la hegemonía occidental.
De
ahí que su pérdida de influencia no solo afecta a la nación gala, también a
todo el bloque. La concatenación de hechos y la sucesión de los mismos hablan
por si solos. Además de Mali, Burkina Faso y Níger, Chad se está alejando de
París y acercándose a Rusia. Este país junto a Mauritania son las últimas
reservas de Francia en el Sahel. Pero, yendo más allá, si se toma esta
agrupación en su conjunto, y Chad continua su distanciamiento de París, el
golpe contra Francia podría ser definitivo sobre todo si Mauritania siguiera el
ejemplo.
En una lógica regional, es válido decir que la
Comunidad Económica de Estados de África
Occidental (CEDEAO) un instrumento bajo control colonial que cuenta con casi
400 millones de habitantes y 5.112.903 km², y que tenía 15 miembros, hoy se
encuentra en franca crisis. 4 países están suspendidos y de ellos, tres se han
ido definitivamente, Burkina Faso, Malí y Níger. El cuarto, Guinea, también es
muy probable que se aleje de la organización. Podría decirse que, no obstante a
eso, la mayoría permanece, pero debe saberse que los tres que se fueron y el
cuarto suspendido, hacen 3.000.000 de km², de los 5.112.903 Km²totales, es
decir, un 60%.
En el trasfondo, hay una
intencionalidad de darle carácter único y universalizar la cultura occidental
como si Occidente fuera todo el mundo. Lo dijo de otra manera el expresidente de Nigeria Olusegun Obasanjo: “La democracia occidental no ha
logrado funcionar de modo adecuado en África, ya que fue impuesta por
los colonizadores”. El exmandatario nigeriano fue
más explícito: “El ejercicio de la democracia de tipo occidental
ha fracasado en el continente africano porque, con ese modelo político, se pasa
por alto la opinión de la mayoría de la población”, resaltando que tal
democracia constituye "un gobierno de pocas personas
sobre toda la gente, y estas pocas personas son los representantes
solamente de una parte de la gente, no los representantes de toda la gente de
pleno derecho".
En este contexto, en vez de la democracia liberal
occidental, Obasanjo opinó que en el continente debía aplicarse la "democracia afrocéntrica", diferente al
sistema democrático occidental, ya que dicho sistema no tenía nada que ver con la historia y la cultura de los
pueblos del continente. Finalizó afirmando que: "La
fragilidad y la inconsistencia de la democracia liberal tal y como se practica, deriva de su historia, contenido, contexto y práctica",
por lo cual, debería "cuestionar su
desempeño en Occidente".
Será muy difícil que Europa -por su convicción de ser un jardín rodeado
de selva como lo afirmó Josep Borrell, Alto representante de
la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad- pueda aceptar
un mundo multicultural, multiétnico y multipolar. Mucho menos que su concepto
de democracia sea cuestionado y puesto en entredicho.
Pero los nuevos
líderes de Mali, Burkina Faso y Níger Assimi Goita, Ibrahim
Traoré y Abdourahamane Tiani respectivamente, han
comprendido la situación, han aprendido de su pasado y de los errores cometidos
por algunos de sus predecesores como Kwame Nkrumah y Thomas Sankara y se
dieron cuenta que el panafricanismo “debe ser algo más que una teoría contenida
en libros superventas o escondida en discursos para agradar a las multitudes”.
Ahora, estos nuevos
líderes están demostrando inteligencia estratégica y han comprendido que la
principal alianza debe ser entre los militares y los pueblos para que estos se
conviertan en activos sujetos de la gestión política del Estado. Pero han ido
más allá, están construyendo mecanismos comunes de defensa y seguridad como
estipula la Carta constitutiva de la Alianza de Estados del Sahel
formada inicialmente por los tres países. Su capacidad y visión de futuro los
ha llevado a producir radicales cambios incluso para elegir sus aliados y
trazar un rumbo distinto en el escenario internacional. En esa medida, han
expulsado a los franceses, al tiempo que establecen sólidas relaciones con
Rusia.
Washington
y sobre todo París, “sangran por la herida”. Es la única manera de explicar la
estupidez estratégica que resuma Macron y sus adláteres, suponiendo que van a
conseguir en Ucrania lo que han perdido en África. De ahí el anuncio de enviar
tropas a combatir en ese país. No contentos con la muerte de decenas de
mercenarios que suponiendo que el “allons enfant de la patrie” los autoriza a
guerrear contra cualquier pueblo del mundo y olvidando la derrota de Napoleón a
las puertas de Moscú en 1812, Macron pretende escalar la participación francesa
en Ucrania. Vale destacar que Napoleón que sí era un gran estratega, no un
banquero mediocre como Macron tratando de jugar a la guerra, fracasó
estrepitosamente en su intento de someter a Rusia.
Pero
Macron no es el único soñador incapaz en Francia. Para satisfacer a su
cabecilla, el jefe del Estado Mayor de las fuerzas terrestres del país,
general Pierre Schill, afirmó que “el ejército francés está listo para luchar
con Rusia”. Para esa misión cuentan con 15 mil hombres aunque podrían llegar a
concentrar 20 mil.
La manera de hacerlo, fue
explicada por el coronel y “experto” francés Vincent Arbarétier, en el canal
LCI de la televisión francesa. Según él, existen dos escenarios: el primero es
concentrar ese contingente de tropas francesas a lo largo del río Dniéper y el
segundo en la frontera con Bielorrusia. En esa situación, si Rusia no se
detiene, “corre el riesgo de quedar bajo nuestro fuego, incluyendo el fuego no
convencional”. En su opinión, Rusia no considerará el hecho mismo del
despliegue de tropas francesas como una provocación, pero se verá obligada a
negociar en las condiciones de Francia. Si no fuera porque lo escuché, habría
dicho que era inverosímil que un oficial de academia haya expresado tal
idiotez.
¿Sabrá este “experto” que
Rusia tiene casi un millón de efectivos sobre las armas y 2 millones en la
reserva y que Francia solo cuenta con 205 mil en activo y 35 mil en la reserva?
¿Sabe además que Rusia posee un potencial de movilización de hasta 71 millones
de combatientes y que Francia solo podría movilizar 30 millones? (todas cifras
del Global Firepower 2022, una institución muy lejana de Putin y de Rusia).
Y si de “fuego no
convencional” se trata (OJO, esto fue mencionado por el “experto” coronel
Arbarétier, no por el presidente Putin ni por los generales Shogun o
Guerásimov), Rusia posee 5.580 ojivas nucleares y Francia,
280. Además Rusia cuenta con misiles hipersónicos de tipo Zircon, Kinzhal y
Avangard mientras que Francia no posee ninguno y tampoco tiene tecnología para
interceptarlos, por lo que cualquier objetivo en territorio francés
desaparecería en 3 minutos. Ese es el tiempo máximo que duraría una guerra de
Francia contra Rusia.
Se podría comprender el
desánimo de Macron por su derrota en África, pero es difícil entender su
disposición a hacer desaparecer su país en menos de 3 minutos solo para ser
famoso sirviendo a los intereses de Estados Unidos.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro.
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