Palestina: La antropología frente a la limpieza étnica nazisionistas colonialista israelí/addheee.ong “No hay delito, absolutamente, ninguno, que no pueda ser tolerado cuando “nuestro” lado lo comete”...
Palestina:
El expansionismo/colonialismo nazisionistas israelí es de responsabilidad de
Estados Unidos, Comunidad Europea y Naciones Unidas, que perdieron la memoria,
la vergüenza y la moral/ADDHEE.ONG.
Por Stefano Portelli/Escritor, analista internacional/ Other News, Xinhua,
Sputnik, RT, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI,
Utopia, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
Unos años antes de su muerte, en 2015, David Graeber visitó Cisjordania. Judío, criado en Nueva
York en una familia “sumergida completamente en la propaganda nazisionista
colonialista israelí”, el antropólogo anarquista quedó impresionado no sólo
por las flagrantes violaciones de los Derechos Humanos por parte del ejército nazisionista
colonialista israelí , sino también por cómo cada acción diaria era
terriblemente difícil para los palestinos. “Las provocaciones son cotidianas,
feas y humillantes; pero también están diseñadas para permanecer por debajo del
nivel de agresión flagrante e innegable – escribe –. Como
el abusón de patio de colegio que continuamente
empuja, empuja y patea a su víctima con la esperanza de provocar un estallido
de ira inútil, que termine arrastrándola delante del director.”
En Nablus no hay agua, siempre hay colas, ocho horas
en coche para recorrer veinte kilómetros, los soldados agitan sus ametralladoras
delante de tus narices gritando en un idioma que no entiendes, algo se rompe y
no tienes permiso para repararlo, o no encuentras las piezas, no puedes hacer
llamadas telefónicas, no puedes ir a la playa, si un chico intenta
nadar en el mar corre el riesgo de que le disparen, en el control dejan
podrirse los tomates que tenías que vender, detienen a
tu hijo, ruegas a los militares que lo liberen y
te detienen también a ti, para obligarlo a
confesar que ha arrojado una piedra; hasta que te encuentras en
una celda de cemento, sin cigarrillos y con el inodoro atascado. “Y te das
cuenta de que vivirás así para siempre, que no hay ningún proceso de
paz, que este terror y este absurdidad durarán toda tu vida”.
En Palestina, Graeber se identifica con el “otro lado”
hasta el punto de comprender por qué la imagen de Israel, para
casi todo el mundo, se ha transformado “de un grupo de idealistas
sobrevivientes del Holocausto que querían hacer florecer el
desierto, a una pandilla de fanáticos rabiosos que han convertido en ciencia
las técnicas para brutalizar a niños de 12 años”. Son muchos los factores que
pueden llevar al hijo de una familia sionista a identificarse con los oprimidos
por Israel en los territorios ocupados, en la línea de esa
corriente de pensamiento judío que aún se expresa en organizaciones como Breaking
the Silence o Jewish Voices for Peace; sin duda
contribuyeron sus contactos políticos con anarquistas, pero
también la antropología – la ciencia de la empatía, de la comprensión
y de la mimesis. En 1851, el antropólogo Lewis Henry Morgan, tratando
de oponerse a la limpieza étnica de los iroqueses por
parte de los colonos europeos, escribió: “No es un pequeño crimen
contra la humanidad apoderarse de los hogares y de las propiedades de
una comunidad entera, sin compensación alguna y contra su voluntad. y
arrastrarlos empobrecidos y enfurecidos en una tierra salvaje e
inhóspita”. Una tierra salvaje e inhóspita como el desierto que rodea Rafah,
donde cientos de miles de palestinos han sido deportados en espera de su
expulsión de Gaza. Los iroqueses también
habían cometido “atrocidades” contra los Huron, y por supuesto
contra los colonos blancos; pero esto no impidió que Morgan denunciara
el “crimen contra la humanidad” de su limpieza étnica ejecutado
por la comunidad a la que pertenecía.
Hoy reconocemos el genocidio de los nativos estadounidenses de hace
un siglo, pero es difícil reconocer el que está ocurriendo ahora. Los dos
meses de masacres en Gaza estuvieron marcados por comunicados de prensa, recogidas de firmas y posiciones
públicas adoptadas en todo el mundo, especialmente por la comunidad académica y
en particular por los científicos sociales.
