Este Caribe nuestro: en homenaje al General de
seres humanos libres Cesar A. Sandino en el aniversario de su paso a la
inmortalidad...
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein/ Escritor y analista internacional/ Prensa Mare Argentina/ Xinhua, Other News, Sputnik, RT, La Jornada de México, Red latina sin fronteras. Sur, ACHEI, Utopía, Argentina Indymedia/ADDHEE.ONG:
Viendo
por televisión la Serie del Caribe de beisbol, más allá de los éxitos del
equipo venezolano que resultó campeón no deje de sentir algunas inquietudes en
el contexto. En primer lugar porque se realizó en Miami y en segundo que, por
esa misma razón Cuba no pudo participar. De entrada me cuesta pensar en un
caribe sin Cuba. Para aquellos lectores que viven fuera de nuestra región y no
están interiorizados con el tema, quisiera explicarles que la Serie del Caribe
es el campeonato anual entre equipos ganadores en sus series de beisbol nacional.
Una suerte de Copa Libertadores de beisbol.
Desde
niño, mi vida está vinculada al Caribe, sería imposible imaginármela sin que ese
venerado espacio de agua salada y cálida, no esté presente. Recuerdo ahora las memorias
del genial Gabriel García Márquez tituladas “Vivir para contarla” que bien
podría ser el marco suficiente para referirnos a la identidad caribe, a la
condición caribe escrito con minúscula como adjetivo que nos caracteriza y nos
diferencia.
Con
su lenguaje florido y caluroso en el cual una sola palabra sirve para
mostrarnos el todo, nos recuerda el Premio Nobel “nuestra cultura caribe”, el “octubre
caribe”, la”poesía de la costa caribe”, nuestros “paisanos caribe”, un “corazón
caribe”, el “arte caribe” y para señalarnos la sólida raíz de un personaje, lo
define como “un caribe puro”.
No
sólo la valía intelectual del genial García Márquez pondera su variadas
menciones de nuestro Caribe ahora con mayúscula, debe recordarse que el
escritor es colombiano, país que -al igual que la mayor parte de los centroamericanos-
desde hace relativamente poco tiempo ha comenzado a descubrir su identidad caribeña,
prueba es que Barranquilla, una de las ciudades colombianas más identificadas
con nuestra región es la capital del Departamento del…Atlántico.
Quiero
finalizar la mención a la obra del maestro – “formador de ser humano inteletual y de su conciencia social en
particular” - Gabo que me ha servido para introducir este artículo, exponiendo
un párrafo de esa obra. Al evocar sus ancestros familiares y refiriéndose en
particular a su abuelo dice que: “La lengua doméstica era la que sus abuelos
habían traído de España a través de Venezuela en el siglo anterior,
revitalizada con localismos caribes, africanismos de esclavos y retazos de la
lengua guajira, que iban filtrándose gota a gota en la nuestra”. Nada más
descriptivo de lo que somos, de lo que tenemos y de lo que debemos rescatar
para que persevere en el tiempo.
A
lo largo de la historia, diversas conceptualizaciones y definiciones se han
hecho sobre el Caribe. Me voy a permitir citar algunos párrafos de mi trabajo
“El Gran Caribe: hacia un marco regional y global” publicado en el libro “Cien
años de Sociedad, los 98 del Gran Caribe, editado por Antonio Gaztambide, Juan
González Mendoza y Mario Cancel, publicado en Puerto Rico en el año 2000.
El
régimen colonial que España implantó en el Caribe se sustentó en el
mercantilismo sobre la base de un estricto control de las actividades de sus
colonias: monopolio comercial, extracción del oro y la plata para engrosar los
tesoros reales y restricciones a la producción de manufacturas en las colonias.
El sistema social político e ideológico era absolutista, dogmático y
semifeudal, rodeado de un férreo control religioso e inquisitorial que frenaron
el desarrollo de un pensamiento libre. La economía cimentada en el esclavismo
obstaculizó la posibilidad de crear un sistema económico empresarial y de
trabajo creador, además de crear castas y estamentos que impidieron la
formación de una burguesía nacional.
Estos
elementos fueron dando una configuración regional muy particular, generando una
dinámica económica y geopolítica que de alguna manera se mantiene hasta la
actualidad. Desde el punto de vista de la economía, la agricultura continúa
siendo el principal sostén del área, incluso, es todavía la más alta fuente de
empleo, renta y divisas en la mayor parte de los países de la región.
La
agricultura ha tenido dos formas: por un lado la explotación por monocultivo
(azúcar, tabaco, banano) y, por el otro la existencia de grandes extensiones de
tierra en manos de una minoría, frente a una población mayoritaria viviendo en
los márgenes de la subsistencia. Esto ha hecho que la estructura agraria se mantenga
intacta, toda vez que a diferencia de América del Sur, no se incentivó la
realización de reformas agrarias.
