Alba. Propuesta de futuro para América Latina y el Caribe.
Por Sergio
Rodríguez Gelfenstein/ escritor, analista internacional/ Lucha internacionalista/ El Salto/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other
News, Sputnik, RT, Publico.es, La Jornada de México, Red latina sin
fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
Hace dos semanas, se celebró en Caracas la XXIII
Cumbre de la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América -Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).
Dos lectores por separado me escribieron para preguntarme si no iba a escribir
sobre ese acontecimiento. Casualmente, unos días después la Secretaría General
de la ALBA que tiene su sede aquí en Caracas, me invitó a dar una ponencia en
el seminario “La unidad latinoamericana y caribeña frente a la geopolítica
imperial/yanqui”. El texto que sigue a continuación es una versión
resumida de dicha ponencia en la que intento hacer un aporte para la
construcción de esta idea y de esta alianza. .
Hablar de la ALBA obliga a hacer un análisis
retrospectivo que nos dé las pautas del surgimiento de esta propuesta. Para
ello, voy a regresar un poco para entender el contexto histórico, en que se
desarrollaron las luchas del libertador Simón Bolívar Palacios y
Blanco, para estudiar su legado, que hoy tiene presencia, porque arropados
bajo las ideas de Bolívar es que se puede construir hoy una alternativa al
neoliberalismo capitalista.
La historia de Nuestra América independiente es la
historia de la confrontación entre dos ideas: la monroista y la bolivariana. James Monroe diseñó una política exterior para
Estados Unidos que en primera instancia se proponía alejar –en interés propio-
a los europeos de América. Asumieron e imponen que América era una
región destinada por Dios para ser dominada por Estados Unidos. De ahí viene la
política del “Destino Manifiesto” A esa
idea de Monroe que expuso en diciembre del año 1823 en un discurso ante el
Congreso de Estados Unidos, el libertador Bolívar respondió casi inmediatamente. Se vivía un
momento de culminación de las luchas de Independencia, y en 1824, dos días
antes de la Batalla de Ayacucho, hizo un llamamiento para que los países
independientes se reunieran en Panamá, en un Congreso donde se iban a sentar
las bases de la Unidad Latinoamericana.
A partir de entonces, Estados Unidos empieza a
construir su idea de la integración la idea panamericana, que se sustenta en su
hegemonía sobre la región. A esta idea se opuso la propuesta bolivariana que
plantea que “Nuestra América”, como posteriormente la llamó Martí en una visión
más amplia, debía construir su propia identidad y hacer su propio proceso de integración. Esta
contradicción aún hoy no está resuelta.
La idea bolivariana quedó detenida en el tiempo
después de la muerte física del Libertador en 1830 y parecía que había
quedado totalmente derrotada y que ya no podía tener espacio en nuestro
continente. Sin embargo, ya en el Siglo
XIX, incluso en parte del XX hubo intentos de prolongar la idea de Bolívar tal
vez de construir un Alba en aquel momento sin Estados Unidos; entre los años
1847 y 1865 se realizaron tres congresos (dos en Lima y uno en Santiago de
Chile) en los que participantes de diversos países se reunieron para no dejar
morir la idea bolivariana y retomar el ideal de unidad. En esta época destacan el
chileno Francisco Bilbao, el uruguayo
José Enrique Rodó, los argentinos Juan
Bautista Alberdi, Juan Manuel de Rosas y Felipe Varela, el puertorriqueño José
María de Hostos, los hondureños Francisco Morazán y José Cecilio del Valle, el
colombiano José María Torres Caicedo y José Martí Pérez, el maestro
de la independencia de Cuba.
En este ámbito de contradicciones se ha movido
América Latina y el Caribe durante casi 200 años, la idea bolivariana de unidad
latinoamericana permaneció largamente sumergida y apagada. Los Pueblos Latinoamericanos
no tenían opciones, la primera gran alternativa de libertad -que todavía hoy
subsiste- fue la Revolución Cubana que trajo a nuestro continente una opción
distinta. Dos décadas después, en
1979 triunfó la Revolución Popular
Sandinista dando continuidad al proceso iniciado por Cuba. Es importante saber esto, sobre todo por las
nuevas generaciones para conocer que la Lucha de los Pueblos de Nuestra América
ha tenido continuidad en el tiempo por más de 200 años.
La última década del siglo pasado tras el fin del
mundo bipolar y la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista fue una década de caos,
se trataba de buscar un paradigma para organizar al mundo y no había una idea
clara. La mayor parte de la humanidad deseaba
que hubiera mayor equidad, una institucionalidad internacional más democrática,
una redistribución más justa del ingreso, que desapareciera el modelo
consumista depredador del planeta, que hubiera una mayor equidad en la
distribución de los recursos, para que se pudieran utilizar -ya que no iba a
haber más guerras- para la salud, la educación, el desarrollo científico y la
agricultura. Sin embargo, eso no ocurrió, los pueblos de América Latina y el Caribe entendieron que
debían organizarse, pero debían hacerlo de manera distinta, porque lo que había
ocurrido durante el siglo XIX y durante la mayor parte del XX, no había dado
resultados positivos para la libertad y felicidad de nuestros pueblos.