Pero se encontraron con un muro: las instituciones
universitarias se cierran como un erizo, traicionando descaradamente
los fundamentos de su misión intelectual y de sus propias disciplinas. Apenas
una semana después del ataque de Hamás, novecientos académicos
de todo el mundo firmaron un texto advirtiendo del “genocidio potencial” que se estaba produciendo en Gaza; el
antropólogo Didier Fassin expresó pocos días después en Le
Monde su preocupación por el doble rasero de las autoridades
francesas y los discursos deshumanizantes hacia los
palestinos; siguió un “triste debate“. La Universidad de Gant en Bélgica ha
recogido más de dos mil firmas contra la campaña israelí en Gaza desde
el 10 de octubre, y en los días siguientes la Asociación de Estudios de
Oriente Medio de América del Norte publicó una declaración contra el asesinato de civiles y por la
libertad de expresión, así como la Asociación de Estudios Americanos y
cientos de otras organizaciones de estudio y trabajo en todo el mundo. Entre
ellos, algunos son judíos, como Voces Judías por la Paz o el Laboratorio Judío Antirracista en Italia.
A principios de noviembre, casi seiscientos investigadores y profesores
de universidades irlandesas escribieron una petición pidiendo a todas las universidades de Irlanda que
“cortaran inmediatamente cualquier asociación o afiliación institucional con
universidades israelíes […] hasta que termine la ocupación del territorio
palestino y hasta que se respeten los derechos de los palestinos a
la igualdad, a la autodeterminación y al retorno de
los refugiados”. Unas semanas más tarde, más de novecientos académicos de la
Universidad de Aalborg y otras universidades nórdicas
firmaron una carta dirigida a sus universidades pidiendo un alto el
fuego y un boicot a las universidades israelíes. La Facultad de
Estudios Étnicos de la Universidad Estatal de San Francisco hizo
lo mismo; pero ninguna de las universidades contactadas respondió a estas
llamadas. ¿De qué sirve una petición de dos mil estudiantes y profesores de la Universidad de Oxford, o la condena
explícita de Israel por cuarenta filósofos de la misma universidad, cuando Oxford ha recibido diecisiete
millones de libras de las empresas que producen armas para el
ejército israelí? Según un informe reciente, Lockheed Martin y
otras empresas de armas han donado más de cien millones de dólares
a las universidades del Reino Unido, gran parte de
ellos vinculados al secreto empresarial. Sin embargo, no es imposible obtener
resultados: la Universidad de Johannesburgo ya había renunciado a colaborar con la Universidad
Ben Gurion en 2011 debido a su implicación en la ocupación militar
israelí en Gaza, y recientemente el Instituto Real de
Tecnología de Melbourne declaró que pondría fin
a la colaboración. con Elbit
Systems, la principal manifactura de armas de Israel.
La antropología fue la primera disciplina que se opuso a las políticas de apartheid y exterminio del pueblo
palestino, mucho antes de que quedara claro el objetivo del Estado de Israel de
anexar Gaza y expulsar a millones de personas. Nacida como una
ciencia colonial para mejorar y ampliar el dominio de las poblaciones
conquistadas, siempre ha sido practicada también por quienes denunciaban
la complicidad de sus ejércitos y universidades en la conquista y la
colonización. En las últimas décadas muchos investigadores nativos de pueblos
colonizados también han empezado a hacer antropología; hoy muchos antropólogos
jóvenes la consideran una herramienta importante para comprender las
desigualdades que afligen a sus comunidades. La tendencia a la crítica
social, al posicionamiento público y al compromiso político es hoy el
alma de la disciplina, como demuestra un seminario de 2008 sobre “antropología comprometida” o el trabajo, por ejemplo,
de la Sociedad Italiana de Antropología Aplicada. Es obvio que la
disciplina que desarrolló el uso actual del término “etnicidad” debe ser un
bastión del pensamiento crítico contra cualquier intento de limpieza étnica.
Uno de los referentes de toda la antropología es la Asociación
Antropológica Americana (AAA), que tiene doce mil miembros.
