Humanismo
necesario
Por Fernando Buen Abad/ Other News, Xinhua, Sputnik, RT, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI, Utopia, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
México está en condiciones de liderar un Movimiento
Humanista de Paz. Una Revolución de la Conciencia por la Igualdad, con Dignidad
y Justicia Social. Tenemos las bases de nuestras civilizaciones prehispánicas y
los motores históricos de la Cuarta Transformación.
Nada menos. Entendemos con el maestro José Martí
Pérez que “Patria es la humanidad” y anhelamos que la especie humana se
pertenezca a sí misma. ¿Qué nos falta?
Por difícil que resulte para algunos pesimismos, no
es absurdo exigir que el poder de la praxis humanista sea capaz de consolidarse
como “sentido común” irrefutable o como motor moral y ético avalados por la
comunidad de sentido pacifista, crítico y transformador.
Es decir, por una Revolución Permanente de la
Conciencia Humanista. Nada menos. Porque, mientras tanto, la industria bélica,
es decir el negocio de la guerra, de la muerte, es la actividad
productiva más dinámica del planeta, para los dueños de la Celestina Universal.
Insistamos, el Humanismo Revolucionario debe ser una
moral y una ética de la solidaridad en un campo de batalla plagado con
emboscadas mercantilistas, individualistas, moralejas del bienestar de sectas
gracias a la tragedia de mayorías; el vicio de los lujos, de las drogas, del
narcotráfico, gracias a las penurias de los desposeídos… en fin, el
desprecio de una clase encumbrada en los poderes militares, económicos e
ideológicos contra esa parte de la especie humana que aporta el trabajo. Uno no
abandona a un compañero.
El Humanismo Revolucionario no se queda contemplando
los fulgores idealistas de ciertas interpretaciones con resabios
“renacentistas” ni adormecido en brazos de élites culteranas. El Humanismo que
nos convence y moviliza, se nutre con las raíces indígenas prehispana, y
con todas las raíces profundas de las civilizaciones conocidas, y
preferentemente de su carácter y savia independentistas que han sido maduradas
por los pueblos en sus luchas emancipadoras.
No nos interesa un Humanismo sólo de libros, de
conferencias…de congresos, o de colecciones de arte y menos como
entretenimiento intelectual. Nos compromete y afilia un Humanismo para
transformar el mundo con un programa revolucionario incluso desde la ética.
No inhibe a esta toma de posición el hecho de que
múltiples “plumas” hayan abordado el estudio y la práctica del Humanismo con
suerte magnífica. Aquí no se tolera ni el arribismo ni el oportunismo. Al menos
en la perspectiva que aquí se esboza, el Humanismo Revolucionario está llamado
a superar toda acotación puramente geográfica para impulsarse, desde sus raíces
de lucha social histórica, como una corriente filosófica de praxis que reconoce
las diversidades y les ofrece respeto irrestricto con base en un programa de
igualdad (no de uniformidad, ni menos resignación) y praxis
dignificadora.
En todas sus categorías filosóficas el Humanismo
Revolucionario implica contrastación concreta y siempre dinámica con la
realidad objetiva y subjetiva. No extraviarse en abstracciones o misticismos
alejados de las condiciones objetivas en que se debate la especie humana y no
con lógica tuerta ante el saqueo, la explotación y los negocios genocidas.
Asumimos que los seres humanos, ellos y ellas, hacen
su propia historia, nunca de forma libre, o con la posibilidad de escoger las
oportunidades y las condiciones. Por el contrario, las circunstancias que se
imponen provienen de otras voluntades -o por el pasado- que, por cierto, suelen
oprimir, objetiva y subjetivamente, la vida de las personas.
Y recurrentemente cuando hay iniciativas
transformadoras, con acentos revolucionarios, aparecen los emisarios materiales
e ideológicos del pasado, se disfrazan y fabrican emboscadas a granel, con
frases, ropajes e histrionismos variopintos para fingir una “nueva” escena de
la historia, siempre con moraleja inhumana.
Queremos un Humanismo Revolucionario como fuente
inagotable de Paz para aferrarnos a la verdad a toda costa porque la verdad
siempre es revolucionaria. NO la “verdad” de unos cuantos poderosos dueños
de la Celestina Universal. NO la “verdad” sin escrutinio colectivo. NO la
“verdad” ambigua de silogismos místicos. NO la “verdad” mercantilizada que
sirve para esconder los hechos crudos.
Pensamos un Humanismo Revolucionario rico por su
capacidad de multiplicación. Como no es un dogma, para crecer sólo se necesita
que poseamos una esperanza activa y práctica, honda y sincera, por la salvación
de la especie humana y el planeta. No histrionismos, no escándalo. Es una
convicción militante con programa.
Sabemos bien que hay pesimismos, resignaciones,
intoxicados con tristeza. Que a muchos les resulta inaceptable cualquier
confianza en la especie humana. Que cuesta mucho fincar la comprensión del
humanismo en las evidencias de las luchas humanas en todas sus expresiones. Que
no se rinde. El Humanismo Revolucionario es una pulsión de vida. Una rebelión
contra toda humillación y cuya praxis conduce directamente a las antípodas del
pesimismo y la resignación.
No filantropía. Es comprensión del desarrollo humano
como conciencia de especie independentista, revolucionaria, anticapitalista
y antiimperialista. Humanidad pegada a la tierra por la tierra y para la
tierra. Si nuestro mundo es capaz de alimentar a 12.000 millones de personas y
sólo vivimos 8.000 millones mientras casi 1.000 no comen lo suficiente ni en
cantidad ni en calidad eso es absolutamente inhumano.
El Humanismo Revolucionario debe consolidarse como
praxis necesaria de nuestros tejidos sociales nuevos. Contra el cierto síndrome
de inmunodeficiencia semiótica o la carencia de anticuerpos ante la dominación
cultural. En un mundo que reclama Paz e Igualdad, donde es preciso cuidar al
planeta y defender sus riquezas, sólo la Revolución de la Conciencia será capaz
de afianzar a nuestro Humanismo floreciente. Y esto no es un delirio utópico,
es una necesidad, es un desafío del ser humano al cual nadie puede negarse.
Lo subrayado/interpolado es nuestro.
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