El
cultivo de la caña de azúcar predominó en Cuba, República Dominicana, Puerto
Rico y Jamaica; el banano se convirtió en producto básico de exportación en
Jamaica, los dominios franceses, Santa Lucía, San Vicente y Dominica ; el
tabaco en Cuba y República Dominicana; los cítricos en Trinidad; y el ron en
Jamaica y Puerto Rico, y el café en Haití.
Desde
el punto de vista geopolítico debemos mencionar la presencia de Francia en la
región desde 1635 en Martinica y Guadalupe, y la posterior obtención de Haití
mediante el Tratado de Ryswick en 1697. La potencia gala también se sentía
atraída por el azúcar que se producía en el Caribe. Por su parte, Holanda
realizó durante el siglo XVII actos de hostigamiento y saqueo hasta concretar
su ocupación permanente de territorios tanto insulares como en el continente.
Entre 1630 y 1648 se apoderaron de Curazao, Aruba, Bonaire, San Eustaquio, Saba
y San Martín, así como de Surinam.
España
se vio obligada a entregar estas posesiones por el Tratado de Münster de 1648.
Asimismo, Inglaterra desde el siglo XVI inició sus incursiones en el Caribe a
través de ataques corsarios. Igualmente, le motivaban las plantaciones azucareras
y el comercio de esclavos. En 1623, ocupó San Cristóbal, en 1625 Barbados y en
1655, Jamaica. En 1713, por el Tratado de Utrech, Inglaterra obtuvo la
autorización para importar esclavos y otros bienes. Durante el siglo XVIII, invadió
otras islas de Barlovento y Sotavento y en 1797 consumó la posesión de
Trinidad.
Estos
cuatro siglos de presencia europea de diferentes latitudes, así como el modelo
económico impuesto fue configurando una realidad donde predominó la
fragmentación étnica, cultural, lingüística y religiosa, lo que más
recientemente ha conducido a la existencia de una multiplicidad de actores e
identidades, que tiene un reflejo trascendente en la actualidad.
Los
diferentes conflictos europeos de los últimos cuatro siglos repercutieron
negativamente en sus colonias del Caribe, pues se enquistó el desconocimiento y
la falta de comprensión mutua. Igualmente, pueden detectarse diferencias en el
ámbito político, social, étnico y lingüístico que llevaron a dividir la región
según áreas idiomáticas: las de habla inglesa, española, holandesa y
francesa, trayendo consecuencias en sus relaciones internacionales, en
particular con los países de América Latina que se encuentran más cercanos:
Venezuela, Colombia y México.
Ha
sido de suma importancia la conformación de identidades nacionales y proyectos
políticos en el Caribe a partir de factores etnorraciales que incorporan elementos
culturales, sociales y lingüísticos que son asumidos por determinados grupos
humanos. Así mismo, existen factores sociales que se fundamentan en las características
fenotípicas hereditarias de los distintos grupos humanos. De esta manera, la
identidad nacional se ha definido como aquellas representaciones colectivas, ,
que definen la pertinencia a un Estado-Nación y, por lo tanto, diferencian a
aquellos que pertenecen a otros Estados nacionales.
A
partir de estas ideas, surgidas a partir de las similitudes y las diferencias,
se podría intentar expresar una noción de “identidad caribeña”. Esta
posibilidad surge de la existencia real de un Caribe poseedor de un ecosistema
común y de los puntos de homogeneidad expresados anteriormente, los cuales
surgieron desde hace aproximadamente cuatrocientos años.
Las
diferentes percepciones acerca de la identidad caribeña llevan a producir
diversas definiciones del Caribe. Su utilización en uno u otro caso va a
referir a distintos intereses que marcan prioridades dispares en las relaciones
internacionales del presente. A las tres definiciones tradicionales:
etnohistórica, geopolítica y tercermundista, el profesor puertorriqueño Antonio
Gaztambide va a agregar una cuarta: Caribe cultural. La etnohistórica pone
énfasis en la experiencia común de la plantación azucarera; la definición
geopolítica incorpora además a América Central y Panamá, centrándose así en las
regiones donde se produjo la mayor parte del intervencionismo militar
estadounidense. La definición tercermundista incorpora a Venezuela, Colombia y
México. A estas axiomas que tienen en común una diferenciación geográfica, Gaztambide
agrega la que él llama ”estrictamente intelectual,” ya que puede incluir partes
de países.
En
el mundo global, estas conceptualizaciones y definiciones acerca de la región
se encuentran sometidas a transformaciones bajo inéditos procesos generadores
de nuevas definiciones e identidades, que afectan a esta parte del planeta en
todos los ámbitos de la vida política, económica, social y cultural. Tener una
clara idea al respecto va a permitir reconfigurar la región, según nuevos
parámetros a partir de la creación de una capacidad de respuesta regional y de
la búsqueda de un consenso regional sobre las necesidades más básicas y
urgentes de las sociedades caribeñas.
A partir de esto, la creación de la Asociación
de Estados del Caribe (AEC) marca un punto de partida importante como ente
referencial de una nueva enunciación, la de Gran Caribe, cual elemento
aglutinador de todas las definiciones anteriores, en un paso adelante para la
inserción del Caribe en un mundo plagado de turbulencias e incertidumbres,
frente a un futuro en formación, dentro de un proceso de transición complejo
que aún no concluye.