La reunión anual de 2023 tuvo lugar en Toronto, después de que
ya había comenzado la ofensiva israelí. A lo largo de la semana de la
conferencia, un grupo de antropólogos designados por la AAA leyó en
voz alta, uno por uno, todos los nombres de las miles de personas asesinadas
en Gaza hasta ese momento, para mostrar el rechazo de toda la
asociación a la masacre en curso. La AAA lucha activamente contra la
militarización de la disciplina: en 2007 expulsó a los antropólogos que participaban en la
operación militar Human Terrain en Afganistán, ofreciendo
sus conocimientos de las lenguas y sociedades locales al ejército estadounidense. La
colaboración en el sector militar es incompatible con la ética de la
disciplina, que exige el máximo respeto por las comunidades con las que se
trabaja, el imperativo ético de no dañarlas y, por tanto, la más total
distancia hacia quienes buscan destruirlas. Según el estatuto de la AAA,
la finalidad de la antropología es “la promoción y protección del derecho de
todas las personas y pueblos a la plena realización de su humanidad”. Después
de casi diez años de debate, en julio de 2023 el setenta y uno por ciento
aprobó una resolución para un boicot académico a las universidades
israelíes.
A diferencia de la expulsión de antropólogos militares, pero también del
boicot de 1958 contra Sudáfrica, el boicot académico a Israel no excluye ni expulsa a investigadores
individuales, que pueden seguir participando en actividades
internacionales. Se boicotea a sus instituciones, ya que colaboran activamente con el apartheid y las violaciones
del derecho internacional. Lejos de
presentarse como “espacios de diálogo”, en efecto, las universidades
israelíes contribuyen al desarrollo de tecnologías y doctrinas militares que
justifican la colonización de Palestina: recientemente,
por ejemplo, la Universidad de Tel
Aviv publicó un llamamiento a “unirse a su esfuerzo de guerra”. Está claro que el boicot
afecta también a la libertad de los académicos individuales, que perderían
proyectos internacionales y se encontrarían aislados; pero esto ya les sucede
en forma mucho más grave los académicos palestinos, cuya
libertad de investigación es casi imposible debido a la ocupación
militar israelí (como también nos recuerda la asociación Jewish
Voices for Peace). El boicot también es promovido por académicos
israelíes opuestos a la ocupación, que temen represalias y que a menudo se ven
obligados a permanecer en el anonimato. El historiador israelí Ilan
Pappé dijo en 2008 : “Vamos a explotar el apoyo de la
sociedad civil para que Israel se convierta en un
Estado ‘paria’ mientras persista esta política. Sólo en estas condiciones los
que estamos aquí, que pertenecemos y queremos pertenecer a este país, podremos
llevar adelante un diálogo constructivo y fértil, con la intención de crear una
estructura política que nos absuelva de la necesidad de vivir en conflicto y
nos permite construir un futuro mejor.”
En octubre, la asociación de antropología más grande de Europa,
la Asociación Europea de Antropología Social (EASA), con alrededor
de 1.300 miembros, también publicó una declaración sobre Gaza, pidiendo un alto
el fuego inmediato y el respeto de los tratados internacionales. Son las mismas
peticiones ya expresadas por la ONU, la OMS, Cruz
Roja, Amnistía Internacional, Oxfam, Human Rights Watch, Médicos
Sin Fronteras y innumerables otras organizaciones
humanitarias; pero los antropólogos también responden a una carta de la Universidad Palestina Birzeit, que
pide a los académicos de todo el mundo “buscar la verdad, manteniendo una
distancia crítica hacia la propaganda estatal y exigiendo
responsabilidades a los perpetradores del genocidio y sus cómplices”.
El comunicado de la EASA condena “la formulación genocida de
los palestinos como culpables, ‘animales humanos’ y merecedores de un castigo
colectivo”, así como el apoyo de los gobiernos europeos a “crímenes de guerra
contra el derecho internacional” y medidas represivas contra estudiantes
palestinos o en solidaridad. con Palestina en las
universidades. “Este silenciamiento totalitario de la disidencia hacia la
violencia y la guerra es inaceptable – continúa el comunicado – y está en total
desacuerdo con el objetivo educativo de promover el pensamiento crítico entre
los estudiantes y el público”. El texto concluye con un llamado a la comunidad
académica a cumplir con su deber de “decir la verdad al poder”.
