NACIÓN Y PATRIA COMÚN
Historiadores,
sociólogos, cientistas políticos y otros especialistas nunca se han puesto de acuerdo respecto del
concepto “nación”. Algunos enfatizan que
ésta debe estar constituida por quienes tienen un mismo idioma, asumen valores
semejantes o viven en un mismo territorio. Sin embargo, hoy sabemos que se
consideran parte de una nación individuos que habitan en distintas latitudes y
que no todos los que comparten un territorio se sienten integrando una nación.
Es cosa de observar lo sucedido con los judíos, los kurdos y los pueblos
originarios que prefieren reconocerse a miles de kilómetros de distancia antes
que adoptar la nacionalidad hegemónica. Así como hay países (Suiza, por ejemplo) en que sus poblaciones
hablan hasta en cuatro lenguas distintas.
Parece ser que
Ortega y Gasset fue certero al asegurar
que los integrantes de una nación son los que hacen suyo un común proyecto o
destino. En buena forma, el llamado “sueño de Bolívar” habría asumido este
propósito cuando llamó a los diversos
pueblos hispanoamericanos a formar una
patria común en el camino que había que recorrer juntos. Aspiración que hasta
hoy no prospera en el Continente, donde seguimos tensionados, incluso, por los
más miopes nacionalismos y resquemores históricos.
Cuando las izquierdas
del Continente Americano propician nuestra hermandad regional e invitan a superar nuestras fronteras
políticas, no solo están invocando a la gesta común de nuestros libertadores,
sino propiciando un destino colectivo en la cooperación y maximización de nuestras
enormes potencialidades. Además de proponerse restringir al mínimo nuestros
insensatos y agraviantes presupuestos militares a fin de reorientarlos a
superar nuestras graves inequidades,
erradicar la pobreza, la
miseria y relacionarnos conjuntamente con el mundo. Al mismo tiempo que
hacer frente a las abusivas empresas
transnacionales empoderadas sobre nuestros recursos naturales y consolidar un
enorme y hasta autosuficiente mercado común.
En la
diversidad cultural, con profundas asimetrías socioeconómicas, así como en el
fresco recuerdo de sus horrendas
guerras, Europa pudo consolidar un mercado y un parlamento común, junto
con un solo pasaporte y hasta un sistema integrado de defensa. Con más razón
nuestros países podrían mancomunarse si no fuera por la obtusa acción de
nuestros patrioterismos, el desdén de las castas militares a toda forma de
integración y los bien aceitados engranajes de los intereses foráneos que
digitan a nuestros políticos.
Por el
contrario, al interior de nuestros países se puede apreciar el disenso que
reina en nuestras poblaciones y que muchas veces propicia o explica tantas
formas de segregación. La falta de identidad que existe, por ejemplo, entre los propios chilenos; divididos, como estamos, por las abismales
diferencias en el ingreso, por el
desprecio a nuestros pueblos originarios y la arrogante postura de los sectores
dominantes que llegan a oponerse, incluso, a una educación y un sistema de
salud más igualitarios. Contrarios a aceptar hasta las gráciles reformas
propiciadas por la actual Mandataria, acosada como está por la radicalidad
política que alienta nuestro sistema desigual, con una Constitución y un
régimen económico y social apenas retocado en los 30 años de pos-dictadura cívico
militar.
En el
reconocimiento de nuestro destino común, es decir, del orteguiano ingrediente del concepto
nación, es que hay tantos que prefieren
sobreponer su identidad
latinoamericana a la nacionalidad chilena,
boliviana o peruana, abominando
de los insensatos litigios que ventilamos ante la Corte Internacional de la
Haya. Escandalizados, asimismo, de que por un pedazo de territorio de tres
hectáreas, nuestras cancillerías y gobiernos se muestren los dientes y
desestimen las enormes oportunidades que ganaríamos si nos
abriésemos a una frontera común para la explotación de nuestros recursos naturales y energéticos
del Desierto. Donde las que ejercer soberanía efectiva son aquellas empresas foráneas que capturan
nuestro cobre, exterminan la fauna marina y hasta optan por ideas tan
desatinadas como llevar electricidad
desde la Patagonia al Norte. Antes que proponerse compartir nuestros abundantes
y limpios recursos que la naturaleza dispone en beneficio fraterno.
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NACIÓN Y PATRIA COMÚN.
Prof. Juan
Pablo Cárdenas S.
