Corrupción: Hermosilla y sus secuaces
Escritor, periodista y analista internacional/
Other News, Sputnik, RT, La jornada de México, ACHEI, Indymedia, Red Latina sin
Fronteras, ADDHEE.ONG:
Cada vez deben ser menos los
chilenos que viven en un país imaginario. En ese “jardín del Edén” libre de
corrupciones, delincuencia y organizaciones criminales/narcotrafico.
Esto es en un oasis dentro de un continente convulsionado por los trastornos
que se suponía estábamos al margen.
La caprichosa realidad, en
cambio, se ha encargado de demostrarnos que nada es en Chile muy distinto a lo
que sucede en nuestro vecindario. La política ha devenido aceleradamente en
faltas a la probidad, así como las organizaciones empresariales y las prácticas
de nuestros jueces y tribunales, en que la impunidad general es un acicate tan
decisivo del crimen que hoy nos tiene a merced de las mafias organizadas que
cometen toda suerte de horrendos delitos. A los que habría que agregar los
despropósitos policiales y la corrupción de funcionarios públicos.
Ningún tema es tan importante
como el de la inseguridad, en lo difícil que resulta vivir en un país asolado
por los robos, secuestros, asaltos y otros cometidos por bandas cuyo poder de
fuego hace ya largo rato supera el de las fuerzas disuasivas. Nadie duda que la
delincuencia común nos tiene asolados y los delitos de “cuello y corbata” se
hacen más ostensibles.
A propósito de la difusión
por la prensa de una larga grabación en que dos connotados abogados y un
empresario convienen en coludirse para organizar una “caja” con recursos para
sobornar a funcionarios públicos, los tres miembros de esta extensa y documentada
tertulia hoy se encuentran imputados por un delito que, de un tiempo a esta
parte, ha adquirido penas mucho más rigurosas, luego del descubrimiento de
múltiples y millonarias operaciones destinadas a defraudar al fisco, eludir y
evadir impuestos. En una seguidilla de prácticas que, pese a su gravedad y alta
connotación social de sus autores, llevara a muy pocos a la cárcel y no
logrará, en realidad, inhibir a empresarios, profesionales y funcionarios
públicos corruptos.
En principal implicado en este
nuevo escándalo es el abogado Luis Hermosilla Osorio, un destacado
penalista que ha podido ufanarse de trabajar con todos los gobiernos de la
posdictadura, en circunstancia de que en su juventud fue uno de los cabecillas
de la estructura militar del Partido Comunista. Un personaje, por cuya fama y
peculio, fue requerido para defender a uno de los más repugnantes pedófilos
chilenos, hacerse cargo de la acusación contra el autor del crimen del ex
senador pinochetista Jaime Guzmán Errazuriz, ideólogo del Opus Dei y de la
dictadura cívico militar e integrar el staff de abogados
defensores del mundo empresarial que incurren en delitos tributarios y cohecho.
Tanto así que al momento de
destaparse este nuevo escándalo estaba oficiando como defensor del principal
asesor del presidente Boric, acusado de transgredir el Estatuto Administrativo
y cometer abusos en su cargo, según el parecer de quienes lo tienen cuestionado
desde el mismo Parlamento. Un abogado que se le asigna, además, ser muy
influyente en el nombramiento de jueces y ministros de corte y de poner en
práctica un “tarifado” o un “menú de servicios” para hacer desaparecer
expedientes, corromper (él mismo dijo) a funcionarios del Servicio de Impuestos
Internos y otros para satisfacer la voracidad de los empresarios enriquecidos
ilícitamente bajo su asesoría profesional.
Su prontuario es largo, pero,
tal como ha sucedido con otros connotados hampones, hoy se encuentra imputado
por una torpeza difícil de imaginar en un profesional tan habilidoso. Esto es,
la grabación de más de una hora y media de franca y descarada conversación en
su propio despacho y en el que pasaron cuenta de más de cincuenta nombres de
empresarios atendidos o relacionados a él. Entregando detalles, también, de sus
cómplices y operadores dentro de la Administración Pública y conviniendo la
necesidad de implementar a la brevedad un “fondo” destinado a aceitar su
maquinaria delictual. Sin duda un registro precioso para alimentar el bullado
juicio que se viene con sus aristas penales, tributarias y otras. Y en que, más
temprano que tarde, deberán aparecer toda suerte de variopintos políticos con
los cuales Hermosilla guardaba tan buenas relaciones.
Los observadores de este nuevo y
bochornoso escándalo aseguran que solo la codicia de Hermosilla y sus clientes
puede explicar lo sucedido, habida cuenta que –a pesar de sus “pecados
políticos de juventud”- logró mantener muy buenas relaciones con el ex
presidente Sebastián Piñera, su ministro de Interior y otras personalidades de
derecha, centro e izquierda. En los que se conoce como la transversal
corrupción de la clase política.
Los primeros pasos de este
proceso anotan diligencias judiciales y medidas administrativas que le
complicarán mucho la vida a los tres primeros imputados, cuando se supone que
se trata de un evento en que al menos podrían “caer” unos mil empresarios inescrupulosos
y otro alto número de “servidores” públicos y estudios jurídicos. En un asunto
que ya se calcula que lo defraudado puede superar un PIB completo de nuestra
economía y, desde luego, los montos espurios de otros casos de corrupción.
A escuchar la grabación
proporcionada por los destacados periodistas de CIPER Chile cualquiera puede
deducir que la situación procesal de los imputados les hará poco menos que
imposible escapar indemnes. Tanto que algunos extrañan que estos mafiosos y otros
no hayan sido puestos todavía detrás de las rejas. Sin embargo, hay quienes
anotan que este caso puede afectar en los esfuerzos que el país hace para
atraer inversionistas extranjeros y convencer al mundo de que somos un país
serio y seguro.
Lo que se teme es que, en su
destreza e influencias, Hermosilla y sus secuaces discurran algo para esconder
las pruebas e imputarle a la prensa, como ya lo hacen, de ser la responsable de
difundir una grabación que, según los acusados, vulnera el secreto profesional.
Despreciando el poder que tienen estos recursos periodísticos para sacar de sus
guaridas a los malhechores y desarticular las más poderosas redes de
corrupción. Sin embargo, los hechos son tan poderosos que la condena social se
hace inevitable, pese a los vericuetos de la justicia que siempre tarda y
tantas veces no logra su cometido.
En cuanto a que Chile sigue siendo un país probo es algo que choca demasiado con las evidencias cotidianas. Y ya se sabe que la impunidad solo alimenta el malestar público y las rebeliones sociales. Tanto que hay muchos que creen que nuevos episodios de esta naturaleza están a la vuelta de la esquina, con una población que sufre los rigores de la delincuencia sumado a sus inclemencias económico sociales.
Lo subrayado/interpolado es nuestro
No hay comentarios:
Publicar un comentario