Aunque el comunicado no menciona el
boicot, la presidenta de EASA recibió
varias cartas de protesta: “¿No tuvisteis ninguna
información sobre las atrocidades cometidas el 7 de octubre en Israel? –
escribe el presidente de la Asociación Antropológica de Israel –
¿Estas atrocidades son actos dignos de elogio? ¿Pueden describirse
como actos de resistencia popular? ¿Tiene Israel derecho a
proteger a sus ciudadanos? La Comunidad Académica BaShaar para la
Sociedad Israelí enumera las atrocidades de Hamás : “Padres
torturados delante de sus hijos, niños torturados y mutilados. Han sido
asesinados, decapitados, quemados vivos, fetos brutalmente arrancados de sus
madres embarazadas, mujeres violadas y luego asesinadas, familias quemadas y
cadáveres exhibidos triunfalmente ante multitudes entusiastas”. Algunas de
estas acusaciones ya se revelaron falsas; pero lo sorprendente es que los
atentados del 7 de octubre se consideran “actos de terror indescriptibles que
son pura maldad”. Es el lenguaje del presidente Joe Biden, que
habla de acciones “puramente diabólicas”: pero la antropología nació para
oponerse a la demonización del enemigo, y para afirmar la universalidad de lo
humano incluso para quienes se encuentran en los márgenes extremos de los
valores dominantes. Un antropólogo italiano también publicó un largo vídeo en el que interpreta los ataques de
Hamás como un efecto de la crueldad radical y el odio a la vida que es
intrínseco a la religión musulmana. Este uso instrumental de la religión se
llama esencialismo cultural y es esencialmente lo opuesto a la
antropología, como el creacionismo para los astrónomos. “La discriminación, la
segregación y la marginación son hoy esencialmente ‘culturales’: donde antes
hablábamos de ‘razas inferiores’, hoy hablamos de culturas ‘incompatibles con
nuestros valores’”, afirma la declaración final de un congreso de antropología
celebrado en Barcelona en 2002: “Los medios de comunicación
utilizan continuamente la idea de cultura para trivializar y simplificar
algunos conflictos sociales, insinuando que sus causas tienen que ver, de forma
oscura, con las adherencias culturales de sus protagonistas.”
Doscientos antropólogos de toda Europa han escrito
una carta de apoyo a EASA , pidiéndole
que se cree un grupo de trabajo para monitorear las “crecientes
restricciones a la libertad académica” para quienes critican
las políticas de Israel. Un importante antropólogo
iraní, Shahram Khosravi , cuando publicó esta carta en una red
social, vio que le censuraran la publicación, luego la
restauraron después de señalarlo; pero lo mismo ocurrió con
otros firmantes del comunicado. Mientras tanto, la asociación griega de
antropología, la vasca (Ankulegi), la catalana (el Institut
Català d’Antropologia ) y la de las Islas Baleares (IAI) han publicado declaraciones contra
el genocidio en Palestina, y el departamento de antropología de la Universidad
de Barcelona pidió al rector que pusiera fin a toda colaboración con
universidades israelíes, por supuesto sin éxito. En Italia, cuatro
mil quinientos miembros de comunidades académicas y centros de investigación
escribieron un llamamiento por el alto el fuego y por el respeto del
derecho internacional en Palestina, enviado al ministro de
Asuntos Exteriores, de Investigación y a los rectores; Más recientemente,
algunos profesores de la Universidad de Milán escribieron al
rector para pedirle que se uniera a los llamamientos a un alto el fuego, sin
éxito. Las tres principales asociaciones de antropología
italianas – SIAC, ANPIA y la junta directiva de SIAA –
firmaron una carta colectiva, junto con cuarenta antropólogos: “Nos sentimos obligados
– escriben – a tomar una posición frente a una crisis que ha surgido y se ha
desarrollado a lo largo de décadas de injusticias, ocupaciones
ilegales, grave discriminación, detenciones arbitrarias y segregación
espacial. Como antropólogos italianos, nos reconocemos herederos de uno de los
padres fundadores de la disciplina, Ernesto De Martino, quien,
siguiendo a Antonio Gramsci, afirmó que los intelectuales debían
tomar una posición.”