Bajo la idea de lucha contra el terrorismo, tras el
11 de septiembre de 2001, Estados Unidos reestructuró su aparato militar en América
Latina y el Caribe y en el mundo. Ello estaba ocurriendo cuando finalizó el siglo
XX y comenzó el XXI, pero, en Caracas se escuchó una campanada. En diciembre
del año 98, en las elecciones presidenciales, el pueblo venezolano decidió que
esto debía cambiar y eligió al comandante Hugo Chávez Frías como
Presidente de la República de Venezuela.
El presidente Chávez Frías llegó al poder
con un país, que siendo el quinto productor mundial de petróleo tenía 51% de
pobreza y 20% de pobreza extrema, tenía un millón doscientos mil analfabetos,
tenía un millón cuatrocientos mil niños que no podían entrar a las escuelas
porque sus padres no podían pagarla, un país donde la madre veía morir a sus
hijos porque no tenían atención de salud,
un país cuyo petróleo era enviado en su totalidad hacia el norte, porque
Venezuela no tenía ningún convenio petrolero con los países del sur global.
En esa situación, el presidente Chávez Frías
se dio a la tarea de empezar a cambiar esta estructura injusta, y comenzar a
recuperar el proyecto bolivariano que había quedado truncado en 1830. Con ese
objetivo dio inició a la ejecución de profundas transformaciones, económicas,
políticas y sociales que redundaron en un mejoramiento de las condiciones de
vida de la población.
Chávez recuperó la industria petrolera para el
pueblo y la puso bajo la soberanía del país.
Eso evidentemente no le gustó a Washington para quien era inaceptable que,
siendo el amo del mundo no pudiera sentar las bases y marcar las pautas del
comportamiento de Venezuela y lo que era peor, que ese ejemplo, pudiera
extenderse por la región y por el mundo. Chávez comprendió que al apropiarse de su
riqueza energética Venezuela podía y debía utilizarla como instrumento de liberación
y de independencia de los pueblos de América. Al hablar de energía, debe
recordarse que no se trata solo de petróleo del cual Venezuela posee la mayor
reserva del planeta, también de gas, agua y oxígeno que la región posee en
abundancia
Ya no se trataba de lograr la independencia
política que se había conseguido a inicios del siglo XIX sino el de la
independencia económica que se debía conquistar para ser verdaderamente libres.
Para ello, los recursos de la región (y los de Venezuela como parte de ello) debían
ser puestos al servicio -no sólo del pueblo venezolano- sino que de los pueblos
hermanos de América Latina y el Caribe.
En otros países de la región se comenzaron a desarrollar
también sus propios procesos de toma de conciencia y de emancipación y así,
vinieron uno detrás de otro gobiernos populares que emprendieron procesos
progresistas, populares y democráticos. Los países de América Latina y el
Caribe empezaron a conocerse y tener vínculos más cercanos. Así mismo,
entendieron que las necesidades de todos eran las mismas, y “sorpresivamente”
se descubrió que tenían economías complementarias y que si se lograba
establecer un comercio justo entre los pueblos, se iba a ampliar el espacio de
libertad al que poco a poco se fueron
sumando otros países con gobiernos que, aún teniendo un mayor o menor grado de
relación y hasta de subordinación con el imperio, finalmente, eran gobiernos -a
los que la fuerza de la necesidad que genera la crisis que agobiaba y que
agobia a la región y el mundo- obligados a producir un acercamiento con sus
pares.
Hoy, la “crisis” no se expresa en un solo aspecto
sino que ya es múltiple: es energética, es alimentaria, es monetaria, es ética
y moral, es política, de manera que se ha ido configurando como una catastrofe
total, que además no afecta a un único
país en un área determinada del planeta, sino que ya se puede observar esbozos
de una catástrofe estructural, una catástrofe del capitalismo
salvaje globalizado/hegemónico.
Estos elementos de análisis permiten sacar
conclusiones en favor de explicar las razones de la necesidad de surgimiento y
validez de la ALBA, porque se han ido creando condiciones para reanudar el
proyecto del libertador Bolívar y no sólo el de
Bolívar, también el de otros padres fundadores de la nacionalidad
latinoamericana y caribeña, nuestramericana como la llamó el maestro Martí.