Los
avatares de la vida me han llevado a recorrer este Caribe nuestro en las islas,
en Sudamérica, en Centroamérica y en México.
Desde Puerto Cabello en Venezuela, donde me crié, hasta Santo Domingo y
Mayagüez, desde Santiago de Cuba hasta Mérida, desde Bluefields y Bilwi en
Nicaragua hasta Curazao, desde Cartagena de Indias a San Salvador desde Panamá
hasta Tapachula en México.
Nada
más reconfortante que sentirse un “caribe puro” como dice el maestro
Gabo, de haber crecido con los olores, los sabores y los colores infinitos de
nuestra región, de haber conocido personajes tan maravillosos como ese anciano
abakuá cubano que cuando le pregunté si para ellos la revolución había sido
negativa o positiva, me contestó con su sabiduría milenaria “Asere, todo lo que pasa es porque sucede”.
O
a Laureano Mairena, el más valiente de todos los valientes que he conocido,
pintor de Solentiname en el Lago de Nicaragua que se hizo guerrillero por
dignidad, jugaba con la muerte, se reía
de ella, la eludía una y mil veces hasta encontrarla de la manera más absurda
en los días luminosos de los primeros años de la Revolución Sandinista y que me
decía “ Sos jodido, pero sos mi hermano”
O
Don Luis y Doña Epifania Gil, esa pareja de negros margariteños de Venezuela quienes
con más de 60 años y yo sólo con 9 o 10, me introdujeron en el amor por lo que
García Márquez llama el “béisbol caribe” en aquellos años en que alrededor de
una radio nos imaginábamos cómo era y cómo se practicaba el deporte porque el
estadio más cercano quedaba en Valencia, muy lejos de nuestras posibilidades, y
aún no existían las transmisiones de televisión
O
a Rafael Cancel Miranda con quien conversé en Cabo Rojo, un pequeño pueblo del
rincón sudoccidental de Puerto Rico quien estuvo 27 años preso en Estados
Unidos por no aceptar que su bella isla perteneciera, como pertenece todavía a
la potencia del norte; o como Chuchú Martínez, ese Doctor en Matemáticas,
piloto, soldado y ayudante del General Torrijos quien siempre me recomendaba
que había que estar vivo para poder participar en la próxima batalla.
En
fin personajes y lugares de este Caribe nuestro donde se habla papiamento y
creole, inglés y francés, tzotzil y tzeltal,
español y holandés, miskito y maya, donde conviven los sistemas parlamentarios
de los Estados angloparlantes con los presidenciales de los de habla española,
y donde hay países en los que los partidos políticos se organizan a partir del
origen racial, región en la que aún tenemos ciudadanos de tercera porque como
en Puerto Rico no tiene derecho a elegir a su Presidente y a sus representantes
ante el Congreso del país que por obra de una ley les dio su ciudadanía, una
región dueña de una cultura tan poderosa que ha parido cinco Premios Nobel de
Literatura, además del ya mencionado Gabriel García Márquez, colombiano, Miguel
Ángel Asturias, guatemalteco, Octavio Paz, mexicano, Derek Walcott de Santa
Lucía y V.S. Naipul de Trinidad.
Una
región donde el Paso de los Vientos separa la dignidad de Cuba de la triste
miseria de Haití, marcando lo que para unos es una frontera ideológica, pero que tal vez sea una señal de los que nos
puede deparar un futuro desunidos a pesar de lo cerca que estamos. O es que acaso olvidamos que este mismo
Haití del que hablamos, fue el primer territorio libre del Caribe y de nuestra
América morena cuando un 1ª de enero de 1804 los negros declararon su libertad
de la poderosa Francia y proclamaron que tal como lo enunciaban los preceptos
fundamentales enarbolados por la Revolución Francesa, sobre la base de la
solidaridad, la igualdad y la fraternidad desterraban para siempre la
esclavitud de la parte occidental de la isla de La Española.
Como
podemos entender entonces sino por el poder de la fuerzas retrógradas de la historia
que asistamos impávidos al menosprecio con que son tratados los haitianos y
otros hermanos del Caribe cuando pretenden llegar al norte en la búsqueda de un
mejor horizonte para su existencia. Pero, por circunstancias de la vida, la
historia al igual que ese año 1804 resucitó otro 1º de enero pero de 1959 en
Cuba, para decirnos que la dignidad no desaparece con el tiempo, que nuestra
cultura y nuestras tradiciones se mantiene vivas a pesar de todo.
Este
Caribe diverso, amplio y generoso, debe utilizar la fuerza de su cultura y de
su arte y también del deporte, así como la solidaridad y la complementariedad
de sus economías como vehículo de unidad y de integración en el camino de
construir una región que nos prepare para enfrentar los retos y las vicisitudes
de este mundo tan complejo y difícil.
Lo
subrayado/interpola es nuestro-
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