Hoy el boicot académico es una de las herramientas no violentas más
practicadas, ante el increíble desequilibrio de poder entre el Pueblo Palestino
y la ocupación israelí, apoyada por uno de los ejércitos más poderosos del
mundo, pero por una legitimidad internacional menguante. Las estructuras
académicas, sin embargo, parecen completamente inmunes a la urgencia global de
detener el genocidio y la limpieza étnica, ligadas como están a la industria militar y los lobbys
que promueven la guerra. En un libro sobre el boicot, el investigador australiano Nick
Riemer sostiene que si bien ha habido numerosas victorias, “en las
políticas y la cultura de la educación universitaria casi todo intenta impedir
que los académicos boicoteen a Israel”, por ejemplo,
haciéndoles perder sus empleos, o la presidencia para quienes apoyan los
derechos de los palestinos. Como también muestra un informe de la Universidad de Oxford, el
gobierno israelí se ve obligado a publicar manuales y organizar talleres en línea sobre cómo enmarcar el conflicto para
ganar amigos y confianza en sus políticas, y el Ministerio de Asuntos Exteriores
utiliza “tropas cibernéticas” para influir en el medios de comunicación,
intentando aislar a quienes se oponen a sus campañas militares, a quienes
organizan manifestaciones o eventos por Palestina, a quienes promueven
peticiones o acciones para detener el genocidio.
Pero estos gestos extraordinarios siguen multiplicándose, a pesar de que
se intenten presentar como antisemitismo o “defensa del terrorismo”.
Es fundamental que quienes trabajan en la investigación y en la producción de
conocimiento sigan haciéndolos crecer, porque ceder al miedo y al
aislamiento significaría renunciar a la esencia misma del trabajo intelectual.
Al final del artículo sobre su viaje a Cisjordania, David Graeber reconoce
la importancia de la hospitalidad para los palestinos, e imagina lo devastador
que debía haber sido para ellos ver a los primeros sionistas que
llegaron en Palestina apoderarse de sus tierras, destruir
sus aldeas y masacrar a su gente. “En tal situación, ¿qué se puede hacer? –
escribe -. ¿Dejar de ser generosos? Pero entonces estás total y existencialmente
derrotado. Se ha privado sistemáticamente a la gente de los medios físicos,
económicos y políticos para ser generosos. Y ser privado de los medios para
hacer ese tipo de gestos extraordinarios es una especie de muerte en la vida”.
Desde la Patria de Nelson Mandela: Sudáfrica acusa a Israel de llevar a cabo actos de genocidio
ante la CIJ/Corte Internacional de Justicia.
“Cada guerra maldita, cuando
ocurre, antes de que ocurra, es representada por el régimen de Estados Unidos,
no como una guerra, sino como un acto de defensa propia contra un tirano
terrorista”/ ADDHEE.ONG
Palestinas lloran a
sus muertos, víctimas de los bombardeos nazisionista colonialistas israelíes
en el sur de la Franja de Gaza, en el hospital Al-Najar de Rafah, el 29 de diciembre
de 2023.
Sudáfrica
acusó a Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de llevar a cabo
actos de genocidio contra el Pueblo Palestino en Gaza.
Ese tribunal,
principal órgano judicial de las Naciones Unidas, informó sobre esa demanda
este 29 de diciembre. Con esa demanda, Sudáfrica quiere que la CIJ ordene un
alto a los ataques israelíes contra la población palestina.
Bob Rae,
embajador de Canadá ante la ONU, dijo a mediados de diciembre que "Canadá
está alarmada por la disminución del espacio seguro para la población civil en
Gaza" a medida que Israel avanza hacia el sur en ese territorio palestino
densamente poblado "en su intento de destruir a Hamás".
En su demanda,
Sudáfrica afirma que los
actos y omisiones de Israel son de naturaleza genocida, ya que van acompañados
de la intención específica requerida [...] de destruir a los palestinos en Gaza
como parte del grupo nacional, racial y étnico más amplio de palestinos
,
dijo en un comunicado la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya.
La demanda
sudafricana sostiene que por
su conducta –a través de sus órganos, agentes y otras personas y entidades que
actúan siguiendo sus instrucciones o bajo su dirección, control o influencia–
hacia los palestinos en Gaza, Israel está incumpliendo sus obligaciones bajo la
Convención sobre el Genocidio
, informó el alto tribunal
internacional.