Ya en 1814, el libertador Bolívar esbozaba
su mirada sobre este asunto cuando dijo: “Es menester que la fuerza de nuestra nación
sea capaz de resistir como suceso a las agresiones que pueda intentar la
ambición europea; y este coloso de poder que debe oponerse a aquel otro coloso no puede formarse sino de
la reunión de toda la América meridional bajo un mismo cuerpo de nación, para
que un solo gobierno central pueda aplicar sus grandes recursos a un solo fin
que es el de resistir con todos ellos las tentativas exteriores, en tanto que
interiormente multiplicándose la mutua cooperación de todos ellos nos elevará a
la cumbre del poder y la prosperidad”.
Después, en la Carta de Jamaica de 1815, avanzó en
su proyecto: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo,
una sola nación, con un solo vínculo, que ligue sus partes entre sí y con el
todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión,
debería por consiguiente tener un solo gobierno, que confederase los diferentes
estados que hayan de formarse…”
La Alba es expresión concreta de estas ideas. El
libertador Bolívar no pudo dedicarse a plenitud a ese objetivo porque las
ambiciones mezquinas de las oligarquías pudieron más en las naciones recién
independizadas. A partir de entonces, las élites de poder local han insistido
en que la integración es imposible porque “somos muy diferentes”. Por el
contrario, en la carta de Jamaica Bolívar enseña que por ser diferentes, los pueblos de América
son más fuertes. Pero, nos han enseñado que somos débiles porque somos
diferentes. La verdad es que al estar
formada por pueblos diversos , la América es invulnerable. Sólo que hay que
aprender a manejar e imponer esa invulnerabilidad.
Al ser un continente con enormes reservas de agua,
de gas, de petróleo y de tierra, América podría ofrecer energía, agua, oxígeno
y alimentos a todo el planeta, pero para
ello se necesitan recursos financieros que no se tienen. Para sustituirlos se
requiere cooperación, pero no de cualquier tipo. La cooperación “huérfana”, si
no tiene otros ingredientes, si no se le da un sentido humanitario y de respeto
a la soberanía de los pueblos, carece de valor, porque la cooperación no se
puede transformar en un instrumento colonial de dominación.
Por tal razón, la cooperación en el marco de la
Alba se debe sustentar en los principios de solidaridad, respeto a la soberanía
, equidad y complementariedad. La
solidaridad tiene que ver con que la cooperación sea incondicional, ajena a
imposiciones. Porque no es cooperación
la que se ofrece bajo medidas de fuerza. Eso se llama intervención.
La cooperación en la ALBA la deciden los países
miembros de común acuerdo, sin imposiciones, porque actúan en un plano de
equidad y complementariedad. Esto hace que en la cooperación no haya donantes
agresivos y receptores pasivos, sino que en la ALBA la complementariedad hace
que cada quien aporte de acuerdo a lo que puede, participando todos en igualdad
de derechos y deberes. Es decir, la
participación debe ser equitativa. Otro
principio de la ALBA es el de la soberanía. Cada acción tiene que partir del
irrestricto respeto a la soberanía de cada país, una condición sine qua non para poder participar.
Estos son los principios que rigen la ALBA. Es lo
distinto que se quiere construir al apropiarse nuevamente del proyecto
bolivariano. La ALBA ya es hoy un conglomerado de diez países, con casi 2 millones y medio de km² y más de 50 millones
de habitantes que tiene presencia en el Caribe, en las entrañas de los Andes y
en el norte de Sudamérica, así como en el corazón de la América Central.
En la ALBA se habla en inglés y
español latinomaericano en aimara, quechua, y guaraní. Es una alianza de
países diversos a lo largo de todo el territorio de América latina y el Caribe.
La ALBA es una realidad que tiene que llegar a ser
mejor porque es un proyecto que no está totalmente escrito, aún está naciendo,
está siendo construido por los pueblos. Es una conjunción de organizaciones
sociales, partidos y gobiernos, que deben estar unidos en torno a la idea bolivariana para obtener buenos resultados.
Una de las características diferenciadoras que
debería tener la ALBA es que debe ser construida de forma colectiva, porque nadie tiene la
verdad absoluta respecto a cómo desarrollar el proceso. Solo la creatividad y
la gran sabiduría de los pueblos es la que permitirá construir esta obra que
debe de ser de todos.
La Alba nació hace apenas veinte años, y nadie
sabía cómo iba a ser. Surgió de las ideas de los comandantes Fidel
Castro Ruz y Chávez Frías y así empezó a materializarse el
renacimiento del ideal bolivariano hecho realidad en la ALBA por la mera
convicción de que la única manera de vencer , es estando unidos. Se ha
demostrado que es posible si cuenta con la participación de todos, con una contribución
consciente de cada uno, creando, pensando y aportando en el camino de la
segunda independencia. Ese es el objetivo de la ALBA.
Lo subrayado/interpolado
es nuestro.
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