“Nación, Patria, educación pública y Justicia Plena”
Por Prof. Moreno Peralta/IWA, Secretario Ejecutivo ADDHEE.ONG:
Estimados
amigos asociados:
Entiendo la
Patria como una comunidad de esperanzas,
de anhelos grandes, decididos a realizarlos en su beneficio. La Patria está
implícita en la solidaridad de un Pueblo y no
en la confabulación de
mercachifles, financieros-bancarios/agiotistas, agrícolas monopolistas y
sus testaferros burgueses politicastros/castrenses corruptos, vende patrias que
medran a su sombra. Cuando no hay Patria no puede haber
sentimientos colectivo de nacionalidad, inconfundible con la falacia patriotera
chovinista impuesta por la clase oligarca empresarial testaferra del
capital buitre foráneo en el saqueo de las riquezas naturales del
país y de las arcas fiscales.
La Nación,
conjunto de personas, supone comunidad de origen, ensambla miento histórico,
semejanza de costumbres y creencias con sujeción a un mismo gobierno
democrático soberano de la mayoría con respeto
por las minorías. La Nación no
alcanza su plena consciencia de sí misma
ni puede dar a sus ciudadanos y
extranjeros una imagen de su ser, sino
mediante una educación pública, formadora libertaria de calidad y gratuita. Los
países son expresiones geográficas y los Estados son formas de equilibrio político...
La Nación,
la Patria de la vida social, comienza en
la Justicia Plena, y se sostiene de
ella. No vive sin ella. En su aplicación
no cabe demora alguna. El que dilata su cumplimiento, la vuelve contra si...
El
patriotismo nacional surge de la afinidad entre los miembros de la Nación. Este
sentimiento civil tiene un fondo moral en que se funden anhelos de espíritu por
engrandecer la Nación. Es convergencia en la aspiración de la Justicia Plena,
en el deber del trabajo creador en la capacidad
de amar a todo un Pueblo, de honrarla con sus obras, de orientarla con
sus ideales.
La Patria
tiene intermitencias, como en Chile, de
larga data, cincuenta años de saqueo de sus riquezas naturales y de las arcas fiscales. Su unidad moral
desaparecida, reina la corrupción, la impunidad y el narcotráfico.
Se destruye cualquier afán de educación y cultura y se enseñorean los viles
apetitos de mando y de enriquecimiento ilegal de la clase politicastra y
castrense. No hay Patria. Cuando no hay Patria, no puede haber sentimiento
colectivo de nacionalidad.
El Chile
virtual de la clase empresarial CMPC/Sofofa carece de una Patria en el contexto de su política bajuna impuesta
por la dictadura cívico militar pinochetista junto con la constitución/artilugio de 1980, nadie
piensa, todos lucran, consumen, todos roban. Lo que antes era signo de infamia
o cobardía tornase título de astucia, de gestores lobbistas al servicio de los saqueadores del país, de la clase
politicastra y castrense corrupta, apátridas. Ajenos en la sociedad que
sobreviven, no pueden concebirla, sólo el ser humano digno y libre puede tener
patria. Mientras un país no es Patria,
sus habitantes no constituyen una Nación.
La Patria es un elemento de la Humanidad. El anhelo de la dignificación nacional debe ser
un aspecto de nuestra fe en la
dignificación humana.
Cuando los
intereses venales se sobreponen a los ideales de los espíritus educados, cultos
que constituyen el alma de una Nación, el sentimiento nacional degenera y se
corrompe, la Patria es explotada, saqueada y sus ciudadanos enajenados por la educación
privada por y para el lucro y la telebasura/internet.
Reitero una
vez más, cuando las miserias morales asolan a un país, culpa es de todos, los que por falta de
educación, cultura e ideales no han sabido amarlo como patria. Especialmente de
la clase oligarca empresarial. Financiera-bancaria/ agiotista, agrícola
monopolista y sus testaferra clase burguesa politicastra castrense corrupta al
servicio del régimen de Estados Unidos y su
adláteres de la Comunidad Europea del
agonizante sistema capitalista salvaje.
“No hay
persona ni ser humano sin Patria ni Libertad”, como en el Chile virtual de la
CMPC/Sofofa. La Libertad Plena la
entiendo como la superación del síndrome de la enajenación.
Con
esperanza y memoria, que otro Chile digno, libre, culto y soberano es posible
sin los ocupantes, saqueadores de la Patria del General Libertador Bernardo
O’Higgins Riquelme y del compañero Presidente Dr. Salvador Allende Gossens.
Prof.
Moreno Peralta /IWA
Secretario
ejecutivo Addhee. Ong.
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