La demanda fue
presentada este viernes, día 84 del conflicto entre Israel y el Movimiento de Resistencia
Islámica Hamás, que comenzó con un ataque sorpresivo lanzado desde Gaza el 7 de
octubre por la organización palestina, en el que murieron 1.139 israelíes y
extranjeros, incluyendo unos 300 militares y 764 civiles. Otras 248 personas
fueron tomadas como rehenes.
En represalia,
desde esa fecha Israel ha estado bombardeando Gaza por aire, mar y tierra,
reduciéndola a escombros y matando hasta la fecha a unas 21.500 personas, en su
mayoría mujeres y niños.
Edificios destruidos por los
bombardeos israelíes contra Gaza. Los aproximadamente 2,4 millones de
habitantes de la Franja de Gaza, el 85% de los cuales han tenido que huir de
sus hogares, según la ONU, siguen enfrentando una situación humanitaria
desastrosa.
Israel
rechazó esas acusaciones con
disgusto
, afirmó el viernes el Ministerio de Relaciones
Exteriores de ese país
Israel
rechaza con repugnancia la difamación [...] propagada por Sudáfrica y su
recurso ante la Corte Internacional de Justicia
,
declaró en la red social X el portavoz de ese ministerio, Lior Haiat.
Las
afirmaciones de Sudáfrica carecen de base fáctica y jurídica y constituyen una
explotación despreciable y despectiva de la Corte
,
dijo el portavoz israelí, añadiendo que Sudáfrica
está cooperando con una organización terrorista que pide la destrucción del
Estado de Israel
.
Haiat instó a
la CIJ y a la comunidad internacional a
rechazar completamente las acusaciones infundadas de Sudáfrica
.
Este viernes,
tropas israelíes abrieron fuego contra un convoy de ayuda cuando regresaba del
norte de Gaza a lo largo de una ruta designada por el ejército israelí, según
Thomas White, director de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de
Palestina en Oriente Próximo en Gaza.
La persistente
dificultad para llevar ayuda humanitaria a Gaza se produce a pesar de que el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la semana pasada una
resolución para aumentar dicha ayuda.
Los aproximadamente 2,4 millones de habitantes de la Franja de Gaza, el 85% de los cuales han tenido que huir de sus hogares, según la ONU, siguen enfrentando una situación humanitaria desastrosa como consecuencia de los bombardeos israelíes.
Soldados israelíes en la Franja de Gaza el lunes 4 de diciembre de 2023.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudáfrica dijo en un comunicado que ese país está gravemente preocupado por la difícil situación de los civiles atrapados por los actuales ataques israelíes a la Franja de Gaza debido al uso indiscriminado de la fuerza y la expulsión forzosa de sus habitantes.
Sudáfrica añadió que hay informes en curso sobre la comisión de crímenes internacionales, como crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, así como informes de actos que alcanzan el umbral de genocidio o crímenes relacionados, tal como se define en la Convención de 1948 para la prevención y el castigo del genocidio, que se han cometido y pueden seguir siendo cometidos en el contexto de las masacres en curso en Gaza.
El presidente de Sudáfrica acusó anteriormente a Israel de crímenes de guerra y actos equivalentes a genocidio. Sudáfrica también presionó el mes pasado para que la Corte Penal Internacional, que también tiene su sede en La Haya, investigue las acciones de Israel en Gaza.
La Corte Penal Internacional procesa a personas por crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidio, mientras que la Corte Internacional de Justicia resuelve disputas entre naciones.
Balkees Jarrah, directora asociada de justicia internacional de la organización Human Rights Watch, dijo que el caso presentado por Sudáfrica brinda una importante oportunidad para que la Corte Internacional de Justicia examine las acciones de Israel en Gaza utilizando la Convención sobre Genocidio de 1948.
Ella añadió que Sudáfrica espera que el máximo órgano judicial de las Naciones Unidas proporcione respuestas claras y definitivas sobre la cuestión de si Israel está cometiendo genocidio contra el pueblo palestino.
Jarrah enfatizó que el caso ante la Corte Internacional de Justicia no es un caso penal contra presuntos perpetradores individuales, y no involucra a la Corte Penal Internacional (CPI), un organismo separado. Pero el caso de la CIJ también debería impulsar un mayor apoyo internacional a la justicia imparcial en la CPI y otros espacios creíbles.
Fuente: RC / CBC / AJ / AP
Adaptación: RCI / R. Valencia
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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